Trasversales
Paul B.

Informe psicológico sobre Breivik: una coartada para el odio

Revista Trasversales número 24 diciembre 2011

Traducido de Workers Solidarity Movement



La evaluación hecha por los psiquiatras designados por el tribunal sobre el estado mental de Anders Breivik, asesino neofacista noruego, calificándole como esquizofrénico paranoico, sigue la vía trazada por una larga serie de similares evaluaciones sobre otros agresores criminales vinculados a la extrema derecha en Europa Occidental y desmiente la idea de que la manipulación política de la psiquiatría fue un fenómeno exclusivo de la antigua Unión Soviética. Convirtiendo sus crímenes en algo "apolítico", la versión oficial de "No son malos, sólo locos" absuelve de cualquier responsabilidad por su violencia a los propagandistas del odio que impulsa a Breivik y a otros asesinos de extrema derecha.
Melanie Phillips, del Daily Mail, cuya vil propaganda incitadora del odio contra los musulmanes era citada ampliamente en el manifiesto de Breivik, estará, sin duda, brindando con champán el veredicto de los psiquiatras noruegos.

Este martes, los dos psiquiatras designados por el tribunal para llevar a cabo una evaluación psiquiátrica del estado mental de Anders Breivik sorprendieron a toda Noruega al anunciar que, en su opinión, sufría de psicosis durante la masacre que perpetró en verano, por lo que no podía ser considerado legalmente responsable de sus actos. En julio, Breivik hizo explotar una bomba en edificios del gobierno en Oslo y posteriormente llevó a cabo una orgía criminal contra la conferencia de la Juventud del Partido Laborista Noruego en la turística isla de Utøya, matando a 77 personas, hiriendo a 153 y traumatizando a centenares.

Breivik había comenzado su vida política como neonazi, pero después siguió la creciente tendencia de los movimientos fascistas europeos a reconvertir su anterior antisemitismo en islamofobia y a reinventarse a sí mismos como amigos de Israel defensores de la Europa cristiana (blanca) contra la "amenaza islámica". En esto no sólo seguía la tendencia de muchos de sus antiguos compañeros neonazis, sino que entraba en relación con un más amplio movimiento derechista por el "choque de civilizaciones", promoviendo la paranoia contra los musulmanes en Europa y en otros lugares.

Desde el 11/9/2011 la "guerra contra el terror (islámico)" se convirtió en el santo y seña de la derecha en EEUU y Europa occidental. Los columnistas y comentaristas derechistas han promovido el miedo a los musulmanes como amenaza colectiva a la civilización occidental. Del mismo modo que sus antecesores de los años 1920 y 1930 atizaron los prejuicios populares y el racismo contra los judíos de Europa, ellos estigmatizan ahora al "moro de la puerta de al lado" como el enemigo interno, ignorando a los banqueros.
Los ataques de Breivik fueron precedidos en 1999 por las bombas de clavos del inglés David Copeland, vinculado al BNP, y en 2002 por el - neonazi francés Maxine Brunerie, que intentó asesinar al entonces presidente Jacques Chirac. En ambos casos la culpabilidad de los agresores fue disminuida etiquetando sus acciones como resultado de distintas enfermedades mentales (depresión en el caso de Brunerie y esquizofrenia paranoide, una vez más, en Copeland) y se pasó por alto su vinculación con las actividades políticas de la extrema derecha.
Hay una fundamental asimetría entre este tratamiento y el dado a los izquierdistas, anarquistas o republicanos autores de ataques armados. En este último caso, tanto los medios de comunicación como la policía se pusieron de acuerdo de inmediato para vincular a los presuntos autores con toda una red de supuestos colaboradores. Como nos dice la experiencia de muchos años, el resultado de esto es la detención de activistas políticos, sitios web cerrados y ordenadores incautados, así como el allanamiento y clausura de lugares de reunión, de centros sociales o, incluso, de espacios carentes de afiliación política, por el simple hecho de ser frecuentados por "compañeros de viaje".
Los republicanos o izquierdistas detenidos pueden ser vilipendiados en la prensa, pero sólo con el fin de aumentar aún más su supuesta culpabilidad y de extender la lógica de la culpabilidad para implicar en ella al mayor número posible de simpatizantes anticapitalistas o antiestatalistas. No puede haber mayor diferencia entre este trato y el que reciben los fascistas y neonazis acusados de ataques o pillados con armas y explosivos, muchos de los cuales caminan libremente por la calle.

Esto desmiente el supuesto trato equitativo que el Estado y los medios de comunicación dicen dar a los "extremistas" de izquierda y derecha. Las razones de esto van más allá del favoritismo hacia los "tontos útiles" que canalizan el resentimiento social por la vía de la violencia contra chivos expiatorios marginados en lugar de hacerlo contra las élites gobernantes capitalistas y políticas. Tienen menos que ver con el patrocinio de perdedores racistas que con la protección de la libertad de propagación de la política de odio por "respetables" formadores de opinión a sueldo de los grandes medios corporativos. Melanie Phillips no puede ensuciarse las manos derramando gasolina en los buzones de sus vecinos musulmanes, pero la defensa de su derecho a la propagación del veneno ideológico que motiva a los que lo hacen es una prioridad para los empresarios capitalistas a los que sirve. Los grandes medios de comunicación no son neutrales ante la política de odio, tienen demasiados intereses en el asunto.

Por supuesto, no es posible diagnosticar la presencia o ausencia de enfermedad mental a través de las páginas de un periódico. Podría ser que Anders Breivik sufra en realidad alguna enfermedad mental. Pero lo que está claro es que todas las razones expuestas inmediatamente después de su detención para sostener que estaba enfermo -la terrible naturaleza de sus acciones, el extremismo de sus creencias - también pueden ser atribuidas a un extremista derechista perfectamente sano. La razón por la que es recurrente el patrón de patologización de los ataques terroristas derechistas, como actos aislados de personas delirantes, como accidentes ocasionados por la enfermedad, en vez de ser considerados actos políticos, no tiene nada que ver con la clemencia hacia el autor, que probablemente podría pasar el resto de su vida en un hospital mental de alta seguridad, una prisión con productos químicos, sino que está relacionada con la protección del discurso del odio.
Vamos a dejar la última palabra a un comentarista noruego, Aslak Syrah Myhre, quien escribió en The Guardian: "Cómo la mayoría de los noruegos, no tengo los conocimientos médicos necesarios para apoyar o rechazar el veredicto de una comisión psiquiátrica. De cualquier manera, la paranoia y los crímenes de Anders Breivik son de su propiedad, pero su odio no proviene de una mente delirante. Lo reconocemos como el odio del hombre blanco que hemos conocido desde hace un siglo. Sus actos de terror reflejan los puntos de vista y expresiones de una multitud de extremistas derechistas. No está solo en su locura"


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