Trasversales
Lois Valsa

OTOÑO CULTURAL MADRILEÑO 2017



Revista Trasversales número 42, diciembre 2017 web

Otros textos del autor en Trasversales



La mentira debe tener un alto porcentaje de verdad para resultar más creíble

(Álex Grijelmo en relación al arte de la manipulación masiva en la era de la posverdad)

El patriotismo me produce claustrofobia

viñeta de El Roto en El País

Introducción: o cómo se nos oculta lo que de verdad importa

En este otoño, muy caliente en todos los sentidos, la gente, sobre todo la más humilde, va a tener que seguir enfrentándose a serios problemas sociales y económicos. Es esto, precisamente, lo que se quiere ocultar, además de todas las corrupciones, que ya son muchas, tanto en España (caso Gürtel y otros muchos) como en Cataluña (Pujol y otros) con salidas “identitarias”, tanto “españolistas” como “catalanistas”, y represivas. Porque la verdad de la que no se quiere hablar es de que España sigue estando entre los países con mayor número de parados y de menor alza salarial. El salario medio de los trabajadores era de 1643 euros brutos mensuales en 2007 y en 2017 esta cantidad ha pasado a 1.893 euros, según los últimos datos disponibles del INE. Pero en la realidad la aparente subida queda neutralizada con la inflación (IPC). Además, la estadística hecha pública hace apenas una semana por Eurostat sobre costes laborales pone en evidencia la situación de España sobre el resto de países comunitarios: los salarios, la renta media por hogar, crecieron una media del 2,4% en la UE durante el segundo trimestre de 2017, mientras que en España lo hicieron en un 0,4%. Hay que conocer, pues, estos simples datos, para que, por lo menos, no nos quiten la palabra y nos vendan la moto de la gran recuperación. Datos que, por otra parte, podemos comprobar a nuestro alrededor frente a la proclamada euforia económica, sobre todo turística. Por ejemplo, los hogares destinan un 29% menos a ocio y un 70% más a pagar la luz, según cálculos de Facua. Pero, ¿quién le mete mano en España a las poderosas compañías eléctricas?

Por otra parte, una economía fuerte no debe permitirse esta fragilidad social porque si no se pone freno mediante un pacto de rentas que permita subir los salarios y corregir los graves efectos sociales de la crisis económica, tanto en términos de precariedad laboral como en términos de desigualdad, se está amasando otra próxima crisis, y lo cierto es que hasta ahora no ha habido el más mínimo interés en corregir esta situación. Y el resultado de este proceso ha sido un incremento de la desigualdad económica y social, además de una alta tasa de población en riesgo de pobreza y exclusión social, totalmente inaceptables se mire por dónde se mire. Particularmente entre la infancia donde somos ya el tercer país de la UE con mayor pobreza infantil. Nuestras tasas de paro están todavía muy lejos de las vividas antes de la crisis y nuestra creación de empleo, de muy baja calidad, mantiene en la pobreza a más del 13% de la población que trabaja, cifra que se incrementa hasta el 18% para menores de 25 años. Estos datos muy reales contrastan notoriamente con el optimismo que se nos está vendiendo sobre la recuperación económica española. Porque la macroeconomía apunta hacia una dirección y la microeconomía hacia otra totalmente distinta. El Gobierno ha presentado un cuadro macroeconómico para 2018 repleto de buenas noticias para nuestra economía. Pero lo cierto es que la famosa recuperación del PIB no se ha trasladado, ni mucho menos, a los sectores de la población que siguen sufriendo la crisis económica.

En este sentido, los niveles de pobreza se mantienen prácticamente inalterados: la población en riesgo de pobreza se ha incrementado 0,2 puntos porcentuales respecto al año anterior, situándose en el 22,3. Una parte importante de esta situación de enquistamiento de la pobreza y exclusión social se debe al deficiente comportamiento del mercado laboral. Un estudio reciente de Fernández Kranz de la Fundación Funcas constataba una fuerte diferencia en los salarios de entrada en el mercado laboral si se los comparaba con los existentes en 2008. Si a esta depresión laboral se añade la precariedad producida por la temporalidad y la falta de intensidad laboral nos encontramos con que un joven estaría recibiendo hasta un 14% menos de salario del que recibían los jóvenes antes del inicio de la crisis y las rentas anuales salariales recibidas por mismo joven son hoy un 22% más bajas que las recibidas hace diez años. Al mismo tiempo, el trabajo a tiempo parcial para los menores de 25 años prácticamente se ha triplicado, pasando del 15% al 40% en el transcurso de la crisis económica, y, lo que es peor, sin visos de recuperación. Si se quisiese justificar que la contención salarial producida durante la crisis y ahora pospuesta indefinidamente ha sido necesaria para realizar el ajuste de la economía española, un buen trabajo de Xifré, también en Funcas, concluye: los efectos de la moderación salarial guardan poca relación con la mejora de la competitividad vía precios. Tampoco el dinero se ha dedicado a mejorar la innovación y el valor añadido de nuestra producción sino que, como ya mostró Daniel Fuentes, en 2015 se dedicó a amortizar la deuda de un sector privado sometido a fuertes restricciones crediticias durante los años duros del ajuste.

