La extraña moral clerical-abstencionista del señor Jáuregui
Trasversales
Miquel Monserrat

La extraña moral clerical-abstencionista del señor Jáuregui

Revista Trasversales número 38,  octubre 2016 web

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Cómo varias personas han resaltado ya, según el reglamento del Grupo Parlamentario Socialista, "El Pleno del Grupo Parlamentario podrá excepcionalmente acordar la libertad de voto por razones de conciencia, una vez oídas las razones del parlamentario o parlamentarios solicitantes". Sin embargo, esta vez la "nueva mayoría", creada de forma artificial por el golpe de mano orquestado para hacer a Rajoy presidente del Gobierno por cuatro años más, ha decidido que no, que no pueden permitir que nadie vote lo que todo el Comité Federal había aprobado y repetido no hace tanto tiempo.

¿Por qué? Ramón Jáuregui ha dado una explicación que dice mucho sobre él, pero que poco explica. Según él, el voto en conciencia sólo sería aplicable a cuestiones morales; como ejemplo citó el aborto; casualmente, a algunos sólo le parecen "morales" los temas así considerados por el Vaticano. Y, según Jaúregui también, hacer a Rajoy presidente era una cuestión simplemente política, no moral.

¿Cuál es entonces la concepción moral de Jáuregui, afín por cierto al sector más vaticanista del PSOE? Consideremos primero el ejemplo puesto por él, el aborto. Al parecer, para él sí tiene la dimensión moral que justificaríael voto en conciencia. Lo que pasa es que su concepción de la "moral" es vaticanista: a él le parece normal que si en el PSOE hubiera gente contraria al aborto se les reconociera el voto en conciencia en ese asunto, pero no entiende que también hay una ética no religiosa, que hay una ética para la que es una cuestión moral de primer orden hacer presidente de Gobierno al mismo bajo cuyo mandato se ha recortado el derecho al aborto respecto a la ley aprobada bajo la presidencia de Zapatero, y que tuvo la intención de recortarla mucho más, aunque no pudo hacerlo por la rebelión social, pero que muy bien podría intentarlo de nuevo. Así que si el aborto es una cuestón moral, dar el gobierno a Rajoy es inmoral, al menos para quienes defienden el derecho al aborto.

Así que, incluso partiendo del caso puesto como ejemplo de "cuestión moral" por Jáuregui, es evidente que para muchas personas la defensa del derecho al aborto es una cuestión moral, ética, y por lo tanto también es una cuestión moral, ética, no hacer presidente a Rajoy. Para muchas personas dar la presidencia a Rajoy es algo inmoral, la diferencia es que ni condenamos al infierno a quienes lo hagan, sólo condenamos políticamente esta mini "gran coaliación", ni pedimos que el código penal prohiba votar a Rajoy ni justificamos nuestra ética sobre la base de un "ser superior" sino que asumimos la responsabilidad de nuestras decisiones, como por cierto hace mucha gente con creencias religiosas pero también con convicciones democráticas.

El problema de las "morales clericalistas" es que no sólo definen cuál es la "moral correcta" a su entender sino que también creen tener el monopolio de la definición de qué entra en el ámbito de la moral y que no entra. Por ejemplo, para el Vaticano la pena de muerte no es una cuestión moral, pero el aborto o la homosexualidad sí.

Si el aborto es una cuestión moral, el voto a un candidato que es partidario de recortar ese derecho tiene también una carga moral. Si esa carga es suficiente para rebelarse contra respaldar a Rajoy ya es una cuestión a evaluar por cada persona, precisamente porque es una cuestión de conciencia.

También es una cuestión moral para muchas personas dar la presidencia del Gobierno a un personaje sobre el que sobran indicios de su voluntad de destrozar el sistema de pensiones. Y es cuestión moral dársela a quien ni ha tomado ni piensa tomar medidas que garanticen el derecho a techo y comida de todas las personas. Y... la lista sería inacabable.

Jáuregui puede tener la concepción moral que quiera y considerar inmoral lo que le dé la gana. Pero no tiene mandato sobre la conciencia moral de las personas, ni para medir el ámbito de la moral por la estrechez dogmática de sus propias creencias. Si a una persona le repugna moralmente abstenerse en la investidura de Rajoy, ni Jáuregui ni la Gestora ni el Grupo Parlamentario son quienes para decirle que no, que eso no es una cosa moral, que no tiene razones de conciencia. ¿Quiénes son ellos para tal cosa? ¿La Congregación para la Doctrina de la Fe felipista? ¿Cómo se atreven? El reconocimiento del "voto en conciencia" condicionado a una bula emitida por la cúpula del PSOE niega la singularidad de la conciencia, niega en realidad el voto en conciencia, es una mera trampa para dejarse las manos libres para dar "manga ancha" en casos que les parezcan de poca importancia.

