Trasversales
Jesús Jaén

El rescate bancario, los recortes y la farsa neoliberal


Revista Trasversales número 38 septiembre 2016 (web)

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Jesús Jaén es miembro del Movimiento Asambleario de Trabajadoras y Trabajadores de la Sanidad (MATS)


 

Según una información del diario El País (12 de septiembre), los ciudadanos de este país tendremos que asumir las pérdidas irrecuperables de los rescates bancarios. La cantidad ascendería aproximadamente a 26.300 millones de euros, lo que supone aproximadamente un 2,6% del Producto Interior Bruto de España.

Algunos economistas consideran que es una estimación a la baja. Los costes serían mucho mayores. También, el mismo diario, informaba que los recortes en sanidad y educación a lo largo de los cuatro años de la crisis ascendieron a 16.000 millones de euros. Estaríamos hablando, por lo tanto, de que gracias a ellos se perdieron en la sanidad pública más de 50.000 puestos de trabajo, 7000 en la comunidad de Madrid); se introdujeron nuevas formas de copago sanitario; se aprobó el RD 16/2012 por el que se acababa con la sanidad universal dejando a 800.000 personas sin cobertura; se privatizaron centros públicos y otros se dejaron morir con el objetivo de trasladar a una parte de la población madrileña a centros privados (actualmente un millón de personas); se les privó a 3 millones de funcionarios de una paga extra; se rebajó el salario en un 15% en los años de la crisis; se aumentó la jornada laboral… y así sucesivamente.

Y mientras todo esto ocurría, el sueldo de los consejeros de la banca (rescatada) aumentó de forma escandalosa. Juan María Nin de Caixabank cobró el año pasado 16,5 millones de euros; Ana Botín casi 9 millones; las diferencias salariales entre empleados y consejeros accionistas se multiplicaron por siete. Esta es la cruda realidad.

Los rescates bancarios se han hecho en la mayoría de los casos con dinero público y una parte más pequeña con los fondos de las entidades bancarias (11.711 millones de euros). La mayoría de las entidades rescatadas han seguido siendo dirigidas por las mismas empresas y en manos de los mismos dueños. En el caso de las Cajas de ahorro (Bankia), en teoría una entidad pública, el gestor puesto por el gobierno es el anterior consejero del BBVA y su funcionamiento sigue operando con los mismos cánones que un banco privado (no hay crédito que ayude a las familias, el pequeño comercio, los autónomos).

Mientras tanto estas entidades (resucitadas con el dinero de los ciudadanos) han seguido desahuciando a las familias que no podían pagar hipotecas e invirtiendo los ahorros en los fondos buitres y en productos basados en la pura especulación. En el año 2008 se acababa el pelotazo financiero y la burbuja inmobiliaria pero los efectos de la misma la han pagado las clases trabajadoras y las clases medias, como muestran todos los informes que han hecho los organismos públicos e incluso las fundaciones privadas.

Hay dos grandes argumentos que los portavoces del Neoliberalismo han utilizado machaconamente durante el período de la crisis. El primero, que el rescate bancario era necesario porque no se podía dejar hundir el sistema financiero español ya que traería consecuencias gravísimas a las familias. Eso es falso. No lo hicieron por los ciudadanos sino por mantener un modelo económico capitalista basado en la explotación y la desigualdad social. A las pruebas nos remitimos.

Fuero los gobiernos del PP (especialmente) pero también del PSOE (fue el gobierno de Zapatero el que modificó con los votos de ambos partidos el artículo 135 de la Constitución, según el cual se anteponía el pago de la deuda a cualquier otro tipo de gasto público). Ellos podrían haber nacionalizado las entidades financieras en quiebra (ya que se salvaron con dinero público), pero hicieron todo lo contrario: pusieron a los zorros a cuidar los gallineros. El resultado está a la vista y, por lo que apuntan los informes actuales, los bancos, constructoras e inmobiliarias están volviendo en el 2015 y 2016 a invertir en el ladrillo con riesgo de una nueva burbuja.

El segundo argumento que se ha demostrado falaz es el de que el mejor sistema económico es el capitalismo liberal que funciona al margen de las regulaciones de las instituciones públicas, de las rigideces del Estado de bienestar, de los derechos de los trabajadores. Un sistema sin “proteccionismo” ni leyes estatales. Pues bien, a las pruebas nos remitimos, ese sistema es una gran mentira porque no sólo ha entrado en una profunda recesión, sino que para sobrevivir, es el Estado el que está rescatando a los capitales privados, a los bancos y grandes empresas. Es el Estado (con el dinero de los ciudadanos) el que está engrasando y reparando una maquinaria que se rompió, tanto por razones estructurales como por la inmensa orgía financiera especulativa que provocaron los Mercados financieros (llegando a mover un volumen de capitales sesenta veces mayor que el Producto Bruto Mundial).

En el 2016 siguen planteadas las mismas cuestiones que pusieron sobre la mesa los movimientos sociales y trabajadores como el 15M o las Mareas: no al pago de la deuda privada con nuestros salarios y nuestros derechos; los recortes en sanidad y en los servicios públicos han provocado sufrimiento y muerte. En definitiva: además de una crisis social, es una estafa.


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