Trasversales
José Luis Redondo

Crisis de Estado

Revista Trasversales número 26,  junio 2012

Textos del autor
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La política de la UE ha contribuido a la grave situación en la que está la economía española actuando sobre un desarrollo especulativo basado en el ladrillo, impulsando recortes y recesión. Sin embargo su concreción,por los gobiernos de Zapatero y de Rajoy ha producido los mayores destrozos en las condiciones de vida de los ciudadanos, más paro, menos derechos, peores educación, sanidad y ayudas sociales.
La contestación se está dando de forma dispersa, fuera de la huelga general y de algunas manifestaciones como las del 12M. Surgen luchas en sanidad en diferentes Comunidades Autónomas y también en educación con la marea verde, protestas ante los desahucios y otras, pero de forma descoordinada. Falta conexión y radicalidad e indican que una parte importante de la población, sometida al shock y al miedo, se encuentra más deprimida que irritada. Además no se han podido encadenar estas protestas en la generalidad de los países de la UE, los intentos del 15M han dado resultados muy débiles.

Por otra parte se está dando un fuerte deterioro de la mayor parte de las instituciones del Estado, deterioro debido, en su mayor parte, a los errores y al despotismo de la elites.
La monarquía está tocada por el caso Undangarín y la esperpéntica caza del elefante; el sistema judicial por la condena al juez Garzón, el desprecio a las víctimas del franquismo y la conducta “irregular” de Divar que no quiere explicar, contando con la complicidad del Consejo del Poder Judicial; el Parlamento, ya que se gobierna a base de decretos y se demuestra incapaz de recoger las demandas sociales; los partidos políticos porque están implicados en casos de corrupción y han dejado de conectar con los ciudadanos; el Banco de España por su falta de control sobre el sistema bancario y el deterioro al que ha contribuido el Gobierno; éste y su presidente  porque están haciendo la política contraria a la que proclamaban, están deteriorando las condiciones de vida de los ciudadanos, no explican lo que hacen e improvisan cambiando de posición cada semana; las cajas de ahorros por revelarse como cáscaras vacías al servicio de los gobiernos autonómicos, y los bancos porque han dejado de servir para dar préstamos y sí para que se lucren sus dirigentes; las autonomías porque han gastado sin pagar sus deudas para mantener  chanchullos de todo tipo; la Iglesia porque sigue a la contra de derechos como el aborto o el matrimonio homosexual y la educación laica, entre la homofobia del obispo de Alcalá y la negativa a pagar el IBI de la Conferencia episcopal. Puede decirse que pocas instituciones del Estado o de las que le gobiernan no están tocadas. Asistimos a una pérdida de legitimidad que crece día a día y a gran velocidad. En contra de lo que cree el gobierno del PP, no basta con tener la mayoría absoluta, en una sociedad mínimamente democrática es necesario tener el consenso de la mayor parte de la población. Ahora se está produciendo una separación entre la población y el Estado.

Este deterioro del Estado constituido en el 76 y de los órganos dominantes puede preceder a un cambio revolucionario o a un colapso. No existen por ahora fuerzas unificada o convergentes que propongan un cambio radical, ni siquiera aparece una propuesta teórica sobre qué tipo de cambio. Otra alternativa posible sería la populista y antidemocrática, que afortunadamente no ha surgido todavía en España. La salida más probable parece un pilotaje de la política económica y social por parte de la UE, en deriva antidemocrática como ha pasado en Grecia y en Italia. Sea a través de la intervención del sistema financiero o de toda la economía, con las contrapartidas de recortes y deterioro para los ciudadanos. La política actual de la UE y del gobierno alemán que la impulsa es totalmente neoliberal, más para el 1% menos para el 99%.

Ante la falta de alternativas globales no vale desesperarse o entregarse a la vida privada, permitiendo que aumente la pobreza para cerca de una tercera parte de la población y se deterioren las condiciones de vida y las libertades de casi todos. Hay que ir ganando espacios que permitan más tarde otro proceso constituyente. Hay que dar mas peso a la sociedad y menos al Estado, iniciativas de trabajo, de formación y de asistencia, formas cooperativas y solidarias. Igualmente hay que ganar la opinión pública para la búsqueda de otra sociedad mas justa y menos desequilibrada.
Ante los poderes existentes, hace falta oposición en la calle, en el trabajo, ante la justicia, con reclamaciones, protestas y desobediencia civil. Hay que intentar unir todas las fuerzas organizadas, desde los sindicatos, a pesar de su desprestigio, hasta movimientos como el 15M. Hay que extender las luchas a toda la Unión y dirigirlas a propiciar una salida de la crisis que beneficie en condiciones de vida y en poder a la mayor parte de la sociedad frente a los sectores dirigentes.

El deterioro del Estado constituido no da paso a otro proceso de intervención social, pero sí a una putrefacción de la vida pública y pérdida democráticas, sólo las luchas de todos pueden abrir un proceso constituyente.


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