Pero yendo más allá del ejemplo puesto por Jáuregui, el problema tiene otra faceta. ¿Es ético que un partido político diga unas cosas, rotundamente, para pedir los votos y luego haga otras cosas? ¿Cuántas personas habrían votado al PSOE si éste hubiese dicho que iba a dar la presidencia a Rajoy? De hecho, dijeron una y mil veces todo lo contrario.

¿Qué autoriza a sólo 139 personas, tras cargarse de forma claramente contraria a los estatutos del PSOE a un secretario general elegido con decenas de miles de votos en primarias, a declarar nulo el compromiso de las diputadas y diputados del PSOE con las propuestas y promesas hechas durante la campaña electoral? ¿Cómo puede considerarse una persona honesta, con pensamiento propio y sin turbios intereses personales liberada de aquel compromiso sólo porque 139 miembros del PSOE den la vuelta a todo lo dicho y en un par de días el No es No se convierta en Sí es abstención? No, quienes desde el PSOE voten NO no son transfugas, transfugas son la gestora y lo serán los diputados del PSOE que se abstengan.

Lo que estamos viendo es bochornoso. Como lo es la actitud de periodistas supuestamente muy de izquierdas que, dejándose llevar por un visible rencor, en estos días han hecho de sus preguntas a los partidarios de la abstención una especie de esquema básico de lo que debían responder.

Por descontado, la movilización del aparato del PSOE y de sus inspiradores en cuanto González dio desde Chile la señal para el inicio del golpe de mano tiene sus causas. La causa esencial es la vinculación orgánica de gran parte de ese aparato con lo peor del régimen político y, sobre todo, con los intereses de la oligarquía. La razón esencial es que, al perfilarse en el horizonte una nueva oleada de recortes y una clara voluntad de romper la columna vertebral de la respuesta social, los González, Cebrían, Díaz y demás apuestan por esa ofensiva, la asumen como necesaria y no han dudado en sacrificar a su partido para que el PP pueda dirigirla a gusto.

Lo que desde esta abstención han puesto en marcha un proceso de anulación de los recortes de Rajoy es una mera burla. De hecho, antes incluso de la investidura, ya el grupo parlamentario del PSOE ya se ha sumado al PP y a Ciudadanos para votar contra una reforma de la ley electoral que la hiciese más proporcional y suprimiese el "voto rogado", cosas que figuraban en su programa electoral, y han votado también contra el derecho de voto a partir de los 16 años, respecto a lo que su programa proponía abrir el debate y a favor de lo que había votado en abril de 2016.

Eso no quiere decir que haya que asumir que tenemos Rajoy hasta 2016 o que no se puedan derrotar sus propuestas o aprobar otras en las Cortes. Va ser difícil pero no imposible, pero para lograrlo no basta con que Podemos se autosatisfaga por haberse quedado sólo en la oposición. Por el contrario, una de las tareas de Podemos es poner una y otra vez al PSOE ante los compromisos que asumió, proponerle ya hacer proyectos de derogación de la ley Mordaza, de la reforma laboral del PP, de la LOMCE, etc., como proponían los programas de ambos partidos. De esa forma se puede generar una presión social, que en la mejor de las variantes podría dar algunos frutos legislativos, aunque no cabe esperar demasiado dados los privilegios del gobierno, y en la peor de las variantes al menos dejaría clara cuál es la verdadera intención de cada cual. Digo que esa es una de las tareas de Podemos, no que sea la única o principal tarea. Despacio, la lucha social se ha reiniciado, pero esa lucha no necesita a Podemos para que la dirija, se da por hecho que si Podemos es lo que dice ser todos sus miembros formarán parte de ella de forma natural, y que estarían ella tanto si existe Podemos como si no existe, la sociedad ha dado peso a Podemos, o a Unid@s Podemos, para que sea una herramienta política útil, para tener portavoces en las instituciones, para bloquear malas leyes o promover buenas leyes. Desde luego para lo que no ha votado a Podemos es para que ahora desde Podemos se le diga que le pasa de nuevo el relevo en espera de futuras elecciones que permitan una mayoría absoluta que permita un gobierno de Podemos sin tener que hacer frente al problema de las difíciles y necesarias alianzas o acuerdos. Podemos nunca debería haber dicho que el ciclo de luchas se había agotado y que tocaba pasar a lo electoral, para resolverlo todo y ahora Podemos no debe decir que lo institucional se ha acabado por varios años, salvo como escenario de una escenificación, y que ahora le toca de nuevo a la gente luchar. Ni la ilusión de que a partir de lo electoral se podría hacer todo, ni la desilusión de que desde la oposición institucional no se puede hacer nada.

Vienen de nuevo a por nosotras y nosotros y hay que utilizar todas las armas de que disponemos, en las calles, en las instituciones y, sobre todo, en el día al día de construcción de un tejido social de apoyo mutuo y cooperación. Y para eso hay que contar con gran parte de los votantes del PSOE, contar sin esperar una conversión repentina hacia Podemos, como hoy que contar con toda la gente que está "abajo", fuera de los circuitos de la riqueza y del poder, incluso aunque haya votado PP.



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