Trasversales
Rolando Astarita

Crisis, sobrecapacidad y coyuntura

Revista Trasversales número 25 marzo 2012

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En una nota anterior sobre la crisis iniciada en 2007, planteé que la sobrecapacidad parecía jugar un rol importante, tanto en la caída de la tasa de ganancia hacia fines de los años 90, como en la débil recuperación de la inversión posterior a la recesión de 2001. La evidencia disponible indica que el exceso de capacidad también está pesando en la actual coyuntura, en Europa, y a nivel global. En esta nota vuelvo entonces sobre algunas cuestiones referidas a la sobrecapacidad, y presento datos relativamente recientes; debe entenderse como un complemento de las notas
1 y 2, sobre tasa de ganancia y crisis.

El significado de la sobrecapacidad y sus causas

La sobrecapacidad es una de las manifestaciones de la sobreacumulación del capital. Por lo general, cuando se habla de sobreacumulación de capital, se tiene presente la sobreproducción de mercancías, esto es, el hecho de que grandes masas de productos no encuentran salida en el mercado. En otros términos, se trata de la sobreacumulación de capital mercancía. Marx también se refiere a la sobreacumulación de capital cuando la plusvalía acumulada en la forma de capital dinero no encuentra manera de volver a invertirse de manera rentable (véase el cap. 15 del tomo 3 de El Capital). En cuanto a la sobrecapacidad, consiste en la sobreacumulación de capital fijo, esto es, en la construcción de plantas con una capacidad de producir una cantidad de mercancías muy superior a lo que puede absorber el mercado en condiciones “normales” de acumulación. La sobrecapacidad se mide con los índices de utilización de capacidad. Por ejemplo, en EEUU, la utilización de la capacidad promedio del conjunto de la industria, entre 1972 y 2011 fue del 80,3%. Durante la crisis de 2009 llegó a un piso de 67,3%, en tanto que en febrero de 2012 se ubicaba en 78,7% (los niveles más altos alcanzados en los años 1994-5 fue 85,1%; todos los datos los tomo de la página web de la Reserva Federal). Dado que se trata de promedios, la sobrecapacidad puede ser muy elevada en determinadas industrias; cuando afecta a industrias claves, ejerce efectos depresivos sobre el resto de la economía. La sobrecapacidad ejerce una presión bajista sobre la tasa de rentabilidad, no solo porque aumenta la inversión de capital por trabajador, sino también porque aumenta los costos fijos de las empresas. Además, por lo general es acompañada por presiones bajistas de precios.

En cuanto a las razones del fenómeno, existen en principio dos que se señalan en la literatura económica habitual. La primera tiene que ver con el principio de aceleración, y afectaría principalmente a las industrias productoras de bienes de producción. La idea es sencilla de captar intuitivamente. Supongamos que tenemos 10 empresas en una rama B, y cada empresa emplea una máquina X, que tiene una vida útil de 10 años. Supongamos también que la empresa Alfa fabrica 1 máquina X por año, y que cada año una empresa de B reemplaza su máquina. Supongamos ahora que en la rama B entra una nueva empresa, que demanda 1 X. Lógicamente, Alfa debe duplicar su producción (con los efectos que pueda tener en la ampliación de la planta) para satisfacer la demanda de la undécima empresa de B, más la demanda correspondiente al reemplazo por agotamiento de la máquina vieja. El problema es que una vez establecidas las 11 empresas en la rama B, la demanda de X se estabilizará en 1,1 máquinas anuales. Si Alfa elevó su capacidad productiva, tendrá sobrecapacidad. En consecuencia, y por el principio de aceleración, la inversión puede fluctuar de manera bastante violenta, generando períodos con exceso de capacidad productiva.

La segunda causa de sobrecapacidad que se ha señalado en la literatura deriva de la innovación de productos, la expansión de la demanda y su posterior “amesetamiento”. Supongamos ahora que se produce un nuevo bien de consumo X, cuya demanda se expande rápidamente a medida que más y más sectores de la población lo están adoptando. La demanda crece entonces a una tasa superior a lo que lo hace el resto de la economía. Debido al mercado en expansión, y a las altas ganancias, los capitales afluyen en masa a la rama, y la capacidad de producción se expande. Pero cuando X ha sido adoptado por la población, su demanda pasa a depender de su tasa de reemplazo, y del crecimiento vegetativo de la población. Habrá entonces, durante un período más o menos prolongado, sobrecapacidad en la rama que produce X.

