Trasversales
José Luis Yuguero, Enrique del Olmo, Luis Sáenz

El 6 de mayo, Madrid no se calla

Revista Trasversales número 40 mayo 2017 (web)

Los autores son coeditores de la revista trasversales.net; Enrique es militante socialista, José Luis y Luis son miembros de Podemos y participan en grupos contra la exclusión social. Se trata de una opinión personal que sólo compromete a sus autores.

Este texto fue publicado en PÚBLICO el 4 de mayo de 2017


El sábado 6 de mayo, a las 12 h., de la Plaza de Canalejas de Madrid saldrá la manifestación MadridNoSeVende. Más oportuna no podría ser, cuando se ha hecho de dominio público cómo han saqueado Madrid: Canal de Isabel II, viviendas sociales vendidas a precios de saldo, Mercamadrid, además de Bankia, la funeraria y una lista interminable de robos.

Como el 15 de mayo de 2011, tras la manifestación no hay grandes organizaciones. Surge de las calles, del vecindario, de centros sociales, de la lucha por el derecho a techo y contra la exclusión, de la defensa de nuestros barrios frente a la degradación y la especulación, de las mujeres luchando contra la desigualdad y las violencias machistas, de las personas decentes que no se dejan arrastrar al odio a su vecino y no olvidan que el enemigo no vive en su edificio sino en palacios, fincas y mansiones.

A nuestro entender, el sentido de la convocatoria es, ante todo, afirmativo y creativo, ocasión de aunar los procesos de construcción popular que hay en nuestra región y en su capital, ocasión de visibilizar lo que bulle en las tripas de Madrid, ocasión de reencontrarnos con el espíritu del 15M, pero con más experiencia acumulada. Ahora sabemos mejor que no conviene ser indiferentes a quien gobierne pero que, gobierne quien gobierne, no se construirá una ciudad diferente sin el protagonismo social, si no lo hacemos desde abajo sin esperar a que nadie nos lo regale. La calle nos llama de nuevo para sumar fuerza, inteligencia y esfuerzo colectivo.

Es la hora del verdadero Madrid, del que no dejan ver, del Madrid al que temen. El Madrid de la mayoría de quienes vivimos en esta región, en la que hay 400 mil personas en pobreza extrema a las que nadie da solución, en la que cada día son desahuciadas muchas familias sin alternativa habitacional, el Madrid de “pobres con trabajo” que no ganan para vivir, el Madrid con 455.000 personas en paro de las que 180.000 llevan así más de dos años, el Madrid en el que en cinco años se han perdido 160.000 de los empleos ocupados por jóvenes entre 16 y 34 años, el Madrid en el que de cada 100 titulares de Renta Mínima de Inserción 60 son mujeres y 25 mujeres con menores a su exclusivo cargo, el Madrid de ese pequeño comercio de barrio acogotado por grandes superficies, por la presión inmobiliaria de las grandes marcas o por el fin de los alquileres de “renta antigua”. El Madrid de madrileñas y madrileños procedentes de cualquier lugar del mundo que conviven pese a los voceros del odio y a la ausencia de una acción institucional que evite la degradación de las zonas golpeadas por la pobreza. El Madrid de nuestra gente mayor, como esas 25.000 mujeres que viven de una pensión no contributiva que “no da para vivir”, un Madrid que a veces teme al cambio porque teme perder lo poco que tiene, pero que es nuestra gente, la que sacó adelante nuestra región y nuestros municipios, pese a la corrupción de muchos de los gobernantes. El Madrid de quienes han sido arrollados por los recortes sociales y la destrucción de los derechos laborales, el Madrid de quienes entienden que no puede abandonarse a su suerte a un 25% o un 30% de la población sin que nuestras ciudades empeoren para todos menos para los que se esconden en torres de marfil, que hay unos pocos que nos están robando a todos. Ese es un enorme, un inmenso Madrid. Y necesitamos encontrarnos pese a nuestras diferencias.

