Trasversales
Vicent Álvarez

Aquel mayo de 1962

Revista Trasversales, número 26, junio 2012


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Vicent Álvarez es abogado, defensor ante el Tribunal de Orden Público franquista en numerosas ocaciones, siendo él mismo encarcelado y procesado. Fue miembro del Consell Valencià de Cultura y actualmente es miembro del Consell Directiu de Valencians pel Canvi




Mayo del 62 fue un punto de inflexión muy importante en la lucha contra el franquismo; de eso hace cincuenta años, es una vivencia relevante de mi generación, de quienes precisamente desde los lugares de trabajo o desde las universidades, emergimos a la acción, al combate por las libertades en todo el estado en aquella primavera del 62.
A finales de los cincuenta y principio de la década siguiente unas gentes alcanzábamos la mayoría de edad y nos incorporábamos a la vida social, se trataba de la generación de la postguerra, de gentes que solo habíamos conocido la dictadura, y empezábamos nuestra andadura como obreros, o estudiantes. Sentíamos la opresión, veíamos injusticias, deseábamos libertades. Pese la censura circulaban libros, a veces prohibidos, había teatro o cine comprometido, se empezaba a conocer el marxismo, entre otras cosas; así, pues, durante los años inmediatos al 62 se iban gestando las ganas de hacer algo.

Ciertamente, había algunos núcleos que habían resistido, muy reducidos, en los partidos, cuyas direcciones estaban en el exterior, caso del PCE por ejemplo, se generaban nuevas estrategias, con las tensiones que son conocidas, tales como las posiciones de Semprún y Claudín. Había pues una vieja y una nueva generación. También se habían producido algunas huelgas y luchas obreras aisladas y sin continuidad. En las universidades seria a partir del sesenta cuando los estudiantes empezaríamos a romper con el Sindicato Español Universitario, y surgen en las principales universidades grupos no sujetos al SEU.
Fue en aquella primavera, la del 62, cuando todo aquello que estaba aislado, cuando la nueva generación nacida en el franquismo se puso en movimiento. El detonante fue el estallido provocado por las huelgas de los mineros asturianos, eran unas huelgas que solo pretendían mejoras de vida, no eran huelgas revolucionarias, ni obedecían a las consignas caducas del PCE, eran la protesta contra las injusticias sociales. La solidaridad con los mineros nos movilizó, la canción “Asturias Patria querida” devino en una canción de lucha, que se cantaba en las universidades y otros lugares. Poco después vendrían más canciones como el “Diguem no” de Raimón, la cual, precisamente, fue compuesta tras las detenciones de varios compañeros en Valencia.

Tras la primavera vino el verano, las huelgas cesarían, el régimen franquista paseo a Franco con sus discursos, sobre todo cuando se supo que varios representantes del interior acudieron una reunión del Movimiento Europeo en Munich, desde donde se conmino a Franco a abrir un proceso democrático. El régimen se lanzó contra esa reunión e invento aquello del “contubernio de Munich”.
Aquella fue, como otras primaveras, la mayo francés vendría después, el comienzo de un nuevo anti franquismo, un anti franquismo que no venia lastrado por los odios de la guerra civil, sino por un espontáneo deseo de libertad; es cierto que a partir de ahí, de ese primer momento, empezamos a crear estructuras nuevas, como las comisiones obreras, o los sindicatos universitarios democráticos, después nacieron partidos nuevos, o algunos crecieron como fue el comunista.

En ese contexto en aquellos territorios con identidad propia, Euskadi, Catalunya, Galicia, País Valencià, el movimiento se vincularía a la tradición emancipadora y a las reivindicaciones lingüísticas o nacionales. Aquella fue una primavera que cambió mucho, aunque su empuje no acabó con Franco, como sabemos, pero si sirvió para afianzar todo un conjunto de aspiraciones y procesos, que más tarde condicionarían los posteriores cambios.
Recordar aquello ahora tiene sentido, a mi juicio mucho sentido. Estamos en un momento de regresión democrática, no solo la derecha ha llegado al poder, sino que ha llegado avalada por los votos, y sobre esa base se siente con fuerza para hacernos retroceder. Tal vez las nuevas generaciones, nacidas en democracia, van estar a la altura de las circunstancias, nuestra generación puede aportar alguna experiencia, para evitar errores pasados; es la hora del relevo generacional en la izquierda, un relevo que debe de implicar una nueva forma de hacer las cosas, un deseo de sumar fuerzas y esfuerzos, sin renunciar a la diversidad. Como escribió Vázquez Montalbán, uno de aquellos jóvenes del 62, sí sabemos dónde está el mal.


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