Trasversales
Ghayath Naisse

La revolución siria en marcha

Revista Trasversales número 23 agosto 2011

Ghayath Naisse, médico sirio en el exilio, es uno de los fundadores del Comité para la Defensa de las Libertades Democráticas en Siria, creado en diciembre de 1989. La mayoría de sus miembros fueron encarcelados o forzados al exilio.

Original en francés en Inprecor, que permite reproducción de los artículos citando fuente.
Traducido por Trasversales. Pedimos que si se reproduce esta traducción se cite la fuente original en francés, Inprecor. La referencia a la fuente de la traducción en castellano es opcional, aunque la agradeceremos.



Desde el 15 de marzo de 2011 Siria vive un levantamiento popular contra el régimen dictatorial de Bashar al-Assad. A las manifestaciones pacíficas, que desde el inicio de la sublevación pedían libertad y dignidad, la dictadura respondió con una represión sangrienta y feroz. El número de manifestantes civiles asesinados supera ya 1600, entre ellos 90 niños, hay más de 12.000 detenidos y más de 10.000 heridos. Pero este precio, el más alto pagado comparado con otras revoluciones en los países árabes, sólo ha conseguido extender la revolución a casi todas las ciudades de Siria y aumentar el número de personas en rebelión. Hoy, en las calles sirias se canta masivamente el lema de todas las revoluciones árabes: "¡Fuera, el pueblo quiere derrocar al régimen!".

Poder dictatorial, corrupto y hereditario

Bashar al-Assad, actual presidente de la República Árabe Siria, es hijo del ex dictador Hafiz al-Assad, que reinó con mano de hierro durante treinta años, tras llegar al poder en noviembre de 1970 tras un golpe de Estado con el que, gracias a su papel como ministro de Defensa, derrocó a sus compañeros del partido Baaz, que estaba en el poder desde el 8 de marzo de 1963 (1). Hafiz al-Assad encarceló durante largo tiempo, unos 25 años, a sus antiguos camaradas del ala socializante, o considerada como tal, del partido Baaz. La mayoría de ellos murieron mientras seguían detenidos o poco después de su liberación.

En 1973, Hafiz al-Assad cortó a su medida una constitución que le daba todo el poder. En su artículo 8 dice que "el Partido Baaz es el partido dirigente del Estado y de la sociedad". La única concesión que hizo el ex dictador fue ceder ante las manifestaciones de los Hermanos Musulmanes que exigían que la Constitución estableciese la obligación de que el presidente fuese musulmán.

Hafiz al-Assad se inspiró en el modelo de los países "socialistas" del Este de Europa, creando en 1972 un frente nacionalista y progresista que incluía al Partido Comunista sirio pro-Moscú y a otros cuatro pequeños partidos nacionalistas. Este frente "gubernamental" no tiene ningún poder real, salvo para aplaudir las decisiones del dictador. De hecho, a todos los partidos de este frente, a excepción del Baaz, se les prohíbe cualquier actividad política en el ejército y entre los estudiantes. También se inspiró en el modelo de Corea del Norte , creando "las vanguardias del Baaz", organización responsable de adoctrinar a los niños desde su más pequeña edad, de establecer el culto a la personalidad del líder y de los desfiles masivos dedicados a su glorificación personal.

El régimen de Assad-padre invadió Líbano en junio de 1976 con la bendición de Estados Unidos y de los países occidentales para aplastar al movimiento nacionalista libanés y a la resistencia palestina. Al año siguiente, los Hermanos Musulmanes organizaron una insurrección armada. Durante ese conflicto, ambas partes cometieron los crímenes más atroces. La respuesta de la dictadura fue sangrienta, aplastando a la insurgencia en una cruenta masacre final en la ciudad de Hama a principios de febrero de 1982. Hoy aún desconocemos el número exacto de víctimas, que oscila entre 15.000 y 30.000 muertos. Esta represión no se limitó a los Hermanos Musulmanes, ya que se extendió a las fuerzas de izquierda, que han sufrido sucesivas oleadas de detenciones hasta su agotamiento. Miles de militantes han sido asesinados, torturados o encarcelados sin juicio bajo la ley de emergencia en vigor por amplios períodos, o se encuentran en el exilio. La sociedad ha sido prácticamente vaciada de su fuerza viva. Parecía que el régimen había vencido a la sociedad.

En los años ochenta y noventa, a los que denominamos los "años oscuros" en la historia del país, reinó una represión sanguinaria con privación total de las libertades.

El poder y la economía

Al comienzo, la política socioeconómica en la época de Hafiz al-Assad estuvo marcada por la herencia del ala izquierda del Baaz, a la que él había derrocado. Heredó una nacionalización asociada con la reforma agraria más radical de la región. El dictador fomentó una corrupción masiva entre los militares y los altos funcionarios a cambio de una lealtad inquebrantable a su persona. La forma del capitalismo de Estado preexistente se transformó, a través de la corrupción, en una vaca lechera para esta nomenklatura y, en particular, para el círculo íntimo del dictador, su familia y sus lugartenientes más fieles.

