Trasversales
Armando Montes

Elecciones en Cataluña: reflexiones optimistas

Revista Trasversales número 27,  noviembre 2012 (web)

Textos del autor
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Lo ocurrido en las elecciones catalanas del 25N2012 difiere mucho de un pronóstico previo bastante extendido, según el cual en estas elecciones se iba a difuminar el conflicto social, dando una victoria abrumadora al nacionalismo catalán más conservador, ejecutor de furibundos recortes sociales y partidario de un modelo socioeconómico y laboral muy similar al del PP, pero envuelto para la ocasión en la bandera de la independencia. Incluso se llegaba a sugerir que los dos partidos más votados podrían ser CiU y PP, en mayor gloria de las "tijeras".

A mi entender, ese pronóstico se basaba en una caracterización equivocada de la movilización del 11 de septiembre en Cataluña y en una minusvaloración de la influencia que tendrían sobre los resultados electorales la HG14Nov2012 y las luchas sociales en curso. Tras las elecciones, propongo una lectura de los resultados de las elecciones catalanas moderadamente positiva, no tanto institucionalmente como desde el punto de vista de lo que indican respecto al enfrentamiento social con la ofensiva de las élites políticas y económicas contra el bienestar y los derechos de las gentes. Todo lo dicho aquí se hace con la prudencia obligada a quien no vive el día a día catalán, pese a haber vivivo algunos años allí -hace mucho tiempo- y retornar todos los años a esas queridas tierras, es decir, a sus queridas, amables y acogedoras gentes (por descontado, hay de todo, como en todo lugar, pero esa es mi experiencia vital más frecuente). Digo lo que opino, pero sé que puedo estar equivocado.

Los "datos" (leídos subjetivamente)

Los fenómenos "cuantitativos" más significativos de estas elecciones y las modificaciones en las tendencias generales pueden abordarse desde una perspectiva doble, que tome en cuenta lo social y lo territorial, cuyas convergencias y antaganismos generan en Cataluña un espacio político-institucional muy complejo. En lo que sigue, agruparé las fuerzas políticas en "bloques" transversales, entendiendo por ello la existencia de ciertas afinidades entre personas que votan a tales o cuales partidos, sin afirmar con ello alianzas organizativas o su posibilidad.

a) Un alto índice de participación electoral (1), posiblemente debido a la incorporación de dos franjas antes "abstencionistas", una de ellas "españolista", la otra formada por un magma de activismo social y sectores muy críticos poco proclives a las fuerzas políticas tradicionales y a expresarse con el voto.

b) Un fuerte crecimiento de los votos de izquierda (2), en el sentido coloquial y no "esencialista" del término (PSC, ERC, IC-V y CUP), con retroceso del PSC y un gran ascenso de las "otras izquierdas", incluyendo la entrada de la CUP en el Parlament, que es la principal novedad en el mapa institucional.

c) Un significativo refuerzo de los votos "recentralizadores" o del "nacionalismo español" (3), captados por Ciutadans (C's), PP y, en muchísima menor medida, PxC (extrema derecha) y UPD. La gran mayoría de ese crecimiento deriva del ascenso de C's. La extrema derecha retrocede. No obstante, el peso de este "nacionalismo español" sigue siendo pequeño, menos de un voto de cada cuatro.

d) El nacionalismo catalán independentista (CiU, ERC y SI, en cierta medida también la CUP), no se ha beneficiado "globalmente" y cuantitativamente de la oleada catalanista que muchos esperaban, pues sube algo en votos, pero retrocede en porcentaje y escaños (4). Se produce una muy importante redistribución, pues SI se queda sin representación, CiU tiene una fuerte caída, más llamativa en escaños y porcentaje que en votos, y ERC un gran ascenso. No obstante, no es irrelevante y tendrá consecuencias políticas el que las dos primeras fuerzas del Parlament sean nacionalistas catalanas cuando antes lo eran la primera y la quinta. El signo de esas consecuencias dependerá en gran parte de si ERC opta por apoyar a CiU o por liderar la oposición parlamentaria a Mas.

