Trasversales
Luis M. Sáenz

La subida del Salario Mínimo Interprofesional: ¿limosna o logro social parcial?

Revista Trasversales número 39 diciembre 2016 (web)

Textos del autor en Trasversales



Para quien no quiera perder demasiado tiempo leyendo esta larga nota, algo extensa, haré primero un resumen.

En resumen

a) La subida del SMI a 707,60 euros en 2017 es muy insuficiente respecto a las necesidades sociales, sigue lejos de lo necesario, hay que mantener los objetivos de que el SMI 2020 no sea inferior al 60% del salario medio (1) y de que se establezca algún tipo de ingreso mínimo o renta garantizada que asegure el acceso a los recursos básicos de la vida.

b) Pero esa subida es un avance significativo, la mayor en términos reales (de poder adquisitivo) desde 1979. Es una conquista social, aunque insuficiente. Coincido bastante, con matices, con la valoración hecha por CCOO y UGT (2), y discrepo de las hechas por la gestora del PSOE, para la que vendría a confirmar que su apoyo pasivo a Rajoy en la investidura iba a permitir desmantelar los recortes hechos antes por éste, o por varios dirigentes de Podemos para los que sería una "limosna" (3), "migajas" o sólo una coartada de PP y PSOE para colar el techo de gasto de las administraciones públicas.

c) La causa de esta subida no es, como pretende la gestora del PSOE, que el PP se haya "plegado" ante su presión, ya que una subida así ni siquiera figuraba en su propio programa de gobierno, sino una presión social efectiva, aunque difusa, que ha llevado a los dirigentes actuales de ambos partidos a modificar sus planes al respecto con el objetivo de atenuar el descrédito del Gobierno y, sobre todo, de la gestora del PSOE, pieza clave en la formación y mantenimiento de aquel.

d) Uno de los elementos de esa presión social ha sido la proposición de ley sobre fijación de la cuantía del salario mínimo interprofesional presentada por el Grupo Unid@s Podemos - En Comú Podem - En Marea para el periodo 2018-2020, ante la que el PSOE en el Congreso tuvo que votar favorablemente, parte del grupo por convencimiento y parte para no hundirse aún más en el descrédito entre sus propios votantes. Sean cuales sean las intenciones del PP y de la comisión gestora del PSOE, la subida del SMI 2017 no desactiva la Propuesta de Ley de Unid@s Podemos sino que, si se gestiona bien y no se desprecian los propios logros, ésta cobrará aún más fuerza y viabilidad.

e) Tanto el PP como la gestora del PSOE tratan de vender en el mismo paquete la subida del SMI y sus negociaciones en torno al límite de déficit autonómico y el techo de gasto de las administraciones públicas. Sin embargo, hay que separar ambas cosas: la subida del SMI es un avance insuficiente contra las políticas de recortes vigentes desde primavera de 2010 mientras que la propuesta del PP sobre el techo de gasto 2017 de las administraciones públicas, 5000 millones de euros por debajo del techo de gasto que se aprobó para 2016, se sitúa en el marco de esa política de recortes.


Antecedentes próximos

En el programa electoral del PSOE de 2008 estaba el objetivo de un SMI de 800 euros en 2012; Izquierda Unida proponía adoptar medidas para que alcanzase los 1100 euros, entiendo que a lo largo de esa legislatura. En diciembre de 2011, al salir Zapatero de la presidencia del Gobierno, sólo era de 641,40 euros, muy lejos del objetivo marcado. En la legislatura 2004-2008 ZP sí cumplió el compromiso de un SMI de 600 euros para 2008.

En noviembre de 2015, CCOO y UGT propusieron aumentos sucesivos del 11% en el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) para 2016 y 2017, para tener en 2017 un SMI de 800 euros mensuales (11.200 euros en 14 pagas). El Gobierno de Rajoy lo ignoró y el SMI 2016 sólo aumento un 1%, quedando en 655,20 euros.

Ante las elecciones generales de junio de 2016, PSOE y Podemos proponen igualar el SMI al 60% del salario medio neto, como aconseja la Carta Social Europea, pero dese enfoques y plazos diferentes: el PSOE daba un plazo de 8 años y no asumía compromisos para la fase de transición (en su acuerdo con Ciudadanos sólo proponía aumentar el SMI 2016 un 1% adicional sobre el 1% ya aumentado por el gobierno del PP), mientras que Podemos planteaba que el objetivo estuviese cumplido en enero de 2020 (SMI 2020 = 950 euros mensuales) y que el SMI 2018 fuese al menos 800 euros mensuales.

