Trasversales
Luis M. Sáenz

Tras la huelga: impresiones a 30 de marzo
(lucha social, sindicatos y 15M)


Revista Trasversales número 25,  abril 2012

Textos del autor en Trasversales



Durante la preparación de la huelga general comenté que el resultado de la huelga general y social del 29 de marzo se mediría el 30 de marzo en nuestras propias mentes y en nuestra inteligencia colectiva, no en el número de huelguistas. Éste ha superado con creces lo esperado, pero sigo pensando que la principal lectura a hacer es en qué estado estamos al día siguiente. No puedo generalizar, sólo contar lo que he visto en la pequeña parcela del mundo a la que tengo acceso.

1. He visto un alto interés ciudadano en conocer y en opinar, lo que se ha reflejado tanto en la participación en las asambleas realizadas en centros de trabajo como en talleres y asambleas que han tenido lugar en los barrios a iniciativa de algunas de las expresiones organizadas surgidas de ese magma informal y rebelde denominado 15-M (algunos sectores usan esa denominación para hablar de esas formas organizadas, pero no estoy de acuerdo: el 15-M es irrespresentable). He visto una fuerte presión de base hacia la unidad, lo que ha forzado a las grandes organizaciones sindicales a paliar prepotencias y a las organizaciones sindicales con menos influencia a paliar sectarismos; en Madrid, aunque no se logró impedir que el 29 de marzo hubiese cuatro manifestaciones sindicales diferentes, la realidad social se impuso y terminó uniéndomos en un inmenso "mogollón" en torno a Sol. He visto crecer la indignación y la comprensión social de lo que está ocurriendo. He visto un intenso y abierto esfuerzo en muchos barrios de Madrid, en el que han participado centenares de personas, mezcladas más allá de afiliaciones sindicales o simpatías políticas, codo a codo, día a día, explicando las razones de la huelga y las formas de participar en ella incluso por parte de quienes, por no tener empleo o por las amenazas patronales, no pudiesen hacerlo, y he visto la simpatía vecinal hacia ese esfuerzo.

2. El 29-M fue un gran día. La huelga laboral tuvo un impacto fuertísimo en la industria y el transporte, insuficiente en la Administración pública pero bastante superior al que tuvo la huelga de 2010, desigual en los servicios, escaso en los comercios (como era de esperar dada la enorme precariedad y fragmentación del sector). Según el Indicador de Consumo de Electricidad en la actividad productiva el consumo de electricidad imputable a la actividad productiva disminuyó cerca de un 88% No hubo sólo actividad sindical, pues se formaron numerosos grupos vecinales, frecuentemente vinculados al espíritu "15-M", que recorrían su barrio u organizaban actividades de diversos tipos, reinventando de esa forma una huelga que sobrepasó lo laboral siendo también una importante huelga social. Y las manifestaciones fueron inmensas.

3. Todo ello expresa maduración social, nuevos progresos en nuestra conciencia, en nuestra indignación, en nuestra capacidad de vincularnos para la acción común, sin duda mezclado y en tensión con el miedo a los despidos y a la degradación social. Si podrá más nuestra indignación o podrán más nuestros miedos no está aún decidido. Eso dependerá de lo que hagamos cada persona. Pero el impulso de estas últimas semanas ha mejorado las condiciones en que nos movemos. Por otra parte, tanto la huelga como lo ocurrido en las elecciones de Andalucía y Asturias han puesto en evidencia que el desgaste del Partido Popular es muy rápido, aunque su mayoría absoluta, su control de casi todas las instituciones y el discurso vacío y sin credibilidad del actual PSOE dotan al PP de un colchón para amortiguar estos impactos.

4. ¿Ahora qué? Ahora seguir, porque nos lo quieren quitar todo y esta confrontación será duradera. Uno de los riesgos que corremos es caer en discusiones bizantinas o en ilusiones sin fundamento. Eso tiene que ver con toda la sociedad, pero creo que afecta de forma muy especial a los sindicatos y al "15-M", pilares estructurales esenciales, aunque no únicos, de esta movilización que, sin embargo, no ha sido de unos ni de otros, sino de toda la población.

