Trasversales
Lois Valsa

Invierno cultural madrileño 2015

Revista Trasversales número 34, febrero 2015 (web)

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Sigue la congelación provocada por los recortes a todos los niveles y en la mayoría de las actividades culturales. ¿A quién le sigue importando la cultura? Me sigo haciendo desde luego la misma pregunta que me hacía en el otoño cultural ¡Lo importante es la Economía, estúpidos! Los mandamases europeos, es decir los banqueros alemanes, no sólo Angela Merkel, y gran parte de los banqueros y dirigentes de los otros Estados, continúan defendiendo, para eso han ido ocupando todas las Instituciones clave, Políticas Neoliberales de Austeridad que nos han ido llevando directamente a la Ruina. A pesar de todas las evidencias de un paro desastroso y de una desigualdad cada vez mayor no las quieren cambiar porque lo que les preocupa son sus Intereses, los de las Elites. Por ello, a un país como Grecia cuyos ciudadanos se han revelado en las urnas, o sea democráticamente, contra la precariedad en la que sobreviven o malviven le atan la soga al cuello y quieren que comulgue con ruedas de molino, o sea con Bruselas y la Troika al dictado del Bundesbank. Durante estos días estamos viendo precisamente el duro pulso del nuevo ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, quién por cierto es autor de un libro en el que utiliza la metáfora del Minotauro global para explicar el origen de la Gran Recesión desde un punto de vista distinto del tradicional. Al tiempo, parece que empiezan a soplar vientos de cambio en Europa dónde la ciudadanía está harta de sus dirigentes. ¿Podremos o no Podremos?

ARTE

Sin embargo, en lo que se refiere al arte, a pesar de esta congelada situación, es posible que estemos ante una temporada artística con las exposiciones más potentes, en lo que a nombres se refiere, de los últimos años, tanto en Madrid y España como en otros países. Una temporada, pues, pletórica de maestros. Parece que cuando hay menos medios se desarrolla más creatividad para aprovechar los recursos existentes. La feria de Arco, que este año se retrasa un poco, hasta el 25, en este frío febrero, tiene a Colombia como país invitado, y se presenta bastante animada.

Una exposición en Madrid: Giacometti. El hombre que mira.

En la Fundación Canal, se puede ver, hasta el 3 de mayo de 2015, esta estupenda exposición, comisariada por Catherine Grenier y Matilde Lecuyer y coproducida por la Fundación Canal y la Fundación Giacometti. Una muestra que incluye más de 100 obras del gran artista italo-suizo Alberto Giacometti (1901-1966), entre dibujos, esculturas y obra gráfica, que giran en torno a la figura humana- una constante en la obra del artista- y a la mirada, que para él es el alma y la esencia de la vida del ser humano. Como aspecto novedoso nos ofrece una aproximación a su obra en la que confluyen todas las etapas de su vida (naturalismo, cubismo y surrealismo) y desembocan en una estética figurativa marcada por su investigación en torno a la mirada. Todas las obras de esta exposición proceden de los fondos de la Fundación Giacometti, y más de la mitad, restauradas con la colaboración de la Fundación Canal para esta muestra, se exponen en público por primera vez. Aunque este artista es muy conocido por sus esculturas, aquí podremos apreciar lo importante que es el dibujo en su obra que él considera una disciplina imprescindible para dominar la escultura o la pintura. Giacometti es un extraordinario dibujante: “Lo único que cuenta es el dibujo. Hay que agarrarse única y exclusivamente al dibujo”.

