Trasversales
José M. Roca

Hedor a gran altura

Revista Trasversales número 27, enero 2013 (web)

Textos del autor
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El conocimiento de que el extesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, dispone de 22 millones de euros en cuentas secretas en Suiza, que ha derivado otras sumas a Estados Unidos, que se ha acogido a la amnistía fiscal decidida por el ministro de Hacienda para blanquear 10 millones de euros, que altos cargos del Partido han cobrado durante años sobresueldos en dinero negro, que van de los 5.000 euros a los 15.000 euros mensuales, y que se han repartido propinas menores a otros militantes, son hechos publicados por la prensa, que, de probarse como ciertos, y parece probable que así sea, revelan que el partido del Gobierno está hundido en la corrupción.

Los viejos y nuevos casos de corrupción en Castilla-León, Galicia, Baleares, en Valencia, Castellón y Alicante; en Murcia, Madrid (Ayuntamiento y Comunidad) y las extensas ramificaciones del caso Gurtel, que es, mientras prosigue la investigación, el mayor caso de corrupción conocido hasta hoy en España, no son anomalías locales toleradas por la dirección, sino una manera de financiar el partido y, de paso, a muchos dirigentes nacionales, autonómicos y locales, cuya práctica sigue. Y ahí están los casos recientes de José Luís Baltar, el cacique orensano, acusado de dar empleo a más de cien personas afines al partido, que no ha podido ser sometido a una comisión de investigación a causa del veto de la mayoría “popular” dirigida por su hijo, que le ha sucedido en la presidencia de la Diputación de Orense, y el caso de Angel Currás, alcalde de Santiago que ha dejado el cargo por presunta adjudicación a un grupo empresarial. Currás sucedió en el cargo a Gerardo Conde, también del PP, forzado a dimitir tras admitir un fraude fiscal por 290.000 euros. También es ilustrativo que el presidente de la Comunidad Valenciana no exija la dimisión de la diputada Milagros Martínez, para la que el fiscal ha pedido la semana pasada 11 años de cárcel y 34 de inhabilitación, por adjudicaciones irregulares a Orange Market, una de las empresa de la trama Gurtel. O el ático del presidente de la Comunidad de Madrid en Marbella, al parecer alquilado, pero recién comprado a una empresa extranjera bastante sospechosa, con un dinero que tampoco está claro de dónde ha salido. Es decir, los asuntos turbios y la poca disposición de denunciar a los corruptos y apartarlos de los cargos públicos siguen existiendo en el Partido Popular. No se ve rectificación alguna.

Las primeras respuestas dadas por los más altos responsables del partido al conocerse los “ahorros” de Bárcenas en Suiza, han sido las de siempre –“Ni vi, ni se me ofreció” (Sáenz), “No me consta” (Cospedal), “Nadie” (Floriano), “Tajantemente no” (Arenas), “Jamás” (González Pons), “Jamás” (Hernando), “Nunca” (Acebes)- y Rajoy, como siempre, se evadió, esta vez con una broma -“Sí, hombre”- y una frase de manual -“No me temblará la mano”-, que poco indica. Tampoco ha faltado la astuta opinión de Esperanza Aguirre -“Investigar a fondo, caiga quien caiga. Los políticos honrados existimos”- aprovechando la ocasión para borrar las sombras de su historial, ya que colaboradores suyos, nombrados por ella, están implicados en el caso Gurtel, y ella misma llegó a la presidencia de la CAM, gracias al voto de dos diputados socialistas corruptos (Tamayo y Sáez), pero la comisión de investigación no logró descubrir, como suele ser habitual en las que forma el PP, quienes fueron los corruptores.

Todo indica, y la entrevista de Cospedal en la SER, lo confirma, que intención de la dirección del PP es ponerse de lado, esperar a que escampe y, ante lo que pudiera ir saliendo a la luz, prepara la táctica de escurrir el bulto y ceñirse al precepto de no admitir responsabilidades, que es la marca de la casa, como ya ha ocurrido varias veces en Valencia, en Madrid, y ahora en el ayuntamiento en el caso del “Madrid Arena”, que sirve de escusa para saldar cuentas entre facciones del PP madrileño, pero donde oficialmente sigue imperando la opacidad sobre el contrato con la empresa Diviertt y sobre las obligaciones del consistorio.

Por el momento, lo primero es negar que se hayan cobrado sobresueldos en dinero negro, después desligar las actividades de Bárcenas de la financiación del Partido Popular, cuyas cuentas, según Cospedal, están en España, en bancos españoles, y en tercer lugar, blindar la dirección del partido a la asunción de responsabilidades. Si las cosas se ponen feas, porque aparecen pruebas o declaraciones de implicados, la dirección quedará exenta de culpas porque lo que vaya saliendo será responsabilidad de personas concretas. Los negocios de Bárcenas, no tienen nada que ver con las cuentas del PP, y las propinas a militantes serán actos de la peculiar generosidad de Bárcenas, que eran desconocidas por la dirección del partido.

Prefieren quedar como tontos y hacer creer que Bárcenas, como tantos otros, les engañó en su buena fe, pero así ni Rajoy, como presidente, ni el resto de la dirección “popular” asumen responsabilidad alguna en el asunto. Como en el caso de los recortes, del aumento del paro y del desastroso balance de su primer año de gobierno, ahora también la culpa será de otros. A lo mejor, hasta de Zapatero.



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