Trasversales
Francisco Javier Vivas

Lo siento, Alfredo, pero no cuela

Revista Trasversales número 30, noviembre 2013 (web)

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Entiendo vuestro júbilo porque habéis recuperado un poco de optimismo, os habéis reencontrado y reforzado en estos días, lo cual está muy bien y es muy bonito, pero, de cara a muchísima gente, la conferencia no ha pasado de ser un acto publicitario, porque a la tercera no va la vencida, Alfredo; y el último cartucho de confianza lo quemó Zapatero con tu ayuda, y la de Chacón y la de… y la de... tantos. Diría que con la ayuda de todos, porque pocas voces se alzaron en el Partido para advertir que el errático rumbo del Gobierno llevaba directamente al desastre. Al vuestro -allá vosotros-, pero sobre todo al nuestro, al dejar el camino expedito a un partido, que, a pesar de sus afirmaciones patrióticas, es enemigo de España en su conjunto y particularmente de sus trabajadores y de sus habitantes menos atendidos por la suerte. Esa España, por lo que ahora decís sentir pasión, cuando habéis dejado a sus habitantes, a sus asalariados, a sus autónomos y pequeños empresarios, a sus mujeres y a sus niños, a sus jóvenes, a sus estudiantes, a sus pensionistas, a sus enfermos y dependientes y a sus marginados a merced de las brutales medidas de austeridad decididas por la derecha europea (y por la española) sin la menor resistencia; sin hacer siquiera un amago de discrepar en Bruselas. No, Alfredo, obras son amores, lo otro es retórica mitinera.

Habéis zanjado con una faena de aliño -otra- un análisis crítico sobre la etapa de gobierno de Zapatero, admitiendo que ha habido errores, ¡qué menos!, pero no se trata sólo de errores, que los hubo, y muy crasos, en lo que hizo el Gobierno, sino de lo que dejó de hacer, y sobre todo se trata de haber seguido desde hace mucho tiempo un camino equivocado. Sorprende la persistencia en esa orientación, que ha llevado al fracaso a la socialdemocracia europea.

Salís de la conferencia con un programa, decís que radicalmente renovado; bueno, sin exagerar. Y lo siento, pero esta vez ya no cuela, porque es el programa del PSOE de toda la vida; entiéndeme, el programa de cuando estáis en la oposición. Verás, ¿te acuerdas de esto?: “El PSOE se define como un partido de clase, y por tanto, de masas, marxista y democrático”. La frase está sacada de una resolución del XXVIIº Congreso, con el que el PSOE, en 1976, después de unas largas vacaciones, se presentó públicamente en España con un programa que hacía sombra al PCE por la izquierda. Era el “sorpasso”, pero al revés; la socialdemocracia radical pasaba por la izquierda a los viejos y nuevos comunistas. Como puesta en escena no estuvo mal.

En ese congreso se reclamaron mayores cotas de libertad, derechos civiles y se defendió un programa económico anticapitalista, que incluía la planificación, el control obrero, la colectivización de latifundios, la promoción de cooperativas (imagino la cara de Solchaga y de Boyer) y las nacionalizaciones para llegar, en un futuro, a una sociedad sin clases. Hubo, naturalmente, una obligada alusión a la República, se defendió el derecho de autodeterminación de todas las nacionalidades y un Estado federal. Se postuló trabajar por un socialismo democrático dentro de la Comunidad Europea, descolonizar Gibraltar, suprimir las bases yanquis, mantener una posición neutral ante la OTAN y el Pacto de Varsovia, apoyar moral y materialmente al Frente Polisario y solidarizarse con las fuerzas populares enfrentadas al imperialismo y a las dictaduras. Hubo más cosas, Alfredo, pero no sigo porque me voy a poner a llorar.

Como es fácil de adivinar, en el programa electoral de 1977 ya hubo una considerable rebaja, y otra más en 1982. Y luego vino lo que vino, los aciertos, los errores y el extravío, y cada vez que el PSOE quedaba en la oposición, sacaba a relucir un programa que en buena medida había olvidado al llegar al Gobierno. Y ahora, en 2013, ¿por qué tiene que ser diferente? ¿Por qué hay que pensar que esta vez va en serio? Porque ahora, decís, ha vuelto el PSOE. ¿Y dónde estaba? Tenéis a 110 diputados en el Congreso, pero se notan poco. Lleváis dos años de oposición responsable, mejor dicho, más que responsable, muerta. Y, sobre todo, ¿con quién estaba el PSOE? Pues algunos en muy malas compañías.

Los exministros y exministras socialistas Miguel Boyer y María Ángeles Amador en Red Eléctrica Española, José Borrell en Abengoa, Luis Martínez Noval en HC Energía, Elena Salgado en ENDESA, Pedro Solbes en ENEL, Felipe González en Gas Natural, Narcís Serra en Caixa Cataluña, pero no son los únicos altos cargos socialistas que han utilizado la “puerta giratoria” para colocarse bien en empresas privadas o privatizadas. Y ¿en qué se distinguen de Rato, de Acebes, de Zaplana o de otros altos cargos del Partido Popular con los que coinciden en los consejos de administración?

Tengo la impresión, Alfredo, que, desde los años de la Transición, la trayectoria del PSOE ha pasado periódicamente por tres momentos sucesivos: el de los congresos y las conferencias, donde suenan las grandes palabras; el de los programas electorales, donde suenan las grandes promesas, y el de las medidas de gobierno, donde aparecen las grandes decepciones.

Pero no existe -¿o quizá sí?- una ley inexorable que obligue al PSOE a estar sometido al esta lógica destructiva. Por lo tanto, puede cambiar… si quiere.


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