e) La derecha (PP, CiU, PxC), tomada en su conjunto, sufre una importante caída (5) en representación parlamentaria, aunque el PP avanza algo y CiU y PxC retroceden. El PP catalán se ha beneficiado coyunturalmente de la concentración mediática pre-electoral sobre el tema "territorial" y del papel amortiguador de CiU como referencia principal de los recortes en Cataluña.

f) El importante crecimiento de la "otra izquierda" y el avance significativo del bloque "recentralizador" no puede ocultarnos dos hechos "absolutos": en el Parlament sigue habiendo mayoría absoluta derechista (CiU+PP = 69) y nacionalista catalana independentista (CiU + ERC + CUP= 74), aunque cuantitativamente más débiles que antes.

Impresiones

Mi valoración de lo ocurrido es moderadamente positiva, como dije al comienzo. Considero que lo ocurrido el 25 de noviembre ha sido preparado y moldeado en gran medida por dos grandes intervenciones de la sociedad desde abajo: el 11 de septiembre y el 14 de noviembre. No contar con ellas sino sólo con la parafernalia y el griterio de la "política oficial" y los alardes de banderas ha conducido a muchas profecías fallidas. Lo más positivo de todo no tiene que ver con la articulación institucional en que esto derive, pues vaya usted a saber qué terminan haciendo los partidos, sino la ebullición social que los resultados electorales reflejan y la insinuación de las posibilidades que se están abriendo.

La convergencia de ambas dinámicas de movilización social le ha estallado en la cara a Convergencia, a Artur Mas, a CiU. Se han equivocado 100%. El 11 de septiembre expresaba una radicalización del nacionalismo catalán ciudadano, terreno más favorable para ERC que para la tibieza y el mercadeo propio de CiU. El 14N, en el que se concentró y resumió la lucha contra los recortes sociales, ha reavivado el recuerdo y la llama de las agresiones articuladas por el gobierno de Mas, favoreciendo el voto a IC-V y a la CUP. Por descontado, CiU sigue siendo, con diferencia, el partido más votado y arraigado en Cataluña, pero ha tenido un serio retroceso, no demasiado grave en número de votos pero sí en porcentaje y en cuanto a dificultades y dependencias para la gobernabilidad. El biombo de humo no ha funcionado, por dos razones: porque no ha podido tapar el lado que se quería ocultar, lo social, y porque no ha satisfecho a muchas de las personas interesadas en el lado que quería dejar a la vista, la cuestión territorial.

Ese retroceso de la derecha catalanista no ha ido acompañado, lamentablemente, de un retroceso de la derecha españolista. A muchas amigas y amigos les sorprende y preocupa que el PP haya mejorado sus posiciones: unas cuantas decenas de miles de votos más, unas pocas décimas de porcentaje más, un escaño más, aunque ha retrocedido en el ranking parlamentario, pasando de ser el tercer grupo a ser el cuarto, cuando aspiraba a colocarse como segundo. No se puede ignorar que los resultados le dan cierto respiro, como ocurrió con las elecciones gallegas, y muestran que la traducción de la creciente desconfianza social hacia el PP en una caída electoral es más lenta que, por ejemplo, en el caso del PSOE, para el que la contradicción entre los dichos y los hechos resulta mucho más irritante entre sus votantes que entre los del PP. Ahora bien, hay que tomar en cuenta ciertas peculiaridades, pues el gobierno de CiU ha protegido al gobierno central haciendo para éste de colchón amortiguador de los golpes enviados desde el movimiento social.

El electorado catalán del PP está bastante más escorado hacia la derecha ideológica que el de otros territorios, lo que le da una alta fidelidad, y la irrupción del debate territorial y la campaña mediática que le ha acompañado, hinchada intencionadamente tanto por CiU como por PP, ha inclinado hacia éste a algunos sectores antes abstencionistas o a votantes más conservadores del PSC, aunque es muy significativo que el flujo de nuevos votos hacia las candidaturas "recentralizadoras" haya beneficiado muchísimo más a Ciutadans, no tan implicada en los recortes, huyendo incluso bastantes miles de votos desde el PP a Ciutadans.

