Trasversales
Francisco Javier Vivas

Levitando

Revista Trasversales número 24 noviembre 2011

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He visto levitar a Rajoy. Lo juro. Aparece en una fotografía, sonriente y en el aire, entre el aplauso de los suyos, admirados por el portento, y un mar de banderas de color celeste. La instantánea refleja su talante gallego, pues no se sabe si sube o si baja. Si sube hacia el firmamento, como si tuviera en el cielo una cita con Cánovas para pedirle consejo, o si baja a la tierra, como un redentor, para enderezar el rumbo de este país.

Conocíamos el caso Teresa de Jesús, de la que cuentan que, en los momentos de máxima entrega mística, se elevaba del suelo desafiando la gravedad, pero hasta ahora no se conocía un caso de levitación de un político en campaña electoral, aunque fuera tan de derechas. El asunto es aún más chocante si se tiene en cuenta que la santa levitaba en la soledad de su celda monacal y en un tiempo en que la ley de la gravedad no estaba vigente, pues Newton no había nacido, mientras que el ingrávido Rajoy, ante miles de espectadores, desafía dicha ley y las de navegación aérea e incluso el peso de la deuda soberana, de la que parece estar exento. 

Quizá se trate de una propuesta para el futuro, escondida en el ambiguo programa del Partido Popular, si gana las elecciones: una invitación a todos los ciudadanos para que se entreguen al arte de levitar a base de comer menos y aligerar los bolsillos del peso del dinero. Una metáfora de la austeridad, como vienen aconsejando con su ejemplo Cospedal, Esperanza Aguirre, Gallardón, Fabra, Feijoo y Rita Barberá para salir de la crisis recuperando la verdadera esencia del recio carácter español, debilitado por unos años de consumismo y uso desmedido del Estado del bienestar. Hay que renunciar a satisfacer las necesidades del cuerpo, porque lo que importa realmente es el alma; se puede perder el empleo, la beca, poder adquisitivo, el subsidio de paro, la ayuda por dependencia y la casa en un desahucio, pero nada importa si se salva el alma que es inmortal. Y ahí interviene la Iglesia con sus espirituales auxilios y su recomendación de tener paciencia y fe en la Providencia. Lo que Rajoy traduce en tener confianza y hacer las cosas como Dios manda.

El prodigioso acontecimiento tuvo lugar el pasado domingo en Valencia, tierra mítica donde se han visto en los últimos años sucesos semejantes, ascensiones meteóricas y el milagro de la multiplicación de los trajes sin factura. 

Que levite Rajoy. Que suba y suba; que ya bajará. En cuanto Merkel lo disponga.


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