Trasversales
Luis M. Sáenz

Congregarse y ocuparse del mundo

Revista Trasversales número 26,  agosto 2012 (web)

Textos del autor en Trasversales


¡Ocupemos el mundo!, Joseba Fernández, Carlos Sevilla y Manuel Urbán (editores), Icaria 2012

Este libro es importante. A mi entender el más importante de los publicados en España sobre el 15M y el movimiento indignado. Combina cuatro virtudes:

a) No pretende "explicar" el movimiento, sino comprenderle.
b) Se sitúa dentro del movimiento, pero sin olvidar en ningún momento que quienes se expresan son personas singulares, no "el movimiento", ni que éste, a su vez, sólo puede expresarse a partir de multitud de voces diferentes y singulares.
c) No expresa una "línea" determinada, sino que constituye una exploración, mejor dicho, varias exploraciones diferentes, pese a que entre quienes escriben hay una fuerte presencia de personas vinculadas a una tradición anticapitalista de raíz común.
d) Entiende el movimiento como movimiento global, con especial acierto en los nodos seleccionados: Rusia, Israel, rebeliones árabes, Estados Unidos, Grecia, España, Islandia. ¿Faltaría tal vez China? Esto es especialmente saludable cuando en los espacios colectivos de comunicación están apareciendo con demasiada frecuencia mensajes en torno a ideas como "compra productos españoles" o la "recuperación de la soberanía nacional".

Añadiré también que me parece muy acertado que la portada del libro no haya cedido a la tentación de vender los "grandes nombres", como Zizek o Toussaint, dando protagonismo principal a las "plazas" que han sido el espacio de expresión de los movimientos. Debo reconocer que los textos de Zizej y Toussaint son los que me son más lejanos, pero espero que eso no haya influido en la valoración positiva que hago de la seria y coherente decisión de no vender "autorías", sean éstas las que sean.
Resumir los dilemas, interrogantes y experiencias que a lo largo del libro se suman, cruzan o "chocan", siempre con el ánimo de construir en común lo común, excede el espacio de esta breve reseña. Las primeras 26 páginas, obra de los tres editores, juegan bien ese papel además de utilizar un enfoque que me parece muy lúcido, para mi gusto lo mejor de un libro muy interesante también en el resto de su recorrido.
Posiblemente, la problemática de cada artículo podría expandirse en uno o varios libros. Aquí, querría, por ejemplo, centrarme en alguno de los aspectos que más me han llamado la atención, precisamente por el abanico de puntos de vista presente. Por ejemplo, el relacionado con el mando y la toma de decisiones.

En el último párrafo del libro Slavoj Zizek, refiriéndose al movimiento indignado en Grecia, describe los "límites de la autoorganización" así: "los manifestantes mantienen un espacio de libertad igualitaria, sin autoridad central que lo regule, un espacio público donde a todos se les asigna el mismo tiempo de intervención, y así sucesivamente". Termina su artículo, y el libro, indicando que para "imponer" una reorganización de la vida social se necesita "un organismo fuerte, capaz de tomar decisiones rápidas y ponerlas en práctica con todo el rigor necesario". Por descontado, el movimiento indignado constituye un "organismo fuerte", aunque no una "organización", pero mi interpretación, quizá "abusiva", de lo que dice Zizek es que lo necesario es un "órgano" fuerte, especializado, una "autoridad central" en definitiva. No comparto esa estrategia de "mando central" incluso si fuese "eficaz", pero, además, es muy discutible que ese tipo de "organismo" sea "capaz de tomar de decisiones rápidas", salvo que tenga una estructura muy dictatorial, y más aún que sea capaz de transmitirlas de forma rápida y efectiva.

