Trasversales
Luis M. Sáenz

Tras las elecciones gallegas... huelga general

Revista Trasversales número 26,  octubre 2012 (web)

Textos del autor en Trasversales

Bueno, ya vale, nos hemos cabreado un tanto, hemos dado unos bufidos. Vale, nos toca las narices que el PP tenga mayoría absoluta en Galicia, mayor que la que tenía. Pero pasemos a otra cosa y, por favor, no perdamos ni un minuto en chorradas sectarias del tipo "pues si has votado Feijóo, luego no protestes". Nunca las gentes que quieren mejorar la vida han dicho que la gente no proteste ni le han pedido ningún "linaje ideológico" para hacerlo.

Bueno, pues si vamos a dejar los bufidos, ¿qué hacemos? De aquí al 14 de noviembre, preparar la huelga general. Eso es lo que tenemos que hacer. Porque no va ser fácil. Es justa y necesaria, pero no fácil. La población está muy indignada, pero en las empresas hay miedo, por mucho que últimamente se haya puesto de moda el lema "sin miedo", demasiado épico para mi gusto. La población, además, anda cada vez más corta de ingresos, y en el sector público no se cobrará paga extra, así que la pérdida de un día de salario echa para atrás, por no hablar de los millones de personas que no pueden hacer huelga porque no tienen empleo. Cometeríamos un grave error si llamamos esquiroles a quienes tienen esas preocupaciones. No hay que insultar, hay que convencer.

Así que hay que ponerse a currárselo. Y eso se hace dando razones, estando en las calles de aquí al 14, tratando el tema en los centros de trabajo. Y hay que hacerlo hablando con todo el mundo en un lenguaje que permita entenderse, así como proponiendo formas de participar en la movilización asumibles por quienes ese día no quienes no puedan o aún no quieran hacer huelga.

El objetivo para el 14 de noviembre no es que nadie asuma "derecha mala, izquierda buena", o que se movilice porque "vuelve el franquismo" ni cosas similares. Para que la huelga gane hay que convencer a mucha gente que en las generales votó PP, e incluso a mucha que acaba de votar PP en Galicia. Y en esas dos semanas no se harán de "izquierdas", y menos a la vista de lo que hacen muchos de los que se llaman de izquierdas. De lo que tenemos que convencer en este tiempo es de que los de arriba, las élites políticas y económicas del capitalismo, están arruinando nuestras vidas, nos están quitando todo y nos dejarán sin nada si no peleamos. Así que dejemos de lado derrotismos y decepciones, estamos preparando la huelga y no queda tiempo para esas cosas. Vamos al grano. Menos politiqueo y más política en serio, es decir, más preparar la huelga.

Por lo demás, lo de Galicia estaba cantado, no cabe sorprenderse. ¿Qué pensaban qué iba a ocurrir con un PSOE desaparecido de la escena, cuyo acto político recordable más reciente es haber constitucionalizado que hasta el último euro de la deuda "pública" tiene prioridad de pago sobre la inversión social más importante que podamos imaginar, por ejemplo sobre atender a las personas enfermas? ¿Qué con un BNG desgarrado por varias escisiones? ¿Qué con una experiencia de bipartito PSG-BNG bastante mediocre y con demasiadas zonas de clientelismo? ¿Qué con cabezas de lista tan grises y tan "hombres de partido"? ¿Qué, cuando el candidato del PP es posiblemente el político más hábil, "campechano" y camaleónico de ese partido? ¿Qué, cuando tanta mediocridad no es desde luego la manera más adecuada para agrietar la coraza del caciquismo instalado en muchas zonas de la Galicia rural?

Siendo malo lo ocurrido, ya que este PP se merecía un derrumbe electoral espectacular, no todo lo es. Hay indicadores positivos.

En primer lugar, excluyendo los votos de la emigración por no conocer los de 2012, el PP ha perdido casi 107.000 votos (14%) respecto a 2009 y más de 201.000 votos (24%) respecto a las generales de 2011. Es decir, una de cada cuatro personas que le votaron en 2011 no les ha votado ahora.

En segundo lugar, es ineludible un proceso de reestructuración electoral de los votos dirigidos a lo que, siguiendo criterios convencionales, llamaremos "la izquierda", y eso no ocurre en dos días. El ala más conservadora de esa izquierda, el PSOE, no puede atraer en la situación que atraviesa ahora a un sector que se aleja del PP a causa de los recortes sociales, pero tampoco es esperable que ese sector, sin atravesar una más larga experiencia de lucha salte en tan poco tiempo a votar a izquierdas como el BNG o la Alternativa Galega de Esquerda (AGE). Y tampoco podemos esperar que el grueso de quienes se han decepcionado con el PSOE pasen a votar a otras candidaturas en tan poco tiempo. Y, sin embargo, ha ocurrido un fenómeno electoral de gran alcance y muy positivo: el éxito alcanzado por AGE, coalición entre cuatro organizaciones que ha ocupado un espacio hace mucho tiempo desaparecido en Galicia, si es que alguna vez existió.