Estamos ante uno de los artistas cuya obra suscita una gran fascinación y asombro, tanto entre historiadores y críticos como entre el público experto o general, al tiempo que, de los artistas modernos, es uno de los que produce una aceptación unánime. Giacometti ejerce una enorme atracción sugestiva: nos atrae como un imán. Esta exposición es un buen ejemplo de ello: se pueden ver muchas exposiciones pero muy pocas como ésta nos tocan y nos emocionan tan vivamente. Esas cabezas, esos cráneos, esos ojos, esas miradas, esas figuras de medio cuerpo, esas figuras de mujer totémicas, esas parejas, esas figuras en la lejanía… nos conmueven una y otra vez en lo más hondo. Gracias también a la atmósfera creada por el magnífico contexto expositivo creado por Gabriel Corchero Studio con su diseño expositivo y su proyecto gráfico. Y para rematar el trabajo, un catálogo magníficamente editado, coeditado por la Fundación Canal y la Fundación Giacometti, que incluye todas las obras presentes en la muestra y extractos de declaraciones de Giacometti en entrevistas. Como complemento de la muestra se desarrollan muchas actividades didácticas.

CINE

En cine hay que destacar el gran tirón del cine español y el optimismo desatado en torno a las últimas películas de los jóvenes realizadores. En la Filmoteca, en la Academia, y, ahora, en la sala Berlanga, se ha podido ver sus películas. Se ha seguido con la “fiesta del cine” de los miércoles que sigue teniendo mucho público. Pero la expresión más patente de esa euforia se dio en la larga pero brillante, en gran parte por su presentador Dani Rivera, noche de la entrega de los galardones, los Premios Goya, de este año. Días antes, no estuvo nada mal la entrega, en el cine Palafox, de los premios de los Escritores Cinematográficos (CEC) que remató con la proyección de una película. ¡Eso es amor al Cine! Al tiempo se ha celebrado la 65ª edición de la Berlinale en la que el cine chileno ha tenido un papel relevante encabezado por Patricio Guzmán y Pablo Larraín. Taxi de Jafar Panahi, director clandestino en Irán, ha obtenido el Oso de Oro; El botón de nácar de Patricio Guzmán ha sido el premio al mejor guión y El club de Pablo Larraín ha obtenido el Oso de Plata Gran premio del Jurado. Isabel Coixet se ha quedado sin premio.

Una película: Leviatán, Andrey Zvyagintsev, 2014.

Esta película rusa de este importante director siberiano de 50 años (Novosibirsk, 1964) no se ha podido estrenar aún en Moscú, a pesar de haber sido subvencionada en un 30% por el Estado y de haber ganado el premio al mejor guión en el festival de Cannes y un Globo de Oro en Hollywood, además de ser galardonada como la mejor película extranjera en Londres y nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Sus detractores acusan al director de haber recibido dinero norteamericano. Parece que estamos de nuevo en la Guerra Fría con el antagonismo entre “lo ruso” y “lo occidental”. Su estreno, previsto en otoño, fue postergado hasta febrero en que aparecerá la película expurgada de sus palabrotas prohibidas por la legislación que entró en vigor el año pasado. Un grupo de activistas ortodoxos se ha dirigido al ministro de Cultura para que la cinta sea prohibida. Una versión completa pirata goza de gran popularidad entre los rusos que la pueden ver por Internet. El director ha declarado: “Rusia hoy en día es una simulación democrática”. Nunca ha votado.

Zvyagintsev no es un director muy famoso pero sí muy reconocido por los cinéfilos desde su debut, El regreso, que fue León de Oro en Venecia en 2003. Su tercera película, Elena, también ganó en Cannes, premio especial del jurado de Una cierta mirada. Esta película de ahora es un importante trabajo a base de planos casi fijos de mucha fuerza simbólica (expresada a través de imágenes de una belleza desolada de los paisajes helados de la costa Norte del mar de Barents en la que se ven los esqueletos de barcos varados) pero con un fuerte contenido político a través de una tragedia sobre la impotencia del individuo contra el poder despótico que preside la Rusia de hoy en día. Un poder en el que la iglesia ortodoxia, que la ha denunciado, participa plenamente como muestra claramente el final de la película. Está toda ella preñada de un humor corrosivo como expresión de una violencia soterrada que recorre la historia de corrupción de un alcalde que quiere demoler la casa de un tipo que es tan alcohólico y violento como el oligarca. No ha caído, pues, en un maniqueísmo ramplón esta historia en la que incluso el abogado, que lo defiende del alcalde y sus acólitos, tampoco es de una pieza ni los demás personajes. Unas buenas interpretaciones dan el tono justo de una narración que tiene como fondo el mito bíblico del Leviatán pero que se puede interpretar desde el Estado-Leviatán de Hobbes. Esta película nos aporta una escalofriante visión, muy regada de vodka, de la Rusia contemporánea.

