Trasversales
Daniel Cohn-Bendit

Sobre Europa: diálogo con Sócrates

Revista Trasversales número 26 junio 2012

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Daniel Cohn-Bendit es eurodiputado por Europe Ecologie-Les Verts. Este texto recoge su discurso del 9 de febrero de 2012 en la Universidad Nacional y Kapodistríaca de Atenas, con motivo del doctorado Honoris Causa concedido por su apoyo a Grecia (1) durante la crisis financiera. En él imagina un diálogo con Sócrates. Publicado y traducido con autorizacion del autor.



Esta tarde, mientras paseaba por los jardines de su universidad, he tenido un extraordinario encuentro, por no decir alucinante. Figúrense que me he encontrado cara a cara con uno de sus lejanos antepasados, alguien cuyo renombre internacional no necesita demostración. Esta figura clave en la trayectoria del pensamiento europeo no era otro que Sócrates. Al verme, me tomó del brazo e inició la conversación como si fuésemos viejos amigos.

Sócrates: Dany, ¿podrías explicarme a qué viene esta agitación que recorre Europa? Vista desde fuera, me da la impresión de que se parece más al desbarajuste de un movimiento de pánico que al frenesí que se apodera de una multitud entusiasmada.
Dany: Mi querido Sócrates, sin duda no ignoras que la Unión Europea atraviesa una crisis sin precedentes desde su creación. ¿No ha llegado a tus oídos la marejada que siguió a la crisis de las subprime en EEUU con la quiebra, en 2008, del banco de inversión Lehman Brothers, acompañada de una deflagración mundial de las finanzas y, para que no falte nada, también de la economía?

Sócrates: ¡Por supuesto! Pero he oído que mi país, Grecia, es considerado responsable del hundimiento de la moneda única y de empujar a sus socios hacia el abismo. Al mismo tiempo, confieso que no comprendo por qué los fefes de Estado y de gobierno europeos han esperado más de dos años para reaccionar. Seguramente tú podrás ayudarme a entender esta crisis.
Dany: Querido amigo, seguro que sabes que, después de ti, otros filósofos han proclamado el "desencantamiento del mundo". La verdad metafísica, que tan querida te era, no ha resistido los embates de pensamientos extremadamente corrosivos respecto a los “ultramundos", parafraseando a tu "enemigo" Friedrich Nietzsche. Tendrás que contentarte con una mayéutica (2) reinterpretada y con una verdad que, a lo largo de la historia, se ha hecho compleja. De forma similar a ti mismo cuando incitabas la reflexión con tu "sólo sé que no sé nada", me apetece  decirte que la verdad de esta crisis que sacude los cimientos de la construcción europea es la ausencia de una única verdad. En otras palabras, la verdad de esta crisis es su plurivocidad.
Nuestras sociedades han conocido mutaciones  extremadamente rápidas que no siempre han sido capaces de gestionar. El modo de desarrollo de los países industriales avanzados nos ha permitido alcanzar un nivel de vida globalmente alto, pero a expensas de los países pobres, de nuestro ecosistema y del igualitarismo. Durante varios siglos hemos conducido la marcha del mundo para lo mejor pero también para lo peor. Hoy en día hemos llegado a un estado crítico. Estamos muy lejos de haber ganado la batalla contra las desigualdades y la pobreza. A partir de ahora, la palabra crisis se declina al mismo tiempo de muchas maneras. Crisis  de los recursos energéticos, alimentarios, hídricos,  crisis climática, crisis financiera, crisis económica y social, crisis de legitimidad... Estas crisis, que se han hecho inseparables, han precipitado a la Unión Europea, en diversos grados, hasta el punto en que se encuentra actualmente.

