José Errejón ¿Epitafio para el PSOE? Revista Trasversales número 38 octubre 2016 (web)
El Ibex 35 no podía permitir la llegada
al gobierno de PODEMOS. ¿Han actuado los 17
dimisionarios de la Ejecutiva Federal del PSOE a las
órdenes directas del selectivo de las grandes empresas
españolas?. Es obviamente innecesaria tal cosa. Ha
bastado que un personaje, él sí muy cerca de los
círculos oligárquicos de poder, Felipe González, haya
hecha pública una conversación privada con Pedro Sánchez
para que estos dirigentes, ya hace tiempo comprometidos
en una soterrada labor de erosión de la autoridad de su
secretario general, cumplieran la consigna que por la
mañana les había dictado PRISA para hacer posible la
investidura de Rajoy La sincronización de los dos agentes al
servicio de la oligarquía ha sido pues, perfecta y,
parece, bastante evidente que cuidadosamente planificada
hasta en sus menores detalles Así que la oligarquía nacional no ha
tenido reparos, a través de quien ha sido su hombre
desde hace décadas, en meter al PSOE en una crisis que
bien pudiera poner fin la historia que le llevó a ser el
partido vertebrador del régimen del 78. Unido
indisolublemente al régimen que tan decisivamente
contribuyó a levantar, el PSOE se resiente de la aguda
crisis de aquel y de la pérdida de funciones que tenía
asignadas, la principal de las cuales, la producción de
lealtad al propio régimen y sus instituciones básicas,
discurre hoy por otros circuitos. La paz social, el
principal producto de esta función legitimante, hoy es
obtenida directamente por la operación de los
“mecanismos del mercado”, estos es, por los efectos que
el paro, la precariedad y la pérdida de derechos
sociales inducen en el ánimo de la población trabajadora
y subalterna en forma de miedo, resignación y
paralización de su protagonismo individual y colectivo
en los conflictos estructurantes de la nueva realidad
social. La oligarquía tiene poco que compartir con los
de abajo y el viejo diálogo social ya solo le representa
un pesado e inservible trámite que puede sustituir por
créditos baratos (cuando ello vuelva a ser posible). De
modo que no precisa tanto, o casi nada, de los servicios
otrora tan útiles prestados por el PSOE y los
sindicatos, otra institución del régimen en acelerado
desuso. Tal vez tan despiadado final no se
hubiera dado si Pedro Sánchez no se hubiera atrevido a
insinuar la participación de PODEMOS en un gobierno que
él presidiera. Es conocida la escasa disposición
efectiva de PSOE y el resto de su dirección a hacer
efectiva esa posibilidad; la consideración de PODEMOS
como una banda de molestos intrusos a los que desalojar
cuanto antes de la vida política creo que es una de las
pocas cosas que comparten hoy los que integraban la
ejecutiva federal saliente. Que esa posibilidad haya
sido mencionada por el PSOE creo que debe entenderse en
el contexto de una persona acorralada que debe presentar
alguna posibilidad de gobierno, por improbable que sea,
para poder frenar el diluvio de críticas y reproches que
la continuada caída en los apoyos electorales y su
negativa a posibilitar la investidura de Rajoy le ha
acarreado. Pero el ánimo de la oligarquía no está para
experimentos y son conscientes de que, en política, un
actor puede ir más lejos de lo que nunca hubiera pensado
si se trata de salvar el pellejo político, circunstancia
esta que parece haber sido el verdadero móvil de PSOE
desde el 20D. El temor a que una pirueta del destino
pudiera hacer posible un gobierno PSOE/PODEMOS, incluso
con la presencia de Cs, era más de lo que banqueros y
grandes empresarios podían soportar, después de su
sonora victoria con las políticas de consolidación
fiscal y de “reformas estructurales, la reforma laboral
y el saneamiento a las instituciones de crédito muy en
primer lugar". Como en los ochenta y noventa del pasado
siglo, Felipe González ha vuelto a jugar un papel
esencial al servicio de la oligarquía española. Si
cuando era preciso acabó con los tímidos brotes de
izquierda en su partido a favor de la labor
modernizadora del capitalismo español y comenzó la labor
desamortizadora del sector público empresarial haciendo
posible la emergencia de los campeones
nacionales que diría luego Aznar (ENDESA, REPSOL,
TELEFÓNICA, BBVA etc.), ahora contribuye a cerrar el
paso a la única alternativa de gobierno que podría
suponer cierta esperanza de revivir la democracia y la
justicia social en nuestro país. Ha habido, además, otro factor tan
importante como los anteriores, que se refiere a la
propia textura política y moral del partido.
