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Consejo editorial de Trasversales

Crisis, élites y nueva conciencia social

Revista Trasversales número 24 noviembre 2011



Adelantamos en la web el texto editorial, algo ampliado del que será el número 24 (101 de la serie histórica) de la revista Trasversales en su versión impresa. Desde la pluralidad de quienes hacemos esta publicación, no adoptamos ninguna posición colectiva concreta de voto de cara a las elecciones generales del 20 de noviembre de 2011. El período que se abre será influido sin duda por los resultados de esas elecciones, pero sus rasgos decisivos vienen dados por dos fenómenos globales de signos antagónicos: por un lado, la intensa y profunda ofensiva de las élites mundiales políticas y económicas contra las condiciones de vida y los derechos sociales de la gente corriente y contra el bien común; por otro lado, la emergencia de una nueva conciencia social simbolizada en España por lo que se ha denominado 15-M y en todo el mundo por las rebeliones a través de las que, desde Túnez a Oakland, pasando por Siria o Grecia, se expresa la indignación social.

La aceleración de la crisis económica y social, financiera y productiva, de la deuda y de los Estados, del empleo, de las condiciones de trabajo y de vida; la decisión de los gestores políticos al servicio de los grandes poderes económicos de sacrificar ante los mercados derechos ciudadanos y  conquistas sociales fruto de décadas de luchas; la creciente conciencia de que las convulsiones del capitalismo amenazan de forma directa e inmediata a la vida normal de millones de personas: esos son los tres factores que marcan el momento presente.

Europa muestra su incapacidad política para afrontar la crisis de la deuda en el sur de Europa.  Síntoma de una decadencia más profunda del proceso de construcción europea, abducido y puesto al servicio de los intereses particulares de una minoría privilegiada.
La oligarquía política y económica no quiere buscar una salida socialmente aceptable de la crisis. Estrechamente vinculada a las élites sistémicas, presenta y presentará planes cada vez más agresivos socialmente e irresponsables, en un ciclo infernal donde el empeoramiento de la mayoría es visto como el único modo de preservar privilegios y poder. Es el camino de la catástrofe.
Esta oligarquía protege a los culpables de las especulaciones, a pésimos gestores de las instituciones financieras y a incapaces gestores públicos que debieron supervisar los movimientos de capitales y las actuaciones de los bancos. Una oligarquía incapaz de poner fin a los paraísos fiscales implantando protocolos de intercambio internacional automático de información y persiguiendo los movimientos fraudulentos de capitales.

En España las tendencias generales de la situación europea tienen manifestación singular. Aunque España aún no haya tenido que ser “rescatada” como Grecia, Portugal e Irlanda, forma parte con Italia de quienes están al borde del abismo.
Desde mayo de 2010 el gobierno del PSOE aplicó un programa antisocial de recortes y de limitación de los derechos sociales y laborales: reforma laboral y de la negociación colectiva, pensionazo, recortes salariales en la función pública, involución en las políticas de igualdad, etc.  La desfachatez llegó al máximo con la aprobación “express”, en connivencia con el PP, de una bochornosa reforma constitucional “para calmar a los mercados”. Una indignidad desde el punto de vista democrático y social.
A la vez, no se pusieron en marcha lo que la situación requería para equilibrar o atenuar los costes sociales de la crisis: una reforma progresiva del IRPF  que asegure la tributación según la capacidad económica con independencia del origen de las rentas; la eliminación de regímenes fiscales privilegiados; un plan antifraude ambicioso; un auténtico impuesto sobre las grandes fortunas; una reorientación de la inversión pública hacia la sanidad, la educación, las políticas de igualdad, el cuidado a las personas, I*D, las energías limpias y renovables; un drástico recorte de los gastos militares; una reevaluación de los grandes proyectos en infraestructuras, en muchos casos innecesarios, ambientalmente depredadores y al servicio de los intereses de constructoras y otras grandes corporaciones.

Los ajustes de Zapatero abonaron el camino para la actual ofensiva brutal de los gobiernos autonómicos del PP y de CiU contra  la educación y a la sanidad públicas, así como favorecieron las aspiraciones presidenciales de Rajoy, cuyo programa, pese a su ambigüedad, confirma que, como era de esperar, la derecha se ha preparado para aplicar una nueva vuelta de tuerca a la ofensiva de las élites contra el bien común. El propio programa del PP, pese a tener detrás un programa oculto, ya anuncia reducciones fiscales a aquellos a los que les sobra, nuevas agresiones en ámbitos como la negociación colectiva o el régimen de contratos en los que ya ha habido graves retrocesos en la legislatura 2008-2011, el establecimiento de la cadena perpetua, etc.  En cuanto a su anuncio de no recortar en Sanidad o Educación, la experiencia de lo hacen en las comunidades en que gobiernan demuestran que incluso aunque no redujesen los presupuestos dedicados a esos servicios su voluntad es degradarlos transferiendo fondos desde el sector público al sector privado.

Pero mucha gente se está dado cuenta de lo que está pasando y ha empezado a reaccionar de forma masiva y consciente. El 15-M ha sido la manifestación más clara y profunda de la posibilidad de combatir a quienes atacan  a la sociedad. Miles de personas han asumido el protagonismo para mostrar su rechazo al orden existente y exigir reformas políticas y sociales reales.  Sin ese revulsivo no hubiesen sido posibles las acciones contra los desahucios o la respuesta masiva y combativa contra los recortes educativos (la marea verde) y sanitarios en Madrid, Cataluña, Galicia o Castilla La Mancha.

En España, la emergencia del movimiento introduce esperanza social e incertidumbre en un régimen político con síntomas de agotamiento y que, con sus reglas electorales, fomenta un bipartidismo que favorece la permanencia de una capa consolidada de profesionales de la política en connivencia con quienes tienen el poder económico y social. Sin negar importancia a los resultados de las elecciones del 20-N, el futuro se juega en esa tensión entre la ofensiva reaccionaria y la emergencia del 15-M.
El 15-M es ya, además de un movimiento social profundo, símbolo transfronterizo de la lucha ciudadana contra los depredadores sociales. Así se expresó el 15-O, por un cambio global, acontecimiento de importancia histórica.
Muchas conquistas sociales están en peligro, pero en millones de personas está la capacidad de detener el golpe capitalista contra la sociedad y de expulsar a esa élite corrompida y corruptora.

Es la hora de la verdad. Las pensiones, la protección al desempleo, la vivienda, la sanidad y la educación pública: eso es lo que nos jugamos en los próximos meses y años. Todo un modelo social está en peligro: nos han quitado mucho y van a por más. O ellos o nosotr@s.



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