Trasversales
Jesús Jaén

La reforma laboral, los sindicatos y la huelga general

Revista Trasversales número 25 febrero 2012

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1.- La enésima reforma laboral es un paso más hacia la desregulación del llamado Mercado laboral. ¿Desregulación? Efectivamente, apunten esa palabra y hagan memoria; 1980: desregulación de los Mercados Financieros; 2007 explosión de la burbuja inmobiliaria (hipotecas subprime) y hundimiento del sistema financiero. De aquellos barros estos lodos. Las reformas laborales que se vienen aplicando en medio mundo son una especie de continuación de aquellas otras desregulaciones. Es la hegemonía neoliberal que está marcando este ciclo. El capitalismo financiarizado no está dispuesto a compartir su dominación con viejas estructuras y legislaciones del siglo XX. ¡No! quiere devolvernos al siglo XIX, al capitalismo de Charles Dicken.

2.- Los objetivos de esta nueva reforma están en consonancia con todo lo que se ha venido haciendo los últimos años. Está fuera de duda que es una reforma con un tremendo contenido de clase. No hay disimulo ninguno: abaratan la mano de obra y el despido mediante descuelgues e introducen una nueva normativa laboral de un calado estructural. Con esta reforma, el Capital sale mucho más fuerte contra al Trabajo. Nos ponen a los pies de los caballos para que ellos puedan llevar a cabo sus objetivos; es decir: sanear las empresas, limpiar el mercado con costes mínimos, sentar las bases para aumentar la competitividad y atraer inversiones y capitales para cuando en un futuro vuelva a reiniciarse el ciclo de acumulación de capital. Y esto se logrará sí el conjunto de la mano de obra española y euromediterránea se sitúa en los niveles de los llamados países emergentes. Para que el Capital salga de su crisis necesita aumentar la explotación del Trabajo a unos niveles que no habíamos conocido.

3.- Grecia es el espejo desde donde mirarnos. Un país hundido y sangrando mientras los Bancos operan en condiciones inigualables. Grecia ya no puede pagar la “Deuda infame” pero el BCE, Merkel y los Mercados financieros siguen estrujando al pueblo griego (“si queréis un nuevo crédito de 140.000 millones de euros tenéis que despedir a más de 100.000 funcionarios hasta el 2014, rebajar el salario mínimo un 20 por ciento o vender la mayoría de vuestro patrimonio público). España puede convertirse en Grecia, de la misma forma que Grecia se está convirtiendo ya en la Argentina del “corralito”. El ataque neoliberal hacia los servicios públicos es el más brutal que se recuerda en Europa. L@s trabajador@s de los servicios públicos estamos viviendo ahora una segunda reconversión, como la que padeció la industria en los años 80. Hace treinta años se despedían obreros del metal en Euskadi, Vigo, Asturias, Sagunto o Cádiz (ante la competencia de los países exportadores de Asia), ahora se despiden sanitari@s y maestr@s bajo la excusa de contener el déficit público.

4.- Los sindicatos llaman a movilizarse. Estamos de acuerdo. Pero su discurso es el discurso de los perdedores (“criticamos las medidas y criticamos que no se hayan negociado”). ¿Es que hay algo que negociar con quién te está pisando el cuello? Es lo más ridículo que hemos oído estos días. Haría falta un análisis más profundo para explicar lo que está pasando con los sindicatos. Su anquilosamiento y la pérdida enorme de peso laboral (y ya no digamos social). Aunque dieran un giro de 180 grados y modificaran todo su discurso parece que han entrado en barrena. Ellos solos (CCOO y UGT) no pueden convocar a toda la clase trabajadora y mucho menos a toda la población a una Huelga General. Sí no establecen nuevas alianzas con los sindicatos nacionalistas y sectoriales; sí no se bajan de la burra y empiezan a reconocer sin soberbia que no son lo que eran (Huelga General del 14 de diciembre de 1988); sí no se “encuentran” de igual a igual con los movimientos sociales como el 15-M y otros muchos movimientos ciudadanos (además de las formaciones políticas de izquierdas); sí no lo hacen, hablar de Huelga General es un farol o un fracaso.

5.- Muchos grupos de izquierda y sindicatos del denominado sindicalismo alternativo, llevan meses bregando por la Huelga General. Hasta Rajoy parece estar encantado con ella. Pero hablar y hablar de la Huelga General no es sinónimo de prepararla. Sí así fuera las condiciones objetivas no solo estarían maduras sino que habrían comenzado a pudrirse. La Huelga General ahora plantea incertidumbres, retos y peligros. Antes que nada habría que empezar por desmitificar esta acción como la panacea que todo lo remedia y soluciona. La Huelga General puede ser el mejor apoyo para conseguir nuestros objetivos –como lo reflejan muchas experiencias en España- pero también puede llegar a convertirse en una acción frustrante, tanto por la falta de seguimiento como por la falta de resultados. Lo importante por tanto, no es debatir cuándo se tiene que convocar sino asegurarnos de que las condiciones objetivas y subjetivas estén lo suficientemente maduras. Aún así, puede ocurrir que, como en Grecia, las huelgas generales no logren frenar los planes de ajuste y austeridad.

6.- Hay un camino complementario que es el de las Resistencias sociales, frente a la potente ofensiva que estamos sufriendo. Éstas, deberían ser mucho más variadas, múltiples y renovadas de lo que estamos acostumbrad@s en los años setenta, ochenta o noventa.  El Movimiento 15-M nos ejemplificó con una gama de acciones, actividades e ingenio que la generación anterior no estábamos acostumbrados. La resistencia tiene que partir en los centros de trabajo, en las calles y en las plazas, y, por supuesto en las redes sociales. En ese sentido una Huelga General es un aspecto más pero no el colofón de todos los esfuerzos. Aprendamos de las marchas y la ocupación de las plazas durante la primavera y el otoño en Madrid; aprendamos de la experiencia en Túnez o Egipto en donde una gran parte de la población toma las principales ciudades del país mientras l@s obrer@s y trabajador@s ocupaban sus fábricas y empresas: aprendamos de la juventud que a través de las redes sociales han logrado no solo sacar a la calle a miles y miles de personas, sino además internacionalizar las revoluciones o los conflictos como estamos viendo en Egipto, en Siria o en New York. En resumidas cuentas enfrentar el nuevo capitalismo con nuevas ideas y nuevas acciones.

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