TEATRO

En lo que se refiere a la actividad teatral madrileña hay que señalar que, a pesar de todas las dificultades, sigue siendo intensa y con un público bastante fiel, tanto en teatros públicos como comerciales. Un público fiel y también muy enterado, tanto que a veces se puede tener un buen conocimiento de la situación de la cartelera a partir de esta gente sin necesidad de seguir a los críticos más especializados. Existen desde hace tiempo grupos de hasta veinte personas que van al teatro asiduamente: su conocimiento y capacidad analítica te pueden asombrar. Otra cosa que llama la atención es la reposición, quizá por la crisis, de obras que ya antes habían pasado por la cartelera. En estas últimas temporadas se han repuesto muchas obras.

Otras veces, las obras vuelven al teatro por el éxito de público que han tenido. Este es el caso, por ejemplo, de la pieza La piedra oscura (un encargo de escritura del I Programa de Desarrollo de Dramaturgias Actuales del INAEM) que se ha representado en la sala Princesa del teatro María Guerrero. Esta obra de Alberto Conejero, dirigida por Pablo Messiez, e interpretada por Daniel Grao y Nacho Sánchez, se ha representado desde el 14 de febrero hasta el 22 de febrero de 2015, y, por el éxito de público que ha tenido, se va a volver a reponer en la misma sala del 18 de septiembre al 19 de octubre. Este drama sobre dos personajes de la historia reciente de España que está inspirado en la vida de Rafael Rodríguez Rapún, secretario de La Barraca y amigo de Federico García Lorca en los últimos años de sus vidas, trascurre en la habitación de un hospital militar.

Por otra parte, uno de los proyectos teatrales más novedoso y ambicioso ha nacido en Madrid y es el Teatro de la Ciudad en el que tres grandes de la escena actual (Alfredo Santol, Andrés Lima y Miguel del Arco) se han unido para llevar a cabo formas de trabajo colectivas en las que cada uno de ellos y sus respectivos equipos aportan diferentes maneras de enfrentarse a la creación. El espacio común para este proyecto será el Teatro de la Abadía, dirigido por José Luis Gómez. El Teatro de la Ciudad, que ya ha sido presentado oficialmente en Madrid, va a estrenar con tres clásicos de la tragedia griega: Medea, dirigida por Lima, Edipo Rey, dirigida por Sanzol y Antígona, dirigida por Del Arco. Los espectadores se convertirán en cómplices de las representaciones.

Una obra de teatro: Rinoceronte

Eugenio Ionesco escribió esta obra en 1959 y dos años más tarde se pudo ver aquí en el Teatro María Guerrero bajo la dirección de José Luis Alonso y con la interpretación de José Bódalo, María Dolores Pradera y Antonio Ferrandis. Este texto supuso en su tiempo una reflexión anticipada sobre el totalitarismo, y parece que, según las crónicas, fue recibido con aclamaciones y pateos. Sin embargo, el teatro hoy ya no tiene aquella capacidad revulsiva y el público suele ser muy pasivo ante todo tipo de obras. Incluso ante esta fábula dramática acerca de la propagación y aceptación social del totalitarismo que si ha mantenido su humor mordaz y no resulta nada complaciente con el público burgués que suele verla de la misma manera que con el de su época. Porque en ella, el autor, de una manera muy ingeniosa y poética, plantea nada menos que nuestra responsabilidad tanto individual como colectiva: el eje central del relato es el tema de la voluntad. Conserva, pues, el texto su mordiente en un momento como el de hoy en el que resurgen nuevos movimientos totalitarios por doquier con formas parecidas a las de antes o bajo nuevas formas.