Pienso que sería un error interpretar los resultados del PP en Cataluña como el final del proceso de deslegitimación social del actual Gobierno. No creo que se haya parado la corriente de fondo de desgaste del PP (ni la del PSOE tampoco), ni en Cataluña ni en España. Esto está empezando. Incluso en el terreno electoral. Se equivocan quienes miden la fortaleza del PP en ese terreno por la ventaja que saca a un PSOE que se está desmoronando y que, al menos durante muchos años, no podrá superar a la derecha tradicional en las urnas. La amenaza electoral al PP viene de fuera del PSOE, del flujo de votantes hacia otras alternativas. El esquema bipartidista no funciona.

Tampoco creo que el lígero avance electoral del nacionalismo español y el estancamiento del nacionalismo catalán signifique que se haya apagado el "espíritu del 11S". Las relaciones entre Cataluña y España siguen planteadas con fuerza en la agenda política, al fin y al cabo los votos "recentralizadores" no llegan al 23% en Cataluña. Si las fuerzas que se declaran independentistas suman 74 de los 135 escaños del Parlamento, las fuerzas partidarias de la capacidad de la población catalana a decidir al respecto, llegan a 87 escaños, con IC-V, mientras que el PSC se encuentra en una complicada nebulosa pues, como en tantas otras cosas, no logra presentar un proyecto claro y, sobre todo, creible. El problema está sobre el tapete. Desde Cataluña puede abordarse de dos maneras: a la CiU, sacando de paseo al "lobo" cada vez que toca negociar cualquier otra cosa con el Estado, o tomándoselo en serio y abordándolo de una vez por todas. Desde España, puede abordarse también de dos maneras: a la PP, empeñándose en reivindicar la españolidad obligatoria de un territorio con cuyos habitantes simpatiza poco, o buscando soluciones y tratando de convencer a la población de que es muy difícil encontrarlas sin reconocer el derecho a la secesión de Cataluña si sus habitantes lo desean.

Y entro ahora en lo que me parece más importante: la batalla social. Ésta no deriva de la competencia electora, sino que la precede. El conflicto social es mucho más profundo, arraigado y determinante a medio plazo que los vaivenes electorales. Éstos reflejan las luchas sociales, pero de manera parcial y distorsionada. El ámbito de la participación en las luchas sociales no coincide exactamente con espacios electorales dados. En las luchas sociales contra los recortes están participando en toda España votantes del PP y en Cataluña están participando votantes de CiU. Para evitar sectarismos y para contribuir a la transformación de mentalidades hay que manejar con sumo cuidado los prejuicios "ideológicos" en el terreno de la vida cotidiana. En la alianza social que hay que construir desde abajo contra la ofensiva de las élites el criterio decisivo es la voluntad de responder a los recortes, de actuar. Por abajo, no hay que desechar, hay que unir, hay que convencer y hay que saber aprender. A la vez, hay que separarse políticamente de las élites económicas y políticas, de los partidos que son sus cómplices descarados, de quienes propician y participan en la mayor operación de saqueo capitalista que hemos visto desde la instauración del actual régimen parlamentario en España.

Dicho esto, la lucha social se ha reflejado en las elecciones catalanas. Sin ella, no sería comprensible el avance de IC-V, que ha aumentado un 55% sus votos, ni menos aún la irrupción de la CUP en el Parlament. Tampoco ERC habría crecido tanto, ya que los recortes han sido un factor decisivo en el desgaste de CiU y la movilización independentista del 11S también fue una expresión de lucha social y de cuestionamiento del régimen político vigente.

Institucionalmente, el avance electoral de las izquierdas catalanas es expresión específica de un proceso en marcha, aunque sea en sus inicios: la recomposición y renovación del espacio electoral "de izquierda", que a su vez es inducida ante todo por la lucha social, que es el factor más condicionante de lo que ocurra en el próximo futuro. Lo ocurrido en Cataluña, junto a lo ocurrido en Galicia, donde hay que tomarse muy en serio la emergencia repentina de AGE, muestra que están teniendo lugar movimientos sísmicos. No son aún un gran terremoto, pero si hacen agitarse el esclerotizado escenario de las izquierdas institucionales.

