Trasversales
José Luis Redondo

El voto ante las elecciones del 20D

Revista Trasversales número 36 bis diciembre 2015 Especial 20D

Textos del autor en Trasversales



En el número anterior de Trasversales expuse lo que creo que son las tareas pendientes para la nueva etapa después de las elecciones, ahora pretendo analizar la respuesta posible ante el reto electoral. No es necesario recordar los desastres producidos durante esta legislatura bajo el gobierno del PP en el marco de la crisis. Algunos son: el aumento de la pobreza y de las desigualdades, el deterioro de la sanidad, de la enseñanza, de las ayudas sociales, así como la parálisis de la ley de la dependencia, el desprecio de la memoria de la represión franquista y la limitación de las libertades con la "ley mordaza". Además ha impulsado el anticatalanismo favoreciendo el desarrollo independentista en Cataluña y como partido está inmerso en la corrupción.

Así que la primera meta que se nos presenta es el desalojo del poder del Partido Popular. Las movilizaciones sociales han disminuido, los ciudadanos irritados parecen cansados o resignados, buscando salidas individualmente, el impulso constituyente se ha amortiguado. Siguen dándose algunas movilizaciones, como las dirigidas contra la violencia de género, pero incluso las independentistas han disminuido pendientes del pacto entre Junts pel Si y la CUP. Es este el marco en el que nos encontramos ante el 20D. Aunque no olvidemos metas más lejanas, hay que actuar en lo inmediato. Metas como la búsqueda de una sociedad del decrecimiento, de la lucha contra el cambio climático o de la paz en los escenarios de conflictos. Sólo paso a paso se anda el camino.

Desgraciadamente la coyuntura internacional puede favorecer al PP, el terrorismo siempre ha impulsado que los ciudadanos apoyen al poder, lo más estable, así como medidas de sesgo autoritario. La izquierda debe saber reaccionar, sin propuestas pacífistas imposibles ante el terrorismo despiadado del Daesh, pero abordando respuestas internacionales y contra la marginación social y religiosa de los musulmanes en las sociedades occidentales.

Hay que tener en cuenta los factores que van a operar ante las elecciones: una cierta mejora económica que deja fuera al 30% de la población, la ofensiva propagandística del gobierno, el miedo al cambio en periodo de crisis y las reacciones centralistas y autoritarias ante la situación catalana. Por otra parte está a nuestro favor el éxito de las elecciones municipales con las candidaturas de confluencia y la ne­cesidad de que los municipios puedan tener un gobierno que les apoye. Ade­más, la mejora económica no ha alcanzado a los afectados por los recortes y la desconfianza ante la mayor parte de las instituciones sigue presente.

Las encuestas nos van indicando que el PP y el PSOE seguirían siendo los partidos más votados, el PP el primero y recuperando votos. Ciudadanos con Albert Rivera, como mago resuelve todo, sube en intención de votos acercándose al PSOE. Podemos lleva cayendo muchos meses aunque puede haber llegado a su suelo e IU está en el límite de conseguir representación. Parece seguro que no habrá gobierno sin pactos, sean coaliciones de gobierno, sean acuerdos parlamentarios, sean apoyos puntuales.

En este horizonte, en donde no parece haber impulso para un cambio profundo, lo mejor serían go­biernos débiles que pudieran ser in­fluenciados por otros partidos, por presiones exteriores de organizaciones sociales o por procesos de movilización.

Ciudadanos se ha comido potencialmente sobre todo votos del PP pero tam­bién del PSOE, está en una situación ideal para poder apoyar a uno u otro, salvo que se convierta en el segundo partido mas votado y tuviera que pedir apoyos al PP o al PSOE. Has­ta ahora aparece como un partido virgen de gobierno y de corrupción, renovador de las formas políticas y apostando por cambios constitucionales, pero con una política económica que promete más de lo mismo. En la campaña electoral va a tener que decidir si acentúa los aspectos derechistas, como su intervencionismo en la guerra siria, o mirando a su izquierda, es decir si intentará recoger votos del PP o del PSOE, no le va a ser posible hacerlo de ambos.

El PSOE intenta presentarse como renovador pero sigue lastrado por su actuación en el último gobierno de Zapatero. El partido no se ha renovado y su líder no tiene posiciones claras, basta ver los retoques que ha hecho a la promesa de eliminar la reforma laboral. Sus anteriores votantes desconfían de que cumpla el programa con el que se presenta. Podemos pretendía recoger el enfrentamiento entre la mayoría de la población y la "casta", es decir, todos contra el sistema, pero la disminución de la presión social y la existencia de un partido como Ciudadanos que se presenta como renovador le ha hecho volver a la dialéctica izquierda y derecha.

Podemos es la única fuerza de izquierdas con capacidad de influir en el parlamento. La caída en intención de votos parece deberse a errores propios y a que le ha salido un competidor en la renovación desde la derecha, Ciuda­danos. Las propuestas económicas que están llegando a los medios son defensivas, de mejora de las condiciones de vida y no está claro si pueden conseguir recursos para implantarse, la derrota de Syriza ante las posiciones de la UE no es muy estimulante en este sentido. Una parte de las bases de Podemos le están abandonando, reprochan a su dirección desplazarse hacía posiciones socialdemócratas, además están los líos en las listas. En Podemos se está dando el paso de un funcionamiento asam­bleario a uno centrado en la dirección, como en los partidos tradicionales. Este planteamiento menos radical no puede reprochársele como estrategia electoral, tiene que intentar recoger votos del PSOE, ya lo ha hecho de IU, además la coyuntura no es de gran impulso desde abajo. Otra cosa es que se renuncie a pasos posteriores.

Lo que tiene que conseguir es aparecer como capaz de gobernar para el cambio, presentando propuestas muy sólidas. Las dificultades con las listas se dan en todos los partidos. Se trata de encontrar el equilibrio entre los candidatos propuestos en las bases provinciales y autonómicas y la necesidad de incorporar independientes de prestigio, como se hizo en las elecciones municipales. No parece que se haya resuelto adecuadamente este conflicto. El proceso de convergencia con IU ha ido mal, probablemente por culpa de ambas partes, pero puede ser importante lo conseguido en Cataluña, Galicia y Comunidad valenciana, desde donde pueden conseguir otros tres grupos parlamentarios

La pregunta que debemos hacernos es si se puede cambiar algo con nuestro voto. La respuesta es que sí se puede. La derecha está movilizada y hay tendencia a la abstención en la izquierda. Debemos ser prácticos, abandonar las exquisiteces tan propias de la izquierda. Nos gusten más o menos nuestros representantes hay que ir a votar. Hay que intentar el máximo de representación de la izquierda, no desperdiciar los votos. Parece difícil pero hay que aspirar a un acuerdo progresista, aún con geometría variable, como ha pasado en Portugal.

En cualquier caso una oposición fuerte en el parlamento es necesaria para que las reivindicaciones sociales tengan algún efecto en leyes o actos de gobierno. Votar el 20D es parte de la autoorganización social, que tiene que aumentar, los ayuntamientos de progreso no han dado mucho juego en esta línea. Hay que pensar que sin una fuerte presión no se van a resolver los déficits sociales, menos los cambios constitucionales necesarios, pero también es cierto que sin peso parlamentario no se conseguirán consolidar los avances.


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