Trasversales
Marisol Sánchez Gómez

Asma/Emm al Assad o cómo dormir con nuestro enemigo

Revista Trasversales número 24 noviembre 2011

Mª Soledad Sánchez Gómez, catedrática de Inglés de Enseñanza secundaria y profesora de la Universidad Politécnica de Madrid, es doctora en Filología Inglesa con una tesis sobre Adrienne Rich, autora del ensayo titulado Adrienne Rich y traductora al castellano de numerosas obras de dicha escritora.



La prestigiosa (y vacía) revista VOGUE, describía en un comentado artículo del pasado mes de marzo la carismática figura de Asma al Assad, esposa del presidente sirio Bashar al Assad a la que definía como glamurosa, refrescante, chic y magnética. Por si fuera poco, obviando todo comentario sobre el repugnante régimen político encabezado por su galán esposo, la revista se centraba en detalles tan esenciales para el devenir del universo como su marca favorita de zapatos (Louboutin), que la elegante delgadez de sus brazos y piernas acompañan una mente entrenada y analítica “que se viste con astuta modestia”, y que gobierna su hogar rigiéndose por principios democráticos.

Me pregunto qué es y para qué sirve ese vestirse con calculada modestia, ya que en las imágenes que se nos muestran en dicho artículo nada es modesto sino terriblemente obsceno por la lejanía, indiferencia y dolorosa burla que transmiten ante el sufrimiento de millones de sus conciudadanos. Me pregunto si en estos momentos los padres y madres de la sufrida ciudad de Hama, bombardeada de manera inmisericorde desde el pasado fin de semana y por la que ya campan los carros blindados extendiendo la destrucción y la muerte de todos aquellos y aquellas que se niegan a seguir soportando la brutalidad de ese régimen dictatorial, están jugando con sus hijos, tumbados, como ellos, en las alfombras, de manera relajada y feliz. ¿Está la prole de las familias sirias a salvo tan ricamente en Londres, como los hijos de la feliz pareja formada por el oftalmólogo devenido dictador y la experta en finanzas y licenciada en literatura francesa devenida astutamente primera dama ejemplar? ¿O siguen asfixiándose en un país de 17 millones de habitantes en el que según cita el periodista Alan George, hay un policía secreta trabajando a tiempo completo por cada 153 adultos y donde la tortura a los disidentes es práctica habitual?

Qué hermoso debe ser coincidir en Londres, la hija del cardiólogo y la diplomática sirios y el hijo del dictador. Qué hermoso debe ser llamarse Emma o Asma, demostrando lo importante que resultan ser los nombres para mimetizarse con éxito en la sociedad elegida y ser tanto siria como inglesa, según convenga. Qué hermoso discutir sobre la hechura de los trajes de Savile Row (para él) y el color de los zapatos de Christian Louboutin (para ella) y coincidir en esa tendencia a la exquisitez occidental sólo apta para bolsillos más que pudientes. Qué hermosa capacidad la de olvidar, mientras se prueba en París un Chanel o le hacen la manicura en Londres, que los adolescentes detenidos en su país por orden de su marido y sus cuñados, vuelven a casa días más tarde (si vuelven) sin dientes y con las uñas arrancadas.  Qué hermoso debe de ser compartir el amor al meterse con su esposo en la cama cada noche y ser capaz de ignorar el repugnante y caliente olor a sangre que debe emanar de toda su persona. Quizás, efectivamente, la sabia VOGUE tenía razón: hay que tener una mente perfectamente entrenada para no vomitar.

Como dice Sarah Hoagland en Lesbian Ethics, “Nuestro deseo conecta con nuestra atención y nuestras elecciones: a quién prestamos atención, a quién ignoramos, y por qué y cómo elegimos ignorar o prestar atención [...] El deseo implica elección; es un juicio que integra razonamiento, emociones y todas nuestras facultades.” Así pues, si hasta el lecho conyugal es algo político, ¿con quién te juegas tu suerte, Emma/Asma?


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