Trasversales
Francisco Javier Vivas

It's maths!

Revista Trasversales número 25, enero 2012

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Por fin ha llegado la ansiada recesión, que al parecer nadie quería, pero hemos logrado provocarla con tesón y gran esfuerzo. El Banco de España confirma los malos augurios de las agencias extranjeras. Habrá que creérselos y hacer otras cuentas.
Al anticipo, hace unos días, del flamante ministro de Hacienda, Montoro, sobre la dificultad de mantener este año el déficit del 4,4% -irrenunciable objetivo, según Rajoy-, a la previsión de Standard & Poor’s (S&P) de una caída del PIB en torno al 2% y al pronóstico del FMI sobre la negativa evolución de la Unión Europea, en particular la economía española, que entrará en recesión hasta 2013 y terminará el año con un déficit del 6%, se acaba de sumar el Banco de España anunciando una caída del 1,5% del PIB en 2012, que, entre otros efectos, producirá medio millón de parados más.
El panorama para los próximos años produce pavor, pero no sorpresa, pues hemos estado trabajando con denuedo para llegar a ese escenario, con lo cual el objetivo tenazmente perseguido desde mayo de 2010, se ha alcanzado.

Un popular refrán castellano nos asegura que el que la sigue, la consigue; otro dice que el que siembra vientos recoge tempestades y un tercero afirma que ciertos polvos producen inevitables lodos. De manera menos castiza Weber dejó dicho que la racionalidad instrumental residía en la concordancia entre los fines perseguidos y los medios aplicados para alcanzarlos, dejando de lado las consideraciones sobre los fines. Y eso hemos hecho.
Siguiendo las instrucciones de los expertos de la Unión Europea, que siguen a los expertos del gobierno alemán y del Banco Central Europeo, los expertos españoles han aplicado las instrucciones recibidas. Y con la intervención de tantos expertos hemos obtenido los resultados previstos, pero aún no basta. Los expertos, iluminados por la ensoñación pangermánica de doña Ángela Merkel, insisten en recetar la misma medicina a enfermos moribundos de tanto probarla, pues son varios los países en similar situación, como venía a indicar una rebaja en la calificación de la deuda a nueve países, entre ellos España, efectuada por S&P a mediados de este mes.

En la disyuntiva de salvar el euro como moneda fuerte frente al dólar, o salvar el Estado del bienestar, se opta por identificar Europa con el euro y se decide salvar la cotización de la moneda a costa de depreciar las condiciones de vida de la población más desfavorecida de la Unión Europea. Y desde Bruselas se piden nuevos sacrificios a las mismas clases sociales que vienen soportando la pérdida del empleo, la restricción del crédito, la pérdida de poder adquisitivo, la subida de impuestos, la depreciación salarial y de las pensiones, los recortes en asistencia social, en sanidad, en educación y la pérdida de bienes públicos a través de las privatizaciones. A los mismos que con igual velocidad pierden dinero y empleo, casa y ahorros, garantías y derechos, y ganan en rabia, desesperación y desconfianza.

No había otra alternativa, según Zapatero; nos lo imponen, según Rajoy; ambos tan obedientes y tan faltos de imaginación, o tan respetuosos con el desorden económico establecido. Pero se pueden hacer otras cosas, o por lo menos intentar hacerlas, para aumentar los ingresos del Estado. Y no hay que buscar muy lejos. Ahí está pendiente un impuesto sobre las transacciones financieras especulativas; la reforma del sistema financiero, pues el crédito sigue sin llegar a las empresas y los bancos conservan sus activos ficticios, enjugando pérdidas privadas con fondos públicos y especulando contra la deuda del Estado; y sigue pendiente un gravamen sobre las grandes fortunas y la persecución, con ganas, del fraude fiscal y la economía sumergida, y la erradicación de los paraísos fiscales y la abolición de los paraísos fiscales interiores, o la supresión de la financiación de la Iglesia católica, que es un dispendio innecesario. Y sigue estando pendiente que la justicia actúe con prontitud y ejemplaridad sobre defraudadores, corruptos, mangantes y, si es posible, sobre dilapidadores de dinero público. Todo eso ayudaría a sumar ingresos a la hora de hacer balance, porque hasta ahora, actuando sólo contra los mismos bolsillos, las cuentas no cuadran.

It’s maths! Dice Obama a los suyos. It’s maths, Mariano. Hay que regalar una calculadora a frau Angela Merkel, y que sea en euros, porque parece que sigue calculando en marcos.


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