Trasversales
Jesús Jaén

El significado del primer aniversario

Revista Trasversales número 25 abril 2012

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1.-Se cumple ahora un año desde el nacimiento del movimiento 15M. Para esa fecha se preparan movilizaciones no solo en España sino en otros países del mundo. Tratando de emular el éxito de las manifestaciones del 15 de octubre de 2011. La sensación que tenemos es que ha pasado más tiempo.
El 15M fue la expresión más potente del movimiento de indignados que también ocupó las calles y plazas de Lisboa, Atenas, Nueva York, Tokio, Moscú… Fue y es, un movimiento global profundamente democrático y potencialmente anticapitalista. Los padres y madres de esta criatura fueron una generación de jóvenes que a través de las redes sociales se dieron cita para expresar su profundo rechazo a la falsa democracia y a las terribles consecuencias de la crisis económica desatada en el 2007.
El 15M y el movimiento de indignados hunde sus raíces en un movimiento global e internacional muchísimo más amplio. Como dice Mike Davis en la New Left Review : “Las rebeliones universitarias de 1968 en Europa y EEUU fueron espiritual y políticamente alentadas por la ofensiva del Tet en Vietnam, la insurgencia guerrillera en Latinoamérica, la Revolución Cultural en China y los levantamientos de los guetos en los EEUU. De modo similar, los indignados del año pasado han derivado una fuerza primordial de los ejemplos de Túnez y El Cairo.

2.-  La Primavera árabe incubó al 15M y al movimiento de indignados a la otra orilla del Mediterráneo. Las vicisitudes de las revoluciones árabes en Túnez, Egipto, Yemen, Argelia, Bahreim… han ido de la mano de las contradicciones en que se ha ido encontrando el 15M.
Sobrepasada una primera fase de explosión democrática, las revueltas por el pan y la democracia en el Norte de África y los países del Golfo; chocaron cada vez con más dificultades. En Libia y ahora en Siria, el lugar de las-os jóvenes de las redes o activistas sociales, ha sido ocupado por los líderes tribales. La crueldad de Gadafi o Al Asad solamente podía responderse en el terreno del enfrentamiento armado. La primera oleada democrática ha ido dejando paso a un escenario de guerra civil a cuya cabeza se encuentran las fuerzas  populares dirigidas por las corrientes islámicas. En Egipto (epicentro de las revueltas del mundo árabe) los Hermanos Musulmanes y los salafistas se disputan la herencia del 25 de enero a pesar de que ninguno de ellos jugó un papel destacado en la plaza de Tahir.
La “versión ibérica” de la primavera árabe ha pasado también por distintos procesos y se encuentra sumida en fuertes contradicciones.

3.-  Tras una primavera maravillosa, un verano caliente, y, un extraordinario 15-O se ha pasado directamente al frío y crudo invierno político. Es como si se hubiera perdido el encanto inicial. El 15M ha perdido masividad. Muchos y muchas de los millares de jóvenes que ocuparon las plazas ya no están. ¿Qué ha pasado?
No encontramos una sola respuesta sino varias: en primer lugar el cansancio. Inevitable después de decenas de movilizaciones, asambleas y millones de horas entregadas desinteresadamente. El paso del movimiento incipiente a unas estructuras asamblearias en los barrios suponía lógicamente una pérdida muy grande de gente. Ninguna organización (y hoy el 15M lo es) puede mantenerse con decenas de miles personas reuniéndose cada semana o incluso a diario. No es posible porque el contexto sociopolítico es contrario a esta variable (tendríamos que vivir inmersos en una crisis revolucionaria casi crónica y esa no es la situación).
En segundo lugar, el 15M ha transfundido su sangre, su energía, a numerosos movimientos sociales como las movilizaciones en la Educación en Madrid, la Sanidad de Catalunya, la lucha contra los desahucios y por supuesto a la Huelga General del 29M. ¿Es éste, nos preguntamos, uno de los objetivos implícitos y no declarados pero efectivos que está legando el 15M?
Por último, y no por ello menos importante, el papel que han empezado a jugar (también aquí como en la otra orilla del Mediterráneo) los aparatos políticos y sindicales. Nos detendremos unas líneas sobre este problema.

4.- Dos eran los méritos que para muchas-os de nosotras-os tenía el 15M: la juventud que lo encabezaba y la irrupción de una nueva cultura política. ¿Qué queremos decir con esto último? Pues que se establecían nuevas reglas basadas en la pluralidad, la democracia por la base, la horizontalidad, la capacidad para incluir o integrar a todo el mundo… Efectivamente no era el discurso antisistema lo que nos impresionaba (pues muchos veníamos de partidos revolucionarios), sino unos contenidos y unas formas inclusivas, plurales, horizontales… Así entramos al 15M.
Pero a medida que las asambleas han ido perdiendo fuelle, la nueva cultura política se ha ido debilitando. Los mensajes no se transmiten igual ni tienen las mismas formulaciones. Una atmósfera más uniforme, unas convocatorias de siglas que invitan a que nos sumemos, aparatos sindicales que en el 2011 nos decían “pijos” o “pequeño burgueses” ahora pretenden utilizarnos como mano de obra o como números en los que engordar sus esclerotizadas organizaciones.
El 29-M de 2012 con la HG asistimos al momento más alto de esta instrumentalización por parte de los sindicatos minoritarios. Un mes antes, otros sectores de izquierda, hacían el mismo uso en las convocatorias en torno al Canal de Isabel II.

5.- Y llegamos a la situación actual con el reto enorme de preparar el primer aniversario. El desafío es muy grande y las fuerzas no están del todo claras. La apuesta por una movilización global por la democracia como la del 15 de Octubre de 2011 es acertada. No sabemos qué pasará pero nos dejaremos todas las energías en el intento.
El 15M no podrá vivir al margen de los ascensos y descensos sociales, de las revoluciones y contrarrevoluciones. Nació como fenómeno global y esa seña de identidad la llevará siempre. A la pregunta ¿Sigue siendo necesario un 15M? Respondemos con rotundidad: ahora más que nunca. Pero no todo depende de nosotr@s. Las dinámicas sociales transcienden no solo de grupos de personas sino incluso de las fronteras de un Estado.
Las hipótesis en torno a él pueden ser varias. Desde que se vuelva a encarnar en la sociedad o las redes de donde nació y se haga invisible pero salga a las calles de manera puntual y episódica; hasta la conformación –como parece apuntar- de un conjunto de estructuras asamblearias más o menos coordinadas que aglutinen a un sector del activismo que emergió hace un año.
Sí este activismo sigue conectado a la realidad social a través de luchas contra los desahucios, la defensa de los servicios públicos, de los espacios para la cultura y el ocio; y, al mismo tiempo, articula un discurso de transformación social, pero evitando ser cooptado por tal o cual corriente política o sindical… habremos conseguido un objetivo primordial: la acumulación de fuerzas, personas, una inteligencia política colectiva que, en las próximas oleadas democráticas o revolucionarias, pueda actuar como una fuerza decisiva.
Porque, independientemente de nuestra presencia y nuestra voluntad, habrá más primaveras democráticas y más revoluciones. ¡Ojala que sea pronto!

Jesús Jaén


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