Trasversales
Lois Valsa

PhotoEspaña 2013: cuerpos, eros y políticas

Revista Trasversales número 29, julio 2013 (web)

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En efecto, para Shirin Neshat, como para muchas escritoras feministas, el cuerpo de la mujer es un símbolo, un texto cultural a través del que manifiesta su condición, y un campo de batalla dónde se debaten diferentes retóricas o ideologías políticas.

(Octavio Zaya)


Este año se ha celebrado, entre el 05/06 y el 28/07, en su XVI edición, este festival de fotografía, organizado por La Fábrica, y con reconocido prestigio internacional, bajo el lema arriba señalado, que nos ha mostrado a través de de 74 exposiciones (entre Sección Oficial, Openphoto y Festival OFF) el trabajo de 328 artistas de 42 países. En su presentación del lunes 3 de junio en el C.B.A. de Madrid se despidió su comisario, durante tres años, Gerardo Mosquera: “Me voy, pero me voy contento”, aunque, al tiempo, reconocía que a él le había tocado capitanear el certamen en los años más duros de la crisis. Quizá para la entidad organizadora, un comisario cubano, que ha trabajado con escasez de medios, era la persona ideal para afrontar los recortes de estos momentos. “Lo más complicado del festival- admitía- es que el comisario no cuenta a priori con un espacio, sino que se tiene que “prostituir” con las instituciones en su búsqueda. Y tienes que trabajar desde el comienzo en las tres ediciones que te corresponden”.

Además, la salida del Ayuntamiento en esta edición, señalaba Mosquera, ha supuesto perder sedes pero otras formas organizativas se imponen ya que se necesitan otros modelos de colaboración. Por el contrario, sí ha participado la Comunidad de Madrid con importantes exposiciones. Hay que destacar, bajo la dirección de Lorena Corral, la exigencia en la elaboración de sus catálogos. Volviendo a Mosquera, nos aclaraba que este año no hay una gran exposición de tesis sino otras que se distribuyen y dosifican el discurso. Hay muchas muestras basadas en colecciones, todas comisariadas: la de la Samlung Verbund de Viena en el C.B.A. que trae parte de sus fondos sobre la vanguardia feminista de los setenta; la del francés Centre Nacional des Arts Plastiques que da lugar a “conocimiento es poder” en el Botánico; la de la CA2M Centro de Arte Dos de Mayo de Móstoles o la del Centro de Arte Alcobendas o la rara fórmula expositiva de su colección ideada por Rafael Doctor en la Fundación Lázaro Galdiano.

Por mi parte, tengo que decir que esta edición es una de las más interesantes e importantes de todas las que se han celebrado a lo largo de estos años, y no solo por su temática corporal. A nivel anecdótico, un conocido, no aficionado a la fotografía todo hay que decirlo, me decía: ¡Muchos cuerpos! ¿No te aburren tantos cuerpos? Yo le señalaba que esta es una edición presidida por grandes nombres de la fotografía y la pluralidad de visiones del cuerpo que ofrece es de una gran riqueza. Y además tiene un buen nivel en sus tres secciones. Nada menos que podemos ver a la gran Shirin Neshat (Espacio Fundación Telefónica), Darren Almond (Comunidad de Madrid-Alcalá 31), o un maravilloso diálogo entre los clásicos Edward Weston y Harry Callahan (C.B.A.), y solo obras de Weston (galería Artepaso), Emmet Gowin (Mapfre, sala Azca), Luis González Palma/Graciela de Oliveira (Casa de América), el famoso Nabuyoshi Araki (galería La Fábrica), el fotógrafo por excelencia del cuerpo masculino, Robert Mapplethorpe (galería Elvira González), o el desconocido y sorprendente travestismo de Pierre Moliner (galería Guillermo de Osma), Thomas Ruff (galería Helga de Alvear), Max Pam y Bernard Plossu (galería EFTI) o el fundador de los famosos “Encuentros” de Arles de fotografía, Lucien Clergue, sobre Picasso (La galerie du10. Instituto Français de Madrid). Menos famosos pero muy interesantes son Julia Fullerton-Batten (galería Cámara Oscura), Armando Salas Portugal (galería Freijo Fine Art), o Cristóbal Hara (galería Malborough) entre otros.