5. Nos necesitamos mutuamente y una visión excluyente nos llevaría a una derrota común. El proceso social anónimo y espontáneo que tuvo sus mayores picos el 15 de mayo y el 15 de octubre, pero que no ha desaparecido en ningún momento, ha sido factor decisivo en la maduración social que ha permitido el éxito de la huelga general del 29 de marzo; sin esa experencia acumulada la huelga posiblemente no hubiera sido convocada o sus resultados hubierán sido inferiores a los de la huelga de septiembre de 2010. A su vez, sin la convocatoria de huelga, surgida de muchas organizaciones sindicales, y en particular sin la convocatoria de UGT y CCOO en la misma fecha en que otros sindicatos habían convocado antes en el País Vasco y Galicia, esta huelga laboral y social no habría sido posible. El trabajo realizado en las semanas previas por los sindicatos o por la gente en los barrios no habría tenido la repercusión que tuvo si no estuviera inscrito en la perspectiva del 29 de marzo, pero la huelga general  no habría sido como fue si no hubiese sido asumida como suya por un montón de gente no vinculada a sindicatos. Sin ahogar la diversidad y la expresión de diferentes opiniones, la unidad es un valor a poner en primer plano. Para ello, sería conveniente que CCOO y UGT dejasen de lado prejuicios y temores ante un movimiento social emergente que ha aportado mucho a las movilizaciones contra los recortes y la reforma laboral, y que buscasen la convergencia y unidad de acción con el resto del sindicalismo de clase sin prepotencia -un primer paso en ello fue convocar la huelga en la fecha en que iba a haber en dos comunidades huelgas generales convocadas por sindicatos específicos de esos territorio-, aunque lo más importante de todo sería que sus próximas decisiones sean precedidas de un amplio diálogo social, pero no con el Gobierno o con la CEOE sino en "la calle", con la multitud del 29-M. Sería conveniente también que otros sindicatos renunciasen a convertir las luchas, incluso las convocadas por UGT y CCOO, en luchas contra CCOO y UGT (algunos de los carteles difundidos para la huelga citaban como enemigos indiferenciados a CEOE, PP, PSOE, Merkel, Sarkozy... CCOO y UGT, lo que es un inmenso disparate y choca con interesantes experiencias de unidad de acción ocurridas en las empresas), sobre todo cuando la lucha es común. Una cosa es convocar manifestaciones contra el acuerdo de reforma de las pensiones, en las que participamos en su momento muchas personas afiliadas a CCOO y UGT, y otra cosa distinta pretender que las movilizaciones contra la reforma laboral sean... contra CCOO y UGT. Finalmente, convendría que desde el "15-M" y los movimientos sociales se entienda que las organizaciones sindicales (todas, ya sean CCOO y UGT o CGT y CNT) son imprescindibles y tienen un papel propio no sustituible desde las asambleas de barrio, así como que, sin tener que renunciar en absoluto a cualquier elemento crítico, no podemos vincularnos de ninguna manera a la campaña antisindical de calumnias de la extrema derecha y del PP, que no odian a los sindicatos por sus defectos sino por sus méritos. También sería conveniente que esas asambleas o grupos organizados que nacieron del 15-M no sigan el peligroso y segregador camino de discutir "con quien se va", como ocurrió parcialmente en Madrid ante las cuatro manifestaciones sindicales convocadas el 29-M, sino que, acogiéndose al espíritu del 15-M, tomen sus propias iniciativas autónomas incluso cuando se participa en luchas convocadas por otros colectivos y que se haga con un ánimo integrador y respetuoso de su propia diversidad, en el sentido de lo que fue la iniciativa "tomalahuelga", en la que participaron una parte de las "asambleas populares" de Madrid pero otras muchas no lo hicieron por no llegar a ningún tipo de acuerdo, por optar por sumarse a alguna de las manifestaciones en particular o por decidir ir a su aire y con su propio "ritmo" y horario.