Así que los asalariados, especialmente los más desprotegidos, han sido, como señala José Moisés Martín Carretero en el periódico gratuito Veinte Minutos (25/10/2017), “los paganinis de la crisis”. En España ha habido, pues, una fuerte destrucción de empleo que ahora se está compensando con sueldos muy bajos. Por ejemplo, en lo que toca al salario mínimo, España se queda, dentro del grupo de países como Portugal, Grecia, Malta y Eslovenia, con 707 euros, frente a otros países como Alemania, Bélgica, Reino Unido o Francia, que superan los 1250 euros mensuales. “Las empresas están recuperando competitividad, en parte porque los salarios ya no son lo que eran; los que se incorporan al mercado laboral lo hacen con una retribución más baja: esto ha provocado un reparto más polarizado de la renta, más desigual que antes de la crisis”, señala Pedro Aznar, profesor del departamento de Economía y Finanzas de la escuela de de negocios ESADE. Un dato muy importante y clave de bóveda del edificio: la tasa de umbral de la pobreza entre la población (personas que tienen realmente problemas para cubrir las necesidades básicas) ha pasado en estos 10 años del 19,7 al 22,3%. Esta tasa contrasta mucho con el nivel de enriquecimiento de las elites durante la crisis.

En España, y en Cataluña también, se han aplicado, dentro del programa de austeridad de la UE, muchos recortes, sobre todo en la sanidad y en la educación. Precisamente en Cataluña las muchas manifestaciones contra esos recortes se acabaron cuando fueron sustituidas por las manifestaciones “identitarias”. Mientras que en España el estallido del turismo internacional por las difíciles situaciones que atraviesan otros países muy turísticos ha encubierto que muchos ciudadanos/as han tenido que apretarse el cinturón. El gasto medio que una familia destina cada año a ocio y cultura, y a restaurantes, cafés y hoteles se ha reducido un 29 y 14%, respectivamente, en los últimos diez años. Una década, pues, de crisis en España, en la que ha aumentado la pobreza, ha subido la deuda pública y ha bajado el bienestar. “Es importante la repercusión que ha tenido la crisis en el Estado del Bienestar, ya que se ha debilitado. La deuda pública ha pasado del 36% del PIB al 100%. Esto significa que parte de los recursos públicos, se destinan a pagar intereses y por tanto hay menos prestaciones para los ciudadanos”, precisa el profesor del ESADE. Y no hay que olvidar que en el paro hay más de 3,3 millones de desempleados y en tasa de temporalidad laboral (del 26% sobre total de empleos), solo superada en el mundo por Polonia (27,5%, según datos de Eurostat). Concluye Pedro Aznar: “la asignatura pendiente es recuperar crecimiento económico y el bienestar de los ciudadanos”. Será desde luego muy complicado alcanzar los niveles de bienestar previos a la crisis.

Libros: debate sobre la ficcion contemporanea

El crítico inglés James Wood (Durham, Inglaterra, 1965), uno de los más respetados del mundo anglosajón, en una corta entrevista a Eduardo lago en “Babelia” (26/08/2017), señalaba: “Veo una crisis en la ficción contemporánea que sigue sin resolverse”. No son pocos los que piensan que su visión de la literatura es conservadora y rígida en exceso pero para otros sería un modelo ideal de equilibrio, lucidez y honestidad y que, además, defiende la crítica literaria como un servicio público. Word sostiene que “la literatura sigue siendo el instrumento más adecuado que tiene a su disposición el ser humano a la hora de intentar darle un sentido cabal al caos de la existencia”. Es su sistema de valores, en el que literatura y vida son términos intercambiables, fundamental para afrontar directamente el enigma de “la verdad”. Precisamente, sus dos más recientes ensayos aparecidos en España se titulan Los mecanismos de la ficción (2008), su trabajo más conocido e influyente, y un ciclo de conferencias reunidas en 2015 como Lo más parecido a la vida. Este importante crítico desde hace años vive en EEUU dónde ejerce su tarea crítica y profesoral.

Wood se ha tomado el trabajo de pensar el trabajo de escritores muy exitosos como Elena Ferrante, Kart Ove Knausgard y Zadie Smith, que han conseguido llegar a millones de lectores: “Son escritores muy distintos y si reflejan algo es el hecho de que hoy nadie tiene una idea fija sobre cómo proceder en la ficción. Ferrante es la más convencional. Knausgard y Smith son buenos ejemplos de la lucha con la forma que caracteriza a la escritura contemporánea. Su relación con el realismo es problemática y no consiguen resolverla. Pese a que llevan a cabo una crítica de sus métodos, al final, extrañamente, vuelven a él”. Sigue: “El cansancio de Knausgard con las formas convencionales del realismo es perfectamente perceptible, pero lo que hace es explotarlas por medio del recurso al detalle sometiendo a la autobiografía a un nivel máximo de presión. Irónicamente, lo que hace es resucitar el sueño decimonónico de la novela como receptáculo de la totalidad de lo real. Mi lucha me recuerda al Tolstói de Infancia, adolescencia y juventud, lo cual pone de de relieve lo anticuada que es su idea de escritura”.