El 20 de septiembre de 2016 la Mesa del Congreso admitió a trámite la proposición de ley sobre cuantía del salario mínimo interprofesional presentada por Unid@s Podemos, En Comú Podem y En Marea, cuya toma en consideración fue aprobada el 22 de noviembre por el pleno del Congreso, obteniendo para ello el apoyo del grupo parlamentario del PSOE entre otros. Está en fase de enmiendas en la Comisión de Empleo y Seguridad Social. Propone un SMI no inferior a 800 euros en 2018 y no inferior a 950 euros en 2020.

En la última semana de noviembre de 2016 CCOO y UGT anuncian movilizaciones para el 15 de diciembre y una manifestación en Madrid para el 18 de diciembre bajo el lema #recuperar derechos Las personas y sus derechos lo primero. Entre las propuestas incluidas en la convocatoria se encuentra la de que en 2020 el SMI alcance el 60% del salario medio. Por su parte, una plataforma en la que convergen varias organizaciones de jubilados y pensionistas convoca movilización para el 20 de diciembre.

El 2 de diciembre de 2016 el Consejo de Ministros aprueba un decreto ley que elevaría un 8% el SMI desde los actuales 655,20 euros hasta 707,60 a partir del 1 de enero de 2017; ese acuerdo se produce tras un pacto entre el PP y la comisión gestora del PSOE que incluye la validación por el PSOE de un techo de déficit autonómico del 0,6%, mediante la abstención en el Consejo de Política Fiscal y Financiera de las comunidades autónomas gobernadas por el PSOE, salvo las de Baleares y País valenciano, que votaron en contra, y que están gobernadas, respectivamente, en coalición con MÉS o Compromís, con apoyo externo de Podemos-Podem.


Subida del SMI 2017: insuficiente, pero avance significativo

Los cambios en el SMI deben evaluarse en primer lugar por sus consecuencias sociales, sus efectos sobre la vida de las personas. Sólo después de hacerlo así cabrá analizar las intenciones de diversos partidos.

La subida del SMI en 52 euros (8%) en vez de los 145 euros (22%) pedidos por CCOO y UGT para 2017, es insuficiente, en un contexto en el que hay muchas familias en las que sólo uno de sus miembros dispone de empleo. Es difícil que una persona y no digamos ya una familia de varios miembros, sobre todo si tiene que pagar alquiler o hipoteca, pueda vivir con 707 euros o con la parte proporcional que corresponda a un trabajo a tiempo parcial. En realidad, 800 euros también es poco, por lo que el objetivo planteado por CCOO, UGT y Unid@s Podemos es alcanzar no más tarde de 2020 un SMI cercano a los mil euros.

Sin embargo, la insuficiencia de los 707 o de los 800 euros no se resuelve por pedir más cuantía si no se acumula la fuerza necesaria para mejorar esas cuantías. La lucha por la subida del SMI debe permitir ganar apoyo social a ella, ejercer una verdadera presión, obtener logros parciales que nos acerquen a los objetivos. Cualquier sindicalista sabe que el resultado de una lucha es positivo si mejora las condiciones de trabajo y fortalece el ánimo, aunque las nuevas condiciones sigan siendo injustas y haya que seguir transformándolas.

El crecimiento del SMI 2017 es un avance significativo dentro de una situación que sigue siendo muy mala para las personas que cobran el salario mínimo... y no digamos ya para quienes trabajan a tiempo parcial a precio/hora de SMI o para las que trabajan con una retribución inferior a la legal por carecer de contratos o por hacer horas extras no retribuidas. Para entendermos: no es un buen SMI, ni lo sería el de 800 euros, pero la mejora obtenida es importante y facilita seguir haciendo camino. Y se ha conseguido gracias a la presión social y política, nadie nos la ha regalado.