Durante los años 1970-1980 tuvo lugar en Siria una operación de enriquecimiento ilícito basada en una política de corrupción masiva liderada por el propio grupo dirigente. La composición socioeconómica del país cambió radicalmente. Apareció una nueva e importante "clase" de ricos burgueses que se hicieron ricos gracias a su función en el aparato estatal y al saqueo del sector público y de la riqueza nacional.

Esta nueva "clase" orgánicamente vinculada con el Estado necesitaba invertir su patrimonio en diversos sectores de la economía. El decreto nº 10 de 1991 fue el trampolín usado por esta clase para "blanquear" su riqueza. Ese decreto permitió la inversión en el sector privado y las operaciones de importación y exportación, lo que permitió el enriquecimiento de unos sin molestar a otros y la continuación del sistema de corrupción generalizada. En la década de 1990 surgió esta "nueva clase" burguesa o de nuevos ricos, híbrido fruto de la fusión de la burocracia con los sobrevivientes de la vieja burguesía, la "burguesía privada".

Esto fue acompañado por un creciente empobrecimiento de las capas medias y populares. Desde finales de los años noventa una brecha de dimensión astronómica separó a la élite del Estado y la nueva burguesía, por un lado, del resto de la sociedad siria, por otro. El Estado policial vigilaba para reprimir toda actividad independiente. En 1990, el Comité para la Defensa de las Libertades Democráticas en Siria (2) estima en 18.000 el número de presos políticos en las cárceles de la dictadura siria.

El rey ha muerto, ¡viva el rey!

 El viejo dictador Hafiz al-Assad murió el 10 de junio de 2000 (aunque la declaración oficial fue el 11 de junio). En una reunión celebrada el mismo día y que duró media hora, se modificó el artículo 83 de la Constitución siria, reduciendo de 40 a 34 años la edad mínima requerida para ocupar la presidencia de la República, adaptándola así a la edad de Bashar al-Assad, el hijo del dictador destinado a suceder a su padre. También el mismo día, 11 de junio de 2000, el vicepresidente Abdel Halim Khadam, uno de los pilares de la dictadura y una de los personas más corrompidas, convertido en 2005 en "opositor", publicó dos decretos elevando a Bashar al -Assad al rango de mariscal (era coronel) y designándole jefe supremo de las fuerzas armadas. El circuito quedó cerrado en un par de horas: el hijo, médico de profesión, reemplazó a su padre como presidente.

El discurso de investidura de 17 de julio 2000 del nuevo presidente prometió muchas reformas políticas, económicas y administrativas. Este clima de posible "cambio" permitió la aparición de un movimiento de libre expresión política entre los intelectuales al que se podría denominar "la primavera de Damasco". Sin embargo, este clima de relativa libertad fue de corta duración, pues la represión se lanzo sobre este espacio de libertad a partir de febrero de 2001, de forma que un nuevo muro de silencio aplastó cualquier actividad política o intelectual independiente o crítica. El nuevo presidente prosiguió la misma política represiva de su padre.

Sin embargo, en el ámbito socioeconómico el hijo ha superado en mucho a su padre, ya que desde el principio alentó la aplicación de todas las recetas neoliberales del FMI y del Banco Mundial. Para ello, Bashar al-Assad formó un equipo económico adepto al neoliberalismo, presidido por Abdullah Aldardari, un loco e irresponsable neoliberal. En una década de reinado de Bashar al-Assad, la mitad de la población de Siria (país con unos 23 millones de habitantes) se encuentra en el umbral de la pobreza y más de un tercio por debajo de él. Según estadísticas oficiales el desempleo alcanzó el 20%, y más del 25% según fuentes independientes, afectando especialmente a los jóvenes. Más del 55% de los menores de 25 años están desempleados en un país donde más del 65% de la población tiene menos de 30 años. El Estado renunció a su papel social, suprimiendo las subvenciones a los productos de primera necesidad (azúcar, arroz, pan, combustible). Se puso en marcha un nuevo sistema de enseñanza privada a costa de un sistema público convertido en ruinas, y el sistema de salud público fue descuidado y empobrecido. En 2008 el Gobierno decidió "liberar los precios y eliminar las subvenciones a los más desfavorecidos". La proporción del PIB apropiado por la nueva burguesía pasó del 63,4% en 2005 al 70% en 2007, según el periódico pro-gubernamental Annour, 19/8/2008).

El ascenso de las protestas

Esta mezcla de degradación del nivel de vida de la mayoría del pueblo sirio y de una represión feroz sólo podía suscitar protestas. Éstas se han hecho visibles a partir de 2006. En mayo de ese año, tuvieron lugar en Damasco dos manifestaciones de cientos de trabajadores de la Sociedad de construcción pública, produciéndose enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. También durante 2006, tuvieron lugar la huelga de los taxistas de Alepo y en uno de los barrios de Homs hubo enfrentamientos de la policía con la población, enfurecida por la demolición de viviendas ocupadas por personas desfavorecidas en favor de un gran propietario inmobiliario.