Sobrecapacidad vinculada a la competencia capitalista

Los anteriores casos de sobrecapacidad, vinculados con la demanda, no alcanzan, sin embargo, a explicar completamente el problema. Existe otra razón, que hace a la naturaleza de la competencia capitalista. Recordemos que la lucha competitiva está en el centro de la explicación de Marx de por qué y cómo ocurre el cambio tecnológico, y de las razones por las cuales tiende aumentar la inversión de capital constante (que incluye al capital fijo) por obrero. La competencia debe entenderse como una guerra entre los capitales; tiene poco que ver con la competencia walrasiana perfecta, a la que acostumbra la fábula neoclásica.

Una primera forma en que la competencia lleva al exceso de capital fijo está asociada a la búsqueda de plusvalías extraordinarias, que Marx trata en el capítulo 10 del tomo 1 de El Capital. Para explicarlo, supongamos que de nuevo tenemos 10 empresas en una rama, que aplican tecnologías similares, y cada empresa cubre el 10% de la demanda. Supongamos ahora que la empresa A invierte en una tecnología innovadora, que le permite duplicar la producción. Dado que el precio de venta está determinado por el tiempo de trabajo social que impera en la rama, A estará en condiciones de obtener una plusvalía, o ganancia, extraordinaria, debido a su menor costo de producción. Esta plusvalía extraordinaria que obtiene A ejerce una influencia alcista sobre la tasa general de ganancia. En la medida en que A obtenga ganancias extraordinarias, puede ampliar sus mercados (por ejemplo, iniciando una baja de precios, mejorando las condiciones de financiamiento para los compradores), o invertir en más investigación y desarrollo de tecnología, para obtener todavía más ventaja con respecto a sus competidoras. En consecuencia, el resto de las empresas de la rama están obligadas a invertir en la nueva tecnología. No lo harán para responder a cambios en la demanda, sino a las presiones competitivas. Sin embargo, si las 9 empresas restantes adoptan la nueva tecnología, la capacidad productiva se habrá duplicado. Dado que el resto de la economía no se expande a esa tasa, se desemboca en un escenario de exceso de capacidad. Esto ocurre a pesar de que es muy probable que las empresas adviertan que la inversión general en la nueva tecnología lleve a un exceso de capacidad. Pero la alternativa a no invertir es perecer. Por lo tanto, una respuesta racional es lanzarse hacia adelante, aun a sabiendas de que algunos no sobrevivirán. Naturalmente, la generalización de la tecnología lleva a la caída de los precios, ya que se reduce el tiempo de trabajo social necesario para producir el bien. Pero debido a la sobrecapacidad, la caída de los precios será más pronunciada aún. Paralelamente, se produce un fuerte incremento del stock de capital invertido por trabajador. El resultado es una caída importante de la tasa de ganancia; y también de su masa.

Una segunda forma (una variante de la anterior) en que la competencia puede llevar al exceso de capacidad ocurre cuando las empresas buscan realizar economías de escala. En la industria petroquímica y química, por ejemplo, son frecuentes. Pero si una empresa amplía sus plantas con el fin de bajar costos, las competidoras se verán obligadas a ampliar la capacidad para no perder la pelea. De nuevo, tenemos decisiones de invertir que no se deben a variaciones de la demanda.

Una tercera manera en que se llega a la sobrecapacidad ocurre por el afán de las empresas de no perder mercados. Por ejemplo, en la industria automotriz, muchas compañías hoy continúan abriendo plantas en diversos países con la intención de disputar los mercados, aunque a nivel mundial hay fuerte exceso de capacidad productiva. En los años previos a la crisis inglesa de 1847 Marx anotaba (y es corroborado por estudios posteriores) que las empresas ferroviarias continuaban abriendo ramales, a pesar de que no había cargas o pasajeros para todas, y los precios estaban en caída. El motivo era asegurarse, de todas formas, participación en los mercados.

Puede verse entonces que la sobre inversión puede originarse en las guerras competitivas. Hasta cierto punto, los capitales están “obligados” a sumarse, uno tras otro, a la carrera inversora, so pena de quedar en el camino. Pero por esta vía, se acelera una dinámica que desemboca en la caída de precios y de la rentabilidad, y el colapso. Y en la medida en que la crisis no elimine el exceso de capacidad, la recuperación se posterga o, en todo caso, es débil y vacilante.