Ahora, cinco décadas más tarde, se ha representado de nuevo, con la estupenda adaptación y dirección de Ernesto Caballero, esta fábula dramática que se desarrolla en una pequeña ciudad de provincias, en la que aparece, un día cualquiera, un rinoceronte que trastoca la vida, en apariencia tranquila, de esas gentes burguesas. Por un contagio rápido, las personas de esa comunidad se van transformando en rinocerontes. El director nos trae el texto genuino de Ionesco sin apenas retocarlo dando más importancia al aspecto político que al del absurdo, y, así, logra, con la conversión, además, del patio de butacas en parte del espacio escénico, que se actualice para expresar los problemas de hoy en día. La escenografía (Paco Azorín), la iluminación (Valentín Álvarez) y el sonido (Luis Miguel Cobo) contribuyen técnicamente a crear una atmósfera adecuada a lo que se pretende mostrar. O sea: “Esta obra cumbre del teatro del siglo pasado es una sátira del totalitarismo en sus muy diversas modalidades. La metamorfosis en paquidermo de toda una población nos habla de de la anulación de la conciencia individual por la irrupción de impetuosos y, en principio, cautivadores fenómenos de masas. La pieza cuenta la heroica resistencia que ofrecen algunos individuos ante conductas e ideas hegemónicas que uniformizan y corrompen la sociedad implantando inopinados usos y costumbres como los que está deponiendo nuestra rinocerontizada sociedad”. ¡Aterradora metáfora, pues, la de esta obra que Ernesto Caballero mantiene gradualmente a un ritmo perfecto en intensidad y dramatismo! El trabajo actoral encuentra su centro en el difícil trabajo de Pepe Viyuela en su papel de Berenguer como héroe anónimo borrachín y resistente, secundado por un Fernando Cayo que borda un momento a recordar que es cuando pasa de ser hombre a ser otro rinoceronte, sin olvidar claro está al resto del reparto. ¡Una de las mejores obras de la temporada!

MÚSICA

A pesar de las grandes dificultades que está teniendo el legendario promotor del ciclo de Ibermúsica (ciclo fundado en 1970: 45ª temporada), Alfonso Aijón, el “padrino de la clásica en España”, para llevar adelante su siempre arriesgada propuesta musical (para algo ha sido un aventurero asiduo del Himalaya), sin haber pedido nunca una subvención, como nos contaba en una entrevista (“ABC”, 26/01/2015), podemos por ahora, gracias a sus hipotecas y ventas, seguir disfrutando de los maravillosos conciertos de Ibermúsica, todo un lujo que sigue colocando a España en un importante puesto musical a nivel internacional. Tanto que, desde hace tiempo, “ninguna ciudad en Europa, a excepción de Viena, dónde a menudo las orquestas recalan casi gratuitamente, verá un ciclo musical del estratosférico nivel que ha propuesto Ibermúsica esta temporada”. Por ello, por ese pasado en que solo canceló tres conciertos en condiciones excepcionales (el 23-F, el 11-M y uno por amenaza de bomba en el Teatro Real), este hombre resistente no se rinde, a pesar de “encontrarse en bancarrota por tercera vez”. ¡Merece un buen homenaje este hombre que arriesga su patrimonio por la música en estos tiempos mediocres lleno de dirigentes mediocres! El último SOS que ha lanzado, a sus 84 años, para salvar el ciclo de Ibermúsica, se recoge en “El País” (“Alfonso Aijón, el Quijote de la música”, 13/02/2015). “Yo quiero seguir”, manifestaba, a pesar de las pérdidas y el abandono por parte de patrocinadores y abonados. Le gustaría llegar al 50º aniversario. “Pero si no me llega una ayuda de la Unión Europea que se debe dilucidar en el mes de marzo (en concreto la que depende del programa de Europa creativa), tendré que replanteármelo”. Grandes directores le han ofrecido su ayuda. Pero tiene que pagar ante todo el alquiler de la sala: “Yo debo desembolsar, para empezar, 300.000 euros cada año y eso sube los precios”. “Los patrocinadores han preferido apuntarse al Teatro Real, que viste más” Y a comienzos de este año se vio con 800 vacantes en la demanda de abonos: “Esto es un millón de euros, con el que, en principio, contaba”.