Comprometido con la labor de modernización del
capitalismo español antes citada como principal objetivo
estratégico, a través de la actuación política
administrativa, el PSOE ha funcionado estas décadas como
recluta del personal del Estado, las CCAA y las CCLL,
reduciendo, hasta prácticamente desaparecer, su trabajo
en la sociedad civil. Cortadas sus relaciones
privilegiadas con los "sindicatos de clase” e
inexistentes con los “nuevos movimientos sociales”,
después de las intentonas guerristas por
instrumentalizarlos, el PSOE se ha quedado sin sensores
que le indicaran las dinámicas y los cambios que se
producían en el seno de la sociedad civil. Es eso lo que
le ha impedido detectar y valorar de forma adecuada la
aparición del 15M y su significado y, con posterioridad,
la de PODEMOS como “esos intrusos a los que expulsar
cuanto antes de la escena política” No es posible vaticinar, en el momento de
escribir esto, el resultado de este conflicto. La
descomposición del PSOE cada vez más visible hace
presagiar un notable déficit de fuerzas en su interior
de las que fuera posible esperar alguna capacidad de
reacción. No obstante lo cual, no es descartable la
reacción de algunas personalidades socialistas molestas
por la intromisión del tándem Felipe González &
PRISA en las decisiones del partido. La secuencia de
intervenciones del tándem desde la madrugada del 29 en
Chile hasta la dimisión de los 17 miembros de la
ejecutiva siguiendo las precisas instrucciones dictadas
en El País del mismo día desborda lo hasta ahora
conocido de intromisión de un grupo empresarial con los
intereses anejos, en la vida de un partido político.
Quizás el tándem ha sobrevalorado su influencia entre el
electorado socialista y la resignación de este ante los
dictados de la oligarquía, y subvalorado la pervivencia
de posiciones honestamente socialdemócratas al interior
del PSOE que intentan adaptarse a la realidad cambiante
de la sociedad española No sé si el PSOE va a sobrevivir a esta
crisis, sin duda una de las más importantes de su
historia. Cuando escribía esto, me llegan las noticias
de los sucesos del Comité Federal del PSOE. Como han
sido amplia y prolijamente relatados, me abstengo de
hacer más comentarios sobre sus efectos en la actual
coyuntura política. En lo que queda del texto intento
discutir los efectos más a largo plazo de esta crisis. Ni siquiera sé si la socialdemocracia
continúa teniendo un sitio en la época de la crisis
terminal del capitalismo y en la del régimen que ha dado
forma a la dominación capitalista en España desde 1978.