Nos dijeron “malos tiempos, pero hagamos un esfuerzo y saldremos adelante”. Hemos hecho el esfuerzo pero ellos han medrado a nuestra costa. Nos han mentido y robado. Altos cargos de los gobiernos de la Comunidad de Madrid, en connivencia con “empresarios” corruptos, han sido uno de los principales focos de expansión de esa peste. Hay muy fundadas sospechas de que parte de las campañas electorales del PP se han pagado con dinero así robado. En estas condiciones, es escandaloso que el PP siga gobernando la región de Madrid sin consultar de nuevo a una población que cuando votó aún no sabía todo lo que sabemos ahora. Cifuentes no puede hacer “borrón y cuenta nueva” sin dar la palabra a la población y sin modificar las políticas aplicadas.

El caldo de cultivo de la corrupción en Madrid han sido los recortes en Sanidad y Educación, la minimización de unos servicios sociales más necesarios que nunca, la venta de miles de viviendas sociales a fondos buitres, el desvío sistemático de fondos públicos hacia grupos empresariales a través de trucos diversos, las privatizaciones de la gestión de lo público, el desarrollo urbano especulativo, las derivaciones hacia clínicas privadas de muchas pruebas diagnósticas a la vez que se desmantelaban servicios en nuestros hospitales, en los que por falta de mantenimiento se han hecho frecuentes los derrumbamientos de techos, las inundaciones, los desbordamientos de las urgencias y las largas esperas para citas de consulta o prueba diagnóstica.

Con Cifuentes no hay cambio de rumbo. La Agencia de Vivienda Social sigue sin dar alternativa habitacional a las familias que se quedan en la calle y no da respuestas a situaciones de emergencia. La propia AVS dice que las solicitudes de vivienda en situación de especial necesidad caducan en un año, pasado el cual hay que volver a presentarlas, lo que es un indicador del “ritmo” al que se atienden esas situaciones. Los Presupuestos de la Comunidad de Madrid para 2017 se sitúan en la misma línea, golpeando gravemente a hospitales públicos. La situación de la atención a la dependencia clama al cielo con listas de espera y falta de respuestas. La partida para la Renta Mínima de Inserción es de igual importe que la ejecutada en 2016 y, hasta el momento, PP y Ciudadanos se han unido para votar contra una enmienda de PSOE y Podemos para destinar seis millones de euros a la primera fase de un Abono Social de Transporte en lo que queda de 2017. Cifuentes no puede pretender que el PP de Madrid no tiene que rendir cuentas de todo esto sólo porque ella sea supuestamente “más moderna”.

Por eso, nosotros también vemos en el 6 de mayo una oportunidad para decir que Cifuentes debe irse, y que si no lo hacen los demás grupos de la Asamblea de Madrid deben intentar hacerlo por medio de una moción de censura. Incluso aunque Ciudadanos insista en apoyar al PP de Madrid, deberían intentarlo PSOE y Podemos, ya que en el peor de los casos se marcaría un horizonte de cambio al hacerlo y se haría más frágil la situación de un gobierno ya ilegítimo y de quienes le sostengan.

La convocatoria del 6 de mayo se abre a toda la región pero, en gran medida, su punto de partida ha sido la ciudad de Madrid. Hay que dar una sonora respuesta a la provocación de Montoro, que pretende obligar al Ayuntamiento de Madrid a un recorte de 238 millones de euros en el presupuesto municipal pese a que ha cumplido con creces todas sus obligaciones; sin duda el objetivo del ministro de Hacienda, con el que la deuda del Estado ha aumentado en 400.000 millones de euros, es que el gobierno municipal no pueda cumplir sus promesas en beneficio de la población. Si Manuela Carmena hace frente a Montoro, dedica ese dinero a atender las necesidades más urgentes de la ciudad y sus gentes y presenta un plan de emergencia social contará con el respaldo de la ciudadanía para hacerlo, porque sabemos que la mejora en la gestión municipal es muy clara frente a lo que fueron los gobiernos de Ruiz-Gallardón o Botella. Más limpia, más eficaz, más austera, con mejores resultados, con más apertura a la participación ciudadana.

Sin embargo, el equipo de gobierno de Ahora Madrid se equivocaría si no reconoce que el 6 de mayo se le estará dando también un serio toque de atención, porque el cambio es insuficiente y demasiado lento, sobre todo en dos ámbitos vitales para la ciudad y sus habitantes, el desarrollo urbano, en el que es necesario ir más allá de la colocación de parches a los proyectos especulativos heredados, y el Área de Equidad, que asume tanto las competencias de vivienda social como las de servicios sociales, en cuya actuación hay mucho de continuista respecto al pasado y de incomprensión de la gravedad de los problemas que enfrentan cientos de miles de vecinas y vecinos.

