Trasversales
Benjamín Lajo Cosido

Siete años entre siete huertos

Revista Trasversales número 25, mayo 2012

Textos del autor en Trasversales


Vuelvo al Huerto Blanco bajo otro cielo y sobre otra tierra. Hace un año que me abandonaron las palabras o yo me olvidé de ellas. Durante ese tiempo me sentí sombra. Como una duda encallada. Ahora, en el presente de esta espera que me lleva, he levantado otro huerto en la Tierra que me empujó a la vida; y como en todos los vividos con mi azada Callejana, he sembrado sobre él las semillas de mis sueños.

Fue hace siete años cuando entré en contacto con el Campo y descubrí a través de nuestros mayores por los pueblos de Levante a la Tierra. Aprendí a su lado a escucharla y a comprenderla. Lo que me permitió ser testigo de su sencilla grandeza. La de su generosidad, la de sus silencios, compartidos con los vientos, con el Sol y con la Luna. Sin importarme su trayecto me hice constante y la constancia, costumbre. Anduve entre surcos hasta que me hice arado. Hoy sus rostros son destellos en mi memoria labrada. Con el respeto del aprendiz fui dejando a mí inquietud alimentarse de sus sabias enseñanzas. Desde el primero hasta el último fueron yunques donde templaron con paciencia y esperanza mi ilimitada ignorancia. No era su nieto ni era del pueblo. Era uno de ciudad que preguntaba mucho. Un forastero y su compañera que “cayeron en Gracia” (que no es lo mismo que ser graciosos) y que todavía caminaban con las revoluciones visibles de los urbanitas. Que estaban por las tardes enseñando a los mayores curiosos a manejar “los ordenadores” en el Telecentro Municipal con más voluntad que sapiencia. No tardamos en ser parte de ese nuevo universo. De implicarnos y compartir mutuamente experiencias con la gente de las sierras valencianas. Así fue como comprendí que el huerto, además de proporcionarnos con sus verduras sano alimento, también es un espacio en el que compartir con conocidos y extraños los momentos verdaderos. Dentro y fuera, el huerto es para mí un lugar destinado a ser el comienzo de un buen entendimiento. A través de ellos he conocido la historia de cada pueblo en los que moré por la boca de sus gentes que me ilustraban mientras comentábamos qué verdura era la más generosa aquel año. Memoria que he compartido y divulgado con la misma alegría de quien recibe un legado que cobra vida si se trasmite. Que por ser de todos no es de nadie. Como un patrimonio que sólo recordamos que tenemos si nos aprieta el hambre.

Recuerdo las palabras de uno de mis maestros hortelanos que me enseñó a vislumbrar su horizonte infinito si se consigue ver lo que solemos mirar y dejamos de creernos el ombligo del planeta. Me decía que viendo un huerto podemos saber mucho de quien lo trabaja. En él se refleja hasta cómo es su casa. Su personalidad, su “relieve”, antes incluso de conocerle. Lecciones que no me cansa rememorar porque del mismo modo las recibí, como un sincero regalo que te hacen sin esperar nada a cambio. Hoy, el Séptimo Huerto con sus promesas ya erguidas ha sido abonado por nuevas vidas que ahora lo contemplan y que se suman a otras que lo inspiraron. Siempre sucede un acontecimiento cuando se aúnan voluntades. Solos, no somos más que frágiles “soledades”.

Benjamín Lajo Cosido
(Memorialista)



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