Trasversales
Barbara Labuda, Józef Pinior, Zbigniew Bujak, Wladyslaw Frasyniuk

En defensa de Edward Snowden


Revista Trasversales número 29 octubre 2013 (web)

Barbara Labuda participó en el Comité de Defensa de los Trabajadores en la década de los setenta y en Solidaridad y Solidaridad clandestina en la de los ochenta. Józef Pinior, activista de Solidaridad en Wroclaw en los años 1980-81, fue el encargado de salvaguardar los fondos del sindicato ante la confiscación prevista por la ley marcial. Zbigniew Bujak fue dirigente de Solidaridad en la región de Varsovia en 1980-81 y de Solidaridad clandestina a finales de los ochenta. Wladyslaw Frasyniuk, dirigente de Solidaridad en Wroclaw en 1980-81 y de Solidaridad clandestina a finales de los ochenta.



Edward Snowden no ha matado ni secuestrado a nadie. No golpeado a nadie ni ha destrozado nada. Sin embargo, es perseguido y acosado como un terrorista. ¿Por qué?

Porque ha revelado verdades incómodas sobre las acciones de las autoridades de su propio país. Ha revelado al mundo que el gobierno estadounidense controla sistemáticamente el comportamiento de millones de sus propios ciudadanos con una operación masiva de los servicios secretos y espiando las conversaciones telefónicas o a través de Skype, las publicaciones en Facebook, los correos electrónicos y los grupos de chat. Las revelaciones de Snowden ponen al descubierto los peores comportamientos de la administración estadounidense.

También ha puesto al descubierto algo más: la crueldad, la cobardía y la hipocresía de nuestra democracia europea. Ante la solicitud de asilo político formulada por Snowden, tanto los antiguos como los nuevos Estados democráticos europeos se han negado firmemente, parapetándose tras reglamentos, códigos y patéticos argumentos burocráticos.

¿Qué ha sucedido con nuestro compromiso con las libertades civiles y los derechos humanos, base supuesta de la democracia, a la que nuestra clase política continuamente apela?

Snowden, después de todo, con independencia de cuales fuesen sus intenciones, ha salido en defensa de los ciudadanos comunes hartos del patológico florecimiento del sistema de vigilancia.

El hecho de que haya tenido que buscar la ayuda del autocrático Putin es una vergüenza para la democracia. El hecho de que los únicos gobiernos que hasta ahora le ofrecen protección sean a su vez dictaduras es un escándalo para los Estados democráticos. La indiferencia y la abulia que las democracias de Europa han demostrado en este asunto las lleva a un enorme descrédito.

Esperamos que las autoridades polacas cumplan con la legislación polaca, que requiere determinar si una persona que busca asilo, proceda del país que proceda, podría ser sometida a tortura o la pena de muerte si es entregada.

Esperamos que nuestros representantes polacos planteen el caso Snowden, tanto en el Parlamento Europeo como en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, con el fin de acogerle, en reconocimiento a sus acciones, bajo la la protección de esas mismas instituciones democráticas que se han creado en Europa precisamente para la defensa y difusión de la libertad ciudadana y los derechos humanos.

23 de julio 2013