En primer lugar, para quien gana 655 euros una subida de 52 euros no es despreciable. El resultado es mezquino porque lo era el punto de partida, ese aumento no sacará a casi nadie de la pobreza o del riesgo de pobreza, pero 52 euros pueden permitir atender alguna necesidad básica más. Entendamos que estamos en una situación en la que bastantes personas hacen largas caminatas para ir al trabajo o para realizar gestiones porque no pueden pagarse ni un billete de metro.

En segundo lugar, la subida del SMI tiene un alcance simbólico que incide sobre la fuerza material de la exigencia de un mayor SMI: es una derrota del discurso oficial, especialmente, pero no sólo, desde el ámbito del PP, sus ministros, FAES, el FMI y entornos académicos "neoliberales", que llevan años proclamando que el aumento del SMI es una chaladura porque provocaría paro, contra lo que demuestran diversas investigaciones sociales al respecto. Esta dimensión simbólica tiene extraordinaria importancia política, aunque desde luego esta primera victoria no está consolidada y en 2018 pueden volver a las andadas si no se acumula la fuerza social y política necesaria para impedirlo y conseguir el aumento necesario, al menos un 13%, para llegar a los 800 euros.

En tercer lugar, es la mayor subida en términos de poder adquisitivo del SMI de las últimas décadas. Mirando hacia atrás, hay que llegar a 1984 para encontrar un aumento en términos nominales no inferior al 8% (fue un 8%), pero a lo largo de ese año los precios subieron una media del 11,3%, por lo que el SMI real bajó; antes de 1984, hubo otros aumentos superiores al 8%, pero en todos ellos los precios subieron más que el SMI, salvo en 1983, en el que el SMI subió un 13,1% y los precios una media de un 12,2%, por lo que el SMI real subió poco más de un 0,8%. En 2004 se produjo una situación especial, porque hubo un aumento en enero, 2,1%, y otro a partir de julio, 6,6%, lo que significa que a partir de julio el SMI fue un 8,8% mayor que en 2013, pero en términos de SMI anual la subida nominal fue menor a un 5,5%, con un aumento medio de precios del 3,2%. Quizá el mayor aumento del SMI real hasta ahora corresponda al año 2008, en el que el SMI aumento un 5,2% y el IPC medio anual un 1,4%, lo que corresponde a un aumento del SMI real en torno al 3,7%. Obviamente, no conocemos el incremento de los precios correspondiente a 2017, pero si tomamos como referencia alguna de las previsiones más elevadas, en torno al 1,5%, el aumento nominal del SMI de un 8% equivaldría a un aumento real del orden del 6,4%, muy por encima de lo ocurrido en cualquier otro año.

En cuarto lugar, este aumento del SMI rompe, por ahora, una racha que tendía a hacerse tendencia desde 2010: desde 2012 el SMI sólo se ha actualizado en montos comprendidos entre el 0% y el 1%, y en 2010 y 2011 tuvo aumentos algo superiores al 1%, sin pasar del 1,5%, pero inferiores a la subida de precios. Por descontado, podrían dispararse los precios, tener en 2017 una inflación del 12% que se chupase todo el aumento y más, etc., pero esa sería una nueva situación, ahora mismo no prevista, a la que habría que responder con una gran movilización para la actualización del SMI, en primer lugar para compensar lo perdido a causa de la subida de precios y en segundo lugar para mantener el objetivo de que en 2020 el SMI sea igual o mayor al 60% del salario medio. Conviene resaltar que precisamente porque siempre existe ese riesgo es muy valioso que la propuesta de ley de Unid@s Podemos incluya que el SMI debe revalorizarse, como mínimo, según el IPC previsto y revisarse según la desviación entre éste y el IPC real.

En quinto lugar, la subida del SMI un 8% tendrá una repercusión positiva en los ingresos de la Seguridad Social, aunque es necesario seguir exigiendo la supresión, o al menos un aumento importante, del tope máximo de cotización, al que, según lo anunciado, el gobierno Rajoy prevé aumentar sólo en un 3%, favoreciendo una regresividad fiscal que favorece a quienes tienen ingresos "salariales" muy altos.