El PSG ha perdido un 39% de sus votos respecto a 2009 y un 35% respecto a 2011. El BNG ha perdido un 46% respecto a 2009 y un 21% respecto a 2011. En conjunto han perdido un 42% respecto a 2009 y un 31% respecto a 2011. Pese a esa debacle de las fuerzas políticas tradicionales gallegas, la victoria en votos del PP ha sido mucho más ajustada de que lo indica la distribución de escaños. El PP ha sumado 653.934 votos y PSG, BNG y AGE 640.161. La explicación de esto reside en la presencia de AGE, que trastoca el mapa político y ha evitado que la victoria del PP fuese todo lo aplastante que el deterioro de PSG y BNG propiciaba.

AGE se ha alzado con 200.101 votos, un 14%, casi cuatro puntos por encima del BNG y a sólo 6,5 puntos del PSG. Y eso se ha conseguido en sólo unas pocas semanas. En 23 municipios ha estado por encima del 18% (por ejemplo, Santiago, A Coruña, O Grove, Ferrol, Vigo, Cangas o Fene) y en 37 por encima del 15%, siendo la segunda fuerza más votada, por encima del PSG, en lugares como A Coruña, Santiago, Cangas, Oleiros, Fene, Pontedeume, etc. Allá donde AGE ha obtenido mejores resultados, la hegemonía de la derecha tradicional ha sido cuestionada. De hecho, en 19 de los 23 citados municipios el PP obtuvo menos votos que la suma de PSG, AGE y BNG. Eso incluso también pasó en las ciudades de Ourense y Lugo, a lo que también contribuyó decisivamente AGE (12% y 15% en ellas).

Todo anunciaba, en efecto, que la única posibilidad de frenar la victoria del PP pasaba por AGE. Y de hecho la ha frenado, pues el fracaso de PSG y BNG ha sido estrepitoso: PP ha obtenido un 50% más de votos que PSG+BNG, pero sólo un 2% más que PSG+AGE+BNG. El progreso de AGE ha comenzado sobre todo por las zonas más urbanizadas y con mayor población asalariada, así como con mayor tradición de izquierdas. Llama la atención que mientras que PP y PSOE alcanzan sus mayores porcentajes en Lugo y Ourense, zonas más conservadoras, AGE y BNG los alcanzan en Coruña y Pontevedra. Es mucho el trabajo a hacer por el activismo de Galicia en Ourense y Lugo, pero también puede dar mucho fruto, aunque será duro por las condiciones en que se tiene que desarrollarse.

¿Cómo es posible una emergencia tan veloz de una nueva opción de izquierdas que, además, no se ha dejado llevar por discursos "populistas"? Creo que han influido varios factores: la inevitable identificación del PSOE como el partido que en mayo de 2010 inició los recortes sociales, cerrando ese ciclo con el "constitucionalazo"; la vinculación alcanzada con sectores del activismo social; una campaña acertada, centrada en un discurso contra las élites del capitalismo, además de muy ingeniosa; la decisión de formar una coalición integrada por cuatro partidos, dando prioridad a la necesaria convergencia sobre el protagonismo de siglas y reclamándose de la idea de la "Syriza gallega"; la peculiar personalidad de Beiras, una importante figura intelectual, y Yolanda Díaz, muy vinculada al movimiento obrero de Galicia, etc.

Mi punto de vista es que actualmente el eje de la resistencia a los ataques sociales pasa por la acción ciudadana, por las acciones del 15M, del sindicalismo y de otros movimientos, y que la reestructuración electoral de las izquierdas va a ser un proceso largo y complicado, influido en gran medida por lo que ocurra con las luchas sociales. Además, creo que un proceso de convergencia como el de Galicia va a encontrar en otros territorios muchas más resistencias y zancadillas de los aparatos políticos, de "liderazgos" más aparatistas y convencionales. Ni siquiera puedo estar seguro de que AGE evolucione positivamente, al fin y al cabo es una coalición formada esencialmente con un acuerdo entre organizaciones, de cuyo comportamiento y de su capacidad de abrirse a una dinámica "desde abajo" depende mucho de lo que ocurra con AGE. No meteré la mano en el fuego por nadie (ni por mí). Pero en todo caso es un "experimento" muy interesante y muy revelador de la potencialidad social existente incluso en el campo, más encorsetado, de la intervención en las instituciones y en los procesos electorales. No es un mapa de carreteras ya construidas, pero sí es una especie de brújula que señala posibles rumbos.

Así que ahora creo que conviene que dejemos de lado cualquier tipo de desmoralización o derrotismo, y que hagamos dos cosas: la primera, preparar la huelga general del 14 de noviembre y, en general, participar en las luchas sociales; la segunda, reflexionar sobre los aspectos positivos de las elecciones gallegas para sacar de ellos algunas lecciones que nos sean útiles. Dicho todo con la prudencia de que sabe poco pues, aunque viví seis años en Galicia, ya hace mucho de eso y, por tanto, mis impresiones son lejanas.



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