En este punto se plantea la cuestión de la verdad de la ficción que para el crítico es el tema más candente de la literatura norteamericana de hoy aunque estos autores no lo sean. Las propuestas de Knausgard y Ferrante son antitéticas: “Knausgard expone su vida, aparentando crear una novela, y Ferrante la oculta creando un simulacro que es la pantalla de la ficción, simulando inventar una autobiografía”. Estamos, pues, ante la insuficiencia de la ficción, el cansancio que va desde Sebald hasta DeLillo que buscan nuevas formas pero que tampoco se atreven a abandonarla. Entonces, Wood vuelve al concepto de “forma ficcional” formulado por Henri James en 1890, siguiendo la idea de Flaubert según la cual la ficción es una forma que el escritor erige frente a la infinitud de lo real, pero que en la ficción contemporánea sigue sin resolverse en los autores que intentan reventar la gramática del realismo desde dentro (“gramática de de la inspección de lo real, la llama el crítico). Por el contrario, Wood defiende la literatura que a él le interesa: “La literatura como juego, la exploración de los recursos cómicos. Cervantes, el Sterne de Tristam Shandy, Diderot, lo hacen de manera magnífica….Lo que me interesa es la profunda comedia del yo”. ¡Estamos ante un debate que queda abierto!


Obras

- Fernando Delgado, Mirador de Velintonia. De un exilio a otros (1970-1982), Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2017

Fernando Delgado (Santa Cruz de Tenerife, 1947) es periodista y ha publicado, además de dos libros de periodismo literario y de un libro de recuerdos, bastantes novelas por lo que es un escritor ya conocido en el mundo literario. Ha recibido también diferentes premios, entre otros el Planeta y el Villa de Madrid de periodismo. En esta última obra recrea un tiempo irrepetible, marcado por el regreso de los exiliados, en torno a la residencia de Vicente Aleixandre, un hombre con una conciencia cívica y una responsabilidad moral extraordinarias. Su nuevo libro tiene mucho de memoria personal aunque se centra sobre todo en los otros, y en particular en los exiliados de fuera o de dentro- los habitantes del llamado exilio interior y su círculo de amigos- que fueron reintegrados a la vida colectiva a lo largo de la década de los setenta, entre el tardofranquismo y los inicios de la democracia. Velintonia era el nombre de la calle dónde estaba la casa del gran poeta Vicente Aleixandre que era un espacio de acogida para la amistad y la poesía que marcó las relaciones de toda una generación de poetas e intelectuales de aquellos años vividos tan apasionadamente.

El libro no es un libro sobre Aleixandre ni quiere ser un recuento de los visitantes de la casa sino que habla más bien de aquellos amigos próximos. Tampoco es una antología sino que la memoria personal del “cronista de cercanía” desordena el relato o lo ordena a su capricho. Así Delgado hace un relato articulado en torno a la figura de Vicente Aleixandre que desde su residencia de Velintonia tejió una vasta red de afinidades. Pero yo, aclara, “no he separado nunca al periodista y al escritor, ni me ha hecho falta. He usado distintas formas de narrar para describir la realidad o para inventármela. En esta historia fragmentada, que hable del exilio de los que se fueron y del exilio vivido por los que se quedaron, pongo oído y narro lo que otros me cuentan y a veces aporto mi propia experiencia vivida junto a gente que quise y admiré. He vivido siempre más entre escritores que entere periodistas, y por eso hay más vida propia en el mundo literario que en el otro espacio profesional del periodismo”. Del espíritu de aquella casa cree que queda la obra que allí fue escrita y las emociones que se vivieron y la memoria del poeta al que no le faltaba humor para contar sus experiencias vitales.

- Veintitrés narradores lo celebran, RULFO. Cien años después, Huso, Madrid, 2017.

En este libro, la cubana Mayda Bustamante, periodista y escritora que reside en Madrid desde 1992, ha seleccionado a veintitrés narradores de siete países de Iberoamérica (Argentina, Chile, Costa Rica, Cuba, España, México y Venezuela) para “transportar a los lectores a ese territorio mágico presente en la obra de Rulfo”. Y para provocarle alegría al leerlo porque como dijera Juan Rulfo: “Nadie anda en busca de tristezas”. Un verdadero homenaje, pues, a Rulfo desde la misma portada (y las ilustraciones del interior del libro) que fue creada ex profeso por la pintora cubana Diana Balboa inspirada en la Comala de Rulfo. El prólogo, Rulfo: la raíz de la miseria (1917-1986), corre a cargo de la escritora argentina Liliana Díaz Mindurry, que recoge las palabras de Rulfo que dijo que “su literatura indagaba en la raíz de la miseria, entendiendo por miseria, no solo la pobreza sino todo lo que nos causa infortunio”. La etimología de Luvina, del zapoteca loobina, es raíz de la miseria. Por ello, señala, salvo un cuento, todos los demás tratan distintas vertientes de la miseria. “Nuestro particular modo de rendirle homenaje a través de estas nuevas ficciones”. Un homenaje que celebra el centenario del nacimiento de Juan Rulfo, efeméride que por lo que parece no ha merecido ni una mención en la prensa norteamericana.