En sexto lugar, puede facilitar un poquito el acceso a algunas prestaciones, como por el ejemplo el subsidio de desempleo, en el que el techo de rentas máximo en el 75% del SMI, pero este beneficio va a tener muy poco alcance porque actualmente la cuantía de numerosas prestaciones, incluido el subsidio de desempleo, no se fija en relación al SMI sino al IPREM, cuya cuantía respecto al SMI ha disminuido de forma escandalosa. La creación del IPREM forma parte de la "historia oscura" de graves errores sindicales, porque fue solicitada por el entonces secretario general de CCOO, José María Fidalgo, hoy hombre cercano a Aznar, a FAES, a la COPE y a la peor derecha. A mi entender, el movimiento sindical en su conjunto debería rectificar y asumir la exigencia de supresión del IPREM y de reformulación en términos de SMI de todas aquellas prestaciones y ayudas en las que participa.

El párrafo "En sexto lugar..." ha sido tachado tras la publicación del "Real Decreto 742/2016, de 30 de diciembre, por el que se fija el salario mínimo interprofesional para 2017" ya que en éste se anula cualquier efecto que la subida del SMI pudiera tener sobre las prestaciones sociales, por lo que en cualquier referencia al SMI en la normativa de prestaciones sociales este se entenderá en 2017 como 655,20 euros y, más grave aún, a partir de 2018 esas referencias perderán cualquier relación real con el SMI ya que, partiendo del SMI de 2016, se entenderán como actualizadas cada año según el "aumento" del IPREM (está congelado desde 2010) a partir de los antes citados 655,20 euros. Esta medida, no anunciada por el PP ni por el PSOE al publicitar a bombo y platillo su acuerdo, es absolutamente escandalosa y forma parte de la declaración de guerra abierta que el PP ha hecho contra la población más empobrecida. Si los recortes han agredido terriblemente a las y los trabajadores y sus derechos, el trato dado a la población sin ingresos o con ingresos que no permiten cubrir las necesidades básicas de la vida es de verdadera saña y de odio clasista. En estas condiciones, pese a que el aumento del SMI en cuanto tal sea positivo, si este real decreto llega a tramitarse parlamentariamente considero que, salvo enmienda a este aspecto, debe votarse en contra de la norma en su conjunto. Y es precisdo reclamar a la comisión gestora del PSOE una urgente aclaración sobre si apoya está discriminación de las personas que necesitan ciertas prestaciones sociales o se va a oponer claramente a ella y denunciar que representa una ruptura de su acuerdo con el PP (¿o ya lo sabían pero no lo dijeron?)

En términos generales, diría que hay que ser capaces de no perder la perspectiva de supresión de toda injusticia y dominación y, a la vez, de avanzar en ese camino a través de objetivos capaces de aunar las fuerzas suficientes que permitan la andadura. Tenemos la obligación de distinguir los avances de los retrocesos, de situar las cosas en su contexto social, de comprender las líneas de tendencia en que se sitúan los hechos aparentemente aislados, de no confundir lo que "nos dan" con lo que "conseguimos", etc.


¿Por qué y en qué medida la subida del SMI es un logro social?

Partiendo de la consideración de que la subida del SMI es un avance significativo o importante a la vez que insuficiente, es relevante preguntarse por qué se ha producido. ¿Se ha convertido el PP a una política social? ¿Tenía razón la gestora del PSOE al anunciar que dar la investidura a Rajoy iba a permitir desmontar todos los recortes hechos por éste desde diciembre de 2011? ¿Es un logro fruto una la presión social que, en un contexto político dado, ha forzado al PP y al provisional grupo dirigente del PSOE a dar un paso que no contemplaban dar? Esto último es lo que pienso.

No, ni el PP ha adquirido una nueva "sensibilidad social", ni estamos en un proceso de desmantelamiento de todos los recortes que se han llevado a cabo bajo los gobiernos de Rajoy. Eso ya lo dejó Rajoy muy claro al presentar su propuesta para la investidura, quizá con el objetivo de que la abstención que le iba a dar la mayoría del grupo parlamentario del PSOE les fuese aún más humillante. Hay "líneas rojas" que el PP no quiere cruzar en ningún caso y ante las que los muñidores del golpe de mano en el PSOE poco pueden hacer sin desdecirse. Esas "líneas rojas" son las que están más directamente vinculadas al papel del PP como agente casi directo de las oligarquías económicas. Que los dirigentes actuales del PSOE pretendan que podemos ir a una legislatura de contenido progresista bajo un gobierno reaccionario es un engaño. Y lo saben.

