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José M. Roca

Ganó el príncipe destronado

Revista Trasversales número 40, mayo 2017 web

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Ganó el príncipe destronado. Así se puede interpretar, en las elecciones primarias del PSOE celebradas ayer, la rotunda victoria de Pedro Sánchez con una diferencia de 10 puntos sobre la candidatura de Susana Díaz y muchos más sobre la de Patxi López.
En una aburrida campaña electoral en clave interna, carente de ideas políticas de interés para el resto de los ciudadanos, Sánchez ha basado su discurso en la indirecta acusación de falta de legitimidad de la gestora y en reclamar sus derechos de príncipe destronado por una conjura palaciega apelando al poder de las bases del partido.
Eso y la crítica al apoyo a la investidura de Rajoy –“No es no”- han bastado para vencer a Susana Díaz, su rival más peligrosa, que representa a los aparatchiks del partido, a los boyardos y a la envejecida y rancia vieja guardia de la etapa felipista, que debería jubilarse definitivamente y retirarse a sus cuarteles de invierno o a los consejos de administración donde pernocta.
Pero el apoyo de tan cuestionables apoyos no ha podido salvar a Díaz, la cual con un discurso vacío de contenido, plagado de reiteradas invocaciones a la unidad, a un PSOE ganador, a un PSOE de siempre y a sus ganas de ganar, ha alcanzado cotas sublimes de populismo garbancero, que no han bastado para conservar los apoyos logrados con la firma de avales y han frustrado sus inmoderadas pretensiones de verse no sólo como la reinona de Ferraz sino de presidenta en la mismísima Moncloa.
Puede entenderse la victoria de Sánchez como el repudio de las bases del partido al “golpe de los chusqueros” de octubre y a la gestión de la comisión gestora, que, en realidad no ha sido otra cosa que la continuación de la inútil “oposición responsable” de Rubalcaba, que heredó Pedro Sánchez, sobre el que Susana Díaz ha achacado en exclusiva un retroceso del PSOE -“el problema eres tú, cariño”- que viene de muy atrás y se acelera en los años finales de Zapatero. La decisión de las bases ha sido restauradora; volver a octubre y dar una nueva oportunidad al príncipe destronado.
Aparece, o reaparece fortalecido, un nuevo dirigente de izquierda en la escena política, dispuesto a disputarle el poder no sólo a Rajoy sino a arrinconar a Podemos, cuyos dirigentes deben atender a los signos que llegan de la calle (el fracaso de la concentración del día 20 en Madrid para hacer sombra al PSOE ha sido histórico) y tentarse la ropa antes de seguir haciendo tonterías, una vez que el “Tramabus” se va a “encerrar a cocheras”, como los viejos tranvías.
El apoyo dado por el PNV y los canarios a los Presupuestos Generales permite suponer que Rajoy apuesta por una legislatura larga o que, al menos por ahora, descarta convocar nuevas elecciones, lo cual deja margen de maniobra a Pedro Sánchez para que el PSOE haga una oposición que merezca tal nombre y no un simulacro para apuntalar el régimen, que era la única intención de Rubalcaba. Sánchez parece haber percibido el sentir de la ciudadanía de que hay que acometer cambios de cierta envergadura, más cuando Rajoy no ha cambiado de manera de pensar y que sigue oliendo a podrido mucho más acá de Dinamarca.

22/5/2017



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