Trasversales
José Luis Redondo

Por un gobierno que resuelva los problemas más urgentes

Revista Trasversales número 37  febrero 2016 web

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El proceso que comenzó el 15M ha tenido efectos políticos, aunque con retraso. El bipartidismo ha quedado tocado, pero el resultado del 20D ha conducido a una situación endiablada para formar un gobierno que pueda realizar la política progresista y que represente a la mayoría de los votantes.

Los poderes fácticos económicos y mediáticos intentan que se forme un gobierno PP-PSOE con el apoyo de Ciudadanos. La corrupción del PP, que está saliendo a la luz todos los días, hace imposible que reciba el apoyo de Ciudadanos y del PSOE. Un gobierno del PSOE y Ciudadanos no va a poder obtener el apoyo o la abstención del PP ni de Podemos. La convocatoria de nuevas elecciones sólo puede llevar al rechazo de la ciudadanía, con un aumento de la abstención y lo pagaría aquel partido que aparezca como responsable; por otra parte, con pequeñas diferencias es probable que conduzca a una situación similar.

La única posibilidad de articular un gobierno gira alrededor de Pedro Sánchez con el apoyo de Podemos, las confluencias, IU y algunas abstenciones. La falta de diálogo entre el PSOE y Podemos es suicida para las dos fuerzas y nefasta para los intereses de la mayoría de la población.

Mientras Pedro Sanchez busca apoyos a derecha e izquierda, Podemos sólo parece concebir ese acuerdo a través de un gobierno común y con representación proporcional de las dos fuerzas. Esta propuesta, en mi opinión, es muy difícil de conseguir y no es positiva para los que pretendemos alcanzar un cambio profundo a medio plazo. Es difícil de conseguir porque se oponen los poderes fácticos y tampoco lo quieren los barones del PSOE, más todavía si el referéndum en Cataluña es una de las propuestas para ese gobierno. Pero además este gobierno no sería positivo para lo que representa Podemos. En caso de conseguirse, las presiones desestabilizadoras serían enormes, en parte desde el mismo PSOE, véase la línea de Susana Díaz y de Felipe González. Sobre todo hay que pensar en las provenientes de la UE, en un marco de nueva crisis económica mundial, sin cumplir el déficit y con una deuda cercana al 100% del PIB, las presiones serían parecidas a las que derrotaron a Syriza y podrían hacer imposible disponer de recursos para las medidas más ambiciosas. Hay que tener en cuenta que la ofensiva no sería sólo económica, tendrían un interés especial en derrotar a ese gobierno, para poder abrir el camino a la vuelta del PP. La imposibilidad de cumplir con el programa pactado o la caída del gobierno podría suponer una fuerte desmoralización entre la población y gran dificultad para avanzar en transformaciones mas profundas.

Sin embargo Podemos podría apoyar un gobierno sólo del PSOE, después de pactar las medidas mas urgentes que beneficien a los sectores en situación más grave y quedarse con las manos libres para proponer otros cambios. Las medidas de regeneración democrática también podrían pactarse con Ciudadanos así como una ley electoral más proporcional y la derogación de algunas de las leyes más nefastas del gobierno de Rajoy.

Otra cosa es un cambio en la política económica y una reforma fiscal realmente progresiva que no quieren ni el PSOE ni la UE. Es evidente que cambios constitucionales, como se necesitan, no pueden producirse, tanto por la minoría de bloqueo del PP en el Congreso como por su control del Senado. Este gobierno, con menos alcance que uno de coalición, tendría menos presión procedente de la UE para poder abordar las tareas más urgentes.

En esta etapa el Parlamento está llamado a tener un gran protagonismo, puede servir para transformar la opinión pública y desde él apoyar movimientos y propuestas que pretendan una mayor transformación del país. Sin duda este gobierno sería muy frágil, pero una duración de un máximo de dos años podría cambiar la correlación de fuerzas, desalojar al PP de órganos de poder y conseguir que las propuestas de cambio conquisten la hegemonía entre la población.

En cualquier caso no van a ser posibles grandes cambios sin un impulso social mucho más intenso que el que ahora existe.


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