Pero pensar que es un gobierno fuerte y que hasta 2020 no podemos conseguir nada es un gran error, como ya puede verse a la vista de los hechos. Lo importante no es si el acuerdo entre PP y la gestora del PSOE en torno al SMI trata de mejorar su imagen y frenar futuras luchas, cosa que es evidente, lo importante no son sus intenciones sino si la subida del SMI mejora o empeora las condiciones laborales, si nos debilita o nos hace más fuertes. Si pone de relieve la vigencia de una perspectiva que nació de forma anónima de las propias luchas sociales, "Sí se puede", expandiéndose hasta llegar a corearse en los estadios de fútbol, o si hay que sustituirla por una consigna vanguardista, "Luchar, crear, poder popular", tomada del MIR de chileno en una etapa en la que pretendia ser la vanguardia marxista-leninista de esa sociedad. Y no es que no haya que luchar y no haya que crear poder popular, es que el poder popular no se crea diciendo que hay que crear popular, sino desde abajo, en los espacios de encuentro social, constituyendo en común el apoyo mutuo a partir de nuestros comunes problemas.

Entendamos que la subida del salario mínimo anunciada para 2017 no es ni siquiera cercana a nada de lo propuesto por PP y PSOE en sus programas electorales. El programa electoral del PP no trataba el tema y debemos recordar cuantas veces han insistido en que cualquier salario era mejor que ningún salario y que por eso había que bajar los salarios ("ajuste salarial", lo llaman). El programa electoral del PSOE sólo hacía referencia al objetivo de SMI igual al 60% del salario medio en un plazo de ocho años, es decir, para 2024 o 2025, lo que requeriría una subida "media" anual del 4,75% (4); pero su acuerdo con Ciudadanos da alguna indicación sobre sus planes a corto plazo, ya que para 2016 lo único que proponía era un 1% adicional al 1% ya aprobado por el gobierno.

Entre los factores que han contribuido a generar esa situación se encuentra la existencia de un gobierno débil que está muy lejos de tener la mayoría absoluta, la extrema debilidad de una comisión gestora del PSOE que necesita imperiosamente maquillar su imagen para justificar a posteriori su apoyo pasivo a la investidura Rajoy y las actitudes tomadas o por tomar en cuanto al techo de déficit autonómico o el techo de gasto de las administraciones públicas, la creciente visibilidad social de la existencia de una cada vez más extensa franja de población formada por "pobres con trabajo", los indicios de una leve pero importante revitalización de la movilización laboral y de sindicalización alternativa en sectores con alta concentración de esa franja de población, la aprobación por el pleno del Congreso de la toma en consideración de la propuesta de ley de Unid@s Podemos respecto al salario mínimo en el periodo 2018-2020, la convocatoria de movilizaciones por CCOO y UGT para el 15 y 18 de diciembre, o la de la plataforma de pensionistas para el 20 de diciembre, etc.

Si no entendemos que este giro brusco a un 8% de aumento, el mayor en términos reales desde 1979, es nuestro logro, nuestra conquista, si no lo reinvindicamos así, entonces sí que estaremos contribuyendo a los propósitos del PP y de la gestora del PSOE, a la vez que separándonos de esa sabiduría popular y de ese sentido común que tiende a decir "bienvenida sea, siempre viene bien, pero sigue siendo poco". A lo que nadie debería responder negando el avance e insistiendo en que nada hay que hacer hasta que gobierne tal o cual partido, sino diciendo, "claro, es una mejora que hemos logrado porque hemos luchado y porque les hemos puesto difícil gobernar como antes, pero es una mejora insuficiente, así que seguimos presionando y luchando, en la sociedad y en el parlamento para conseguir lo que es justo. Sí se puede, todavía sí se puede".


Hoja de ruta

¿En qué situación queda la presión por un SMI suficiente? ¿Cómo queda la proposición de ley sobre cuantía del salario mínimo interprofesional presentada por Unid@s Podemos, En Comú Podem y En Marea, en fase de enmiendas?