También han participado en este festival importantes fotógrafos españoles: una revisión exhaustiva de la obra de Manolo Laguillo (en el Museo ICO y en la galería Casa Sin Fin), Isabel Muñoz (galería Fernández Brasso), una limitada exposición de Cristina Iglesias (galería Elba Benítez) o una pequeña retrospectiva de Vari Caramés (galería Astarté), o una grande de Rafael Sanz Lobato, Fotografías 1960-2008 (Real Academia de Bellas Artes de San Fernando), Dionisio González (galería Ivory Press), Laura Torrado (Comunidad de Madrid-Canal de Isabel II), Luis Baylón (galería Espacio Foto), Linarejos Moreno (galería Pilar Serra), Jorge Fuembuena (La New Gallerie), Pilar Pequeño (galería Rafael Pérez Hernando), o Azucena Vieites (Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía). Una simpática muestra (El cuerpo y su representación en la colección de la Real Sociedad Fotográfica) ocupa la sede de la Real Sociedad Fotográfica de Madrid. Otra sobre fotografía latinoamericana contemporánea ((Re)presentaciones) ocupa el espacio de Tabacalera.

Este año, sin duda, se le ha dado especial relevancia a fotógrafos de los países del Este: el polaco Zbigniew Dlubak (C.B.A.), el checo Frantisek Drtikol (Real Academia) o la lituana Violeta Bublyté (Museo del Romanticismo). O destacan fotógrafos de famosos como el fotógrafo de los Kennedy, Mark Shaw (Loewe) y el de Marilin Monroe, Lawrence Schiller (Mondo galería). ¡Un buen festival, pues, de PhotoEspaña!

En esta edición, el cuerpo se ha europeizado desde Madrid, y a través de sus sedes anteriores de Móstoles (CAM2), de Alcalá de Henares (Los mejores libros de fotografía del año), Alcobendas y pasando por Cuenca, hasta Praga. El certamen se amplía a Lanzarote y Zaragoza. Y entre octubre y diciembre el festival se internacionalizará llegando a Brasil con un centro en Sao Paulo, dónde se desarrollará un amplio programa de exposiciones y actividades centradas en la fotografía. Este año las dos jornadas de Photoencuentros de Madrid ya no estarán avaladas por el Ministerio de Cultura sino por Mapfre, en su sede de Recoletos, pero hay una nueva sala dependiente del ministerio, en La Tabacalera, que acoge fotografía latinoamericana.

Como ya hemos dicho al comienzo, en esta edición, el eje discursivo se ha centrado en el cuerpo: si primero fue el rostro, y luego el lugar, ahora le ha tocado al cuerpo, sin duda uno de los grandes temas de la fotografía, y el tema del erotismo como el eje principal de la relación de la fotografía con el cuerpo. Este eje sería sometido en el último tercio del siglo XX a una radical revisión a través de la lectura política del cuerpo desde la perspectiva del género y de la identidad. El cuerpo humano como cartografía pero también como campo de batalla dónde se han librado no pocas guerras. O como dice Mosquera: “El cuerpo es el reino de Eros (lo sensual), también es territorio de Ares (lo político)”. Además, Mosquera señala la contraposición entre el cuerpo desnudo, su esencialismo de naturaleza, y el cuerpo vestido, intervenido, contemplado como campo cultural. El cuerpo, pues, como campo cultural: no solo el cuerpo desnudo sino el cuerpo como soporte o vestido, ataviado o intervenido. “Un cuerpo social que es usado por los artistas no como fin, sino como medio, en el que no se trata tanto de recrearse en el desnudo, sino de convertirlo, como señalaba Bárbara Kruger, en un campo de batalla”.

Dicho eje discursivo toma cuerpo, nunca mejor dicho, en tres magníficas exposiciones del Círculo de Bellas Artes de Madrid, espacio central en esta edición (hay una cuarta exposición sobre la violencia asesina de Sinaloa que también es interesante). Porque, si la imagen de la mujer durante siglos ha sido la proyección de las fantasías masculinas, la fotografía también ha permitido a las mujeres rebelarse contra esta iconografía dominante, al menos de una manera radical desde la vanguardia feminista de los años setenta. Gabriela Schor, comisaria de la exposición de la vanguardia feminista, señala: “Fue entonces cuando las artistas empezaron a deconstruir la iconografía femenina construida por los hombres bajo el slogan “lo privado es político”. 21 artistas encontraron en su cuerpo un medio de expresión y un campo de batalla. Estas artistas son pioneras porque construyeron por primera vez en la historia su propia imagen”. Pero, como se puede apreciar en otra exposición del mismo C.B.A., esto también se puede hacer de una manera afectiva por medio de fotógrafos como Callahan o Weston que miraron a la mujer de otra manera. Laura González Flores, comisaria de su exposición, lo llama un camino común, el camino “amoroso”. “Ellos no querían solo representar el cuerpo de sus mujeres, sino capturar la sutil relación entre dos personas que se aman. Hay deseo y hay sobre todo mucho afecto en dos artistas que coincidieron al fotografiar sistemáticamente a sus respectivas compañeras. En un gesto de intromisión por parte de ellos, su manera de formar parte del gesto femenino”. O, incluso se puede llevar a cabo de una tercera manera fría, estructuralista, como la del fotógrafo polaco Dlubak, autor de la tercera exposición del C. B.A.