Por su parte, Cinzia Arruzza critica las consecuencias paralizantes de los mecanismos consensuales, pronunciándose abiertamente por la "votación mayoritaria" como forma adecuada de toma de decisiones. Eso, sin duda, es muy diferente a la añoranza de una "autoridad central" presente en el texto de Zizek, asemejándose más a la idea zapatista de "mandar obedeciendo", pues, en definitiva, implica un mecanismo de "mando" pero no necesariamente un "grupo de mando". La propuesta de Cinzia no se sitúa al margen de la dinámica asamblearia, sino en su seno. En definitiva, trata de eludir que los "radicalmente en contra" minoritarios puedan paralizar la capacidad de decisión. Sin embargo, aunque el recurso a la votación mayoritaria es y será necesario en instituciones o instancias de gestión social, tengo muchas dudas de que haya que recurrir a él, salvo para detalles técnicos, en el seno de los movimientos indignados, que no son "organismos de poder" ni de "gestión social" sino expresiones sociales difusas de lucha y resistencia contra el orden injusto existente, expresiones en las que caben puntos de vista muy diferentes y que responden ante todo a impulsos éticos y de protesta.

Tanto algunas de las reflexiones presentes en el texto del colectivo Madrilonia como la referencia hecha en la introducción del libro a que "nos federamos sin centros únicos de mando" podrían inspirar otras vías, sin que con ello quiera atribuir lo que voy a decir a los autores de esos textos, cuyo opinión al respecto desconozco. Efectivamente, creo que la idea de federarse sin centros únicos de mando es extremadamente acertada, como descripción de lo que está emergiendo y también como proyecto de lo que queremos hacer emerger. La experiencia 15M en España muestra una vía que sale de los dilemas tradicionales, desde luego sin "autoridad central" de ningún tipo, una vía en la que el consenso sería un esfuerzo deliberativo para alcanzar una posición compartible por todas y no una forma de veto, y en la que no sea preciso etiquetar con una identidad aquello que sólo comparte una mayoría que gana una votación. Esa vía es la de la congregación, una vía que ha permido, por ejemplo, que el "magma 15M" diese en ocasiones respuestas extremadamente rápidas y masivas, en muy pocas horas, lo que ya tenía algunos precedentes (por ejemplo, lo ocurrido en Madrid el 13 de marzo de 2004). Sobre un tejido relacional muy amplio en el que fluyen todas las propuestas, sin filtro, cada persona, grupo de personas, asamblea, comisión, grupo de trabajo, colectivo, etc., puede difundir la propuesta que quiera, dando lugar a un proceso de congregación en torno a ella, a su preparación y a su ejecución, en una vía que es muy democrática y que ha demostrado sobradamente su eficacia. Por descontado, no digo que todo puede hacerse así (por ejemplo, una huelga general no puede montarse así, salvo en circunstancias muy especiales en las que pueda estallar una "huelga salvaje") ni en todo lugar (las cosas son más complicadas en situaciones dictatoriales y de represión armada), pero creo que es una de las grandes experiencias nacidas en los últimos años.

Otras muchas problemáticas de interés están presentes en el libro, sin cerrar nada sino abriendo puertas a un "ir más allá". Por ejemplo, me ha parecido sumamente interesante lo que Sanda Ezquerra dice respecto a los límites de estrategias basadas en "salirse del sistema" y "vivir fuera de él"; aunque, por otra parte, no veo claras sus reflexiones finales, quizá propensas a atribuir al 15M tareas análogas a las que hace algunos años creíamos que eran propias de la "izquierda revolucionaria". También me ha motivado la visión transnacional aportada por Esther Vivas y Josep Maria Antenas, así como su interesante contraste entre las condiciones de movilización en la calle y en las empresas. Muy recomendable me resulta el texto de Santiago Alba sobre las rebeliones árabes, con el que comparto mucho y difiero en algo, siendo quizá lo más singular su manera de abordar los éxitos islamistas en los procesos electorales.

En fin, hay mucho más, pero debo terminar como empecé: es un libro muy recomendable. "Incompleto", porque esta reflexión no admite confines. Quizá su mayor "defecto" sea que sólo un 15% de las autorías individuales corresponda a mujeres, pero sospecho que esto no es voluntad de los editores sino reflejo de problemas presentes en el mismo movimiento del que el libro habla.
Un libro a leer y un libro a "ocupar", pues de eso se trata, de que quienes lo leemos nos encarguemos de utilizarle para hacer crecer "cachivaches mentales" de todo tipo en el espacio simbólico creado con él y más allá. La ocupación de las plazas y calles del mundo ha sido la consecuencia de una decisión colectiva de ocuparse del mundo.


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