Trasversales
Elena Papadopoulou

Diez observaciones a propósito de la decisión del Eurogrupo

Revista Trasversales número 34 febrero 2015 (web)

Publicado en AnalyzeGreece el 24 de febrero de 2015




1. La reunión del Eurogrupo del 20 de febrero marcaba el fin de la primera (corta) serie de negociaciones entre el nuevo gobierno griego y sus socios europeos.

2. Para juzgar lo que el gobierno ganó y lo que perdió, así como lo que no ganó y lo que no perdió, debemos tener en cuenta tres cosas: las condiciones en las cuales la negociación se efectuó, los objetivos que cada parte pretendía alcanzar y las soluciones alternativas.

3. ¿Cuántos agentes directamente interesados se sentaban realmente alrededor de la mesa? La respuesta es muchos. El resultado de la negociación y cada una de las étapas intermedias de ella afectan a importantes intereses de Grecia y Alemania, pero también de cada uno de los 17 países de la eurozona. Sin embargo, el enfoque que reduce lo que allí estaba en juego a "intereses nacionales" es engañoso. En realidad, los ministros de Finanzas de todos los gobiernos participantes negociaron la política y el poder relativo de sus respectivos gobiernos. De la misma manera, la Comisión Europea negoció su política (y su poder relativo) a través de Jean-Claude Junker, el BCE lo hizo a través de Mario Draghi y el FMI por medio de Christine Lagarde.

4. La agresividad extrema de Schäuble da testimonio de la presión a la que el gobierno alemán ha tenido que confrontarse en sus esfuerzos para preservar la primacía de su propia visión de la crisis y para mantener las políticas de austeridad. También da testimonio de su esfuerzo para mantener la solidaridad de los agentes más importantes con su proyecto. Por esta razón, las posiciones de Francia y de Italia tenían particular importancia. Las fisuras abiertas por el gobierno griego en esa fase se han producido principalmente en ese ámbito, no en el del "Frente Sur" (España, Portugal, Irlanda), que ha seguido perfectamente la estela del piloto alemán por temor a un posible ascenso de la izquierda en sus países respectivos, aunque, en cierto sentido, el juego que han elegido es aún más peligroso. Su decisisón de identificarse con la estrategia alemana estaba claramente en contra de los intereses de su propio pueblo. Lo que significa que si Grecia consigue algunas pequeñas victorias la presión sobre ellos crecerá.

5. Teniendo en cuenta todo esto, Alemania intentó garantizar que el gobierno de Syriza firmase las mismas cosas que el gobierno precedente: por una parte, que aceptase todas las "condicionalidades" que quedaban en suspenso a causa de la finalización de la quinta evaluación del Programa de ajuste de Grecia (sumisión económica); por otra parte, que aceptase la lógica según la cual el único camino para salir de la crisis sería el propuesto por Alemania (sumisión política).

6. Esto no se produjo, por dos razones: la primera razón es que Syriza no faroleaba en lo que se refiere a sus líneas rojas. El gobierno ha estado y está decidido a respetar el mandato recibido de sus electores y a rendir cuentas al pueblo griego. La segunda razón es que las élites políticas y económicas europeas han sentido miedo ante la dinámica de un enfrentamiento. En otros términos, una cosa es creer que probablemente la salida de Grecia del euro (Grexit) sería gestionable y otra es tener la certeza de eso. La experiencia de Lehman Brothers ha enseñando algo en cuanto a ese matiz.

7. En ese sentido y en estas circunstancias la segunda vuelta de las negociaciones va a comenzar mañana. Y va a durar tanto tiempo como está previsto en el "acuerdo de transición" del viernes 20 de febrero: cuatro meses. Durante este tiempo, vamos a sacar conclusiones no sólo de esta negociación particular y de las que le seguirán sino también en cuanto a cuestiones estratégicas más amplias y más importantes en la historia de la izquierda. Seamos pues prudentes y pacientes. Todavía no tenemos la distancia política, temporal y emocional necesaria para emitir juicios definitivos.

8. Los cuatro próximos meses serán una batalla con tiempo, pero sobre todo una batalla con nosotros mismos. Tal y como argumenta Krugman en su artículo "Delphic Demarche", era previsible un conflicto en torno a la interpretación del acuerdo, por lo que debemos manejar todos los posibles márgenes de flexibilidad que nos dé el contenido del acuerdo, sabiendo que en el otro lado van a hacer exactamente lo mismo.

9. Estoy totalmente de acuerdo con el punto de vista expresado por el compañero Elias Ioakeimoglou en un artículo muy pertinente: "el conflicto no está aún resuelto y el tiempo favorecerá a quien mejor prepare las condiciones para la próxima gran negociación".

10. Lo que cada uno de nosotros (el gobierno, el partido, los sujetos políticos y sociales implicados en nuestro proyecto) debemos garantizar durante este período es que las condiciones en que se efectúe la próxima negociación nos sean favorables. Esto implica muchas cosas. En primer lugar, implica que la posibilidad de un enfrentamiento sigue siendo fuerte y que eso no lo resolverán las maniobras tácticas. También implica que nuestros compromisos sigan siendo nuestra guía, y que su jerarquízación será precisamente eso, una jerarquización, y no un abandono de ellos. Por último, implica que los procesos políticos serán particularmente importantes para asegurar que todo esto sea discutido y comprendido, pero también como mecanismo de control.

Si queremos disponer de tiempo para hacer nuestro trabajo, debemos fomentar una cooperación verdadera, concertada y sustancial entre nosotros, hacia la resolución de los verdaderos problemas que se nos van a plantear y de un modo estrictamente orientado hacia los intereses de la mayoría social. Esto determinará, en un alto grado, si el gobierno de Syriza puede y debe continuar existiendo después de junio.




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