Sócrates: Pero he oído decir que una de estas crisis, la vinculada al cambio climático, amenaza la supervivencia del planeta. Entonces, ¿cómo explicar que la UE no esté a la vanguardia de la economía verde y que sea China quien encabeza ese sector?  Tecnologías punta en el sector energético y medioambiental, grandes inversiones en energías renovables, ahorro energético, vehículos eléctricos, desarrollo sostenible y  gestión responsable de residuos...
Tras años de destrucción del capital medioambiental y bajo el peso de las catástrofes climáticas, los dirigentes chinos parecen haber comprendido la importancia de la ecología para asegurar la sostenibilidad de su desarrollo y el propio desarrollo. Si el régimen totalitario toma esa vía, este proceso podría avanzar con bastante rapidez. Por su parte, en Europa, superada por los acontecimientos, se tiende más bien  a oponer crecimiento y ecología. Fíjate que en Grecia se cree que suprimiendo los programas de protección medioambiental se está respondiendo a la crisis. ¡No hay manera de entenderlo! En lugar de responder invirtiendo en desarrollo sostenible y en conocimiento, los europeos parecen decididos  a pasar por una recesión que podría llevar al estallido de su Unión. Esto me apena aún más al tener en cuenta que antes habían sido precursores del principio de cautela y que estuvieron entre los primeros en hacer sonar la alarma respecto al cambio   climático.
Dany: Tu perspicacia me desconcierta. Has comprendido dos cosas fundamentales. La primera,  que es totalmente artificial aislar las crisis y que si lo hacemos al analizar  la realidad fracasaremos al buscar soluciones. Si no aceptamos la relación entre los problemas económicos y los ambientales estaremos dando de lado la posibilidad de hacer un buen diagnóstico y, con ella, la de encontrar remedio. Como has señalado, los europeos dan la impresión de correr en sentido contrario al adecuado. En lugar de aliarse para defender sus intereses en el mundo y los valores en que se basa la UE, nuestros Estados se baten en retirada. Hoy en día, la razón de ser de la Unión Europea es hacer posible en este nuevo siglo una acción política que, en sus momentos esenciales, incluya las ideas directrices de democracia y de  justicia social.
Sería ingenuo creer que la inercia garantizaría, al menos, el status quo. Lo más aterrador de la inacción política es que no sólo no permite progresar, sino que además conduce a la pérdida de lo antes logrado. Se nos dice que Europa no es Estados Unidos y que la idea federalista de  los Estados Unidos de Europa es absurda. Se nos dice que el advenimiento de un espacio público europeo es una quimera, que los ciudadanos europeos son en primer lugar griegos, italianos, franceses, suecos, etc. Por el contrario, creo que la aberración reside en intentar fijar a las personas en una identidad unívoca.
De todos modos, lo que está claro es que  los Estados europeos nunca han sido capaces de entregarse por completo a esa experiencia de la complejidad que es la  soberanía compartida. No estoy diciendo que sea fácil. No pretendo que de la noche a la mañana alcancemos la madurez política que nos permita comprometer a políticos responsables y empáticos con la raza humana. Sin embargo, debemos superar esta realidad europea de 27 gobiernos -dentro de poco 28- que ejecutan juntos trucos chapuceros. En la actualidad, la realidad europea está configurada por dirigentes que se turnan siguiendo la cadencia de procesos electorales nacionales... La realidad europea es aquello en lo que se piensa cuando las cosas van mal y a lo que incluso se atribuye responsabilidades que no tiene. La realidad europea, por tanto, también es un halo de creencias y supersticiones.
¿Te das cuenta, mi querido Sócrates, de que, a pesar de la masa crítica alcanzada por la Unión Europea tras sus "ampliaciones" sucesivas, los Estados que la componen siguen pensándose como pequeñas economías abiertas que compiten entre sí? Dado que conservan, individual y colectivamente, la gran ilusión de una soberanía absoluta, de una historia heroica y de un destino nacional, son incapaces de ver a sus 500 millones de habitantes, a un continente riquísimo que es el primer mercado mundial, a esa gran economía que, tomada en su conjunto, sería capaz de sobreponerse a todo tipo de traumas.
La "bella mentira" de lo autóctono, que tú describes en República, funciona lamentablemente tan bien que es casi imposible deshacerse de ella una vez que ha penetrado en los corazones y en las mentes. Entonces, me pregunto: ¿qué puede sustituir a esta bella mentira que ya no funciona? Y, sobre todo, ¿cómo hacerlo?
El referente guerra/paz aún existe, pero se debilita... ¿Qué bella historia europea podemos invocar? ¿Qué nuevo mito de Europa? ¿Qué relato, como dicen los anglosajones? ¿O debemos apelar a la razón desencantada y a la madurez democrática de nuestras sociedades  europeas?  No tengo la respuesta. Debo confesar que, en este caso, soy tu discípulo, querido Sócrates, "Sólo sé que no sé nada".
La segunda cosa esencial que has planteado y que los gobiernos europeos parecen perder de vista es que hay que velar por el crecimiento y el empleo, por el bienestar de los ciudadanos. Algunos sociólogos afirman que Europa es la única civilización que se ha emancipado de la religión, observando solamente las prácticas confesionales establecidas. Las cosas no son tan simples, porque Europa ha dejado que sus monoteísmos históricos y sus sacerdotes se reciclen en otras funciones oraculares. Nuestros economistas son tan "clarividentes" como la sacerdotisa pitia en tu tiempo; su palabra es igualmente respetada. Sigo  sorprendido por la obstinación con la que líderes, asesores y comentaristas se niegan a reconocer la realidad y el fracaso de las políticas que han seguido hasta ahora.
Este modelo de desarrollo ha caducado, el compromiso neoliberal de la mundialización ha alcanzado sus límites.
Cierto es que ahora nadie puede negar la necesidad de disciplina presupuestaria para reducir la deuda exorbitante de los Estados. Esto, sin embargo, no debe hacernos olvidar que la deuda proviene principalmente de la mutualización de las pérdidas acumuladas por el sistema financiero desde 2007. Esto es, de una inconfesable transferencia de responsabilidad a los ciudadanos de los países afectados. A partir de ahora, para bien o para mal, son ineludibles exigentes políticas de austeridad si queremos sanear nuestras economías de forma duradera. Sin embargo, no saldremos de la crisis sin políticas proactivas de inversiones masivas en la transformación de este modelo ya caduco. La reestructuración de nuestras economías se ha convertido en una necesidad apremiante: un mercado europeo de bonos podría permitir su financiación.
Por otra parte, como han comprendido, entre otros, los chinos y algunos países europeos (como la Alemania de la coalición socialista-verde con su propuesta de abandonar la energía nuclear), la economía verde representa una verdadera oportunidad de relanzar otra forma de crecimiento y de crear empleo. Nunca se repetirá lo bastante que la austeridad, por sí sola, no puede conseguir un crecimiento sostenible. Y éste implica igualmente la  capacidad de contener y reducir la pobreza y la desigualdad.
Sócrates, ¿te das cuenta del daño que está haciendo esta "religión"? En un país como Francia se invoca el crecimiento como si fuese un maná otorgado por mercados omniscientes y omnipotentes en recompensa por los esfuerzos de la nación. La ética protestante se ha secularizado, pero el discurso no tiene nada nuevo. Sin embargo, entre 1974 y 2005, a pesar de la "crisis" y de un crecimiento "débil", inferior al registrado anteriormente, la riqueza nacional de Francia se ha duplicado: 100% de crecimiento en 30 años. Pero, en el mismo período, el número de desempleados se ha disparado y el número de pobres nunca ha disminuido. Por el contrario, ha aumentado ligeramente. Cualquier responsable político debe saber que los recortes presupuestarios que atacan indiscriminadamente a la salud, la educación, la vivienda y la protección social en general son una bomba de relojería. Pero, en tiempos de crisis y sin una gobernanza mundial capaz de atenuar la presión de los mercados, la prudencia brilla por su ausencia.
En lugar de enfrentar el verdadero problema, esto es, el modelo económico que ha dominado hasta ahora, los líderes mundiales prefieren casi siempre recortar los derechos y las conquistas sociales bajo pretexto de la competitividad. Sin embargo, como han entendido las empresas que funcionan mejor en Europa, la competitividad se decide, principalmente, en el ámbito de la innovación y de la alta calidad de bienes y servicios. En la medida en que, a diferencia de EEUU, no ocupamos un puesto avanzado en el ámbito de la economía del conocimiento, sería nefasto retroceder en el escalafón industrial de "la excelencia".
La lógica sacrificial es, de hecho, un simulacro de solución. No sólo porque se "libera" del principio de justicia social, sino también porque constituye un mal cálculo económico. La reducción de la protección social destruye el patrimonio "inmunitario"  de una economía, ya que la priva de los medios que le permitirían encajar los golpes en tiempos de crisis. Sólo en Inglaterra, habrá 600.000 niños pobres más de aquí a 2013. Los pobres se vuelven más pobres. ¿Ése es nuestro ideal de sociedad? Tenemos todas las de perder con una visión fatalista de los mercados que conduce a  comportamientos económicos violentos y al desamparo social.

