Trasversales
Lois Valsa

El matarife

En torno a la novela: Andrea Bajani, Saludos cordiales, Traducción de Carlos Gumpert, Siruela, 2015

Revista Trasversales número 36, octubre 2015

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Os escribo una larga carta porque no tengo tiempo para escribir una breve (Voltaire)

Andrea Bajani (Roma, 1975), el autor de esta novela prologada por Ascanio Celestini, vive actualmente en Turín. Además de ésta, ha publicado otras como Se consideri le colpe (2007, Premio Super Mondello, Premio Brancati, Premio Recanati), que también será publicada próximamente por Siruela; Ogni promessa (2010, Premio Bagutta); La mosca e il funerale (2012) y Mi riconosci (2013), muchos de ellos ya traducidos a distintos idiomas. Es autor, además, de dos libros periodísticos, Mi spezzo ma non mi impiego (2006), sobre el trabajo precario en Italia, y Domani niente scuola (2008), sobre el mundo de los adolescentes. Ha escrito también dos obras teatrales y colabora asiduamente en programas radiofónicos culturales y en distintos medios periodísticos (La Stampa, Il manifesto, La Repubblica, Le Monde, El País). La temática de su obra incide en la problemática de nuestra época, en "este cementerio al que llamamos mercado o economía global o globalizada", con sus salvajes reducciones de personal en el mundo del trabajo y su "capital humano".

Estamos, pues, ante un muy interesante autor, poco difundido en España donde empieza a conocerse tarde de la mano de la editorial Siruela (Nuevos Tiempos), siempre presta a descubrir joyitas. Porque hay que destacar que el original italiano (Cordiali saluti) ya es de 2005, y luego 2008, en Giulio Einaudi editore: ésta es, curiosamente, su primera novela. Andrea Bajani es uno de los mejores escritores italianos actuales, galardonado con el importante premio Mondello, que, sin embargo, ha tardado mucho en llegar a nuestros lares. ¡Más vale tarde que nunca! Celebremos la publicación en España de esta importante novela y agradezcamos el estimulante trabajo de la editorial Siruela por darnos a conocer obras que de otra manera pasarían desapercibidas. ¡Prestémonos con curiosidad a conocer a un autor, nuevo para nosotros, pero que ya goza de gran prestigio en Italia y es traducido internacionalmente por sus reconocidas novelas!

Entre otras razones porque la temática de esta obra sigue siendo muy actual a la hora de mostrar literariamente, y de una forma muy curiosa, una estrategia del desarrollo salvaje del capitalismo ultraliberal o hiperliberal que, después de cargarse a la pauperizada y descompuesta clase obrera siempre en busca de un trabajo precario (del Proletariado hemos pasado al Precariado), está descomponiendo también a la clase media. En el prólogo (2008), Ascanio Celestini ya comienza señalando "que en Italia mueren cuatro trabajadores al día…los demás empiezan el día sobreviviendo a la precariedad y al desaliento, al amianto y a los pesticidas. A los cuatro muertos de verdad hay que añadir los zombis". Sin embargo, Bajani, con esta novela de humor muy negro, no se enfrenta a la problemática de esta nueva Gran Recesión de una manera realista ni "comprometida" al uso, sino de una forma paródica, ya desde la inicial cita del maestro Voltaire, para la que, por cierto, está muy bien dotado.

En España, concretamente, la crisis ha dejado el doble de multimillonarios (21 megasupermillonarios) y de pobres (tres millones, siendo los más afectados mujeres y jóvenes). ¡Datos de Oxfam y no de una organización bolchevique! Nada que ver los datos de esta ONG y otros organismos internacionales con los datos que maneja el Ministerio de Hacienda español. El número de contribuyentes con más de seis millones de euros se ha incrementado un 50% durante la crisis: 471 españoles declararon en 2013 tener un patrimonio superior a los 30 millones de euros. Siete millones de europeos poseen la misma riqueza que los 662 millones más pobres. Oxfam Intermón señala también que unos 123 millones de personas se encuentran en Europa en riesgo de pobreza y exclusión social. ¡Nunca había sido tan enorme el paro y la desigualdad social como en estos tiempos oscuros! ¿Cómo se ha llegado a esta terrible situación de la que el último exponente sería el drama de los refugiados en Europa? Para entender toda esta locura nos puede ayudar el último libro del profesor Vicenç Navarro (Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante (Anagrama), que complementa a las mil maravillas a lo ya señalado por Piketty sobre la desigualdad. Los zombis, sigue Ascanio Celestini en el prólogo de la novela, son "esos que no se precipitan desde los andamios ni arden en las acererías. Esos que desaparecen de las oficinas o de las fábricas y no tienen el privilegio de dejar a sus familiares un puñado de euros del seguro o de transferirles la pensión sino que se deslizan en el tiempo abstracto del desempleo". En un mundo hipercapitalista salvaje en el que se ha roto cualquier pacto social por parte de las élites y ya a la deriva: "Todos, vivos y muertos, supervivientes y náufragos, son la chusma anémica a la deriva en el mar contaminado del trabajo".