Empezando por al última pregunta, creo que, sin que esté nada garantizado, tras el aumento del SMI para 2017 la proposición de ley queda con más potencia material, social y política. Es posible que, como señala la Comisión de Economía de Podemos, la intención del PP y de la gestora del PSOE fuese desactivar esta iniciativa, pero si así fuese no lo habrán conseguido, salvo que nos empeñemos en minusvalorar nuestros propios logros. De hecho, esa iniciativa tiene hoy más visibilidad y viabilidad.

En primer lugar, estamos más cerca del objetivo marcado para 2018 que si el SMI se hubiera congelado o aumentado un 1% o un 2%.

En segundo lugar, se ha desmantelado el discurso de que el SMI genera paro y que no puede subirse ya que desincentivaría la creación de empleo.

En tercer lugar, ha crecido su dimensión política porque es bastante evidente que esa proposición ha tenido mucha influencia en que el PP y la gestora del PSOE hayan tenido que mover ficha.

Por tanto, la difusión de esa proposición, el logro de apoyo social para ella, el impulso de acciones que reclamen su aprobación -no limitada ni supeditada a un mero discurso partidista-, es hoy una tarea práctica esencial, uniendo fuerzas en torno a ese objetivo. Resulta particularmente importante generar una corriente de influencia sobre el PSOE, desde su base hacia su cúpula, para que, al igual que apoyó la toma en consideración, se comprometa en este objetivo y en particular para que acepte asumir 2020, en vez de 2024, como horizonte para que el SMI alcance el 60% del salario medio. Igualmente hay que articular un frente de acción que abarque al movimiento sindical como protagonista fundamental, tanto CCOO y UGT como otras fuerzas sindicales de menor pero creciente influencia.

Hay que prestar particular atención a la maniobra que está urdiendo el PP, pues, tras aprobar el SMI 2017 sin dialogar con los sindicatos, anuncia una ley que establezca como mecanismo obligado de fijación del SMI un previo diálogo con los sindicatos con mayor representación, de manera que si hay acuerdo pasaría a ser legalmente vinculante y si no lo hay decidiría el gobierno, lo que en realidad quiere decir que decidiría el gobierno. Es posible que esa ley se quiera usar para bloquear la posibilidad de que el Congreso apruebe una ley que establecería unos mínimos para 2018 y 2020. Creo que es un asunto a tomarse en serio, a combatir desde ya, a buscar una postura común con el movimiento sindical y a tantear si la gestora del PSOE piensa entrar en esa maniobra -y si es así promover una presión social decidida- o piensa ser parte de un paso adelante tan importante como será la aprobación de esta ley.

Por otra parte, es necesario entender que en las condiciones actuales del mercado de trabajo la lucha por un SMI más justo está relacionada con objetivos de lucha contra la pobreza y la exclusión, de regularización de todo el empleo real y de la situación de quienes lo ejecutan, del cumplimiento de la normativa de horas extras y de su modificación en aquellas partes particularmente regresivas (como las que se aplican en los contratos a tiempo parcial) y de una reorientación profunda de los servicios públicos de servicios sociales y de prestaciones, incluyendo instrumentos que garanticen realmente el acceso a los recursos básicos de la vida, a una vivienda digna y a ingresos suficientes.

Por descontado, cada uno de esos objetivos tendrán sus propias dinámicas de impregnación social, de lucha y reivindicación, de elaboración de alternativas, de iniciativas parlamentarias, pero a la vez hay que ir tejiendo un tejido común que configure una potencia de cambio que retome y recupere, ahora con más herramientas, la ruta abierta por un 15M que no sólo fue radicalmente democrático sino que también fue radicalmente eficaz. Sin él, ni estariamos aquí ni existiría Podemos.

Lo que desde la sociedad se espera de Podemos no son exhortaciones a luchar, a luchar, eso ya lo hizo sin necesidad de que existiera Podemos, y si Podemos descubre ahora que hay que participar en los procesos de construcción de espacios de apoyo mutuo, sin sustituirlos con "movimientos" paralelos partidistas, es problema de Podemos, no de la gente que lleva años construyéndolos. Lo que se espera de Podemos es que sea la herramienta política útil que millones de personas quisieron que viniese a complementar sus luchas abriendo nuevos ámbitos de intervención y cambio. Participando en esas luchas, por descontado, apoyándolas con todos los medios disponibles, pero sin olvidar que Podemos tiene tareas específicas que cumplir, aunque éstas no son sólo institucionales.