Sócrates: En cierto sentido, ésa es, más o menos, la lógica que ha prevalecido respecto a mi país. No pretendo minimizar su gestión catastrófica, la entrada fraudulenta en el euro, las prácticas clientelistas que le gangrenan, el peso desmesurado y arcaico de la Iglesia Ortodoxa, la elevadísima evasión fiscal o incluso el nacionalismo fuera de lugar que se traduce en un presupuesto militar absurdo, el mayor de toda Europa en proporción al PIB. Sí, la sociedad griega tiene que cambiar y revisar los privilegios otorgados a ciertas categorías de ciudadanos, ya sean sacerdotes, navieros, promotores inmobiliarios, miembros de las grandes familias, etc. Sí, sería un suicidio  que este país siguiese endeudándose irremediablemente sin que nadie se preocupe por ello. Pero después de tantos  años de laxitud por parte de los griegos y de los otros países europeos, tratar de imponer un tratamiento brutal de austeridad y sin perspectivas de futuras inversiones ni de un plan de recuperación, parece más un castigo que una mano tendida para ayudar a salir adelante.
Dany: Sí, de nuevo lo que dices es cierto.  La adhesión de la población griega a un proyecto de saneamiento de sus finanzas públicas y de sus prácticas es ilusoria si no hay un plan de relanzamiento, sobre todo porque durante años los partidos políticos se han construido sobre la base de abusos a expensas de la "res publica". Cuando Grecia ingresó en la Comunidad Económica Europea en 1981, acababa de salir de la dictadura de los coroneles, de la que portaba, y aún porta, algunos estigmas. La llegada al poder de Andreas Papandreu en 1980 permitió dar un primer paso hacia la abolición de las "castas", pero también hacia la instalación permanente del país en el clientelismo. Como tú y como yo, los griegos saben que la partitocracia, que ha prosperado sobre la base de la corrupción y del clientelismo, es una verdadera ruina para el país. La  cohabitación tripartita surgida de los últimos episodios rocambolescos de la política interior no ofrece ninguna perspectiva convincente. Salvo excepciones, parece que las luchas de poder intestinas siguen siendo la principal preocupación de la casta política. Importantes reformas estructurales son esperadas en Grecia... Por lo tanto, tenemos derecho a preguntar por qué el clero, retribuido por el Estado y con un peso económico importante, aún no paga impuestos. ¿Es porque la Constitución aún está colocada bajo el signo de la Santísima Trinidad? ¿Cómo entender la falta de iniciativa griega y europea para resolver el problema chipriota y proponer un escenario de desmilitarización?
Es evidente que los fantasmas sobre Turquía permiten a algunos países hacer caja vendiendo sus equipamientos militares, tanques, helicópteros, fragatas, submarinos. Beneficios para la industria armamentística, principalmente francesa y alemana... y otros tantos agujeros en las arcas del Estado griego. En cualquier caso, debemos entender que más allá de los caprichos de unos u otros, si la propagación de la crisis griega a la zona del euro ha podido alcanzar tal magnitud eso se debe a que los Estados europeos no han estado cohesionados, minando así nuestra credibilidad dentro y fuera de Europa.