La "otra izquierda" catalana ha crecido con una fuerte caída del PSC, lo que puede parecer normal pero que en realidad no lo es si añadimos que ha crecido bastante más que lo perdido por el PSC, circunstancia bastante extraordinaria. Son otros tiempos, lo imposible es posible, hay que arriesgar, hay que experimentar, hay que unir, hay que buscar puntos de encuentro, y a la vez hay que romper inercias, salir de la política desde arriba, generar procesos desde abajo. No hay recetas, pero hay que intentarlo.

ERC es la izquierda institucionalmente más sólida en este momento, no sólo porque tiene un escaño más que el PSC aunque haya obtenido algunos votos menos, sino también porque está en alza y conecta con el "espíritu del 11S", mientras que el PSC está sumergido en la misma crisis de identidad que recorre a todo el PSOE, que puede agudizarse con el nuevo escándalo surgido en Sabadell, cuyo resultado final ya veremos pero que de momento huele muy mal. Desde el punto de vista de los intereses sociales, sería muy útil que ERC asumiese el papel de oposición a CiU y que lo simbolizase, en vez de convertirse en su aliado preferente, anunciando su propia aspiración a presidir la Generalitat, solicitando para ello el sosten de PSC, IC-V y CUP; efectivamente, eso no da un mayoría suficiente, pero tampoco la tiene CiU por sí sola, y sea cual sea el resultado final de la operación reforzaría las dinámicas de cambio. No puede ignorarse que hay fuertes distancias entre todas esas fuerzas, entre las que un pacto de gobierno sea posiblemente impensable e incluso poco conveniente, pero el apoyo a una propuesta de investidura no requiere un pacto de gobierno, ni siquiera un programa común, basta un simple "mejor éste que aquel" sin más compromiso que ése. Y ahora mismo una candidatura a la presidencia de Generalitat de ERC es mucho mejor que una de CiU. Pero dudo de que ERC vaya a asumir esa estrategia tan enfrentada a CiU, de que el PSC se decidiese a apoyar una candidatura de ERC (más tras el abandono del PSC por algunos de sus sectores más catalanistas), etc. Tal vez lo más realista que se pueda desear, en el ámbito institucional, es que IC-V y CUP, desde su autonomía propia, establezcan relaciones de colaboración parlamentaria, promuevan iniciativas conjuntas y se comprometan a llevar al Parlament la voz de la calle y de las luchas sociales, lo que ya sería un gran paso adelante y permitiría fortalecer ambas formaciones e incluso pensar en su contribución a una amplia "Syriza" catalana, de una Alianza Catalana de Izquierdas.

En todo caso, creo que hoy están sobre la mesa planteados dos ejes de encuentro en Cataluña: a) el rechazo de los recortes sociales y políticas fiscales y económicas que fomenten una redistribución de la riqueza que permita mantener los derechos sociales fundamentales; b) la exigencia de que se reconozca a la población de Cataluña el derecho a articular mecanismos para decidir si quiere seguir o no en España y para llevar adelante lo que decidan (6).

La lucha sigue, acierten o no las izquierdas catalanas organizadas. Pero si aciertan, mejor. Ese es mi deseo desde lejos. Vivo en Madrid y me planteo: sin cejar en la acción social y sin copiar, ¿qué podemos hacer por aquí para que las próximas elecciones tengamos algo a lo que votar sin rabia, aunque sea también sin demasiado entusiasmo? ¿qué podemos aprender de lo ocurrido en Grecia, en Francia, en Galicia, en Cataluña? Difícil lo veo, porque aquí el peso de los aparatos y su conservadurismo es terrible, pero algo deberíamos intentar.

NOTAS

(1) La participación ha sido casi de un 70%, la mayor alcanzada en elecciones al Parlament de Catalunya. Once puntos más que en 2010 y en cinco más que la participaciòn maxima en las elecciones previas, alcanzada en 1984. Han votado unas 535.000 personas más que en 2010. Más llamativo es que la participación ha superado incluso a la que hubo en las elecciones generales de 2011. Curiosamente, algunas decenas de miles de votantes de CiU en 2010 decidieron esta vez abstenerse (Metroscopia, El País, 27/11/2012).