En este libro de agradable tacto y formato han colaborado, por orden de sucesión, los narradores Francisco Garzón Céspedes (“Madre en el medio de la vida”), Mayda Bustamante (“Cien años después”), José Acevedo (“Metáfora”), Segundo Antares (“Historia perdida: señales en una libreta”), Mauricio Bares (“Ya llegó su padre”), Marilyn Bobes (“Doris, Juan Rulfo y yo”), Edgar Borges (“El enemigo de Abel”), Inma Chacón (“El caserón”), Pedro Antonio Curto (“Comala bajo la lluvia”), Liliana Díaz Mindurry (“La mujer de Luvina”), Mercedes de Diego (“Todo se viene conmigo”), Froilán Escobar (“La otra muerte de Juvencio Nava”), Jorge Freire (“Impresión, sol naciente”), Gabriela Guerra (“Polvo de olvido. Historias de aparecidos”), Laury Leite (“La alcantarilla”), Juan Patricio Lombera (“La muerte de un revolucionario”), Laura Massolo (“Zenzontla”), Emeterio Medina (“Usted recuerda ese olor”), Beatriz Rodríguez (“Hermanas”), Marifé Santiago Bolaños (“Un tal en el invierno”), Rodrigo Soto (“Retorno a la isla”), Patricia Suárez (“No puedes acordarte”), Óscar Urueña García (“Borracho no, muerto”), Víctor Vegas (“Sin noticias de Comala”) y Javier Velasco Oliaga (“Rulfo en llamas”). ¡Rulfo puede estar contento de este homenaje!

- Javier Sierra, El planeta invisible, Premio Planeta 2017.

Javier Sierra (Teruel, 1971) es un conocido escritor, autor de diez obras, seis de ellas novelas de gran éxito internacional. Sus libros se han publicado en más de cuarenta países y es uno de los pocos escritores españoles que han visto sus obras en lo más alto de los libros más vendidos de Estados Unidos. Estamos ante un apasionado contador de historias y un buscador de arcanos literarios que aborda con la dosis justa de sentido común, imaginación y “visión trascendente”. “Esa que nos convirtió en humanos en la noche de los tiempos y nos llevó a inventar el arte”, dice. Se dedica, pues, a los misterios que no hemos sido capaces de resolver, que comparte con su trabajo literario al mismo tiempo que su trabajo en la radio y televisión. En ese sentido, su última novela, premiada con el Planeta, es un viaje de autodescubrimiento que busca el origen de las ideas, la fuente de la creatividad ¿De dónde vienen las ideas? ¿Qué ideas merecen la inmortalidad? Esta novela es una metáfora del alma (espíritu creativo), una novela que trata sobre la chispa que da origen a la creatividad y su forma de manifestarse en la mente humana. Su base ha sido un buen trabajo de documentación, muchas lecturas y viajes para luego tratar de que encajen las piezas en la escritura de la que se han desechado 300 páginas.

- Cristina López Barrio, Niebla en Tánger, Finalista Premio Planeta 2017

Cristina López Barrio (Madrid, 1970) ejerció como abogada durante trece años, especializándose en Propiedad Intelectual. Pronto, en 2009, empezó a ganar algunos premios como el Premio Villa Pozuelo de Alarcón de novela juvenil con la obra El hombre que se mareaba con la rotación de la tierra (2009). Pero fue con la publicación de su novela La casa de los amores imposibles (2010) cuando abandonó la abogacía para dedicarse plenamente a la escritura. En 2010 obtuvo el premio a la escritora revelación que otorga el conocido blog literario “Llegir en cas d´incendi” por dicha novela, que fue traducida a quince lenguas y publicada en veintidós países. Luego, ha publicado el libro de relatos El reloj del mundo (2012) y las novelas El cielo en un infierno cabe (2013) y Tierra de brumas (2015). Estamos ahora ante una novela, la finalista del premio, circular en la que la realidad y la ficción se entrelazan: la acción va cobrando sentido a partir de la novela a partir de la novela que se desarrolla dentro de la propia novela. Tiene en común con la novela ganadora el misterio, un misterio olvidado en el viento y un viaje apasionante con labor detectivesca: “Una novela de amor, misterio y emociones ambientada en la ciudad “más literaria del mundo”, según la propia autora. Aclara que se apoya en un ingenioso juego literario que ya había utilizado Julio Cortázar en su conocido cuento “Continuidad en los parques.

