¡Ay!, Mariano, lo que te perdiste
ayer por tomarte otro día de descanso. Por la mañana no acudiste
al Congreso a defender el paquete -otro- de nuevas medidas que modifican los
ya modificados presupuestos, imponen un recorte de gasto público de
65.000 millones de euros (cantidad difícil de concebir en antiguas/futuras
pesetas) y aumentan los impuestos indirectos. El mayor tajo de la historia
reciente de este país iba envuelto en un decreto que no quisiste defender,
dejando ese desairado papel a Montoro. Tirar el decreto y esconder la mano
no es un acto de hombres cabales, Mariano, reconócelo.
Ante una cifra como esa, es preferible que hable el Presidente del Gobierno
a que lo haga Montoro, porque este ministro de Hacienda parece el sheriff
de Nottinham recaudando a los pobres para dárselo a los ricos (sí,
hombre, acuérdate de la película de Errol Flyn). Además
Montoro tiene mucho peligro, pues en cuanto suelta uno de sus monólogos
sube la prima de riesgo, porque nadie le cree y menos los “mercados”; bueno
le creen en su partido, que es el tuyo, porque está lleno de gentes
de fe con sueldos del Estado y eso fortalece mucho la confianza en el Gobierno.
La verdad, Montoro tiene su sitio en el club de la comedia, pero como ministro
de Hacienda ha entendido su papel al revés, y en vez de perseguir a
los defraudadores, les premia, y persigue a los que ya pagan. ¿No será
disléxico? Oye, ¿y no será disléxico el ministro
del Interior? Es que, no sé si lo sabes, porque no vas, pero ha cortado
las calles que dan al acceso al Congreso y lo ha rodeado con un cordón
policial. Parece Saigón en sus buenos tiempos. ¿No será
que hay demasiados disléxicos en el Gobierno?
Bueno, a lo que iba. Ya sé que cuando se tiene mayoría absoluta,
a pesar de los aplausos y el jaleo de la bancada propia, es un peñazo
acudir al Congreso a escuchar los reproches de sus señorías,
pero esa molestia va con el sueldo, entiéndelo. Es cansado oír
los lamentos del portavoz de CiU, dichos con la boca pequeña -algo
tiene que decir-, cuando está de acuerdo con el decreto, porque eso
es lo que están haciendo en Cataluña, incluso con adelanto.
Algo similar ocurre con el PNV, que siempre estará ahí dispuesto
a un pacto (remunerado, eso sí). Y qué decir de las minorías
más críticas. Ya sé que no gustan las del BNG, ni las
de IU (si Lara fuera un poco más listo y se actualizara…) o las de
UPyD, que, por cierto, te puede dar un disgusto en las próximas elecciones
generales. Pero quizá lo más cansado sea escuchar a Rubalcaba,
que ha perdido el norte y no distingue entre lo que es hacer una oposición
responsable y hacer de extra. Sueña con el consenso y aburre a las
ovejas.
Todo eso es molesto, ya lo sé,
pero es un trámite. Al final los recortes salieron sin apoyos de otros
partidos del parlamento español, pero fueron discutidos y aprobados
por el Parlamento alemán, que es lo que realmente te importa. Además,
¿qué te van a enseñar a ti, estos mindundis de la oposición,
cuando tú eres un maestro en hacer oposición? Para buena oposición
la que hacíais vosotros a Zapatero; eso era una oposición-oposición;
una oposición-FAES: muchos y escogidos insultos, pataleos, escándalo,
mucha mentira y crispación a tope. Y ahí estaba el pobre Zp
aguantando el chaparrón de improperios y dando la cara un día
y otro, porque eso hay que reconocérselo; no como tú, cobardón,
que quieres pasar a la historia como Mariano el Prudente. Pero sigo, porque
ahora viene lo mejor, que es lo que te perdiste por la tarde: el encuentro
con España. Sí, hombre, con la España real, de carne
y hueso, con la España que trabaja, siente y piensa; no con la España
retórica que tú manejas; la de las estadísticas y las
encuestas de opinión, sino el encuentro directo y sin mediadores con
el pueblo currante (y “parante·) y desde luego sufriente y contribuyente.
Eso sí que tiene sabor popular y no lo que destila esa pandilla de
chicos engominados y niñas pijas que agrupas en un partido con un nombre
tan poco apropiado como Partido Popular, porque tú, perillán,
bien sabes que sois el partido de los ricos famosos y de los ricos discretos,
y, como muy para abajo, de los medio ricos, de los grandes gestores y de esos
que llamáis emprendedores, que son realmente una cuadrilla de bribones.
