“En el mundo del eterno retorno descansa sobre cada gesto el peso
de una insoportable responsabilidad”
Milos Kundera
El día 11 de junio fue un día paradójico; mientras
la castellana, se llenaba de solidaridad con los mineros, mientras el pueblo
trabajador de Madrid agradecía a la marea negra ese importante empujón
para luchar contra los recortes; en la Carrera de San Jerónimo, Rajoy
anunciaba la decisión política del Gobierno de acabar con derechos
personales, sociales, con instituciones bajo el manto protector del “hemos
hecho lo que teníamos que hacer “ y ese diseño del futuro “al
final nos espera la recompensa”. Aplicaba así la trilogía ideológica
básica del Partido Popular: Menos Estado, menos derechos y menos rentas.
Estamos ante el desmantelamiento de lo conquistado por la inmensa mayoría
social de este país en los últimos 30 años pasado de
contrabando como medidas de “coyuntura”.
¿Y la oposición? ¿y el PSOE? ¿y Rubalcaba? Nadie
daba crédito al ataque de responsabilidad en el que está, que
a la gente sólo le suena de autodefensa del “establishment” político.
No era posible con la ciudadanía volcada en solidaridad con los mineros,
el alejamiento de la realidad que reflejaba su “oposición.” Su oferta
de colaborar y discutir mediante un Pacto Nacional hacia donde dirigir las
tijeras le situaba, por muchas críticas que hiciese a la gestión
de la crisis, pegadito al Gobierno, lo que entendió perfectamente Mariano
al pasarle el guante de seda envenenado por el hombro. Daba un paso más
en su disolución como cabeza de la oposición política
al Gobierno. Parece que ni la marcada tendencia a la pérdida de base
social, que ni la inexistencia en la cabeza de la gente del PSOE como alternativa
al PP, que ni el desastre político y organizativo en que se haya inmerso
el partido hace reaccionar a Rubalcaba y a la actual dirección, al
contrario cada vez cava un poco mas la tumba hacia abajo. No es la discusión
de si oposición útil (es decir colaboración con el PP)
u oposición frontal; la oposición útil de ZP,
mas allá de lo que se piense de ella, fue en temas puntuales y precisos
y nunca abandonó la oposición en los temas vitales como los
recortes sociales, las leyes educativas o la guerra de Irak, pero ahora se
pretende pactar (pretende porque no le hacen ni caso) en los temas centrales
del desmantelamiento de las reglas de convivencia y cohesión social
generadas en estos 30 años, sin resultado y sin que la población
encuentre un aliado en su permanente resistencia. El PSOE agarrotado por su
reciente derrota y su salida en falso en el Congreso de Sevilla (que también
era en falso de haber triunfado Chacón), es incapaz de emitir un mensaje
de cambio e ilusión a la sociedad, es un poco vergonzoso que sea UPyD
la que agarre la bandera de las responsabilidades sobre el escándalo
de Bankia porque al PSOE le de miedo remover sus propias vergüenzas,
o que se resista a los cambios en el ámbito de privilegios cuando el
populismo reaccionario de los seguidores de Rosa Díez plantean rebajas
de sueldos o de estatus. No es el momento de la política del retoque,
de aparecer como moderador de la barbarie social que el PP intenta implantar,
es el momento de formular un proyecto global de freno a estos ataques y que
sólo puede tener fuerza y credibilidad si se presenta una propuesta
global, basada en una política en Europa de freno a la impulsada por
Merkel y que recoja las demandas que los ciudadanos formulan una y otra vez
y a la que no se responde. Es el momento de estar pegado a la resistencia
social, sabiendo que hay que pagar una cuota de rechazo por las políticas
“responsables”, es decir abandonar la senda griega del PASOK hacia donde
se orienta de forma ineluctable sino se reacciona en el próximo periodo.
Es el momento de asumir plenamente que los ciudadanos han colocado a los
socialistas en la oposición para que frene al gobierno de la derecha,
para que se oponga y no para que actúe como gobierno, que no lo es.
El PP avanza como caballo desbocado recortando por aquí, desmantelando
por allá, criminalizando a los que se resisten. Tiene todos los instrumentos
en la mano: mayoría absoluta política, poder y manipulación
mediática, los poderes reaccionarios de la justicia y la iglesia a
su lado, los poderes económicos contentos de cómo les hace el
trabajo sucio pero con interrogantes de cómo la contracción
económica va a afectar también a sus negocios a medida que se
baja en la escala de dimensión empresarial, y una cierta aquiescencia
social expresada en “no podemos hacer otra cosa, es lo que nos imponen” y
frente a ello ¿que?: una importantísima resistencia social,
fragmentada y variopinta pero muy amplia; una leve resistencia institucional
en las comunidades de Andalucía y sobre todo País Vasco; los
sindicatos tanto mayoritarios como minoritarios o profesionales; movimientos
como el 15-M o sus expresiones locales y temáticas (desahucios, sanidad,
etc), una parte del arco parlamentario y especialmente Izquierda Plural y
una sensación creciente en la ciudadanía de desconcierto, temor,
indignación, disposición a la lucha y falta de perspectivas.
Son sobre estos mimbres sobre los que hay que trabajar para construir un dique
frente a las políticas de la derecha y generar un proceso de construcción
de alternativa política donde todos quepan (mas allá de cómo
se manifieste y exprese).
Si Milan Kundera reflexionaba en su famosa novela parafraseada en este artículo
sobre la necesidad o no de dar un sentido a la vida, a la existencia, me parece
que es el momento de que el Partido Socialista reflexione sobre la necesidad
de dar un sentido a su política y a su actuación.