- Roberto Osa, Morderás el polvo, Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2017

Esta novela del autor ha sido la ganadora del XXXVI Premio de Novela Felipe Trigo, que convoca anualmente el Ayuntamiento de Villanueva de la Serena (Badajoz) y cuya publicación, como obra premiada, la Fundación Lara incorpora a su catálogo editorial. Este galardón, brillante debut literario de un joven escritor de prometedora trayectoria, además de ser el más importante de las letras de Extremadura, ya se ha consolidado en el panorama de las letras españolas. Presidido por Lorenzo Silva, el jurado destacó “la fuerza y la contundencia de esta nueva voz de la narrativa, la carga simbólica de la trama y el eficaz uso de la misma como metáfora de nuestro tiempo”. Roberto Osa (Cuenca, 1981) trabaja desde más de diez años como guionista y realizador de televisión, compaginando su labor audiovisual con colaboraciones escritas en varios medios digitales. Recientemente ha sido seleccionado para el Programa CELA (Connecting Emerging Literary Artists) y es uno de los tres escritores españoles que participa en dicho Programa. Con “Morderás el polvo”, su primera novela, además de ganar este Premio de Novela Felipe Trigo, un mes más tarde fue seleccionada también como finalista del Premio Nadal 2017.

Esta novela, según su autor, tiene muchas influencias de sus lecturas literarias de clásicos como Albert Camus, Peter Handke, Sófocles, Dostoievski, Valle-Inclán, Cela, Edgar Allan Poe, Julio Cortázar, en el panorama internacional. Y, en el panorama español, también de Julio Llamazares (“La lluvia amarilla”), Jesús Carrasco (“Intemperie”) o Iván Repila, sin olvidar la aportación que ha supuesto para el estudio del despoblamiento de la España rural el ensayo de Sergio del Molino. En lo que se refiere al cine se siente deudor de clásicos como Luis Buñuel, Michael Haneke, Coppola o Berlanga. “Yo desconfiaría de quién diga escribir desde 'su yo' sin estar manchado por lo que otros hicieron antes. No puede ser un verdadero escritor”, confiesa. La experiencia de Roberto Osa como guionista de productos audiovisuales le ha permitido también conocer otros tiempos y maneras de abordar un proyecto literario: “En la televisión sabemos que todo es para ya y se trabaja a toda velocidad. Se tiende a pensar poco las cosas, o a pensarlas cuando ya no queda más remedio. Si trabajas en un programa de actualidad o un informativo, eres esclavo de lo último, de lo novedoso. No es lo ideal, pero curte mucho. Y ayuda a mejorar la capacidad de síntesis, que creo que para un escritor del siglo XXI es bastante necesaria; ya no puedes dedicar tres páginas a describir una acacia. Afortunadamente”, señala.

- Carlos Zanón, Taxi, Salamandra, Barcelona, 2017.

Carlos Zanón (Barcelona, 1966) es poeta, novelista, guionista, articulista y crítico literario. Comenzó con la poesía publicando sus poemas a finales de los ochenta para más tarde debutar como narrador, en 2008, con la novela Nadie ama a un hombre bueno. Luego obtuvo el Premio Brigada 21 a la Mejor Primera Novela Negra del Año con la novela Tarde, mal y nunca (2009). Siguió con la novela negra para conseguir, con No llames a casa (2012), el Premio Valencia Novela Negra a la Mejor Novela Negra del Año. Con Yo fui Johnny Thunders (2013) consiguió los Premios Salamanca Negra 2014, Novelpol 2015 y Dashiell Hammett 2015. Y, por último, escribió la recopilación de cuentos Marley estaba muerto (2015). Su obra ya ha sido traducida y publicada en Estados Unidos, Holanda, Francia, Italia y Alemania. Como hemos podido ver por sus obras y sus premios se puede decir que es un autor de novela negra pero no es sin embargo un autor fácil de etiquetar (el autor ha aclarado que esta última “no es una novela negra pero algunos dirán que lo es”). En la presentación de la última novela en la Central de Callao en Madrid Isaac Rosa reconocía precisamente que por una visión suya prejuiciosa sobre el autor había tardado en leer su obra. Sin duda, el papel de la música en la obra es muy importante: “la música es para nosotros como el cine para generaciones anteriores. Parte de nuestra educación sentimental. No hay ningún escritor ahora cuya formación se base solo en la literatura”. Zanón reconoce que cuando escribe tiene que oír la novela y ésta le sonaba a los Clash.

En esta última obra, Zanón da un salto cualitativo de gran calado con respecto a sus anteriores novelas. No solo por su fuerza narrativa sino también por su profundidad psicológica a la hora de crear un personaje, Sandino, que va a quedar en las retinas de los lectores. Además de ser, el autor la presentaba como un homenaje a Juan Marsé, la nueva gran novela sobre Barcelona. Una ciudad desde luego muy poco turística es la que su protagonista, un insomne taxista raro y atípico, recorre durante seis noches al ritmo de The Clash (le llaman Sandino precisamente por el disco de este grupo musical de tal forma que cada capítulo de la novela toma prestado un título de canción). Este taxista iba para universitario pero el taxi acaba siendo “el estigma de la familia” pues, “además del padre y del hermano, sus dos abuelos fueron taxistas….Ser taxista-ese destino al que Sandino quiso escapar- es casi un estigma en su familia, que nunca ha tomado parte en revoluciones y contrarrevoluciones (página 37). Este taxista “estigmatizado” (el escritor conoce el oficio de cerca) va metiéndose, al ser muy sensible a los problemas de los demás, en líos continuos con tal de no regresar a casa para romper con Lola. Al mismo tiempo, esta novela nos muestra la sociedad barcelonesa de estos últimos años. Estamos ante un “thriller” que hace una relectura de “La Odisea” como búsqueda en un viaje de huida hacia delante. Una novela preñada de poesía pergeñada en frases cortas y contundentes. Un retrato no solo individual de este “Ulises” sino también familiar, generacional y, en definitiva, político desde una perspectiva de clase. Estamos, quizá, ante la novela más ambiciosa del autor y desde luego una de las más interesantes del año.


