Trasversales
Jesús Jaén

La lucha de Sanidad en Madrid: sí se puede, ¿pero cómo se puede?

Revista Trasversales número 25 abril 2012

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Jesús Jaén es miembro del Movimiento Asambleario de Trabajadoras y Trabajadores de la Sanidad



Ha transcurrido un año desde que comenzó una auténtica batalla en defensa de la sanidad universal y pública. En estas líneas vamos a tratar de analizar la situación y plantear algunas propuestas.

La raíz del problema: la apropiación de la sanidad pública

La borrachera con la que el PP salió de las elecciones generales dio alas a su sector más ultra-conservador (los Neocoms made in spanish) para lanzar una ofensiva sobre los servicios públicos y, más en concreto sobre el sector sanitario. El Gobierno de Rajoy aprobaba primero el RD/16/2012 quebrando un principio de universalidad del sistema nacional de salud. A continuación, el Gobierno del PP en Madrid aprobaba la privatización de las 26 categorías profesionales no sanitarias. Estamos hablando ya del verano del 2012.

La bomba salta el 30 de octubre cuando Ignacio González en rueda de prensa presenta el Plan de Sostenibilidad del sistema sanitario de salud en Madrid. Esto, junto con el RD 16/2012 es el mayor ataque al sistema público sanitario. Un salto cualitativo que afecta a la privatización de 1/3 de la población madrileña (su contenido no es necesario explicarlo porque está suficientemente difundido).

Se abre así la mayor batalla por la apropiación de lo público a favor de las empresas privadas. El trasfondo de esta lucha no es otro que la transferencia de ingentes recursos públicos hacia el sector privado. En palabras del profesor David Harvey (Economista y Geógrafo en la Universidad de Nueva York) estamos viviendo un proceso mundial de Acumulación por Desposesión donde las élites económicas, principalmente el capitalismo financiarizado (integrado por grandes fondos de inversión localizados en paraísos fiscales), trata de usurpar a la mayoría de la población utilizando todo su poder (mercados financieros, instituciones supra-nacionales o nacionales).

En este marco global se inscribe el robo de lo público por parte de las empresas y compañías privadas como Capio, Sanitas o Ribera Salud. Por su parte el PP cumple la función de perro de ataque pero ¿a cambio de qué? Pues de lo que ya hemos podido ver durante estos años: las donaciones de empresas al PP reflejadas en los papeles de Bárcenas; la trama Gürtel, o la famosa “puerta giratoria” de entrada y salida de políticos hacia las empresas concesionarias de los servicios sanitarios como fueron los casos de Lamela o Güemes.

Una respuesta en todos los frentes

El conflicto de la sanidad ha pasado por diferentes fases. En ellas, los agentes sociales o protagonistas han ido cambiando según las relaciones de fuerzas u otros factores como cansancio, agotamiento o las iniciativas que surgían desde todos los lados de la población como las mareas, la consulta ciudadana y otras tantas formas de acción. Resumiremos grosso modo las distintas etapas:

- En el verano comienzan los primeros síntomas de lucha tras la aprobación de la RD16/2012 y la privatización de las 26 categorías profesionales no sanitarias. Se convocan encierros, acampadas, concentraciones y asambleas en los grandes hospitales de Madrid convocados por la Coordinadora de Hospitales y Centros Sanitarios. Aunque no son tan masivos como los siguientes, ya se mueve una vanguardia de trabajador@s, asociaciones como la FRAVM, el 15-M, Médicos del Mundo o asociaciones de inmigrantes. Es la fase de preparación y acumulación de fuerzas.

- El 1 de noviembre se inicia el estallido en la Princesa y en los nuevos hospitales con encierros que se extienden a 150 centros de salud y 23 hospitales públicos de toda la comunidad. Por su parte un nuevo sindicato de médicos (AFEM) lanza con éxito entre su colectivo y en los nuevos hospitales (los 6 destinados a la gestión privada), una huelga indefinida. El resultado de esta movilización de l@s trabajador@s de la sanidad es la formación de PATUSALUD como expresión de la auto-organización y de la superación del burocratismo imperante en las viejas organizaciones sindicales del sector (anestesiadas por los acuerdos y subvenciones con las administraciones). También surge la Mesa de la sanidad que es un frente único de la mayoría de organizaciones que, desde sus criterios y lugares, están peleando por la defensa del modelo sanitario. Esta fase acaba más o menos con la entrada y aprobación en la Asamblea de Madrid del famoso Plan de Sostenibilidad. Su característica más importante es que marca el punto más alto del enfrentamiento del conflicto, principalmente, entre l@s trabajador@s del sector y el gobierno regional.