Sócrates: Entonces, si entiendo bien tus palabras, ¿lo que los europeos están ahora pagando muy caro es la ausencia de Europa y, en particular, de solidaridad? Todos estos discursos contra la injerencia de la Unión Europea en las vidas de Estados ávidos de soberanía nacional, ¿serían, de hecho, "soluciones que recurren a la cicuta" para los europeos? ¿El soberanismo estatalista se estaría convirtiendo en una nueva religión de Estado?
Dany: Mi querido Sócrates, no podrías traducir mejor mis pensamientos. Aunque nunca he cedido a la tentación de tener un maestro, me veo obligado a reconocer tu inmenso talento. A menudo es difícil encontrar una coherencia política en las gesticulaciones de los jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea. Cuando llegaron desde Grecia los primeros signos preocupantes, Angela Merkel estaba ocupada, ante todo, en las elecciones regionales y otros "asuntos internos". La contaminación no se ha hecho esperar. Demasiado poco y demasiado tarde, todas las medidas finalmente arrancadas bajo la urgencia de una situación catastrófica fueron sólo un breve respiro antes de la próxima oleada. La no-política intergubernamental europea está sin aliento. La falta de solidaridad acabará por lastrar nuestras economías pulverizando especialmente el mercado interior. Las tentaciones proteccionistas son "líneas Maginot" trazadas para ocultar la pérdida de control. El proteccionismo que siguió a la Gran Depresión de 1929 puso de manifiesto que el intento rabioso de salvarse a sí mismo termina volviéndose en contra de quien así actúa. No hay más protección que la respuesta común a los desafíos comunes.
Cuando los principales países europeos se muestran reacios a ayudar a sus socios en dificultades, el euro se lleva las bofetadas, las agencias de rating revisan a la baja las calificaciones asignadas y aumenta la tasa de interés que los países europeos deben pagar por su deuda pública. Esto es lo contrario de lo que sucede en otros países, sin embargo más endeudados, como Japón o  Estados Unidos, por no hablar de la escasa credibilidad de los europeos en términos de disciplina presupuestaria. En este momento, sólo Luxemburgo, Finlandia y Estonia cumplen los criterios de la zona del euro. No hace mucho tiempo, violando el pacto de estabilidad sin ser sancionadas, Francia y Alemania demostraron que las  reglas de la Unión Europea, calificadas como "estrictas",  no eran infalibles. No hacía falta más para minar la confianza de los mercados. Una norma, por definición, no puede ser "facultativa". Sin legislación vinculante, la supervivencia de la moneda única es simplemente imposible.
En cuanto al pacto presupuestario alcanzado en el Consejo Europeo del 31 de enero, además de ser inútil sigue estando pendiente de los avatares de su ratificación por los Estados europeos... Un gesto teatral, en resumen. La crisis griega y la crisis del euro se inscriben en una zona de envergadura mundial y son productos de la inconsistencia europea. En otras palabras, si la crisis de la zona euro ha podido llegar a ser tan radical es, ante todo, porque nos hemos negado a entender desde la creación de la moneda única que ésta no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir sin un gobierno económico, fiscal y presupuestario común.