El autor enfrenta esta auténtica pesadilla kafkiana de una forma muy poética en una obra en la que cada capítulo es muy original y de una delicadeza especial. Estamos ante una "novela" diferente a las demás por su gran sutileza a la hora de mostrar las blandas estrategias de los duros "liquidadores" de empresas con sus elegantes, y llenas de florituras, cartas de despido con las que llevan a cabo las reducciones de personal. En ella, un antiguo ejecutor de finiquitos tiene que dejar todas sus posesiones inherentes al cargo que ocupaba (las llaves del coche, el móvil, la tarjeta de crédito y el ordenador portátil) tras recibir de repente una carta de despido. Estos privilegios simbólicos, "prótesis empresariales", denotaban su poder incontestable hasta ese mo­mento. Sólo se queda, es muy simbólico el detalle, con una simple caja de cartón y con el tuteo del portero que se la da y que ya no le trata de usted ("yo podría ser el próximo al que se cargaran"). De nada le ha valido al exdirector de ventas presentarse con su abogado que le repite una y otra vez que "todo estaba bajo control".

Tras su marcha ("infernal olor a muerte que se desprendía del cuerpo del exdirector de ventas escoltado por su abogado"), un oscuro y gris empleado (¡kafkiano!) sustituye, tras un test psicológico, a su antiguo jefe como liquidador y va a escribir nostálgicas y poéticas cartas de despido a los empleados (como ejemplo de estas cartas de despido, no dejéis de releer la primera, la bella y magnífica carta "Estimado Massimo Sparacqua" pero las otras no tienen desperdicio). E incluso va a sustituir en su vida cotidiana, tal es su empatía con él, al exdirector de ventas cuando se tiene que ir al hospital por una cirrosis hepática ("a mí que no bebo"). Se va a hacer cargo de sus dos niños, Martina y Federico, que le llaman Salamanquesa, y del gato Emiliano al que los niños llaman Chato. Esta vida familiar, y de hospital, es otro desarrollo de la novela paralelo al mundo del trabajo. Hasta que muere y el director de personal va a la iglesia, donde no le conoce nadie, y de acuerdo con el párroco, hace un discurso fúnebre para conmemorar la pérdida de "nuestro querido" Carlo Simoni. Entonces se funden el mundo del trabajo y el afectivo.

Antes de que echaran al exdirector de ventas Carlo Simoni le habían mandado a hacer un curso de juegos de rol en la montaña para convertirse en mando y ahora es él (sin nombre en toda la novela lo cual es revelador de este mundo anónimo) el que va a escribir las cartas de despido. "Desde que he empezado a escribir las cartas de despido me llaman el Matarife. Cuando el director de personal quiere hablar conmigo me dice Eh, Matarife, antes de marcharte pásate a verme". El director ha puesto su carta de despido a Sparacqua, la ha fotocopiado incluso, como ejemplo a todos los directivos. Frente al caballo perdedor que era el exdirector de venta le pregunta si él es un caballo ganador. Una buena señal es que ya empiezan a tenerle miedo. Le dice que tiene grandes proyectos para él y le anima para que "se gane una reputación". Bajani disecciona con finura y grandes dosis de acidez esta "gestión de recursos humanos". El mundo de los niños sirve de contraste ingenuo de esta inhumanidad.

El jefe de personal de vez en cuando se va a recorrer el mundo para exportar el modelo organizativo de la empresa pero reconoce que "los occidentales tienen mucho que aprender" de esos países sin cultura y con mucho sufrimiento en los que sus gentes son felices no por el dinero sino porque se les valore. Por ello, cuando vuelve de uno de esos viajes, además de traer siempre regalos a sus empleados (café si vuelve de Brasil, por ejemplo, un país en el que "se pasan la vida bailando, esa gente sí que sabe divertirse", dice), les recorta los sueldos y hace un campo de tenis porque el sueldo es alienante y el tenis es la verdadera metáfora del mundo. El autor lleva la parodia al máximo en esta empresa libérrima en la que los viernes pueden llevar ropa informal en el trabajo: bermudas, chanclas y kimonos, y sobre todo tratar de tú al jefe y entrar en su oficina sin llamar. Un disfraz una vez a la semana.

Pero en una convención el jefe de personal les anuncia que la empresa está a punto de poner en marcha un gran proceso de purificación: "Purificación de la empresa, purificación de los empleados, purificación de la producción entera" mediante una limpieza y una liberación del apego a los bienes materiales. "A partir de la próxima semana os librareis también del apego al trabajo improductivo al espacio de trabajo… Basta ya de la esclavitud sentimental del despacho… Cada día un despacho distinto". El modelo del Hoteling es la felicidad individual, la felicidad colectiva y el aumento de la productividad: "estáis aquí para abandonar vuestro sistema de valores, un lastre inútil… nosotros os proporcionaremos uno ya confeccionado. Lo único era que debíamos asumirlo sin oponer resistencia". ¿Orwell y/o Huxley?



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