En 2007, hubo varios enfrentamientos con la policía y manifestaciones, en el barrio de al-moussrania en Aleppo, en el barrio de al-Mazra'at en Homs, ante el palacio Alroudha en Damasco y en Damas, cerca de Damasco. En 2008 hubo manifestaciones de los trabajadores portuarios de Latakia, y también en Dhabia y Zabadani, localidades cercanas a Damasco. En 2009 y 2010, siguieron las protestas...

A pesar de estos signos anunciadores de un creciente clamor popular en Siria y de la dinámica revolucionaria en el mundo árabe suscitada por las revoluciones de Túnez, Egipto y otras, Bashar al-Assad dijo en una entrevista concedida el 31 de enero de 2011 a The Wall Street Journal que su régimen no sería afectado por esa oleada de revoluciones, ya que "sirve a los intereses del pueblo" y destacó que "Siria no es como Egipto o Túnez". En esta entrevista declaró con desdén que las reformas que prometió diez años antes requerirían "varias generaciones antes de ser realizadas".

¿Una sacudida? ¡Es la revolución!

Días después de la publicación de esa entrevista, el 17 de febrero de 2011, ocurrió algo "banal" en un país como Siria: un joven ciudadano fue golpeado en la calle por la policía por una probable infracción de circulación en Alharika, en el centro de Damasco. De pronto, se formó una manifestación de unas 3.000 personas protestando contra la paliza dada al joven conductor, gritando los manifestantes, por primera vez, "el pueblo sirio se niega a ser humillado".

El 6 de marzo de 2011, los servicios de seguridad detuvieron en Dera, cerca de Jordania, a unos 15 chicos menores de 15 años. Estos niños, influidos por las imágenes televisivas de las revoluciones de Túnez y Egipto, habían pintado en la pared de su escuela el famoso lema "el pueblo quiere derrocar al régimen". Fueron brutalmente torturados por el jefe de seguridad Atef Najib, sobrino del presidente: les arrancaron las uñas y sobre sus cuerpos quedaron horribles huellas de la tortura. Cuando sus familias se reunieron con el torturador para pedir la liberación de sus hijos, su respuesta fue impactante. Les dijo, según el testimonio de las familias, "olvidaros de vuestros hijos, haced otros niños a vuestras mujeres, y si no sois capaces traédmelas que ya me encargaré yo".

El 15 de marzo, unos treinta valientes jóvenes se manifestaron en la Mezquita de los Omeyas en la ciudad vieja de Damasco, exigiendo libertad y dignidad, con un nuevo lema "Solamente Alá, Siria y Libertad" en respuesta a la consigna de los baazistas "Solamente Alá, Siria y Bashar". Todos fueron arrestados y aún siguen detenidos.

El proceso revolucionario se desencadenó en la ciudad mártir de Dera. El 18 de marzo de 2011, una masiva manifestación pacífica invadió las calles para exigir la liberación de los niños, libertad y el levantamiento del estado de emergencia. Las fuerzas de seguridad respondieron usando armas de fuego contra los pacíficos manifestantes, causando cientos de muertos y heridos, detenciones ...

Fue la gota que desbordó el vaso de la revolución: el 20 de marzo ocurrieron más manifestaciones y masacres en Daraa, el 21 de marzo se siguió reclamando la libertad y el levantamiento del estado de emergencia, el 22 de marzo hubo manifestaciones en Daraa y Nawa, el 23 de marzo se repite en Daraa el ciclo de protestas y represión, pero a partir del 25 de marzo también hay manifestaciones en los suburbios pobres de Damasco y en la ciudad costera de Latakia. Cada manifestación paga su cuota de muertos, heridos y detenidos.

Desde finales de marzo, el movimiento de protesta se extiende

El 15 de marzo Bashar al-Assad hizo su primer discurso desde el inicio de las protestas. Ignoró la exigencia de libertad y democracia hecha por los manifestantes y consideró que esas manifestaciones sólo eran un complot occidental contra su régimen. No pidió disculpas por las víctimas causadas ni dijo lamentarlas.

Este discurso fue sentido por el pueblo sirio como un insulto y una afrenta a sus legítimas demandas. Desde esa fecha, el proceso revolucionario se extiende a lo largo y ancho del territorio nacional y el número de manifestantes aumenta considerablemente. El 1 de julio se estima que se manifestaron unos cuatro millones de personas, 400.000 en Hama. El lema de estas manifestaciones ya es, como en otras revoluciones árabes, "el pueblo quiere derrocar al régimen".

Notas

1. Durante el "Septiembre Negro" de 1970, el rey Hussein de Jordania masacró a miles de palestinos. En Siria, Salah Djadid tuvo la intención de intervenir en favor de los palestinos, pero el general Hafiz al-Assad, ministro de Defensa, rechazó la participación de la aviación. Tras quedar en minoría, Hafiz al-Asdad detuvo a sus principales adversarios y tomo el poder el 13 de noviembre de1970 (nota de la redacción de Imprecor).

2. El Comité de Defensa de las Libertades Democráticas en Siria, primera organización de defensa de las libertades democráticas en Siria, se creó en diciembre de 1989. El autor del artículo fue uno de sus promotores (nota de la redacción de Imprecor).

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