Sócrates: Pero si la crisis que atraviesan  los europeos es producto de una Europa gobernada por los Estados-nación, en la que las instituciones encargadas de nuestro interés común ocupan un papel de segunda fila, se puede legítimamente pensar que la suerte de sus Estados mejoraría si se reforzase la Europa comunitaria, mientras que la dinámica inversa no es posible. En consecuencia, la Unión Europea se ha convertido en la condición de posibilidad de una acción política en el mundo del siglo XXI. Sólo ella estaría en condiciones de orientar políticamente la mundialización económica y financiera hacia un desarrollo universal social y ecológicamente sostenible.
Dany: Lo has comprendido todo. De aquí en adelante, la mundialización ya pertenece a nuestra realidad y se inmiscuye en la  vida cotidiana de todas las personas. Incluso diría que la mundialización es nuestra realidad, lo que no significa que no tengamos el poder de influir sobre cómo se propaga y cómo nos afecta. Algunos espíritus inquietos te dirán que es posible una "desmundialización" y que el retorno a la tierra firme del Estado-nación es la única salvación posible para los europeos. Por descontado, esta solución no es posible ni deseable. Como han repetido varios de tus eminentes colegas, el ser humano sólo existe porque "se realiza". Esto es precisamente lo que tratan de impedir los populistas de todas las raleas, los impostores de la política, los estériles euroescépticos, en resumen, los falsarios de toda especie. Aunque en grados diferentes, las ideologías totalitarias, los proyectos de sociedad construidos sobre el miedo y la exclusión del otro, los denominados Planes B de la política, el mito de un mundo "desmundializado" y un montón de cosas semejantes más son otras tantas estratagemas de "desrealización" que traban el florecimiento de las sociedades y de los individuos. No son más que raptos del imaginario y renuncias al mundo. Estas maniobras de la derrota sólo llevan a la  impotencia.
Por tanto, al decir que la mundialización constituye nuestra realidad rechazamos, en primer lugar, las "estrategias de evasión" que nos harían perder contacto con la realidad. Además, nos permite encontrar los instrumentos necesarios para intervenir en el mundo y para reconocernos en él.
La puesta en marcha de la construcción europea ha permitido una notable evolución histórica a través de la reconciliación y de la creación sin violencia ni hegemonía de una entidad inédita que obligó a los europeos a experimentar  nuevos modos de gobernar. Tras varias décadas de prosperidad en un clima de paz, esta construcción está gravemente amenazada: la solidaridad se rompió en pedazos, la precariedad se instala entre nosotros, el porvenir de los europeos se hace sombrío... No estoy tratando de devaluar el papel que ha podido jugar el Estado-nación. Fue, sin duda, una respuesta eficaz en un momento dado de la historia europea. Pero hoy la mundialización y la interdependencia que induce han hecho que caduque irremediablemente el poder  del Estado-nación para controlar su propio destino.
Entonces, ¿cómo no consternarnos ante el rechazo de los Estados a una drástica ampliación de las competencias de la UE, única capaz de intervenir eficazmente en el mundo actual? ¿Cuánto tiempo se mantendrán aferrados a la cáscara vacía en que se ha convertido la soberanía nacional?

