No puedo, yo que estoy suspendido de la cruz de vuestro dolor, más que inclinarme sobre el suelo que se ha coloreado del rojo de la sangre y el rojo del sueño, y posar la rosa que he arrancado del jardín de las palabras a vuestros pies.
Elias Khoury Una roja rosa para la Palestina del Norte Revista Trasversales número 31 enero 2013 Texto original: Al-Quds al-Arabi, 6/1/2014. Versión en castellano tomada de "Traducciones de la revolución siria". Traducción al castellano de Traducciones de la revolución siria, blog dedicado a publicar traducciones al español de textos, vídeos e imágenes sobre la revolución siria: “El objetivo es dar a conocer al público hispanohablante al menos una parte del tan abundante material publicado en prensa y redes sociales sobre lo que actualmente acontece en Siria. Por lo tanto, se acepta y agradece enormemente la difusión y uso de su contenido siempre y cuando se cite la fuente”. T Otros textos del autor Señora, no
tengo más que las palabras que dibujo en forma de
rosa roja para ofreceros en este inicio de año. Una
rosa roja que vierte la sangre derramada de vuestros
hijos e hijas durante estos tres largos años.
No puedo, yo que estoy suspendido de la cruz de vuestro dolor, más que inclinarme sobre el suelo que se ha coloreado del rojo de la sangre y el rojo del sueño, y posar la rosa que he arrancado del jardín de las palabras a vuestros pies. Sham [1],
no puedo más que repetir tu nombre, para protegerme
de la desesperación con desesperación, y del dolor
que hay tras el dolor. Te escribí una vez que mi
patria
me duele y hoy te escribo de nuevo, y me quejo
de ti ante ti, mientras abrazo tus heridas en mi
pecho y vivo contigo los dolores de nuestra nueva
Nakba.
En el
pasado, los palestinos solían llamar a su país la
Siria del Sur, cuando el país era un sueño de
democracia e independencia. Del mismo modo, los
libaneses levantaban la bandera árabe en las plazas
de sus ciudades viendo en el Bilad al-Sham un modelo
del país que debían construir de nuevo.
¿De qué
sirve volver al pasado? Cuando hablamos de nuestro
sueño abortado, nos tachan de románticos y ajenos a
la realidad. Pero, cuando intentamos ser realistas
como esta época quiere que seamos, descubrimos cómo
ha caído la realidad y cómo se ha convertido en
despojos a los pies de la dictadura salvaje que
provoca en y para nosotros una segunda Nakba que
quizá sea más cruel y salvaje que la primera.
No quiero
comparar entre las dos Nakbas, pero si fue posible
alegar nuestra ingenuidad política y nuestra
debilidad para justificar nuestra Nakba en
Palestina, hoy no tenemos excusa posible para
nuestra segunda Nakba en Siria, nuestra decadencia
política y moral en Líbano y la fragmentación iraquí
que no perdona.
En el
pasado llamábamos a Palestina la Siria del Sur, y
ese nombre era un signo de esperanza de liberación
del despotismo otomano y del colonialismo
occidental, y de construcción del Estado
democrático. Pero, ¿cómo la llamamos hoy?
¿Nos
veremos obligados a llamar a Siria la Palestina del
Norte al ver cómo se destruye el país con barriles
de pólvora, cómo la gente es humillada, cómo se ven
obligados a desplazarse de sus casas, cómo pasan
hambre y cómo son secuestrados?
¿Qué
decimos a los secuestradores de Razan Zaitouneh y
sus compañeros? ¿Cómo hablamos de los secuestradores
del Padre Paolo, que roban la revolución, destruyen
los valores y destrozan lo que el régimen de la
dictadura asadiana no ha podido destruir en cuatro
décadas? Muchas preguntas y signos de interrogación,
pero antes de decir nada, quiero preguntar a Ahmad
Jarba y a los líderes de la Coalición qué han hecho
sus amigos saudíes, patrocinadores del Ejército del
Islam que ha secuestrado a Razan. ¿Es que Siria y
sus revolucionarios no valen nada para vosotros?
¿Habéis perdido la lengua? ¿Creéis que podéis
dirigir un pueblo que al inicio de su revolución
gritó “el pueblo sirio no tiene hambre” con el
dinero del petróleo y el gas después de que la
dictadura haya logrado matarlo de hambre? ¿Cómo os
atrevéis a hablar cuando Razan Zaitouneh, Samira
Jalil, Wael Hammada y Nathim Hamadi son privados de
la palabra y se encuentran en un lugar desconocido?
Nuestra
Nakba en Siria tiene tres nombres. La primera es la
Nakba del salvaje déspota –Bashar al-Asad- y su
escuadrón de asesinos y carniceros que han decidido
quemar Siria. Después, la Nakba de los ejércitos de
Al-Qaeda y sus semejantes: los fundamentalistas de
quienes se desprende el olor del petróleo, y que
quieren borrar la existencia nacional para
sustituirla por un discurso producto de la
decadencia que pretende sacarnos del tiempo.
Finalmente nuestra tercera Nakba es la de la élite
política opositora que ha decidido dirigir desde
fuera y se ha encomendado a la estupidez de la
intervención exterior. Una intervención que no tardó
en llegar, pero que no lo hizo como, ingenuamente,
esperaban, sino que vino a favor del dictador por
medio del apoyo ilimitado iraní y ruso.
Tres
nombres que se alían para crear una nueva Nakba en
Siria, haciendo del Bilad al-Sham, desde su sur
palestino a su norte sirio, pasando por su oeste
libanés, un escenario de muerte. Y del mismo modo
que los estadounidenses venden la Siria del Sur al
ogro israelí, venden la Palestina del Norte al
monstruo de la destrucción y la extinción. Y al
igual que la élite política palestina sigue
pendiente de la ilusión de las negociaciones y la
debilidad de delegar en el “mediador”
estadounidense, la oposición siria sigue suspendida
en su impotencia y entrega sus cartas a los países
del Golfo mientras espera un gesto estadounidense
que les salve de la destrucción. Son estas preguntas
sin respuesta en el horizonte. Pero vos, señora mía,
os mantenéis en pie sobre la destrucción y
renunciáis a la muerte.
Desde el
campamento de Yarmouk, donde los hijos de Hebrón
expulsados en 1948 son presa de la hambruna, hasta
las dos Ghouttas del sufrimiento por el hambre, los
bombardeos y la humillación; desde Alepo que se
levanta hoy contra la humillación de Da’esh (Estado
Islámico de Iraq y Siria según sus siglas en árabe),
gimiendo bajo los barriles explosivos, hasta
Kafranbel, desde donde salió el grito de la
revolución contra la oscuridad que quieren imponer a
Siria y su pueblo, resistís, señora, como nadie lo
ha hecho. Asediada por la muerte y la traición,
levantáis vuestros ojos humedecidos por las lágrimas
ardientes, y gritáis por vuestra libertad y la
nuestra.
No seréis
la Palestina del norte en el sentido de nuestra
nueva Nakba, sino que seréis toda Palestina cuando
logréis echar a la muerte de encima de vuestros
hombros y os erijáis de nuevo como nombre con que
llamar a la libertad. Aceptadnos, señora, como hijos
que aprendemos ante vos a deletrear la palabra
‘libertad’, aceptad esta rosa roja, y perdonadnos.
[1] Se
refiere a Siria o a Damasco.
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