Y no olvidemos que SÍ SE PUEDE, que crear colectivamente poder popular es positivo pero que exhortar a sociedad a crear poder popular no lo crea porque es un mensaje desde fuera, "vanguardista". No olvidemos que no nos han derrotado, que la victoria electoral de Podemos por mayoría absoluta era sólo una inmadura ilusión a la que se supeditaron demasiadas cosas, que no hay cielos que asaltar sino barrios por reconstruir, que nuestra gente no está aplastada, aunque sí algo decepcionada por la forma en que se manejaron los resultados del 20D, ni es poca la presencia en las nuevas Cortes de voces que se alzan contra las élites económicas y políticas. Si se hace bien, como con la proposición de ley de la que hablamos o bloqueando el apoyo que PSOE y Ciudadanos iban a dar a Férnández Díaz, o como Ada en Barcelona, digámonos "bien hecho" y reivindiquemos los logros, y cuando nos domine la retórica, el identitarismo ideológico, el autoprotagonismo, la busca del centro o de los extremos en vez del compromiso con las y los de abajo, la acomodación a los dogales del poder, digamos "así no, rectifiquemos". Así de sencillo. "El rebelde debe rechazar el furor de la nada y el consentimiento de la totalidad", como enseñó, con poco éxito, Camus.


NOTAS

1. Soy bastante crítico respecto al método que fija mínimos sociales en función de un porcentaje de valores medios o intermedios, ya que los retrocesos generalizados de la sociedad implican también retrocesos en esos mínimos. Algo parecido ocurre con los estándares utilizados para hablar de riesgo de pobreza y de pobreza severa, también son criterios relativos, de manera que si la sociedad se empobrece también se hace más difícil que te consideren pobre. En los últimos años ha estado ocurriendo que niveles de ingresos que el año anterior se consideraban de riesgo de pobreza o de pobreza severa ya no lo han sido en el año presente. Sin embargo, por el momento el criterio de SMI no menor al 60% del salario medio sigie siendo progresivo y permite apoyarse en la Carta Social Europea, así como marcar un posible objetivo común para posteriores luchas por un salario mínimo europeo.

2. "UGT y CCOO consideran un avance, aunque insuficiente, la subida del Salario Mínimo Interprofesional propuesta por el Gobierno, todavía alejada de la demanda sindical de que el SMI alcance los 800 euros en 2017 y llegue al 60% del salario medio al finalizar la legislatura (950 euros en 2020), tal y como establece la Carta Social Europea suscrita por España. La sostenida y firme presión ejercida por CCOO y UGT y la convocatoria de movilizaciones han influido en el Gobierno, junto con la proposición de ley aprobada el pasado 22 de noviembre en el Congreso (con la oposición del PP), para proceder a una subida escalonada del SMI, decisión, insistimos, que aún queda lejos de la propuesta de los sindicato Una propuesta, la del incremento del 8% del SMI, que no satisface la demanda sindical, aunque supere con creces los habituales incrementos del SMI que los distintos gobiernos han puesto en marcha en los últimos años. Ambos sindicatos critican con dureza el procedimiento empleado por el Gobierno al hurtar al diálogo social una negociación como la del SMI y situarla en el ámbito político y parlamentario. Aún más grave es la decisión de aprobarlo en Consejo de Ministros como Real Decreto Ley devaluando cuando no negando el debate democrático en el Parlamento".

3. Me gustaría llamar la atención, por cierto, sobre que el salario nunca es limosna, nunca responde a la caridad porque la regla es que al trabajar se aporta más que lo que se cobra (en caso contrario, ninguna empresa contrataría a esos trabajadores) y que eso suele ser tanto más cierto cuanto más bajo es el salario, hasta el punto de que en muchos de los casos de salarios bajísimos podría hablarse en todo caso de "robo", nunca de limosna. No me entra en la cabeza que una retribución salarial se considere "limosna".

4. El concepto de "media" aquí utilizado no es el de media aritmética habitual, sino el del porcentaje de subida que, de aplicarse igual todos los años, permitiría pasar en ocho años de 655,20 euros a 950 euros. Conviene tenerlo en cuenta, porque, por ejemplo, tres subidas sucesivas de un 3% no causan una subida total del 9% sino una algo mayor al 9,27%.