Trasversales
Roland Denis

Kobane: donde unos anarquistas le están ganando a Dios

Revista Trasversales número 34 febrero 2015

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Oh Dios tú que nos has hecho

Para morir ¿por qué nos infundiste

la sed de eternidad, que hace al poeta?

¿Puedes dejar así, siglo tras siglo,

Caer como villanos que deshace un soplo

Los hijos de la luz en la tiniebla avara.

Mas tú no existes. Eres tan solo el nombre

que da el hombre a su miedo y su impotencia

Luis Cernuda


La revolución de Rojava, zona kurda de Siria autónoma del Estado Sirio desde el momento en que estalla la guerra civil en Siria, es probablemente el punto de quiebra más profundo de toda la estrategia imperialista en Oriente Medio. Desde hace mes y medio una ofensiva descomunal sobre la ciudad de Kobane, una de las más importantes de la región, fronteriza con Turquía, por parte del Estado Islámico (ISIS), pertrechado de tanques y artillería pesada contra las milicias de hombres y mujeres (comandada principalmente por mujeres), con armas meramente defensivas, fusiles AK, granadas etc, no ha podido vencer a estas fuerzas. Y ya en las últimas dos semanas, por informaciones que nos llegan, luego de retomar uno de los montes más estratégicos de la ciudad, las fuerzas kurdas se preparan para una ofensiva final para la retoma de la total de la ciudad. Frente a los movimientos desesperados del ISIS de usar hasta carros bombas para conservar las zonas aún bajo su dominio, pero en una situación que pareciera tenerla perdida estratégicamente.

Pero esta no es una batalla cualquiera, como dice una de las comandantes principales de las YPJ (milicias kurdas), “Esta es una batalla que libramos no sólo por el pueblo kurdo sino por toda la humanidad”. Efectivamente es una batalla primeramente de “todo el pueblo en armas”, donde hasta las abuelas tienen su papel en la retaguardia de los enfrentamientos. La población entera jugando papeles logísticos, de inteligencia, salud, se incorpora de una manera u otra a la milicia, dándole sostén a sus unidades de batalla. Por los mensajes divulgados se ve que han perdido valios@s combatientes en esta pelea, pero no mengua su fuerza, siendo muy superiores las pérdidas por parte del ISIS, un ejército del peor barbarismo religioso fundamentalista; unos criminales a sueldo armados por los EEUU, más las armas que le han tomado al ejército iraquí ya casi inexistente y el de Siria que va en la misma línea.

La confrontación se da entre estos bárbaros y un pueblo que ha vivido todo un proceso de evolución hacia posiciones radicalmente libertarias. El PKK, principal organización de la resistencia kurda en Turquía, inicialmente marxistas leninistas, ha evolucionado hacia posiciones libertarias inspiradas en el anarquismo ecológico algo parecido al zapatismo en su propia cultura. Cuentan sus historiadores que el autoritarismo inicial de una organización armada de resistencia ha venido siendo superado por la tesis del Confederalismo Democrático, que no busca la formación de un Estado kurdo cual fue su tesis originaria, sino la de integrar a la mayoría de las étnias y culturas y las suyas propias, presentes en la región del Kurdistán que se extiende por Turquía, Irak, Siria e Irán, a una nueva forma de vida que los libere cada vez más de las formas-estado a las cuales han estado atados y oprimidos todos los pueblos kurdos por siglos, y se organicen bajo el pleno autogobierno del pueblo. La presencia del PKK de Turquía se extiende sobre Siria bajo su organización hermana la YPJ, pudiendo empezar a concretar su proyecto de revolución social...

Siguiendo estas líneas de evolución política, de organizaciones que han guardado toda su capacidad político-militar, la revolución en Rojava se ha caracterizado por la formación de varias instancias de organización asamblearia del pueblo, en cuyas coordinaciones están representadas religiones, étnias y sobre todo la presencia igualitaria de la mujer, quebrando de plano todo el patriarcalismo feudal que aún subsiste en el Oriente Medio, hasta convertirse en “modos de vida oficial” conducidos por todos los fundamentalismos hegemónicos, incluido el sionista. Más allá aún han formado su propia milicia dejando ver su igualdad en cuanto a la capacidad operativa militar. Todo esto representa para la región una revolución cultural y de fondo total.

Su fuerza y valentía en esta batalla ha sorprendido al mundo entero, convirtiéndose en una piedra en el zapato para todas las potencias. El estado Turco, sin enmascararse, ha apoyado abiertamente al ISIS, dada su controversia con el régimen de Al-Assad y sobre todo con la revolución de Rojava, cuya victoria fortalecería enormemente las fuerzas kurdas en Turquía. Sólo en los últimos días han dejado pasar hacia Siria unidades del PKK en Turquía. En cuanto al resto de los estados imperialistas implicados en el conflicto, sus posiciones han sido absolutamente ambiguas; en lo que respecta EEUU, una perfecta hipocresía de ataque aéreo a las fuerzas del ISIS sin coordinación con fuerzas terrestres y sin dotarlos de armamento de fuerza. La diferentes entrevistas a las comandantes kurdas parecieran reírse de este supuesto apoyo de los EEUU. Otras fuerzas aledañas se han aliado a los kurdos de Kobane, incluidas las fuerzas militares kurdas de Irak, dirigidas por una organización abiertamente pro-imperialista y sionista, por razones de fuerza mayor.