Arte. Ley de mecenazgo

El sector del arte se sigue lamentando por la oportunidad histórica perdida para atraer la iniciativa privada a la financiación del mundo de la cultura e incentivar las donaciones. Entre otras cosas por la ocasión fallida en la anterior legislatura para dar salida a la prometida ley de Mecenazgo de Wert-Lasalle que se quedó en un simple paquete de medidas fiscales. El ministro de Cultura, Iñigo Méndez de Vigo, ha decidido incorporar ese antiguo y deseado proyecto como uno de los ejes del Plan Cultura 20/20. En España, a diferencia por ejemplo del mundo anglosajón en el que miman mucho a los mecenas del arte para atraer a las grandes fortunas y a los coleccionistas privados para que hagan buenas donaciones a cambio de importantes desgravaciones fiscales, poco se ha desarrollado este tema. A pesar de que, aún sin Ley de Mecenazgo, ha habido iniciativas privadas que creen en lo público como es el caso de la conocida galerista Soledad Lorenzo que hace poco inauguraba una exposición con parte de las 392 obras de su colección que ha donado al Museo Reina Sofía. Esta donación, según su director, Borja-Villel, tiene un carácter de ejemplaridad y provocará “un efecto llamada” para futuras donaciones. Según él, la aprobación de una ley de Mecenazgo ayudaría muchísimo. O de la coleccionista italiana Patricia Sandretto Re Rebaudengo que presentaba su fundación en Madrid y el proyecto de exponer gratuitamente parte de su colección en Matadero. O del coleccionista y filántropo holandés afincado en Barcelona, Han Nefkens, que recibía el premio al mecenazgo de “la Caixa”.

En lo que se refiere a los grandes museos como es el Museo del Prado ha habido donaciones y legados muy importantes a lo largo de su Historia. Como la donación de las Pinturas Negras de Goya realizada en 1881 por el barón d‘ Erlanger. También ha habido luego otros donantes como Ramón Errazu que en 1904 entregó obras de Fortuna y Raimundo de Madrazo; o la Duquesa de Villahermosa y el Marqués de Casa-Torres que donaron varios Velásquez; o la Duquesa de Pastrana que donó los bocetos de Rubens para las pinturas de la Torre de la Parada. Y de suma importancia son las donaciones de Pablo Bosch, Pedro Fernández Durán y Francisco Cambó. Sin embargo, el legado más importante que ha recibido el museo en su Historia fue el de Villaescusa quién a su muerte hizo al Prado heredero de un patrimonio valorado en varios miles de millones de pesetas para adquisición de obras que enriquecieran su colección. Gracias a esta donación se compraron cuadros de Goya, Sánchez Cotán, Morales, Ribera, La Tour, El Greco… Luego hubo un vacío, señala el director de la pinacoteca, Miguel Falomir, hasta la de Várez FISA en 2013, que “supuso un punto de inflexión”. Este empresario, uno de los grandes coleccionistas españoles, donó doce obras de los siglos XIII al XV, que completaban las colecciones de arte medieval y renacentista. Parece que esta donación, según Falomir, “ha provocado un efecto de emulación que ha llevado a que las donaciones vuelvan una tras otra al Prado. Falomir destaca la donación que hizo Carmen Sánchez, una profesora de Historia, quién, tras su muerte en julio de 2016 a los 86 años, dejó en herencia al Prado una casa en Toledo y 800.000 euros para la adquisición y restauración de cuadros.

El Museo Reina Sofía también es otro de los grandes beneficiarios del mecenazgo en España. Como señala su director Manuel Borja-Villel, históricamente se ha beneficiado de legados testamentarios o donaciones en pago. Por ejemplo, los fantásticos fondos de Dalí y Miró. No hay más que ver que un 25% de su colección está formado por piezas procedentes de donaciones y legados (más de 5375 obras). Entre ellas, la donación de la colección completa de fotografías de Robert Capa sobre la Guerra Civil española (dos centenares de instantáneas), que hizo su hermano Cornell Capa en 1998. Pero ha sido con la llegada de Borja-Villel, hace casi diez años, a la dirección del museo cuándo se fomentado especialmente el mecenazgo, sobre todo tras la creación en 2012 de la Fundación Museo Reina Sofía, en cuyo patronato se hallan algunos de los grandes coleccionistas españoles e iberoamericanos. Como Patricia Phelps de Cisneros, quién donó una escultura de Juan Muñoz e hizo en 2013 un depósito de 34 obras latinoamericanas. Su labor filantrópica ha sido reconocida con la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio. También se halla en la Fundación el ex consejero delegado de Christie´s España Juan Várez (donó “Dhaka Pavilion”, de Dan Graham) y la galerista Helga de Alvear, que adquirió en ARCO una pintura de Rémy Zaugg para el museo. Entre 2008 y 2016 el Reina Sofía recibió en concepto de donación o legado 710 obras y un relevante conjunto documental. En cuanto a los depósitos, advierte el director, se busca que tengan voluntad de permanencia.

