Trasversales
José Luis Redondo

De cómo el decrecimiento se convierte en el programa de gobierno

Revista Trasversales número 25, abril 2012

Textos del autor
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Aquellos que pensábamos que los países desarrollados tenían que plantearse el decrecimiento para poder afrontar los límites de la Tierra, no soñábamos que los gobiernos neoliberales, y en particular el de Rajoy, elaboran una política de freno y decrecimiento.
Parece que la diferencia sustancial está en la temporalidad. Pensando en las medidas para un plazo mayor de 20 años pero que ya tienen que tomarse, aparece el grave problema de los límites, del petróleo y de las materias primas, del agua y de los alimentos para una población que puede rondar los 9.000 millones, además de las amenazas del cambio climático y de la pérdida de biodiversidad. Amenazas a nuestra forma de vida, que exigirán cambios muy profundos para que la humanidad pueda subsistir, transformaciones hacia una sociedad más o menos justa pero sostenible.
El tiempo que marca la UE y el gobierno español es cortoplacista, se trata de cómo responder a la crisis económica actual y la respuesta que se está dando es totalmente ideológica. Se trata de cortar los déficit y las deudas de los Estados que forman la Unión; para ello sólo se les ocurre frenar el gasto y naturalmente llevar a los países a la recesión. El capítulo de los ingresos fiscales es un tabú para la ideología neoliberal, y si tienen que subir impuestos lo hacen a la fuerza y gravando a los trabajadores, nunca a los sectores con mayores ingresos. Igualmente sólo entienden que se reduce el gasto congelando el sueldo de los funcionarios, abaratando las pensiones y reduciendo el gasto en educación, sanidad y servicios sociales.
Las medidas del gobierno de Rajoy van en este sentido. En primer lugar se ha congelado el salario mínimo, sabiendo que casi no se ahorra, para que sirva de índice para otros salarios, igualmente se ha hecho con el de los funcionarios, al tiempo que se congela la renovación de plazas vacantes. El aumento del 1% a los pensionistas es compensado por la subida del coste de la vida y de los impuestos.
El hachazo del gasto de 8.900 millones, recortando en sectores como en I+D+i 600 millones, está en contradicción con cualquier intento de renovación, al tiempo que se introduce de nuevo la desgravación por compra de vivienda impulsando otra vez la especulación que nos ha conducido a la situación actual.
El aumento de los impuestos, aparte de traicionar sus promesas electorales, recaerán mayoritariamente sobre las capas medias, aunque han tenido la habilidad de hacerlo con  progresividad,  sobre todo en el IRPF. Sin embargo, las rentas salariales aportarán 4.100 millones frente a 1.240 de las del capital. No aumentan el IVA, que influye más sobre el consumo, y que probablemente se aplicará después de la elecciones andaluzas. Tampoco tocan a las grandes fortunas, las SICAV y los bancos.
Además se aplicarán otras medidas regresivas, como la congelación de la ley de ayuda a la dependencia.
Para marzo, después de las elecciones andaluzas, se espera el mayor hachazo, parece que pretende ahorrar al menos 27.000 millones de euros.
Cada vez más voces de economistas hablan de que estas medidas, impulsadas por el gobierno alemán, sólo pueden llevar a la recesión en la UE, en la que España ya ha entrado. No sólo los economistas, sino que también se discuten desde el mismo Fondo Monetario, o a través de la política de estímulo a la economía de EEUU, o en el alargamiento del periodo de ajuste en el Reino Unido con un ministro conservador.
¿Qué pasaría si hacemos de la necesidad virtud? Ya que hay que ajustar, planteemos como primera medida un reparto de las cargas, aumentando los impuestos del patrimonio, de las grandes fortunas, de bancos y transferencias internacionales. Al tiempo que se elimina el despilfarro, las autopistas sin coches, los aeropuertos sin aviones y los museos sin obra, se eliminan las duplicidades administrativas al tiempo que se reducen trámites y se va a formas de gestión on line. Igualmente, habría que aumentar la productividad reduciendo el gasto energético con ecoimpuestos y aumentando la proporción de energía procedente de fuentes renovables. En esta línea puede aumentarse el aislamiento de las viviendas y el transporte público al tiempo que se penaliza  el privado y acercar las zonas habitacionales a los centros de trabajo. Todas estas medidas y otras que pueden diseñarse crearían además puestos de trabajo.
En segundo lugar, hay que parar los desalojos por hipotecas no pagadas, que están aumentando el stock de viviendas propiedad de los bancos, dejándolas en alquiler con opción a compra, hay que obligar a sacar al mercado de venta o alquiler las que tienen los bancos y cajas de ahorro promoviendo las viviendas sociales en alquiler.
En tercer lugar, tenemos que plantearnos el reparto del trabajo, con un sueldo de base que permita una vida digna. Al tiempo hay que aumentar los puestos de trabajo en sectores de innovación y de atención a las personas, dando el primer paso las entidades públicas, ofreciendo préstamos del ICO en estos campos y en los anteriormente señalados, aprovechando el rescate de cajas de ahorros para crear un banco público.
Por último, hay que proceder a la gestión directa de servicios, al aumento de lo común frente a lo privado y a la gestión por los diferentes niveles del Estado, hay que ir a controlar los presupuestos municipales y de superiores niveles utilizando los recursos de las nuevas tecnologías.
Es obvio que bajo el título del “decrecimiento” se ocultan realidades antagónicas, los gobiernos actuales y los sectores dominantes pretenden recuperar el crecimiento deprimiendo las condiciones de vida de la mayor parte de la población, ya que el capital se recupera al producir su capacidad de reproducción. Otros pretendemos salir de la crisis sin crecimiento pero con una sociedad más justa y equilibrada, atendiendo a los problemas que se presentan a más largo plazo a nuestra civilización. Nada se le dará a la humanidad gratuitamente, se trata del poder y de la superación de capitalismo y productivismo. Para ello hace falta luchas de resistencia por parte de las organizaciones sociales existentes, pero también de propuestas de futuro que son una guía al movimiento de la gente, como ha ocurrido en los países norteafricanos movilizándose por la democracia y en los países desarrollados con el 15M o Occupy Wall Street por una democracia económica y política.

enero 2012


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