La exposición estrella de esta edición es, pues, sin duda y sin desmerecer otras muy importantes, Mujer. La vanguardia feminista de los años 70. Obras de la Sammlung Verbund. Viena. Esta exposición colectiva de arte feminista de los años setenta nos muestra, por primera vez en Madrid, el origen del arte feminista con 21 artistas europeos y estadounidenses. Es una muestra absolutamente excepcional por el hecho de encontrar reunidos aquí a este elenco de artistas gracias a esta Colección Verbund AG, que pertenece a la importante compañía hidroeléctrica del mismo nombre. Está patrocinada por la Fundación Santander que suele destacar por la calidad de las exposiciones que todos los años patrocina en este festival. Esta Colección vienesa tiene al feminismo como uno de sus focos principales. En ella podemos apreciar desde piezas tempranas y poco vistas hasta otras más clásicas, y piezas de artistas poco conocidas aquí, tanto de EE.UU. como de Europa, aunque, sustancialmente, muchas artistas sean austriacas. De entrada, en ese periodo de los setenta, que la comisaria Gabriela Schor define como una “vanguardia feminista”, las artistas feministas rechazaron medios tradicionales como la pintura y escultura, como medio objetual masculino, y utilizaron la fotografía y el video. Estas 21 artistas crearon una nueva imagen de la mujer a través del estudio de su propio cuerpo y de sus relaciones como sujeto y objeto. Trabajan la construcción de la identidad de una forma provocativa, poética e irónica.

Por último, vamos a utilizar un inteligente texto, a mi manera de ver claro está, para hacer “otra” lectura fotográfica de este festival. En un sugerente artículo (“El territorio de la intimidad”, Babelia, 29/06/2013), Alberto Martín señalaba, agudamente, a cinco artistas, revisados en este festival en cuatro de sus interesantes exposiciones, que abarcan la fotografía del siglo XX: los años 20 de Frantisek Drtikol, la década de los 20 y de los 30 de Edward Weston, los 40 y los 50 de Harry Callahan, el trabajo desde los años 60 de Emmet Gowin y la obra de Shirin Neshat desde los 90 hasta la actualidad. Los trabajos de Drtikol muestran su paso desde el pictorialismo y el simbolismo hasta el formalismo y la abstracción. La sensibilidad de Weston es diferente pero su salto es parecido en su interés por la línea, el contorno, el volumen, la composición y la armonía. Sin embargo, se da en ambos una idéntica concepción de la relación canónica entre materia y forma a la hora de acercarse al desnudo femenino, ya sea en la asociación cuerpo-geometría de Drtikol ya sea cuerpo-naturaleza de Weston. En la estela de Weston, en la asociación elegante entre cuerpo y naturaleza, se sitúa Callahan. Si el primero busca la esencia de las cosas a través de la forma, el segundo busca la revelación de una forma nueva. Se pasa así de la espiritualidad esencialista de Weston a la subjetividad de las “meditaciones privadas” de Callahan a través del cuerpo privilegiado de su mujer Eleonor. De la relación entre las formas como investigación de Weston a la metáfora y transfiguración de la materia. Y de Callahan se pasa a Emmet Gowin, su alumno, en el que el papel central de la mujer de Weston, Eleonor, lo tiene la mujer de Gowin, Edith. En Gowin hay que destacar, frente al vacío emocional que caracterizaba el formalismo de los anteriores, el sentimiento siempre presente en las fotos que cubre aquel vacío. El juego de asociaciones se ve sobre todo en la sección “Edith en Panamá” en la que trasciende y transfigura el cuerpo de su mujer. Y, finalmente, aunque también nos ligue con la cita introductoria, tenemos a Shirin Neshat, artista muy representativa del cuerpo entendido como campo cultural y como espacio de tensiones y violencias políticas, culturales y religiosas. En su exposición Escrito sobre el cuerpo se oculta el cuerpo y se desnuda el cuerpo. En su cortometraje Zarin, en el que la protagonista se desnuda y se frota la piel hasta sangrar, nos hace afrontar de una forma descarnada el desnudo poniendo de relieve la dialéctica entre lo visible y lo invisible de los cuerpos.


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