Sócrates: Tras escucharte, tengo la impresión de que los europeos se están reconciliando con sus antepasados estoicos. Como sabes, tuve la suerte de vivir en la época de la democracia ateniense. Pero para mis sucesores de la época helenística, su pleno desarrollo dentro de la ciudad se hizo prácticamente inaccesible a causa de los cambios en el contexto socio-político. Entonces, se refugiaron en un pensamiento replegado sobre sí mismo. Esta renuncia fue admirablemente resumida por uno de mis más ilustres sucesores, Hegel. En su "Fenomenología del Espíritu" dijo con razón  que la conciencia estoica pretende ser "libre, tanto en el trono como encadenada". En otras palabras, al no poder inscribirse ni reconocerse en el mundo concreto, el estoico vive en la abstracción. Su condición material no le afecta, pues él ha "abandonado" este "bajo mundo”.
Dany: Tu analogía es acertada. A falta de gobernanza mundial, las naciones europeas han sido privadas de su poder para actuar sobre la realidad y están en una fase de pérdida de su autonomía política. Desde esta perspectiva, comprenderás que la respuesta europea adquiere un cariz existencial, por no decir un cariz vital. En cierta medida,  este mal difuso es el que más afecta al mundo político actual. De hecho, la política moderna, nacida en pleno Renacimiento del redescubrimiento por los europeos de tus lecciones y de las de tus contemporáneos, abrió el ámbito de los posibles: "ya que lo que es también podría no ser", como dijo Leibniz, entonces perfectamente podría ser muy diferente... Es decir, "mejor". De ahí deriva la acción política.

