Trasversales
Miquel Monserrat

Personas sin medicamentos, vidas en juego

Revista Trasversales número 30,  diciembre 2013 (web)

Textos del autor
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Hace algunos días Clara Valverde escribio en eldiario.es una nota, "¿Quién puede tener unas felices fiestas, Boi Ruiz?", en la que contaba las dificultades que están teniendo en Cataluña para encontrar los medicamentos necesarios, especialmente inmunodepresores, pacientes que sin en ellos entrarían en una situación de riesgo vital inmediato. Me refiero, por ejemplo, a varios medicamentos que deben tomar personas que han recibido un transplante, pero también otras personas, etc. Estos problemas coemnzaron en enero o febrero de 2013, pero se han ido agravando.

A esta situación se ha llegado a causa de una cadena de circunstancias vinculadas todas ellas con un enfoque del sistema sanitario, propio del gobierno de la Generalitat de Cataluña pero también del gobierno español, en el que las personas y su salud no son lo primero.

En algunas otras comunidades esos medicamentos son facilitados en las farmacias de los hospitales, aunque el Gobierno de Rajoy ha legislado para que las y los pacientes tengan que pagar una parte significativa de unos medicamentos que deben tomar en gran cantidad y que son muy caros, pero en Cataluña hay que conseguirlas a través de la red comercial de farmacias.

Desde hace tiempo se ha hecho más díficil localizar esos medicamentos en las farmacias. Así por ejemplo, en octubre una afectada por esta situación se pasó una semana de farmacia en farmacia, teniendo finalmente que ir al hospital Vall D'Hebron para que le facilitasen la medicación por esa vía. Y estamos hablado de personas que, aunque pueden llevar una vida normal, no deben tampoco llevar un ritmo tan agitado como el que impone esa búsqueda desesperada de las medicinas de las que depende su vida: "Portem mesos patint una situació molt inestable que provoca molta inseguretat i que ha convertit en una urgència aconseguir uns fàrmacs que estan inclosos al pla de medicació per mitjà de la recepta electrònica".

La explicación es que los mayoristas no quieren facilitar esos medicamentos mientras no cobren lo que la Generalitat no les pague lo que les debe, lo que encaja perfectamente en la lógica del capitalismo pero no es una lógica de respeto a la vida humana y de un sistema público sanitario.

Siempre nos dicen que debemos sacrificarnos porque no hay dinero, pero en realidad dinero sí hay, todo es cuestión de prioridades. Por ejemplo, es seguro que Boi Ruiz, conseller de Salut de la Generalitat ha venido cobrando su sueldo, del que, dada su trayectoria, podría prescindir sin ninguna dificultad. Pero sería una ingenuidad pensar que este individuo vaya a cuidar al sistema público y sanitario, habiendo sido director general y presidente de la patronal catalana del sector sanitario y vocal del Foment del Treball Nacional; sería tan ingenuo esperar eso como esperar que velasen por el sistema sanitario público sus sucesivos responsables en la Comunidad de Madrid, a las que cuesta incluso ubicar inmediatamente dada la velocidad con la que pasan de un lado a otro de la puerta giratoria entre el sector privado y el público.

A la gravedad del hecho por sus potenciales consecuencias sobre la salud y la vida, esto también es un atentado contra la dignidad de las personas. Como dice una de las afectadas, "La situació que estem vivint es força denigrant i ens fa sentir culpables d'estar malalts". Y estamos hablado ahora de una persona muy preparada y con una gran experiencia en el activismo social, consciente de los lugares a que dirigirse para reivindicar y también para pedir apoyo, incluso en el propio Parlament con los grupos más cercanos a los intereses sociales, ¿podemos imaginar la situación de otras personas ante una situación semejante, personas muy mayores, sin experiencia en gestiones de este tipo? Como bien señalaba una compañera de la Assemblea de Sarrià-Sant Gervasi, "Segur que hi ha molta més gent com tu però que no protesten, ja fan molt anant de farmàcia en farmàcia buscant el que necessiten. Hem d'aconseguir que es visualitzi el problema de la manca de medicaments, que és gravíssim".

En efecto, es política y éticamente inadmisible que estos problemas se den y que si se dan tenga que resolverlos cada persona afectada dedicando días enteros a ello, sin ninguna seguridad de no volver a enfrentarse con el mismo problema cuando se le acaben los últimos conseguidos. Por otra parte, también se convierte en un problema grave para los hospitales, dado que en Cataluña no son los encargados de dar estos medicamentos pero tampoco pueden eludir una situación de urgencia de personas que los necesitan ya para no morir.

Como indica una de las personas afectadas en una carta, "En primer joc, els immunosupressors els prenen tots els trasplantats (ronyó, fetge, cor, pulmó...) però també altres patologies relacionades amb la immunodeficiència i d’altres... estem parlant d’una situació molt critica on la supervivència dels òrgans i també la vida s’estan posant en rics. Com ja sabeu es una medicació de per vida i no ens podem saltar ni una toma".

Y esto no es un problema de una persona. Como escribe la Associació de Malalts del Ronyó en carta al Departament de Salut, "Cada dia som més els pacients que ens trobem amb la dificultat que la nostra farmàcia de sempre no ens pot subministar el fàrmac que necessitem i hem d’anar de farmàcia en farmàcia, amb l’angoixa que això representa i el risc que comporta per a la nostra vida".

La solución no es, por tanto, arreglar cada caso individual en función de la capacidad de presion, sino una solución general para que el problema no exista, aunque por descontado cada persona hace muy bien al pelear por su vida y al hacerlo abre el camino para una solución colectiva.

Pero esa solución sólo se conseguirá desde una acción colectiva en la que se impliquen las y los pacientes, el personal de la sanidad pública, las diversas asociaciones de pacientes o las vinculadas a determinadas enfermedades, los sindicatos, colectivos sociales como las asambleas populares, los partidos que se comprometan en serio con la defensa de la sanidad pública, o incluso las propias farmacias, afectadas por la situación. Por ejemplo, mientras se exige a CatSalut que asuma su responsabilidad, la cooperación extrainstitucional entre todos estos sectores podría permitir avanzar en un censo común provisional de personas afectadas por esta situación. Cuanto más lejos se avance en el compromiso social con los problemas que los gobernantes no sólo no resuelven sino que crean ellos mismos, más posibilidades tenemos de forzar a éstos a tomar medidas o, incluso, de provocar un cambio de gobernantes si es la única manera de poner fin a situaciones como ésta.

Esta vez se trata de un problema surgido, al menos, en Cataluña, pero es parte de una situación que afecta a todas las "comunidades autónomas" de ese Estado llamado España, pues hay un proyecto político central de desmantelamiento de la sanidad pública a través de las leyes del gobierno central presidido por Rajoy, y además hay agresiones adicionales, en la misma lógica, específicas de territorios como Madrid, Castilla La Mancha, Cataluña, Galicia, etc. Por ello, a la vez que nos enfrentamos a cada medida dirigida contra la sanidad pública, hay que tejer una alianza social lo más amplia posible en defensa del sistema público de salud.


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