Pero vamos a lo nuestro.
Por la tarde tendrías que haber
acudido a alguna de las manifestaciones que hubo en España, tenías
80 para elegir. Si te daba un poco de pereza meterte entre el gentío
de Madrid, que grita mucho pero no muerde, podías haberte desplazado
a Valencia, tierra amiga, que tanto os ha dado, para unirte con tus vecinos
de Santa Pola, donde, al parecer, sigues teniendo plaza de registrador, y
sin duda cuentas con el singular aprecio de gente agradecida.
La manifestación de Madrid, la que conozco de primera mano, estuvo
muy concurrida, pudo haber 200, 300 ó 400 mil personas, aunque luego
el portavoz de Esperanza Aguirre diga que fueron 10.000. Siempre lo hace,
y es que resta miles de personas de las manifestaciones de izquierda, para
sumárselas a las vuestras o de la Conferencia Episcopal, cuyas cifras
nunca coinciden con el número de católicos practicantes, pero
bueno, la cosa es así. Sigo.
En la “mani” de Madrid hubo mucho y
diverso gentío, porque es mucha la gente damnificada: funcionarios,
administrativos, maestros y profesores, trabajadores con y sin empleo, precarios
y becarios, amas y amos de casa, pensionistas, jóvenes, emigrantes,
médicos, enfermos, enfermeros, dependientes, bomberos, policías
-de la “madera” y “guindillas”- o ¿te crees, Mariano, que la policía
es tonta? Pues no; sabe sumar y sobre todo restar cuando les tocas la nómina.
Y así todos, porque allí estaban todos los afectados por las
rebajas de invierno, de primavera y de verano, pues habéis perjudicado
a mucha gente con los recortes y con los impuestos: prácticamente a
toda España, menos un reducido grupo de privilegiados.
Hubo muestras de descontento y de indignación, pero también
hubo humor, creatividad, imaginación. Jodidos y, a pesar de todo, contentos
de salir a la calle a demostrarlo. Creo que en estas manifestaciones está
naciendo un nuevo siglo de oro de las letras expresado en textos breves,
lemas y consignas coreadas, porque, aunque sea por unas horas, en cada manifestante
hay un Quevedo y a la vez un bolchevique.
El repertorio de estas muestras de ingenio podría ser antológico,
pero te voy a ofrecer sólo unas pocas en las que el gremio de la banca
sale muy favorecido: “Banqueros ladrones”, “Banqueros embusteros”, “Manos
arriba esto es un atraco”, “Menos Bankia y más banquillo”, “Gobierno
de banqueros que roba a los obreros” y otras similares, que no detallo para
no deprimir a Rato y a Goirigolfarri o como se llame. También hubo
alusiones a la clase política: “El próximo parado que sea un
diputado”, “No nos representan, que no”, “Somos trabajadores, no ladrones”
y al poder judicial; el careto de Divar ilustraba varias pancartas de
fabricación casera. Hubo algunos lemas un poco macabros, como “Tenemos
cuerda para Rato” o “Nuestros recortes serán con guillotina”, y diversas
conjugaciones del verbo joder, sugeridos por el exabrupto de la niña
de Fabra, a cuya familia se dedicó la consigna “Hijos de Fabra”, que
para mí tiene un significado enigmático. Y claro, Mariano, no
podían faltar las alusiones al Gobierno: “Esto nos pasa con un gobierno
facha” “Si esto no se apaña, caña, caña, caña”,
“Con este gobierno vamos de culo”, dichas sean con el mayor respeto. Y es
que la gente estaba desatada en su creatividad, pues con un par de folios
y un rotulador aludía al problema -salario, despido, paro, desahucios,
sanidad, tasas, enseñanza, pensiones, recetas, precios, impuestos-
o sujetos de su preferencia -diputados, políticos, banqueros, judicatura
o monarquía-, que también recibió su ración. Ayer,
cada teléfono móvil era un emisor y un receptor de panfletos,
y cada ordenador casero había sido una imprenta clandestina -se acabó
la “vietnamita” (no sabes tú el juego que dio ese prodigioso instrumento
durante la dictadura)- que convirtió al ciudadano indignado en un subversivo,
porque ayer había muchos rebeldes, Mariano, que parece que,
por contar con el interesado y caro apoyo de la derecha alemana, olvidas
que gobiernas contra la mayoría de la población de España.
Y eso es un error fatal