Trasversales
Beatriz Gimeno

Díaz Ferrán y los negocios

Revista Trasversales número 27, diciembre 2012 web)

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Las informaciones publicadas estos días insisten en que Gerardo Díaz Ferrán fracasó en los negocios, y que esa es la razón última de que se pasara “al otro lado de la ley” y finalmente acabara en los calabozos. Yo, en cambio, leyendo lo que estoy leyendo en estos días tengo otra manera de verlo. Más bien creo que Díaz Ferrán tuvo muchísimo éxito en sus negocios. Millones de euros en efectivo y en cuentas en Suiza, y “una cantidad ingente de casas, apartamentos, locales, terrenos rústicos y un yate”… no me parecen a mí las consecuencias de un fracaso. Creo más bien que hundir empresas y quedarse con el dinero correspondiente era, precisamente, el gran negocio de Díaz Ferrán y ahí ha tenido un éxito considerable. ¿Para qué invertir en mejorar la empresa o en mantenerla? ¿Para qué pagar a los trabajadores o a los acreedores? ¿Para qué pagar impuestos o proporcionar a los clientes el servicio que éstos han comprado? ¡Menudo gasto, cuando puedes, simplemente, quedártelo todo! Claro que no es fácil, claro que requiere una planificación rigurosa, un plan detallado, incluso puede que una inversión previa, pero los buenos sinvergüenzas lo consiguen; como dicen los neoliberales, el que se esfuerza, trabaja y tiene iniciativa, lo consigue. Díaz Ferrán es una muestra.

Es sorprendente lo que hay que saber y el trabajo que hace falta para quedarte con la pasta, pero lo estoy aprendiendo ahora que leo los negocios B de todos estos ricos, desde Ruiz Mateos, los de la Gürtel, este mismo Díaz Ferrán, constructores, alcaldes, evasores, concejales… hay tanta gente trabajando en la corrupción que el fiscal anticorrupción no da abasto: contratos falsos, créditos ficticios, sociedades instrumentales, sociedades pantallas, fondos buitre, contabilidades dobles o triples e incluso, como estoy leyendo, detectives, chantajes, amenazas, extorsiones… no es como estar de vacaciones, desde luego. Así que me parece a mí que el verdadero trabajo de Díaz Ferrán, como el de todos los empresarios corruptos, no era que viajes Marsans funcionara o que Air Comet llevara pasajeros de un lado a otro; eso, como estamos aprendiendo, casi podríamos decir que es cosa de empresarios pobres e incluso fracasados. El verdadero trabajo de empresarios como Díaz Ferrán es quedarse con el dinero. Lo que le pasa a Díaz Ferrán es que no era nada discreto, se le notaban mucho sus pretensiones que no eran otras que extender su manera de entender el negocio a toda la sociedad. Lo dejó bien claro cuando vino a decir: “si no se paga a los trabajadores o se les paga mucho menos, los empresarios ganaremos mucho más”. Y él, que no pagó a nadie, ganó mucho.

Así que hasta el momento en el que el juez apareció no creo que se pueda decir que Díaz Ferrán fracasó en nada. Más bien, visto su patrimonio, esto es un éxito personal para él y también es una muestra del éxito que tiene en la actualidad una manera concreta de entender los negocios, de entender la política, la economía, las relaciones sociales, la ley, la vida… que no es sólo propia de Díaz Ferrán, sino de toda una casta de empresarios que andan con sus dineros en Suiza y en paraísos fiscales varios y a los que lo único que les importa es multiplicar su fortuna como sea, a costa de lo que sea. Aquí sólo fracasa la democracia, la justicia y el estado de derecho y con este fracaso perdemos el 99% de la población que no somos ricos. Si al final Díaz Ferrán ha fracasado o triunfado, ya lo veremos. Por ahora hay jueces que persiguen ese tipo de “negocios”. Luego están los gobiernos, el del PSOE indultando banqueros y éste indultando lo que se tercie, que son los que deciden si estos delincuentes van a la cárcel o a un spa en las islas caimán. Raro sería que este señor que ha donado tanto dinero al Partido Popular vaya a la cárcel porque ya todo se compra, incluso los indultos. Díaz Ferrán ha comprado varios indultos, y de los buenos. Así que me parece a mí, que tras un periodo de penitencia le veremos como a Mario Conde, como a Berlusconi, o como a Adelson, no sólo saltándose las leyes sino haciéndolas o pretendiendo hacerlas.



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