Un concierto: PROGRAMAS DE IBERMÚSICA.

En este 2015 el ciclo de Ibermúsica ha comenzado muy fuerte con una digna y ya conocida orquesta, la Bamberger Symphoniker, bajo la digna batuta del entregado Jonathan Nott; y ha seguido más fuerte aún ya que nos ha visitado de nuevo una de las mejores orquestas del mundo, la Filarmónica de Londres (London Philharmonic Orchestra), una orquesta habitual de Ibermúsica, bajo la batuta sólida y fogosa de su Director Titular desde septiembre de 2007, Vladimir Jurowski, que se entrega a fondo fiel a la partitura, con dos magníficos conciertos. El primero, serie Barbieri, nos ha traído el monumental Réquiem de Verdi nada fácil de interpretar, con el Orfeón Pamplonés que mostró gran redondez sonora, dirigido por Igor Ijurra, de acuerdo a su rango, ahora mismo internacional, y nada menos que con siglo y medio de vida a sus espaldas. Todo esto en compañía de un cuarteto dispar y desigual (la soprano Maija Kovalevska, la mezzo Ildiro Komlosi, el tenor Dmytro Popov y el bajo Nikolay Didenko), que se presentan por primera vez en Ibermúsica. El segundo concierto, serie Arriaga, nos trajo la música de R. Wagner (el preludio del acto I de Tristán e Isolda), y, D Shostakóvich (Concierto para violonchelo y orquesta núm. 2, op. 126), con la estupenda solista nacida en Argentina Sol Gabetta de protagonista, y por primera vez en Ibermúsica; y, en la segunda parte, P.I. Chaikovski (Sinfonía núm. 6 en si menor, op. 74, “Patética”). Dos conciertos, pues, de primera a los que el público madrileño ha respondido con gran asistencia y entusiasta ovación. ¡Todo un acontecimiento musical en Madrid, gran capital mundial de la música clásica!

Igual que lo ha sido la visita de la Gewandhausororchester Leipzig, dirigida por el gran Riccardo Chailly, en dos conciertos, el primero, serie Barbieri, con F. Mendelssohn (Concierto para violín y orquesta en mi menor, op.64), con el gran violinista Julián Rachlin, y, en la segunda parte, G. Mahler (Sinfonía núm. 1 en Re Mayor, “Titán”); y el segundo, serie Ariaga, con P. I. Chaikovski (Concierto para violín y orquesta en re mayor, op 35) , y de nuevo el solista Julián Rachlin, y, en la segunda parte, S. Rachmaninof (Sinfonía núm. 2 en mi menor, op.27). ¡Maravillosos conciertos con un público entregado! O, para rematar el acontecimiento musical de esta temporada invernal, la visita de otra de las mejores orquestas del mundo, el Concertgebouw de Ámsterdam, a las órdenes del magnífico Mariss Jansons, con un primer concierto, de la serie Barbieri, con C. Debussy (Iberia) y M. de Falla (El sombrero de tres picos) en la primera parte, y, en la segunda parte, con J. Massenet (suite núm. 5 “Scènes napolitaines”) y O. Respighi (Pini di Roma) que finalizó con una bella propina a un público entregado; y un segundo concierto, en la serie Arriaga, con R. Strauss (El burgués gentilhombre, op 60) y con G. Mahler (Sinfonía núm 4 en sol mayor), con la solista Dorotea Röschmann. ¡Memorable conjunción musical en Madrid! Los próximos conciertos de Ibermúsica ya serían en abril.




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