(2) PSC, ERC, IC-V y CUP suman medio millón de votos más que PSC, ERC, IC-V y Des de Baix en 2010, lo que representa un incremento del 45%, pasando, en términos porcentuales, de un 33% a un 42%, aunque este mayor "peso" de la izquierda sigue estando muy lejos de sus mejores momentos. En escaños, este "bloque" sube de 48 a 57 (PSC -8, ERC +11, IC-V +3, CUP +3), siete más de los que tiene CiU. Es muy importante la redistribución de los pesos relativos: el PSC ha perdido en torno al 9% de sus votos (un 43% respecto a las elecciones generales), mientras que las otras izquierdas han subido, en conjunto, del orden de un 115%, más que duplicando sus resultados de 2010. Si en 2010 el PSC captó en torno al 56% de los votos de izquierda, ahora sólo ha captado el 35%; esta situación no es achacable totalmente a las peculiaridades catalanas, el PSC es arrastrado hacia el fondo por la misma crisis del PSOE, recordemos que si el PSC ha perdido un 43% de votos respectos a las generales de 2011, el PSG perdió en las recientes elecciones gallegas un 35% y el PSE-EE un 16% en las vascas.

(3) El "bloque" C's, PP, PxC y UPD han aumentado, respecto a 2010, unos 250.000 votos, un 43% más, y unos cuatro puntos porcentuales (de un 18,5% a un 22,5). Al parecer, en torno a un 70% de los nuevos votos obtenidos por PP y C's no procederían de votantes de otras formaciones con representación en 2010 (Metroscopia, El País, 27/11/2012), siendo por tanto bastante verósimil que gran parte de su avance se deba a la participación de una franja de población más o menos "españolista" habitualmente abstencionista en elecciones catalanas pero "asustada" ante el discurso independentista. También en este caso es relevante la distribución interna dentro de este bloque. La extrema derecha ha perdido un 20% de votos, el PP ha tenido un 22% de votos más, aunque en porcentaje sólo ha pasado del 12,4% al 13% y ha perdido un 34% de votos respecto a las generales de 2011. Ciutadans y UPD han crecido en votos en torno al 160%. En cuanto a escaños, este bloque "recentralizador" ha pasado de 21 a 28 (PP +1, C's +6). En torno al 70% del crecimiento en votos de este bloque se debe al crecimiento de Ciutadans: posiblemente, una buena parte de los nuevos votantes de Ciutadans sean "españolistas" pero discrepantes de los recortes sociales, por lo que no optan por el PP.

(4) El bloque nacionalista catalán CiU, ERC y SI gana unos 90.000 votos (222.000 si contamos la CUP), baja en porcentaje (de un 50% a un 45,6%, o a un 49,1% si contamos la CUP) y pierde escaños (pasa de 76 a 71, o a 74 contando la CUP: CiU -12, ERC +11, SI -4, CUP +3). La redistribución es muy fuerte, ya que CiU ha perdido 12 escaños, casi 90.000 votos y unos 7,5 puntos porcentuales, reforzándose ERC, que ha subido un 126% sus votos y casi 7 puntos porcentuales.

(5) El bloque derechista pierde unos 20.000 votos, 11 escaños (CiU -12, PP +1) y ocho puntos porcentuales (del 53,2% al 45,3%). En votos, PxC pierde un 20% y CiU un 7,5%, mientras que el PP gana un 22%, aunque pierde un 34% respecto a las elecciones generales de 2011.

(6) Ver mi nota "La cuestión catalana", en http://www.trasversales.net/t27amcat.htm; personalmente, creo que la fórmula "derecho a secesión" es mucho más clara, contundente, incluyente y correcta que la de "derecho de autodeterminación", ya que si un territorio puede decidir separse y decide no hacerlo en realidad no podrá después "autodeterminarse", salvo que más adelante opte por independizarse, pues en el marco de un Estado común hay asuntos comunes que ni pueden y deben decidirse unilateralmente.



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