6. Necesitamos estrategias y convicciones sólidas, basadas en el entendimiento de lo profundo y duradero del ataque que sufrimos y de la necesidad de una respuesta social continuada y también duradera en una situación muy difícil y esencialmente defensiva de nuestros derechos, ya que el alto nivel de desempleo no refuerza la lucha, como piensan algunos, sino que la mina, provocando efectos de disgregación y miedo que deben ser compensados a través de un enorme esfuerzo subjetivo de solidaridad y de creación de nuevos vínculos sociales, lo que no es imposible porque acontecimientos como el 15M expresan y fomentan una fuerte propensión a la construcción de un nuevo imaginario social. A la vez, necesitamos tácticas y acciones flexibles, pragmáticas, adaptadas a la situación, sin mitologías como las que se construyen en torno a determinadas consignas o determinadas propuestas de movilización.

7. Para que se consolide el éxito del 29 de marzo tenemos que verlo en perspectiva, porque una evaluación "utilitaria" a corto plazo podría convertir los parabienes en decepciones. La huelga laboral y social del 29M tendrá, ha tenido ya, consecuencias y provocará cambios y matices en las políticas gubernamentales, pero no cabe esperar retirada o modificación sustancial inmediatas de la reforma laboral, objetivo estratégico de las élites del sistema. Ahora no es momento de esperar a que el Gobierno "mueva ficha" y negocie con UGT y CCOO ni de enzarzarse en polémicas centradas en consignas o formas de lucha a las que se dota de sentido mitológico, mágico incluso, como si el sólo hecho de nombrarlas ("huelga indefinida") las hiciese realidad. Esos aspectos tácticos se resolverán sobre la marcha, a partir de las iniciativas que tomen tales o cuales,.pero ahora lo decisivo es la estrategia de la rebelión social,.que implica, ante todo, una continuidad de los vínculos de cooperación creados, una continuidad del diálogo social que ha tenido lugar en las empresas y en las plazas de nuestros barrios, una multiciplidad de formas de protesta y, por descontado, el aprovechamiento de toda oportunidad, venga de donde venga, para confluir en nuevas acciones unitarias. Unidad, democracia, diálogo y movilización, ese podría ser el tetrálogo de la rebelión en marcha.

