Trasversales
Luis M. Sáenz

¡Viva Libia libre sin Gadafi!

Revista Trasversales número 23,  agosto 2011

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Con la prudencia que exige no conocer aún el desenlace definitivo y a la espera de la completa liberación de Trípoli, todo parece apuntar a que las horas del régimen de Gadafi, barrido ya de casi todo el territorio libio, están contadas. Ha costa mucho sacrificio, mucho dolor y demasiadas muertes, recayendo la responsabilidad principal de ellas sobre Gadafi y sobre sus cómplices interiores y exteriores.

Ya habrá tiempo para análisis políticos y reflexiones de todo tipo. Nada está decidido y la misma exigencia ética que hasta ahora nos reclambaa un apoyo claro y sin ambigüedades a la lucha popular contra Gadafi, así como al derecho de quienes la han protagonizado a elegir su camino y sus alianzas políticas y militares, nos exigirá en el futuro mantener similar compromiso con los derechos humanos si vuelven a ser violados en Libia por futuros gobernantes. Deseo, en particular y como primer paso tras la confirmación de la victoria popular, que la nueva República Libia declare abolida la pena de muerte y ni siquiera la aplique a Gadafi y sus sicarios, aunque dando a éstos el castigo que corresponde a sus miles de crímenes. Pero la solidaridad con las revoluciones populares reales y la distancia a tomar respecto a cualquier régimen político institutido no tiene nada que ver, desde luego, con la frivolidad doctrinaria de quienes explícita o implícitamente han cuestionado la legitimidad de la revolución libia en marcha por falta de "pureza ideológica" y que sin embargo, día a día, dan pruebas de sus simpatías por regímenes dictatoriales, bajo la excusa de que hace un montón de décadas hubo una justa revolución popular... que fue traicionada por los nuevos déspotas.

Pero ahora es momento de alegría y celebración, aunque teñido por el dolor de tanta muerte y destrucción. Es momento de solidaridad con un pueblo torturado que se ha alzado y librado de sus torturadores. Es momento de confiar en la extraordinaria posibilidad que se ha abierto para el pueblo libio, no para instaurar un régimen "perfecto", lo que no existe ni existirá en ningún lugar del mundo, no un sistema sin discriminaciones ni dominaciones, lo que tampoco existe aún en ningún lugar del mundo, sino de construir un país mejor, más libre, más democrático, con mayor igualdad, en el que todas las opiniones puedan ser expresadas.

Ignoro lo que ocurrirá en el futuro, pero lo que está ocurriendo es un soplo de aire fresco y una nueva prueba de la potencia de la gente corriente cuando une sus fuerzas y esfuerzos.

No quiero terminar sin desear al pueblo sirio una pronta victoria contra el régimen brutal al que se está enfrentando y sin enviar un gran abrazo a las amigas y amigos de Casa Libia en España, que tan imporante papel han jugado para darnos a conocer lo que ha estado ocurriendo en ese país, lamentablemente sin haber encontrado toda la solidaridad que era debida.


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