Sócrates: Dany, en eso estoy  absolutamente de acuerdo contigo. El valor de la política también se mide por su capacidad de anticipación. En lugar de sufrir las cosas y oponer entonces una fuerza reactiva, los políticos deben comprometerse para civilizar las relaciones de fuerza y abrir públicamente el horizonte de los mundos posibles. La acción política toma todo su sentido cuando se ejerce sobre lo real con el objetivo declarado de transformarlo en algo más conforme con una cierta idea del bien. Un ideal que, de alguna manera, está hecho a la imagen de mi rey-filósofo. Sin embargo, cuando el marco de referencia se ha quedado obsoleto y la percepción de la realidad ya no es apropiada, la acción política gira en torno al vacío.
La esencia misma de la democracia, la palabra pública, se agota en una charlatanería denominada "comunicación" o en una mentira denominada "demagogia". La crisis moral se expande y, a medida que se extinguen el sentido y la honestidad, la desesperanza prevalece entre los seres humanos. A través de la aventura europea, los europeos han demostrado, al menos, su capacidad para cambiar el curso de las cosas. Como tú explicabas, al reconciliarse han hecho posible esta inédita unión libre de Estados que ha sabido materializar la reunificación y abrir sus horizontes desde el Rin hasta el Oder, incluso hasta el Bósforo, aunque esta perspectiva se difumine insensatamente poco a poco. Tengo la impresión de que hemos perdido esa fuerza de apertura al otro, reemplazándola por un repliegue desintegrador, que da lugar a las ideas más estrafalarias, entre ellas la del "cónsul romano" procedente de Berlín que desembarca en Grecia para disciplinarla.
Dany: Sócrates, has comprendido como yo que, al retrasar el salto a una mayor integración, los europeos reducen drásticamente su capacidad de intervenir sobre el mundo. Sin una mutación post-nacional radical que permita regular las evoluciones planetarias  no es incongruente pensar que la UE puede iniciar una fase de declive y convertirse en una curiosa antigualla. Con demasiada frecuencia  olvidamos el peso de la irreversibilidad, de lo que la crisis climática es la encarnación más escandalosa. Nos ha confrontado directamente con la restricción que actúa sobre nuestras opciones de desarrollo si no queremos hipotecar a las generaciones futuras. Si a menudo la política nacional pierde de vista el espacio europeo, también parece que se da por satisfecha con una temporalidad incompleta. De hecho, con frecuencia prevalece el corto plazo. Un cortoplacismo indisociable de la competencia electoralista. No es de extrañar, por tanto, que el peldaño nacional no logre producir políticas de envergadura y que Europa finalmente tome la forma de una figura expiatoria. Sócrates, amigo mio, este paseo nos ha permitido entender que la complejidad era un antídoto contra la clausura en ideologías monolíticas y cerradas, a la vez que enriquecía nuestras aproximaciones al mundo. Nuestra responsabilidad es colectiva en la elección de los "mundos posibles". Estoy seguro de que compartes conmigo esta idea de la "utopía posible" que constituye el proyecto europeo. Esta utopía es esencial porque nos permite rechazar el fatalismo y afrontar el futuro. Es decir, permite que nos realicemos y que nos reconozcamos en este nuevo siglo.

Sócrates: Tu entusiasmo me agrada y me hace entender que nosotros, ciudadanos de Grecia, tenemos que recuperar el espacio público y democrático. Nuestra sociedad necesita un movimiento reformador  comprometido a hacer frente a las disfunciones que han llevado a mi país hasta el borde del abismo. Yo sugeriría a los europeos un "pacto por el futuro". El primer paso consistiría en abrir un debate público en Grecia, lo más amplio posible, para discutir las reformas indispensables y deseables. Esto implicará, obviamente, hacer saltar por los aires muchos tabús  agobiantes, como el número exorbitante de funcionarios, sacerdotes y militares entre ellos, como consecuencia del clientelismo.  Basta decir que el desarme ideológico frente a los turcos conllevaría una reducción drástica del gasto militar y  sería una bocanada de oxígeno para los presupuestos del Estado.
Por su parte, Europa debería reafirmar su compromiso de garantizar nuestra integridad territorial y poner en marcha un plan de inversiones para el desarrollo sostenible y la autonomía energética de Grecia. Creo que hemos alcanzado la suficiente madurez política como para entender que ningún hombre providencial salvará al país. Al igual que el fracaso será colectivo, la solución también será colectiva... o no será. El ideal democrático ateniense ha constituido durante largo tiempo el corazón de la civilización griega. Tu utopía europea sólo será plausible si el esfuerzo que se nos pide es compartido y equitativo.
Quiero terminar este periplo reflexivo con una enseñanza de tu viejo amigo Cornelius Castoriadis: "La democracia como régimen es, por tanto, al mismo tiempo, el régimen que intenta realizar, tanto como resulta posible, la autonomía individual y colectiva, y el bien común tal como es concebido por la colectividad considerada"(3).
Bueno, Danny, en Grecia debemos reaprender a pensar y concebir el bien común.


Notas de traducción

1. http://www.trasversales.net/t19dcb.htm
2. Método que, a través de sucesivas preguntas, incita al descubrimiento de nociones ya latentes en la persona interrogada.
3. Referencia al texto "La democracia como procedimiento y como régimen"


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