Trasversales
Jesús Jaén

La campaña de criminalización al 22M

Revista Trasversales número31 marzo 2014 (web)

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Jesús Jaén es miembro del Movimiento Asambleario de Trabajadoras y Trabajadores de la Sanidad (MATS)



Estamos asistiendo a un vergonzoso espectáculo donde la inmensa mayoría de los medios de comunicación tratan de asociar las Marchas de la Dignidad con la violencia. Lo que empezó como una cuña la noche del 22 de marzo se está convirtiendo en una obscena campaña del poder para desacreditar, acusar y criminalizar a un movimiento que ha desbordado todas las previsiones.

Para llevar a cabo esta campaña se están empleando todos los medios necesarios: visuales, escritos, políticos, ideológicos o sentimentales. Vayamos por partes:

1) Las marchas de la Dignidad fueron un enorme éxito por su alcance social y por la participación de cientos de miles de personas. Así mismo visualizaron dos cosas más: que las clases trabajadoras y la población no aguantan más injusticias, recortes y desigualdades sociales. Y segundo, que estas Marchas fueron organizadas por el sindicalismo alternativo, movimientos sociales y populares muy alejados de la concertación social de las cúpulas sindicales.

2) El Gobierno y el PP a través de sus poderosos medios están intentando que el 22M se asocie a la violencia. Llevan días hablando de los altercados, de los policías heridos y con ello intenta ocultar el éxito de las Marchas. Esta campaña además de desprestigiar a los colectivos y movimientos que han participado en dicha organización, busca conseguir una nueva vuelta de tuerca en la represión, prohibición y recortes de los derechos fundamentales, tanto a nivel legislativo como en el ejercicio de manifestación en el centro de Madrid.

3) Los medios de comunicación afines al poder, son propiedad de grandes empresas cuyos beneficios tienen mucho que ver con las políticas gubernamentales. Ellos están deformando lo que ocurrió la noche del 22M. Como se demuestra en los vídeos, la policía cargó antes de que la multitudinaria concentración se disolviera en la Plaza de Colón. Cargaron con violencia contra muchos manifestantes y periodistas que cubrían su trabajo. Ello desató una ola de altercados en donde la policía salió malparada como se observa en las imágenes.

4) La violencia de grupos de manifestantes es un fenómeno que responde a diferentes causas: el agravamiento de las tensiones sociales y la radicalización de sectores jóvenes, la filtración de agentes de paisano, la existencia de grupúsculos ultras de cualquier naturaleza “política” o “deportiva”, las brutales actuaciones policiales en la mayoría de las manifestaciones que no cuentan con el beneplácito de las instituciones del régimen, etcétera. Ello no es óbice para que, de la misma forma que rechazamos la violencia policial, denunciemos a los que buscan en cada acontecimiento un desenlace brutal donde ellos sean los protagonistas, en lugar de las miles de personas que vamos a la manifestación.

5) Todo este “debate” acerca de la violencia se lleva a cabo partiendo de consideraciones falsas. Nuestra sociedad está muy lejos de ofrecernos a todos y todas un sistema igualitario. No lo es en la distribución de la riqueza económica, no lo es tampoco en el ejercicio individual o colectivo de las libertades y ni siquiera lo es en derechos constitucionales como la vivienda, el trabajo, la sanidad o la educación. La grieta entre ricos y el resto se acrecienta día a día como lo reflejan todos los informes internacionales. Esta enorme desigualdad afecta a la vida de las personas y se convierte en una manera sutil de violencia tanto física como psicológica.

6) No caigamos por lo tanto en el juego del gobierno y sus medios afines que nos obligan a condenar solamente un tipo de violencia. Existe una violencia institucional en las formas de dominación de las clases dominantes que se ejerce sistemáticamente de muchas maneras, existe una violencia en las actuaciones de de las fuerzas de orden público cuando se reprimen manifestaciones de trabajadores, estudiantes o inmigrantes; y por supuesto, también existe una violencia aislada y grupuscular, que lejos de responder a estrategias de organizaciones (como las convocantes del 22M), nos tratan de utilizar como rehenes de sus delirios.



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