Sobrecapacidad hoy

Existen datos que indican que hoy hay fuertes sobrecapacidades en ramas claves de la industria, en particular en Europa. “Las menguantes ventas de autos, las brutales guerras de precios y una sobrecapacidad han dado lugar a pérdidas tan grandes que algunos fabricantes europeos contemplan considerables recortes y cierres de plantas que la ayuda gubernamental evitó durante la crisis económica de 2008-2009”, informaba The Wall Street Journal Americas del 6 de marzo de 2012. ACEA, la asociación de constructores de autos, considera que al menos habría un 20% de exceso de capacidad en la industria. Esto a pesar de que algunas plantas ya cerraron, en el curso de la crisis. Por ejemplo, Fiat clausuró una planta en Sicilia y Opel cerró otra en Bélgica; además la sueca Saab fue a la quiebra. Pero el problema no desaparece. Las plantas improductivas ya no pueden seguir siendo subsidiadas por los gobiernos, que enfrentan graves problemas de deudas. Además, la sobrecapacidad de la industria alcanza dimensiones mundiales. En 2011 la industria mundial tenía capacidad para producir 94 millones de unidades anuales, pero la demanda era de solo 64 millones. El salvataje de GM y Chrysler agregó a los problemas. En tanto, en China y otros países las compañías continúan agregando capacidad.

También hay sobrecapacidad en el acero. Analistas de Ernest & Young calculan que había, en 2011, una sobrecapacidad de 493 millones de toneladas de acero a nivel mundial. En 2011 la capacidad de producción se habría incrementado en 80 millones, hasta alcanzar aproximadamente 1890 millones, y la industria se sigue expandiendo en China, India, Rusia, Brasil y Corea del Sur. Por caso, de 2005 a 2011 China duplicó su producción de acero. En este escenario, no es de extrañar que los productores de EEUU y Europa enfrenten grandes dificultades. ArcerlorMittal (la empresa más grande de acero del mundo) tuvo que frenar la producción de sus plantas en Francia, Alemania, Luxemburgo, Polonia y España, y cerró definitivamente dos hornos de fundición que poseía en Liege, Bélgica. Las plantas de la empresa estaban produciendo unas 28 millones de toneladas de acero al año en 2011, cuando en 2007 producían 36 millones.

La industria petroquímica y química es otra de las ramas en que existe sobrecapacidad, en especial debido a la fuerte expansión de la inversión en los países del Golfo. Lo cual también pone presión sobre las petroquímicas europeas, y asiáticas, cuyos costos son más elevados. Por ejemplo, KPMG International calculaba que aproximadamente 14 plantas fraccionadoras petroquímicas de las 40 existentes en Europa serán no rentables en 2015 debido al desarrollo de nueva capacidad que está ocurriendo alrededor del mundo. El cierre de estas plantas representaría la pérdida del 26% de la capacidad de Europa. A nivel mundial, cerrarían 40 sobre 200 plantas. Paralelamente, los productores del Medio Oriente están intentando expandir sus actividades hacia las de mayor valor agregado.

Por otra parte, a lo largo de 2010 y 2011 también hubo sobrecapacidad y fuertes guerras de precios en una variedad de otras industrias: del etanol, en biocombustibles, acero inoxidable, papeles para revestimientos, flotas pesqueras, paneles solares, turbinas de viento, transporte marítimo, cámaras fotográficas. También en la industria de la leche y quesos (Suecia y Dinamarca entre los países más afectados).

Consecuencias sobre la coyuntura

La sobreacumulación de capital fijo se constituye así en uno de los factores que afecta negativamente a la inversión, y por lo tanto contribuye a la debilidad de la demanda. Por lo general, los análisis ponen el énfasis en los problemas de la deuda, y en la caída de la demanda que se deriva de la misma. Los gobiernos reducen el gasto fiscal, los deudores hipotecarios también intentan aumentar el ahorro para afrontar los pagos, y de conjunto el resultado es que baja aún más la demanda, aumentando las dificultades para cubrir las deudas. Es indudable que el nivel de endeudamiento, con su secuela de quiebras y desvalorización de activos, está pesando, y mucho, en el escenario actual. Pero no por ello debería pasarse por alto la incidencia de la sobrecapacidad. Ambos factores explicarían por qué la economía europea sigue en recesión, las economías de otros países adelantados (EEUU en primer lugar) crecen a tasas débiles, y las de muchos países no desarrollados empiezan a crecer a tasas menores que las de 2010 y 2011. En China, en particular, el fenómeno de la sobrecapacidad también parece acentuado. La sobreacumulación no ha desaparecido. Por esta razón, y a pesar de la mejora reciente de algunos indicadores, continúa abierta la posibilidad de una nueva recesión mundial. En un escenario de débil crecimiento, con un sistema financiero frágil, el default de algún país (como Grecia, en particular) o de alguna gran empresa, disparará, seguramente, la nueva caída.

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Rolando Astarita
Buenos Aires, 2012
http://rolandoastarita.wordpress.com


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