EXPOSICIONES

En la Fundación MAPFRE, en su sala de Fotografía de la calle Bárbara de Braganza, se ha presentado, desde el 14 de septiembre hasta el 7 de enero de 2018, la excelente exposición del fotógrafo Nicholas Nixon (Detroit, Michigan, 1947). La muestra está comisariada por Carlos Gollonet, conservador de fotografía de la Fundación. La elección de Nixon es porque es un fotógrafo que ocupa un lugar destacado y singular en la historia de la fotografía de las últimas décadas. Un fotógrafo centrado sobre todo en el retrato, y con un claro interés por las posibilidades descriptivas de la cámara. Su obra revela una tensión entre lo visible, el contenido (de una extraordinaria claridad y habilidad compositiva), y lo invisible, los pensamientos e inquietudes que afloran en sus imágenes. Trabaja con series, que podemos seguir cronológicamente en la muestra, en las que explora mundos singulares con una notable preocupación por los temas sociales. Esta es la mayor retrospectiva de su obra realizada hasta la fecha (1974-2017) con más de 200 fotografías (212), todas ellas en blanco y negro. Las pruebas de Nixon en los últimos con el color no le convencieron y volvió a su técnica de siempre, con una cámara de madera de gran formato. Para esta exposición se ha contado, además, con la colaboración directa del fotógrafo. Pero es la segunda vez que esta institución se ocupa de su trabajo ya que en 2008 se presentó una muestra de la que sin duda es su obra más conocida, Las hermanas Brown, que pasaron a la colección de Mapfre. Su autor lleva 42 años haciendo la misma foto: sus fotos se conciben como una forma de registrar el paso del tiempo en las vidas de las personas, en los ambientes, en las ciudades, en la Naturaleza. Siempre buscando la forma: “Cartier-Bresson me aportó la idea de que el significado, el más amplio, surge de la forma”.

    También en la Fundación MAPFRE, en sus salas de Recoletos, se puede ver, desde el 28 de septiembre hasta el 7 de enero de 2018, la importante exposición Zuloaga en el París de la Belle Epoque, 1889-1914. Esta exposición, comisariada por Leyre Bozal Chamorro y Pablo Gimes Burillo, ofrece una nueva visión del pintor, cuya obra, que, en gran parte, se desarrolla en el París de cambio de siglo, se muestra en perfecta sintonía con el mundo moderno en el que se inscribe, tanto temática como formalmente. Pues la pintura de este artista, a medio camino entre la cultura francesa y la española, excede con mucho los límites que la historiografía tradicional del arte ha establecido: una obra convencionalmente ligada a la generación del 98 y por lo tanto a la conocida como España negra. Parte de críticos como Charles Morice o Arsene Alexandre, poetas como Rainer María Rilke, artistas como Emile Bernard o Auguste Rodin fueron algunos de los que a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, consideraron la obra del pintor vasco como un referente en el debate artístico que conducía a la modernidad. Siguiendo esa línea, más desconocida en España, la exposición pretende mostrar cómo la producción artística de Ignacio Zuloaga combina un profundo sentido de la tradición con una visión plenamente moderna, especialmente ligada al París de la Belle Epoque y al simbolismo que aprende en aquellos años. No hay que olvidar que estamos en una etapa clave de la modernidad en la que se establece una frontera que dará lugar a la consolidación de un nuevo escenario, el del mundo contemporáneo. Rara poder contar esta historia la muestra incluy más de 90 obras, de Zuloaga y de otros importantes artistas de esa época que se ponen a dialogar con la del pintor de Eibar y nos muestran sus relaciones en ese París de la “Belle Epoque”. También se muestran varias de las obras de la colección que reunió el propio Zuloaga de autores como el Greco, Zurbarán o Goya.

    En la Fundación Canal se ha presentado, desde el 4 de octubre hasta el 5 de enero de 2018, la excelente exposición Mágnum: Hojas de contacto, que ofrece un recorrido único por cerca de un centenar de fotografías (94), acompañadas de sus hojas de contacto, de los mejores fotoperiodistas del último siglo (65) como Robert Capa, Henri Cartier-Bresson, Inge Morath, Bruno Barbey o Cristina García Rodero. O sea los más destacados creadores de la mítica Agencia Magnum Photos creada en 1947, en Nueva York como una gran experiencia independiente y cooperativa dentro del mundo de la foto. La Fundación Canal ya había presentado en 2013 una espléndida exposición sobre Mágnum Photos: se trataba de la primera muestra que realizó esa agencia de fotografía en el año 1955 en Austria. En esta de ahora, comisariada por Andrea Holzherr, en un magnífico montaje como casi todos los suyos llenos de rigor y didactismo, como si fuese un laboratorio fotográfico en el que los visitantes pueden adentrarse en el proceso creativo de esos fotoperiodistas y ser testigos directos de momentos clave de la historia reciente, del Desembarco de Normandía en la Segunda Guerra Mundial a la caída de las Torres Gemelas de Nueva York el 11-S de 2001, pasando por conflictos como el de Vietnam o los Balcanes. Las hojas de contacto en cierto modo vienen a ser para el fotógrafo como el álbum de bocetos y conceptos para el artista plástico. Un auténtico diario en el que podemos observar sus anotaciones, sus dudas, sus nuevas versiones de encuadres y composiciones, sus preferencias y sus procedimientos previos a la impresión final. Han sido siempre, además, una valiosa herramienta para los editores gráficos. O como señala Francisco Carpio un singular cuaderno de bitácora.

