Trasversales
Vicent Álvarez

Un aniversario muy especial

Revista Trasversales, número 28, febrero 2013 (web)

Vicent Álvarez es abogado, fue defensor ante el Tribunal de Orden Público franquista en numerosas ocaciones, siendo él mismo encarcelado y procesado. Fue miembro del Consell Valencià de Cultura

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Estos días he recibido una carta de un antiguo compañero del combate contra el franquismo, y me permito reproducir una parte substancial del texto, pues creo que en estos momentos su testimonio, y comentario final, vienen muy al caso, veamos:

Quiero compartir este aniversario tan especial como es el del día de hoy contigo a través de este correo, dado que hoy, 11 de enero de 2013, hace 42 años que salí por última vez del Penal para presos políticos de Jaén; entré con 22 años y salí con 23, anteriormente había entrado en la cárcel de Barcelona en agosto de 1968 con 20 años y salí el 24 de diciembre (¡el día de mi cumpleaños!) de aquel año. En el periplo de ir a cumplir la condena al penal de Jaén, pasé por la cárcel de Torrero en Zaragoza (una semana) y en Carabanchel (10 días).

Mirar atrás y recordar lo vivido en mi última estancia carcelaria cumpliendo la condena impuesta por el TOP en 1969 es un recuerdo imborrable. En el Penal de Jaén viví el Proceso de Burgos de los 6 de ETA, las manifestaciones franquistas ante la cárcel en esas fechas pidiendo “Rojos al paredón” y nosotros desde dentro les respondíamos cantando La Internacional, viví, con un sentimiento y emoción difícil de describir hoy, la conmutación de sus sentencias a muerte y como miembro del Comité de Dirección de la prisión fuimos a comunicárselo a los 16 militantes de ETA que estaban en celdas de castigo, haciendo una huelga de hambre. Nunca olvidaré esas vivencias  que no recuerdo con tristeza ni rabia, sino como un inmenso sentimiento de profunda solidaridad fraternal entre hombres que, con ideologías distintas, luchábamos juntos contra la Dictadura franquista. No hay manera humana de que recuerde esos concretos momentos duros de mi vida con rencor, sino con un profundo sentimiento de vida, vivida con plenitud e integridad moral y de profundas y sólidas convicciones de que luchar contra la Dictadura y por la libertad era para mí, en esa etapa de mi historia personal, lo más importante de mi vida…

Salí el 11 de enero de 1971, empecé a trabajar a los pocos días y el 23 de febrero de eses año, a las 3 de la madrugada me vino a buscar la Brigada Político Social y los grises a mi casa para detenerme. Me escapé saltando por los patios del barrio de esas humildes casas construidas… por inmigrantes como mis padres que era dónde yo vivía (mi padre era albañil).

Mirar hoy hacía atrás y ver el tiempo y la historia personal y colectiva transcurrida en este país, me hacen afirmar dos cosas: Primero, no me arrepiento de la vida que tuve, ni de por qué luché, ni contra lo que luché; era por mi dignidad personal y por mis ideales de libre pensador, y la vida de plenitud espiritual y moral que ello me dio me compensa sobradamente de las penalidades, riesgos y carencias vividas. A nadie le reclamo nada, hice lo que creía que debía en conciencia hacer, y no esperaba ni espero agradecimientos sociales ni históricos, yo estoy en paz con mi conciencia y eso no tiene precio. Segundo, vivimos en un régimen de libertades democráticas, de libertades y derechos civiles, tenemos un Estado de Derecho y un Estado del Bienestar, somos parte integrante de Europa y del mundo democrático, y todo ello por si sólo merece todo lo luchado, pagado y vivido. Dicho esto, maldigo sin límites ni perdón posible de ningún tipo a todos esos políticos bastardos, amorales, mediocres, corruptos y profundamente incapaces, tanto desde el punto de vista de su incultura política como de su ignorancia e ineficiencia, como gestores del interés público, que están destrozando brutal y gravísimamente todo aquello por lo que un puñado (pocos, muy pocos) de mujeres y hombres lucharon con fe, con ilusión y dimos lo mejor de nuestras vidas cuando fue necesario”.

Hasta aquí el texto de mi amigo y compañero. Partiendo de que honra compartir ese aniversario, especial y significativo, creo que estas líneas refleja el sentimiento de indignación de mucha gente, no porque nos sintamos marginados, sino, porque el actual estado de cosas pone de manifiesto lo que ocurre cuando el compromiso político es substituido por la política como profesión de la que hay que sacar provecho, así como cuando los aparatos del partido recurren a una financiación fraudulenta.

Las nuevas generaciones deben aprender la lección, hay nuevas opciones emergentes que intentan reemplazar a las clásicas, pues bien, el recambio, exige ante todo, a mi juicio, recuperar el sentido del compromiso, es decir actuar no en función del cargo, de ser el o la líder indiscutible. Cuando en el año 1982 la izquierda llegó al gobierno, hubo muchos arribistas que buscaron acomodo, esa experiencia no debería repetirse. En cuanto a la derecha, la cosa esta bastante clara, siempre lo ha estado, pese a que la ciudadanía les pueda votar.

Sirva pues esta epístola para poner sobre el tapete la necesidad del compromiso, y la urgencia de cambios. Nos debemos indignar, y lo hacemos, pero hay que buscar formas de intervención institucional basadas en un regeneración de la actividad política, porque la presencia en ayuntamientos, parlamentos, y en general en todos los niveles representativos es importante, pese a la corrupción presente.