Las
decisiones que algunos jueces han tomado los
últimos días han venido a dar la razón a quienes
pensábamos que la privatización sanitaria, además
de un negocio descarado del capital privado con el
PP, era una operación totalmente fraudulenta y
chapucera.
Tras la
medida adoptada por el Juez Carlos Gómez Iglesias
del Juzgado Número Cuatro del Contencioso
Administrativo, suspendiendo cautelarmente la
privatización de los seis hospitales; han seguido
la decisión del Tribunal Superior de Justicia de
Madrid apoyando al juez, y la admisión de nuevas
demandas presentadas por los sindicatos AMYTS y
CCOO. Es posible que tras estas decisiones el
proceso de privatización de estos hospitales haya
entrado en vía muerta. Hemos pasado de una posible
victoria pírrica del PP a un éxito momentáneo y
provisional de la Marea Blanca.
Pero no
queremos caer en un optimismo desmedido. Bien es
cierto que las decisiones judiciales no vienen del
cielo sino que son el fruto de diez intensos meses
de lucha social en defensa de una sanidad pública
y universal. Pero como todo lo que no es firme
sino provisional, mejor
tomarlo con prudencia.
Habría
que aclarar varias cuestiones para que las
personas que no están familiarizadas con los
detalles de la Marea Blanca pudieran comprender el
alcance de este éxito
provisional, el contexto en
que se produce y todo el camino que nos queda por
recorrer hasta lograr un triunfo realmente
consistente.
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La
privatización de los seis hospitales fue la
medida más conocida pero no la única del
famoso Plan de medidas para la
“Sostenibilidad” del Sistema Madrileño de
Salud. Junto con esta paralización provisional
también se consiguió la no implantación del
euro por receta o la ralentización del plan de
transformar el Hospital de La Princesa en un
centro especializado para personas mayores de
75 años. Tampoco han podido poner en práctica
la privatización de 27 centros de salud pero
no han desistido de intentarlo por otras vías
aunque la propuesta actual está rebajada.
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Lo
que sí han ido consiguiendo ha sido: cerrar el
Instituto Cardiológico y poner en marcha la
desarticulación del Hospital Carlos III para
enfermos con patologías crónicas. También
están en marcha los planes para la
privatización de la Lavandería central situada
en Mejorada del Campo que hasta ahora se
encargaba de la ropa del 90 por ciento de los
centros sanitarios. Calculamos que en breve es
posible que se hagan públicos los pliegos de
condiciones para la adjudicación de empresas.
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Todo
esto se produce en un contexto en el que los
recortes y ajustes en materia sanitaria han
sido salvajes tanto en el Estado español como
en Madrid. Se están cerrando servicios, camas,
derivando pacientes a la privada y despidiendo
trabajador@s (15.000 a nivel estatal). Y se
acompañan de medidas como la implantación del
RDL 16/2012 que ya ha llevado a la exclusión
del sistema nacional de salud de más de
900.000 personas. La última medida aprobada en
este mismo sentido, es el re-pago de 46
medicamente contra el cáncer, la hepatitis o
la artrosis que se administran en los centros
farmacéuticos hospitalarios.
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Tenemos
entonces una sensación contradictoria. Estamos
content@s por la paralización cautelar pero el
contexto general sigue siendo desfavorable. No
obstante los lectores deben ser conscientes de
que si se llega a
poner en práctica la privatización de los
seis hospitales, el trasvase de pacientes y
población hacia las instituciones sanitarias
contraladas por el capital privado sería de
1.300.000 personas en Madrid; es
decir, nada menos que una quinta parte de su
población caería en las garras de los
especuladores ¡en un solo golpe! Eso redobla
la importancia de lo conseguido y el golpe que
el PP ha recibido a manos de una parte de la
sociedad madrileña.
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Otra
importantísima lección que tenemos que extraer
es que cuando algunos hablamos de la
importancia de las
luchas y de la movilización no
es por casualidad. Solo la lucha paga y aquí
se ha demostrado. Ningún
juez se hubiera atrevido hace dos años a
desafiar al poder financiero y político sino
tuviera detrás el respaldo social que ha
tenido la lucha por una sanidad pública.
¿Cómo
continuar?
Son
muchos los motivos para seguir luchando. Hagamos
un brevísimo recordatorio:
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Siguen
pendientes las otras medidas del plan de
“Sostenibilidad”.
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La
privatización de las categorías no sanitarias.
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El
desmantelamiento de los principales hospitales
públicos: cierres de servicios, camas,
derivaciones a la privada, los despidos o la
precariedad laboral.
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Toda
la sanidad pública está “contaminada” por las
empresas privadas, la subcontratación de
servicios que suponen un despilfarro de
millones de euros, mientras se recortan en
material o personal imprescindible. No se
puede consentir que la salud sea un negocio en
manos de especuladores.
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Acabar
con el despilfarro de recursos pasa por exigir
la dimisión de Lasquetty y de todas sus
Gerencias cómplices. La apertura de un proceso
de investigación de sus actividades y la
puesta en marcha de Auditorías en todos los
centros sanitarios para acabar con la
corrupción. Un paso en ese sentido es la causa
que se ha iniciado contra Lamela, Gümes y la
cúpula sanitaria por prevaricación, cohecho o
malversación de fondos públicos.
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Es
necesaria la derogación de la 15/97 y de la
16/2012. Que impiden formalmente que tengamos
una sanidad pública, universal y de calidad.
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El
re-pago de los medicamentos o del transporte
sanitario debe ser inmediatamente suspendido.
Ya pagamos con nuestros impuestos.
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La
recuperación de todos los servicios e
instituciones a la sanidad pública pasa por la
expropiación sin indemnización a las empresas,
capital privado y fondos de inversión
nacionales y extranjeros que están haciendo
negocio con nuestra salud.
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En
definitiva luchamos por un modelo sanitario
público y universal gestionado desde abajo por
l@s trabajador@s y usuar@s a través de sus
organizaciones y representantes; mediante el
ejercicio del control democrático tanto de las
decisiones como de los presupuestos.
Para
seguir en esta lucha son precisas dos cuestiones
importantes:
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Mantener
las organizaciones y plataformas que se han
ido formando durante estos diez meses: la
auto-organización (muchas de ellas se han
hecho desde abajo por iniciativa de la gente y
son la base de que siga habiendo asambleas o
convocatorias de lucha en los centros
sanitarios y en las calles).
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Mantener
la unidad entre l@s trabajador@s de los
hospitales con los de los centros de salud y
por supuesto con los usuari@s, a través de sus
plataformas, asociaciones o movimientos
sociales.