Trasversales
Javier Cordón

El 15-M y el 29-M


Revista Trasversales número 25 marzo 2012




El 15-M no puede, hoy por hoy, convocar una huelga general. Pero si puede transformar la convocada por los sindicatos para el 29 de marzo. Puede hacer que una huelga al servicio del dialogo social, se convierta en el arranque de una nueva fase de movilizaciones europeas y globales contra las políticas de empobrecimiento, recorte de libertades y desastre ecológico. Y al hacerlo, el 15-M puede volver a conformarse como principal instrumento de protesta de la población descontenta.

Masividad y radicalidad

A pesar de la existencia de circunstancias económicas y sociales que pueden amortiguar los efectos de las huelgas generales en el momento actual, éstas siguen teniendo un carácter profundamente subversivo: no sólo desarticulan momentáneamente importantes mecanismos de acumulación, sino que ponen en evidencia que la vida social depende del trabajo y no del capital y en este sentido demuestran donde está el poder y la capacidad para organizar la sociedad. Por ello desde los Estados y desde  los centros empresariales, a la vez que se proclama la inutilidad de las huelgas, se utilizan todos los instrumentos posibles para neutralizarlas.

Las direcciones de los sindicatos institucionales también, aunque a otro nivel, tratan de amortiguar sus efectos. CCOO y UGT convocan esta huelga para restablecer el dialogo social y, como mucho, para suavizar las políticas que vienen de Bruselas. Por tanto quieren que sea un acto limitado al mundo laboral, a la legislación restrictiva vigente, al ámbito del Estado Español y sin perspectivas de continuidad. El 15-M, sin embargo, puede hacerla más masiva y radical: animando a participar a los que desconfían de los sindicatos mayoritarios pero simpatizan con el 15-M, uniendo la fuerza laboral con la fuerza ciudadana, proponiendo actividades, como la huelga de consumo, y tomando las calles durante todo el día. Puede también convertirla en un paso importante en la configuración de una resistencia europea y global.

Continuidad y confluencia con las resistencias europeas


Un gran amortiguador en la eficacia de las huelgas generales convocadas por los sindicatos españoles o de otros países está en que a agresiones internacionales responden con respuestas nacionales, pues ése es el marco del dialogo social. Grecia sería un claro ejemplo de las insuficiencias de las luchas nacionales en la actualidad. Ya no son los gobiernos los únicos encargados de diseñar y aplicar los planes de ajuste, es la llamada Troika y los grandes grupos financieros y empresariales. Por ello es fundamental construir una respuesta europea, o al menos de Europa del Sur. Y ese salto, que las direcciones sindicales que conforman la CES se niegan a dar, lo puede impulsar el 15M, como se vio el pasado 15-O: el 15-M puede hacer que entre el 29-M y la jornada internacional del 12 de mayo haya una clara continuidad.

Una prueba para el 15-M

Es muy posible que la huelga del 29-S de 2010 fuese un factor crucial en el nacimiento del 15-M: la combinación de políticas antisociales ejecutadas por un gobierno de “izquierdas” junto con las insuficiencias sindicales, pudo llevar a muchas personas a la conclusión de que era necesario buscar otras formas de lucha y a construir organizaciones democráticas y no ligadas al sistema. La huelga del 29-M viene a ser una ocasión para demostrar la capacidad del 15-M en convertir esta huelga en el inicio de una nueva fase de movilizaciones masivas. Para ello haría falta que el 15-M vuelva a proponerse objetivos centrales y que amplios sectores sociales, como en el pasado reciente, los compartan.




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