Trasversales
Lois Valsa

PHE12 (PHotoEspaña 2012): Hauswald

Revista Trasversales número 26, julio 2012 (web)

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Con mis fotos he pretendido mostrar las contradicciones entre lo que pretendía el Partido y lo que era la realidad (Harald Hauswald)

Entre la enorme cantidad de exposiciones que se presentan en Madrid (y en otras ciudades) en este festival internacional de fotografía y artes plásticas (del seis de junio hasta el 22 de julio), me ha llamado la atención una que se ofrece, en la sección Openphoto, en el Goethe Institute (del 08/06 al 20/07 de 2012). Esta exposición se dedica a una Agencia berlinesa de fotografía, OSTKREUZ, que, tomando como ejemplo a la mítica Agencia Mágnum, se fundó en Berlín en 1990 con siete miembros como asociación de fotógrafos. El nombre de esta agencia, hasta este momento para mí desconocida, está tomado del nombre de una estación de trenes berlinesa que recuerda, por su forma, a la rosa de los vientos.
Pero de las cuatro perspectivas de dicha agencia OSTKREUZ que se ofrecen en esta exposición no voy a referirme a ninguna sino que voy a tratar sobre un video paralelo y, a mi manera de ver, muy significativo sobre uno de los miembros de dicha agencia, el fotógrafo Harald Hauswald que fue cofundador de la agencia y que es uno de los fotógrafos alemanes más importantes. Lo hago porque en este video en el que Hauswald nos habla de su acercamiento y de su visión de la fotografía se convierte al tiempo en un interesante documento sobre la vida en la RDA antes de la caída del Muro. Un documento, por otra parte, que podría ser complementario de la conocida película La vida de los otros que nos hablaba también sobre ese mundo cerrado, controlado y vigilado de un país totalitario. Este video consiste en una charla de Marc Thümmler (“Soy una persona muy curiosa”) con el fotógrafo realizada en 2008 (aunque al final la edición es de 2010). Nos habla de su llegada a Berlín Este donde se sentía más libre que en el resto de la República. En una especie de epílogo del video nos habla también de su forma de ver la fotografía y lo que significa para él.

Una diferencia importante de este video, además del tiempo ya que dura solo media hora, con aquella película es que el protagonista aquí habla en un tono directo y desenfadado sobre la asfixiante situación que se vivía, y que él vivió en primera persona, en aquella época. Hauswald narra, con humor e ironía, su vida y su evolución fotográfica que propiamente se inició con su trabajo de repartidor de telegramas en la que llevaba su cámara para luego pasar a fotografiar todo tipo de eventos y finalmente fotografiar los partidos de fútbol gracias a lo cual le dieron una beca. A lo largo de su distendida conversación vamos sintiendo, quizá por su abierta sinceridad carente de cualquier resentimiento, sus estados de ánimo que pasan de la alegría de un hombre lúdico que se ríe con ganas de la estupidez del sistema a la indignación y a la frustración por la falta de libertad de este país totalitario (“me sentía encerrado en mi país”).

Un momento importante del video es aquel en el que muestra su impotencia (“me sentía impotente”) ante la invasión de su intimidad (“era humillante”) para registrar su piso (“protocolo de registro e incautación”), escena que se veía también en un momento de la película antes citada. Si por un lado se ríe de los engaños a los que sometía a sus dos o tres seguidores (uno en coche y dos a pie), por otro expresa su miedo ante lo que podía pasar en cualquier momento expresando así su fragilidad ante un sistema despótico e imprevisible. El fotógrafo se emociona al recordarlo. Los controles de la policía secreta, la Stasi, eran permanentes, además de los informantes infiltrados entre la población (se van mostrando los informes del “ciclista” que era como le llamaban en ellos). Curiosamente, uno de los lugares de libertad ante el acoso policial eran ciertas iglesias (“la iglesia era el lugar más libre”), tanto para ensayar conciertos de variada índole como por su tarea opositora y resistente, y que era dónde podía hacer la mayoría de sus exposiciones.

Hauswald aguantó este sistema hasta la caída del Muro y luego siguió viviendo allí a pesar de ser reconocido en Francia (nos cuenta cómo el ministro de cultura francés invitó a 200 artistas alemanes, entre los que se encontraba él, para hacer una exposición en una galería de La Villette) y otros países. Al tiempo también señala los cambios en relación a la censura, cada vez menor, que se iban produciendo dentro del país, en el que a pesar de la prohibición de la revista “Sputnik”, un periódico (“Sontag”) del régimen acabó publicando sus fotos en 1988. Escuchando una emisión de radio cuenta también con gracia las alabanzas que recibió en Occidente por la publicación de un libro suyo de fotos en la que el locutor aprovecha para criticar el estado policial de la RDA ensalzando la postura crítica del fotógrafo lo que a él le hace mucha gracia y muestra discrepancias. Este libro, según el fotógrafo, más que mostrar las fotos profundizaba en las contradicciones de aquella época y su absurdo. Por último, Hauswald nos habla de cómo, después de la caída del Muro, pasó de una fotografía con más interés político que a él lo liberaba de las constricciones reales a unas fotos más libres sobre lo que le interesaba y tenía curiosidad. Al tiempo iban aumentando sus trabajos para la RFA primero sobre la RDA y luego sobre otros países. En el fondo se muestra orgulloso de no tener que “reorientarse” como otros muchos.

Una de las cosas que más me interesa en relación al video de esta exposición del que he hablado es ver cómo aquel régimen totalitario “criminalizaba” ciertas posturas y ciertas actitudes de la gente que no tenían nada de delictivas y que es de lo que más se indigna su protagonista (“criminalizaban algo que no era ilegal”). Porque hoy día, en la democrática España, en la que un Partido tiene todos los poderes, también se “criminalizan ciertos actos y ciertas actitudes”. Por ejemplo, en el caso de los sabotajes del Metro de Madrid. La señora delegada del Gobierno de la Comunidad de Madrid ha ligado, con ayuda de mandos de la policía, y algunos medios de comunicación los sabotajes del metro con un grupo de música de hip-hop, con el resistente barrio popular de Lavapiés (para el que está preparando, además del plan de seguridad ya en marcha, un Plan Integral), con el 15M, a la vez que dice que un grupo de dicho movimiento ha denunciado a los autores del sabotaje. ¿No parece risible la parafernalia con qué pusieron ante las cámaras, después de muchos días, el momento de la detención de los “criminales”? ¿No resulta curioso el afán de juntar a diferentes “revoltosos” en el mismo saco? ¿No les suena esta postura a un intento de criminalización de ciertos grupos disidentes? A lo que se ha añadido la “guerra” vecinal a La Tabacalera (ABC, 28/06/2012). ¿No les resultan más propias de un “estado policial” sobre todo teniendo en cuenta las actitudes violentas de algunos grupos de la policía que ni siquiera son bien vistas por la Institución?
 

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