8. Sin descartar que emerjan pronto otras oportunidades, aparecen algunas fechas en perspectiva.
Una de ellas es el 1 de mayo. No soy excesivamente optimista porque lleva demasiados años reducida a ritual, porque ya no hay una identificación sentimental del nuevo activismo social con esa conmemoración y porque el paso gradual de "la manifestación del 1 de mayo" a "las manifestaciones de tales o cuales sindicatos" le está dando un carácter cada vez más "privado" y particularista. Creo que si todas o casi todas las organizaciones sindicales de clase hicieran -y deberían hacerlo- un esfuerzo para consensuar una gran movilización unitaria contra los recortes sociales y la reforma laboral, cada cual con las señas de identidad que quiera, el 1 de mayo podría ser una muy importante acción social en la dinámica del 29-M. No soy optimista al respecto, tengo grandes dudas de que se dejen de lado los supuestos intereses de organización (muy mal entendidos por otra parte) y se comprenda que de lo que se trata no es de si CCOO, UGT, CGT, Intersindical, CNT, MATS, COBAS u otros sindicatos se llevan bien o mal sino de que la gente queremos movilizarnos en común, queremos ir a una lucha que es común al lado de nuestras amistades o al lado de la gente de nuestro barrio, no queremos separarnos porque simpaticemos más o menos con tal o cual sindicato. Ese es un problema social de importancia decisiva, porque nuestra movilización sólo tiene futuro basada en la solidaridad, en la cooperación y en el apoyo mutuo. ¿Pero lo entenderán así desde los organismos dirigentes de los sindicatos? No sé, esperemos.
En mi doble situación de miembro de un sindicato y de participante en una asamblea popular, me pregunto también por el papel de éstas. Si no hay unidad sindical, creo que hay que escapar como de la peste de abrir un debate sobre a qué manifestación acudir. Si no hay unidad sindical y se acuerda hacer algo respecto a esa fecha, tendría que ser compatible con la participación en cualquiera de las manifestaciones sindicales, algo a hacer en los días anteriores, siguientes o el propio de 1 mayo pero en horario no coincidente con las manifestaciones sindicales, algo además diferente, integrador y alegre (¿y si le robamos al clero lo del "mes de la flores" y lo reinventamos para que las flores se conviertan ese día en signo de rebelión y complicidad rebelde? Mayo de flores contra los explotadores).
Por otra parte, tenemos también las movilizaciones previstas para el 12 de mayo, como movilización transnacional, y el 15 de mayo, aniversario del 15M 2011. No estoy seguro de que alcancen la dimensión del primer 15M o del 15 de Octubre, pues tenemos retraso en su preparación y difusión. Pero en todo caso son una muy buena oportunidad para seguir creando la convergencia social de la gente corriente. Si los sindicatos tienen una visión sociopolítica de lo que está ocurriendo, deberían volcar también sus fuerzas en apoyar estas acciones y lograr su masividad, pero sin tratar de protagonizarlas ni de "liderarlas", ni siquiera de identificarse en ellas con signos propios, porque el 15-M no es movimiento de banderías. De hecho a mí me gustaría que en esas fechas no hubiera banderas de sindicatos ni de partidos, de organizaciones ni de Estados actuales o pasados, aunque mucho me temo que hayamos perdido parte del espíritu inicial y que conseguir eso será extremadamente difícil, ya que no puede imponerse sino que solamente puede surgir de una voluntad común que convierta en mera "excentricidad" la presencia de tales o cuales signos identitarios.
En cuanto a la parte organizada del 15M (muy minoritaria respecto a la multititud que dio y da vida a ese espíritu social), entiendo que hay que sumarse ya a las amigas y amigos que están trabajando en la preparación del 12M y 15M y que debe enfocarse con una visión muy abierta, integradora, como evento social en el que cabemos casi todas y que, por tanto, no puede expresar una opinión única sino una rebelión común. No son dos fechas más. Son oportunidades que no debemos perder, porque si hemos agitado la estabilidad y la prepotencia del Gobierno y de las elites con nuestras últimas movilizaciones, debemos aprovechar la ocasión para nuevos empellones, sin dejar que vuelva a alcanzar un nuevo equilibrio estático.

9. Dado que estamos ante una ofensiva de las élites coordinada a nivel transnacional, los siguientes pasos que se den deben incluir perspectivas de coordinación transnacional de los sindicatos, de los movimientos sociales y de las gentes. En el ámbito sindical es preciso tomarse en serio la perspectiva de movilizaciones europeas no meramente testimoniales; la responsabilidad de CCOO y UGT en ello es de primera magnitud, por sus vinculaciones con el grueso del sindicalismo europeo. No me gusta concretar esto en consignas, aunque la de Huelga General Europea me atraiga, porque carezco de la perspectiva suficiente para calibrar las condiciones para tal o cual acción, incluso ahora mismo no sé si hay condiciones para repetir a corto plazo una huelga en España, pero de lo que se trata es de no repetir la típica movilización matutina de delegadas y delegados sindicales para cubrir el expediente de una jornada europea, sino de implicar de verdad a la sociedad es una movilización que, para tener éxito, debe enfrentarse a prejuicios "nacionales" (derechistas o izquierdistas) y mostrar como estamos ante un conflicto de clases, no ante un conflicto entre "países" o un conflicto entre nuestro país y Europa. Por mi parte creo que los abundantes discursos de izquierdas que giran en torno a la "desglobalización", el "proteccionismo", la "soberanía nacional", la salida de la Unión Europea o la recreación de la peseta confunden mucho más que aclaran y son equivocados, pero en todo caso creo que hay acuerdos básicos lo suficientemente amplios como para una movilización social europea contra los recortes.
En el ámbito de los movimientos sociales y del "15-M", creo que habría que poner sobre el tapete la convergencia europea y transnacional de las gentes en lucha contra la coalición de las élites, no exenta de contradicciones pero coalición al fin y al cabo, pero, más importante aún, sobre todo hay que tomarse muy en serio la posibilidad de que las movilizaciones que se están preparando para el 12 de mayo vuelvan a ser, de manera efectiva, transnacionales, aunque creo que las estamos organizando sin la esponteneidad y frescura con que nació el 15-O, por lo que tengo dudas sobre la posibilidad de que el nuevo evento, en tanto que "repetición", pueda alcanzar esta vez la dimensión del acontecimiento 15-O, lo que no quita que sea de nuevo una acción sin fronteras importante ni que yo esté equivocado y realmente el 12-M sea mucho más que el 15-O. Intentarlo, hay que intentarlo.