- La tercera fase hacia el comienzo de año presenta unas características diferentes: las huelgas, mareas y concentraciones van declinando poco a poco; y l@s trabajador@s del sector van pasando a un segundo plano. Una vez aprobado el plan de Sostenibilidad se empieza a visualizar un enfrentamiento en donde los agentes sociales y los poderes se trasmutan. El movimiento ciudadano (impregnado hasta los tuétanos en la defensa de la sanidad universal y pública) y los movimientos sociales, comienzan a cobrar un papel mucho más protagonistas (la causa de fondo no es otra que la distinta percepción de la lucha entre l@s usuari@s y l@s profesionales del sector). Así mismo el eje del enfrentamiento también se desplaza hacia otro objetivo: el enemigo no es sola las administraciones sino también las empresas o el capital privado. El conflicto se vuelve menos corporativo y más socio-político pero se debilita en cuanto a la participación de trabajador@s del sector.

- Fruto de esta tercera fase es la consulta ciudadana por la sanidad pública que marca un antes y un después. El éxito abrumador de la misma se expresa tanto en resultados (un millón de votantes) y dos mil fedatarios, veinte mil voluntari@s y doscientos colectivos. Al mismo tiempo, se producen dos hechos que son la consecuencia de los procesos anteriores: las huelgas convocadas en el sector contra la salida de los pliegos de condiciones, son un fracaso (los profesionales ya no son la vanguardia de esta lucha, sino los movimientos sociales y ciudadanos), mientras que los recursos jurídicos y las contestaciones políticas a través de las instituciones van cobrando algunas tímidas victorias como la aceptación de los recursos por parte de jueces o el Constitucional (recurso de anti-constitucionalidad de la ley de Sostenibilidad; querellas por prevaricación en la gestión de los tres hospitales totalmente privatizados, etc). Se abre así una nueva etapa pots-consulta ciudadana y un proceso político o jurídico en donde la gente mantiene la ilusión y la esperanza de acabar con los planes de este gobierno.

¡Sí se puede! Pero ¿cómo se puede?

Uno de los gritos más coreados en esta lucha es el ¡sí se puede! Lo que ayer fue un deseo y más tarde una fuerte voluntad, hoy, se está convirtiendo en una probabilidad.

No lo tenemos nada fácil.

La relación de fuerzas a escala global no nos ayuda en cuanto que, a pesar de la enorme respuesta social que se está dando en todo el país, no se ha conseguido quebrar la espina dorsal de un gobierno que, perdiendo apoyo popular mantiene intacto el respaldo de los grandes lobbys de capital (Ibex 35), mediáticos (la inmensa mayoría están al servicio de ideologías o programas neoliberales) y la Iglesia católica (ofensivas anti-abortistas o la nueva ley de educación basada en conceptos ultramontanos).

Sin embargo en el conflicto sanitario se han puesto en marcha unos mecanismos que no estaban presentes en la marea verde, pero que si lo están por ejemplo en el movimiento contra los desahucios. Estamos hablando de un respaldo muy mayoritario hacia la sanidad pública o a la lucha por la vivienda. Es como si la sociedad nos dijera: estamos hartos de perder derechos y no vamos a permitir que nos roben más.

¿Es posible ganar esta batalla? Sí mientras se mantenga la lucha en todos los frentes donde la estamos dando: en lo social, en lo político-institucional, en lo judicial y en lo laboral. Y para eso cada uno tenemos que ocupar nuestro lugar en esta “guerra social” que nos han declarado las élites políticas y financieras. No hace falta que tod@s compartamos los mismos criterios sino que seamos más o menos consecuentes con la razón de ser de cada cual.

No le vamos a pedir a unos que sean asamblearios cuando en realidad ni lo han sido ni lo van a ser, pero si les podemos pedir que obstaculicen a su manera los planes del gobierno ¡Que nadie abandone el barco! O lo que es igual: ¡Que nadie se descuelgue de esta lucha!

Por ejemplo: que AFEM sigan desarrollando sus recursos jurídicos que tantas esperanzas están dando a mucha gente. Que las Mareas Blancas no se instrumentalicen por parte de nadie y se consiga un amplio acuerdo para que las grandes convocatorias no se conviertan en guerras de banderas, siglas o emblemas. Que el movimiento generado por la consulta ciudadana siga empujando con mociones en los Ayuntamientos, Juntas de Distrito hasta llegar a Bruselas. Que l@s concejal@s y diputad@s de la oposición o los que estén dispuestos a tener un compromiso con la sanidad pública, sigan ejerciendo su acción política para arrinconar a la mafia del PP.

Este movimiento que hemos generado es diverso, potente y plural. Hemos podido comprobar que much@s ciudadan@s nos observan, los movimientos sociales tienen puesta la mirada en el resultado de nuestra batalla porque de ella pueden depender más cosas. ¿Acaso nosotr@s mism@s no estamos pendientes de lo que pasa con la lucha en otros sectores o en otras provincias?

La situación es compleja y especial. El millón de votantes reunidos artesanalmente y sin más medios que un puñado de euros en la consulta del 5 al 10 de mayo nos ha enviado un mensaje ¡No podéis parar ahora!

Hay un punto de inflexión en el calendario antes y después de la consulta. Este punto ha marcado la posibilidad de una nueva reorganización del movimiento en defensa de la sanidad pública. Es el momento de pasar página y que cada cual actúe en consecuencia y en consonancia con los principios que estamos defendiendo.

¿Sabremos estar a su altura




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