Trasversales
Francisco Javier Vivas

¿La Nada?

Revista Trasversales número 30, febrero 2014

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Apocalíptica se ha puesto Cospedal al aludir a la supuesta falta de alternativas a la derechona con la frase “el Partido Popular o la nada”, que inmediatamente se asocia a la obra de Sartre “El ser y la nada”. ¿Sabía la señora quien era Sartre cuando eligió esa frase o es una floritura de las de Floriano? ¿Utiliza la existencial categoría sartreana del “ser para-sí” para suscitar una reflexión sobre la identidad del partido? ¿Intenta justificar tácitamente el amiguismo, el nepotismo, el clientelismo, el “qué hay de lo mío” y los sobres marrones, que marcan la praxis cotidiana del partido a lo ancho del país, como expresiones postmodernas del “ser para-sí”? ¿Quería reafirmar la idea de España “para nosotros” porque somos los más patriotas? ¿Intentaba recordar a los asistentes que el PP es un partido predestinado a gobernar España, recabando altísimas recompensas por ese servicio? ¿Deseaba recordar a los afiliados la suerte de contarse entre los españoles “excelentes”, nacidos para mandar, nacidos para cobrar?

¿Pretendía, en resumen, suscitar unas reflexiones que sacudieran el muermo de los que asisten a una convención política, en la que no se van a discutir acuciantes problemas políticos, sino a mostrar la adhesión a un cuestionado líder?

Si era eso lo pretendido, el lema elegido por doña Cospe, no es afortunado. Primero, porque en un partido constituido en torno a una concepción fuerte del liderazgo y, en consecuencia, sobre un gobierno presidencialista, cada día está más claro que, como presidente ausente y dirigente silencioso y displicente, Mariano Rajoy como líder es lo más parecido a la nada, y eso es lo que señalan Aznar, Oreja, Vidal Quadras y otros nostálgicos del caudillismo.

Y segundo, porque la lapidaria y disyuntiva frase de Cospedal conduce pronto a evaluar críticamente lo realizado por el Gobierno del PP, para decantarse por la mediocridad o la nada; por la mendacidad o la nada; por la opacidad o la nada; por la sumisión incondicional a Merkel o la nada; por el autoritarismo o la nada; por el clericalismo o la nada; por la privatización de bienes públicos o la nada; por la tolerancia con el fraude fiscal o la nada; por la corrupción o la nada; por el aumento del paro o la nada; por la criminalización de las mujeres o la nada; por la manipulación de la justicia o la nada; por la rebaja de salarios o la nada; por el empobrecimiento de la población o la nada, o por el aumento de la desigualdad o la nada.

Pero la aparente invitación de Cospedal al nihilismo y a desentenderse de la política esconde el verdadero sentido de la frase, que es el temor a esa nada, que no es tal; es una nada que no está vacía, porque las calles están llenas de gente que protesta contra el Gobierno. Afirmar que la alternativa al desgobierno del PP es la nada, es negar la evidencia de miles de ciudadanos disgustados, desencantados, indignados, que no sólo no son nada, sino que son mucho y, si desalojan al Partido Popular del poder, pueden llegar a quitárselo todo. Ese es el temor de Cospedal, expresado en una frase que es un conjuro para alejar el miedo a perder un gobierno, que ya es claramente ilegítimo.