10. Queda mucho por hacer y hay muchas formas de hacerlo. El último año ha sido especialmente rico en experiencias sociales de acción, en torno a la huelga como forma de lucha tradicional en el seno de las empresas o centros de estudio, en torno al consumo (no sólo la huelga de consumo del 29-M, sino también la creación de grupos de consumo), en torno a la participación social (por ejemplo, el exito del referéndum popular sobre la privatización del Canal de Isabel II en Madrid, pero también la novedosa experiencia de debates en las plazas y calles, muy vinculada al 15-M), en torno al apoyo mutuo (destacadamente, pero no sólo, el movimiento contra los desahucios) y en torno a la ocupación democrática, pacífica y no excluyente de la calle, que más que "ocupación", término que hace pensar en la toma de lo que no es propio, podría verse como una verdadera recuperación de lo que es nuestro, recuperación del espacio común como espacio de convivencia y de vida, no mero tránsito.
Contraponer estas formas de expresión de la rebelión social no resulta útil. Todas ellas tienen sus virtudes y sus limitaciones, las luchas laborales están seriamente limitadas por la existencia de millones de personas sin empleo, las acciones en torno al consumo lo están por el hecho de que una de las características estructurales de este sistema es que una gran parte de la sociedad debe limitarse a satisfacer sus necesidades básicas e imprescindibles, etc. Lo cierto es que en las condiciones actuales ni una huelga laboral ni una huelga de consumo generan en sí mismas una situación económicamente insoportable para las élites dominantes, pero hay que superar una visión "economicista" de lo que hacemos. En muchos casos, el mio al menos, el trabajo que no hice el 29-M lo hice los anteriores o posteriores, y lo mismo puedo decir de lo que dejé de comprar en esa fecha. Lo que hicimos el 29 de marzo fue, ante todo, un acto o conjunción de actos políticos. No partidistas ni politicistas, pero sí políticos, en primer lugar porque pusimos en cuestión decisiones tomadas por el Gobierno en alianza con la patronal, en segundo lugar porque nos constuimos como sujeto multitudinario activo, y eso es lo que en realidad es insoportable para las élites económicas y políticas. "Hoy no trabajo, hoy no compro", no son actos económicos, son actos políticos, de insumisión, de autonomía y de constitución de una multiplicidad de sujetos singulares en sujeto colectivo que no anula ni determina lo singular sino que, por el contrario, lo expresa.
Sin pretender establecer ningún tipo de jerarquía entre los diversos tipos de acciones, creo que la "ocupación"-recuperación de las calles y plazas, tanto en la forma deliberativa como en la forma reivindicativa-, está siendo y será el crisol de todas ellas. En ella, no hay límites a la convergencia de nuestras indignaciones, si tenemos trabajo remunerado, si no lo tenemos, si ya nos hemos jubilado, si estamos estudiando, si trabajamos en el sector privado o en el público, si nuestro contrato es "indefinido" o extremadamente precario, en ella, en la calle, tenemos un espacio común, en el que la indignación se hace inocultable, se vé y nos vemos, está allí y se propaga, molesta, poniendo en evidencia e inquitando a los gobernantes. Por ello, los poderosos temen que ocupemos las calles. Por ello, en Madrid, la última delegada del Gobierno del PSOE y la primera del PP han intentado cerrar la Puerta del Sol a la protesta, sin conseguirlo. Por ello, la expresión concentrada del 29-M y la confirmación de su alcance fueron las manifestaciones realizadas por la tarde. Sí, en gran medida el conflicto prolongado que estamos atravesando se resolverá en las calles.


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