Pero tengo la convicción de que una parte muy importante
de la sociedad española le sigue considerando su
referente político y que no cambiara con facilidad esta
condición. Es este, creo, el aspecto fundamental del
conflicto que atraviesa el PSOE, el sentido de la
evolución política de esta parte de la sociedad
española. Si, presa de la desorientación generada por la
incapacidad de su referente histórico y la presión de
los medios de “producción de sentido”, se deja
ganar por la decepción y la resignación y se refugia en
la llamada vida privada, sería extremadamente difícil
frenar la ofensiva oligárquica y desdemocratizadora que
impulsa el PP con el apoyo de los poderes financieros y
mediáticos y la aquiescencia de personalidades y medios otrora
referentes de la España progresista. Es esta actitud de pasividad y
resignación la que buscan los representantes de la
oligarquía; la impulsan por múltiples medios y coinciden
en resaltar la difusión de un clima de cansancio y
hastío ciudadano derivado del fracaso de los sucesivos
intentos de investidura. Forma parte de una estrategia
muy perceptible en la UE desde 2008 tendente a sustituir
la política democrática por el gobierno de las reglas y
expresivas de una racionalidad pretendidamente objetiva
y, por tanto, no sometida la discusión y decisión
ciudadana. Es, desde luego, el peor escenario para
quienes se sienten comprometidos con la recuperación de
la democracia secuestrada por las élites del régimen y
su denuncia del pacto social que lo sustentaba. Sin la
participación del que aún podemos denominar electorado
socialista, la mayoría de la sociedad española
aceptaría, pasiva y resignada, la deriva despolitizante
y desdemocratizadora impuesta por las élites. Fuera de este consenso de la resignación
quedarían las partes mayoritarias de las sociedades
vasca y catalana que impugnan el modelo territorial del
78, y una parte importante pero minoritaria de la
sociedad española que se vería marginada en el lado
izquierdo del tablero político. En mi opinión carecen de fundamentos las
expectativas de suceder de inmediato al PSOE en la
referencia de ese electorado que le ha dado su apoyo el
20D y el 26J, por mucho que para ello uno pretenda
atribuirse la etiqueta de “socialdemocracia renovada”.
Los lazos entre el PSOE y su electorado se han tejido en
una múltiple dimensión y a lo largo de un dilatado
período de tiempo; desde la esperanza de conseguir la
transición a la democracia primero; con la consecución
de un cuadro de derechos y prestaciones sociales,
después; y, en fin, con la confianza ganada en 21 años
de gobierno. Esos vínculos no son una mera relación
contractual, como una visión liberal de la política
pretende. De alguna manera y a través de valores y
esperanzas compartidas terminan constituyendo una suerte
de antropología política, una forma de ser y estar en la
sociedad que perdura a lo largo del tiempo. Para decirlo
en terminología mercantil, el principal no cambia de
agente de forma súbita; para tomar un nuevo agente, el
principal debe construir una relación de confianza en la
que puede resultar imprescindible el antiguo agente. No
parece muy probable que los sectores sociales que son la
reserva actual del voto socialista puedan experimentar
un cambio en sus lealtades a favor de PODEMOS. Así que, si consideramos su incorporación
imprescindible para el éxito de la empresa
constituyente, será necesario que sea conducida por su
apoderado tradicional, al menos durante un tiempo. No
hay vuelta de hoja, sin el concurso del PSOE no se
producirá el vuelco en el indispensable apoyo social al
proceso constituyente. Naturalmente ello exigirá un cambio
radical en el enfoque de su dirección sobre los cambios
habidos en la sociedad española, lo que no resulta una
tarea fácil. La podría facilitar que los dirigentes,
cuadros y militantes del PSOE hicieran la experiencia de
gobierno en algunos municipios y CCAA junto a PODEMOS y
sus confluencias. Es preciso que este electorado o una
parte importante del mismo compruebe que las posiciones
de PODEMOS van más allá de un mero verbalismo de
izquierda o populista de los que desconfía con cierta
razón; pero no lo es menos que “aprenda” que la
envergadura de los cambios necesarios y su alcance
exigen un cambio radical en su actitud, una asunción
superior de compromiso ciudadano que vaya más allá de la
relación de demandante y perceptor de servicios públicos
que tenía con la socialdemocracia tradicional. Empresa
que tampoco es fácil, desde luego. Pero no hay otra
receta contra la ofensiva antidemocrática y el
asentamiento del régimen oligárquico que impulsa el PP y
los poderse económicos que la potenciación de una
vigorosa ciudadanía que toma el destino colectivo en sus
manos. Eso fue el 15M y esa es la única senda que puede
ofrecer alguna perspectiva de éxito en este combate por
la democracia. |