El programa electoral de Ahora Madrid puso el listón muy alto en cuando a derechos sociales e inclusión social. Se comprometía a “parar los desahucios”, “Garantizar una alternativa habitacional a todas las personas desahuciadas o desalojadas de primera vivienda, a través de los servicios sociales municipales”, “Desarrollar un Plan de Acción de Emergencia para las personas sin techo”, “Potenciar los servicios sociales”, “Garantizar los suministros básicos (luz, gas y agua) a todos los hogares en imposibilidad de pagarlos”. Nada de esto se ha hecho o se ha hecho en pequeña medida, y ya han pasado dos años. Quizá alguna de esas promesas era imprudente, pues un ayuntamiento no puede garantizar que no habrá desahucios, pero sí entra dentro de las competencias municipales dar alternativa habitacional a las personas desahuciadas, desalojadas o sin techo, lo que no se está haciendo. Ni siquiera funciona el programa de emergencia residencial, para atender “de manera inmediata y temporal” a familias con necesidad de alojamiento urgente, ya que el parque de viviendas disponible no es suficiente para atender la oleada de desahucios y desalojos que se está produciendo. Y todavía no se ha logrado desmontar la fraudulenta venta de vivienda social a los fondos buitre, cuando hay razones sobradas, tanto jurídicas como políticas, para hacerlo.

Es urgente reforzar y reorientar los centros de servicios sociales, que están a punto de reventar por carencia de personal, tanto de trabajadoras sociales como de personal administrativo; sólo así se podrá evitar la tensión y desesperación que crea la confrontación entre familias con urgentes necesidades y trabajadoras sociales que no pueden ofrecer casi nada y que pueden estar atendiendo 700 o más casos. Lo que parece no entenderse es que las emergencias sociales requieren respuesta urgente, en uno o dos días, y no respuestas para uno o dos días (“id al SAMUR social”), que cuando una familia no tiene donde vivir o está sin electricidad la respuesta no puede estar en una lista de espera de la que casi nunca sale nada o sale muy tarde.

Por ello, el 6 de mayo debemos encontrarnos en #MadridNoSeVende. Para agradecer y prestar apoyo a todos los colectivos y personas que están defendiendo nuestra ciudad y nuestra región con su esfuerzo cotidiano, para que todo lo que se está haciendo se visibilice, para que las necesidades sociales se pongan en primer plano.

Y, además, también iremos porque consideramos que no puede dejarse que este PP siga gobernando Madrid hasta 2019 y porque queremos decir al gobierno municipal de Ahora Madrid, al que hemos apoyado y apoyamos, y también al grupo municipal del PSOE, que ha apoyado unos presupuestos municipales con mayor contenido social y a los que ahora Montoro quiere cercenar, que no puede dejarse atar las manos ni por la pesada herencia recibida, ni por Cifuentes ni por Montoro, que su programa electoral fue un compromiso a cumplir, que debe prestar mucha más atención a los barrios populares y a las urgencias sociales, que bien están los gestos culturales progresistas -sin asustarse de ellos y renegar al primero grito del facherío- pero que el futuro está en juego en las vidas de las gentes, y que lo que está ocurriendo en Francia, Alemania, Reino Unido, Austria y otros países europeos, con el ascenso de una ultraderecha eurófoba, racista y violenta aprovechando el vacío social creado por unas izquierdas elitistas o dogmáticas alejadas de la realidad de la gente común, marca con bastante claridad el camino que hay que seguir para que igualdad, libertad y bienestar avancen de la mano. La crisis de “la izquierda” no procede, como teorizan algunos, de que las clases populares hayan desaparecido subsumidas en una universal “clase media”, que al fin y al cabo también es trabajadora casi toda ella, sino de que las “izquierdas” nos hemos alejado de las clases populares, perdiendo sus raíces.

Las soluciones a los problemas más urgentes e inmediatos se posponen, entre los que creen que eso es pedir demasiado y los que creen que es pedir poco. Y, sin embargo, las urgencias sociales no sólo exigen ya soluciones, sino que conseguirlas es una condición para futuros cambios más ambiciosos. Porque no hay cambio sin la fuerza social para conseguirlos.



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