Pero por su lado el ISIS y su posible derrota en Kobane, representa el fracaso de la mistificación religiosa típica en estos casos, ya que se trata de fuerzas guiadas no por ellos sino por la voluntad de Dios. Unos guerrilleros libertarios basados en sus propias fuerzas e inteligencia están derrotando al mismísimo Dios. Siendo ésta una gran victoria de la humanidad por lo que representa la derrota de los fundamentalismos en todo el mundo y la ratificación de que todo proceso libertario necesariamente tendrá que quebrar las identidades religiosas cerradas, incorporándola a una mucho mayor que se enmarca en la diversidad cultural y material de los pueblos.

Las propias contradicciones del fundamentalismo civilizatorio del occidente liberal y sus alianzas o promoción de los diversos fundamentalismos religiosos de todo tipo, incluido el islámico, se topa aquí con la necesidad de decidir qué hacer con los fundamentalismos que los desbordan militarmente siendo hijos de ellos, tal y como sucedió en Afganistan. Se promueve entonces su contrario liberal y “democrático” en un juego de fuerzas con las demás potencias regionales, capitaneadas en este caso por Rusia. Pero éste no es el caso de las comunidades de Rojava (por demás descendientes directos de los grandes fenicios de Mediterraneo) que se han levantado dirigidos por un propósito propio y libertario, enfrentado a todas la fuerzas imperiales manteniendo su total autonomía política. Por correlaciones de fuerza les puede interesar al menos no enfrentar y hasta apoyar tímidamente la resistencia de Kobane, pero tengamos claro que cualquiera que sea su extensión será a sangre y fuego y no con bom­bardeos laterales como los actuales contra el ISIS.

Son elementos que nos deben llamar a reflexión en muchos sentidos.

Primero, las trampas de la geopolítica, donde al final, centrándonos únicamente sobre sus juegos de fuerza y lo conveniente que puede ser estar con una u otra, no somos más que piezas de algunos de los factores en pugna reproduciendo la lógica de la guerra fría. Venezuela en este aspecto, salvo la digna posición ante el conflicto palestino inaugurada por Chávez, en lo que respecta a Siria no hemos hecho otra cosa que seguir los intereses de la geopolítica rusa, cuando deberíamos estar apoyando estas fuerzas milicianas sin complejos, haciéndonos presentes en esta terrible batalla, siguiendo el principio de la hermandad con los pueblos oprimidos.

Segundo, la legitimidad en general de una revolución, tiene como condición primera la épica igualitaria efectuada entre pueblo y dirigentes. Es esa bella imagen descrita por el Che en “El socialismo y el hombre en Cuba” de una marcha encabezada por sus dirigentes máximos, Fidel a la cabeza, y el pueblo configurando una misma masa. Se desploma toda legitimidad revolucionaria y toda posibilidad de victoria, cuando esa igualdad originaria se quiebra y los dirigentes en el fondo ya nada tienen que ver con ese pueblo ni material ni espiritualmente. El ejemplo lo están dando los kurdos con una síntesis extraordinaria y con la fuerza que ésta toma en el plano militar y político a la hora de construir una sociedad nueva y defenderla con las armas.

Tercero, propiamente hablando las unidades kurdas de combate no constituyen un ejército ajeno al pueblo, a su cotidianidad y a sus necesidades. No son ejércitos con men­talidad corporativa, de cuerpo extraño a la sociedad al que, en el mejor de los casos, ésta respetará como símbolos de nación. Es el pueblo organizado para la defensa y de allí la extraordinaria capacidad de resistencia que han tenido. El “pueblo en armas” no puede ser una sublimación del principio en una estructura extraña con estructuras de mentalidad corporativa y burocrática, ha de ser una expresión organizativa más del pueblo, estructurados para la función vital de su defensa y capacidad de movilización.

Cuarto, las premisas libertarias levantadas por los kurdos nos dejan ver la inmensa importancia que están tomando estas tendencias en el mundo. Los instintos autoritarios y estatistas que por razones comprensibles tratan de establecer muchos izquierdismos reformistas, leninistas u otros, las desprecían y criminalizan ideológicamente. Tomen el caso de este pueblo milenario y el ejemplo que dan al mundo para darse cuenta de lo errados y ciegos que están. Los estados nacionales y extensiones autoritarias, están totalmente agotados como fuentes de liberación en el siglo XXI. Los pueblos desde ya tendrán que conformar sus propias organizaciones de liberación capaces de involucrar a toda la sociedad desposeída, como lo están haciendo mujeres y hombres kurdos.

Quinto, la confrontación victoriosa contra estos asesinos del ISIS, lo sangrienta que se ha tornado esta guerra y los intereses que en último termino defienden (castas feudales, intereses imperiales, neocolonialismo cultural), nos advierte de la necesidad de no dejar expander sus hermandades en nuestros países, sean evangélicas o cualquier otra. Los primeros que deben ser conscientes de este peligro son las propias integraciones religiosas que pueden ser usadas para tales fines. La “teologización de la política”, tal y como lo advirió Foucault ha­ce 30 años, está destinada a convertirse en uno de los grandes enemigos de la revolución social en el mundo.