    En la Fundación Juan March, desde el 6 de octubre hasta el 21 de enero, se puede ver una excelente exposición, William Morris y compañía: el movimiento Arts&Crafts en Gran Bretaña, que es la primera exposición que se organiza en España sobre este importante movimiento. Está producida por la Fundación Juan March y el Museo Nacional d´ Art de Catalunya de Barcelona y pretende explorar las múltiples facetas del diseñador, artesano, empresario, poeta, ensayista y agitador social William Morris (1834-1896), así como de las principales figuras del movimiento británico Arts and Crafts. El espléndido montaje consta de 300 importantes piezas y es la primera muestra que se organiza sobre este movimiento en España. El proyecto trata de mostrar no solo la figura histórica de Morris, influenciado por su maestro John Ruskin, a través de cuyas ideas leería las de Karl Marx, sino la vigencia de su obra y de sus ideas. El movimiento, que persiguió productos asequibles para las clases bajas, surgió en torno a 1880 y se convirtió en la corriente dominante en la artesanía y el diseño británicos hasta aproximadamente 1914, aunque su influencia persistió en algunas zonas hasta bien entrado el siglo XX. El ideario del movimiento, basado en las ideas de William Morris acerca del proceso de trabajo, el diseño y la vida en general, no tardó en traspasar las fronteras de Gran Bretaña, extendiéndose por el resto de Europa, Estados Unidos y el resto del mundo. El ideario básico, común a todos ellos, fue la defensa de un estilo de vida sencillo e inspirado en la naturaleza, que dio lugar a la creación de objetos domésticos caracterizados por su calidad, su carácter funcional y el respeto a la autenticidad de las técnicas y los materiales utilizados. Morris defendió a ultranza “el disfrute en el trabajo”. La muestra se acompaña de cuatro conferencias muy interesantes y de un excelente catálogo profusamente ilustrado.

    En el museo Reina Sofía se han sucedido las exposiciones de una manera vertiginosa, tanto que no sabe uno a cual atender en concreto ya que la calidad es inmejorable en todas. Paso a reseñarlas en su enorme variedad. La exposición de David Bestué (Barcelona, 1980), Rosi Amor, hasta el 26 de febrero, dentro del programa “Fisuras”, que ocupa el Espacio Uno y las bóvedas del museo (una oportunidad de visitarlas). Estos objetos/metáforas intentan ser una reflexión sobre el sustrato emocional de España. La Colección Soledad Lorenzo: Punto de encuentro, hasta el 27 de noviembre, presenta la primera parte de la colección que la galerista cedió al museo en comodato que consta de 392 piezas de 89 artistas, la mayoría de ellos españoles- pero también artistas del ámbito internacional, especialmente estadounidense- y pertenecientes a diferentes generaciones, cuyas prácticas abarcan diversas disciplinas de la creación artística actual. Esta primera muestra aborda las formulaciones espaciales, geométricas y de construcción desde diferentes ópticas a través de 58 obras de 15 artistas, todos ellos españoles y todos representados por la galería de Soledad Lorenzo. NSK del Capital al Capital es una exposición de este conocido grupo artístico esloveno hasta el 8 de enero. En la exposición George Herriman: Krazy Kat es Krazy Kat el museo se abre, con 120 obras, por vez primera al cómic con el pionero de la tiras cómica en los periódicos. William Kentridge: basta y sobra, hasta el 19 de marzo, es una exposición del artista sudafricano William Kentridge (Johannesburgo, 1955), premio Princesa de Asturias de las Artes 2017, que incluye un amplio abanico de medios y formatos, y se caracteriza por abordar escenarios de conflicto a partir de una profunda reflexión sobre el proceso creativo. En el palacio de Cristal, hasta el 1 de abril, estará la artista Doris Salcedo (Bogotá, 1958) con Palimsesto, un auténtico antimonumento que ensaya una poética del duelo que llora a las víctimas que han muerto en el Mediterráneo, y que trata de cerrar simbólicamente, pese a quién pese, las heridas. En el Palacio de Velázquez, hasta el 25 de febrero, se presenta la exposición Esther Ferrer. Todas las variaciones son válidas incluida esta, na muestra que recorre toda la trayectoria artística, desde finales de los años 60 hasta la actualidad, de Esther Ferrer (San Sebastián, 1937), pionera y una de las principales representantes del arte de la performance en España.

    En el Museo del Prado se puede contemplar hasta el 18 de marzo la importante exposición, Fortuny (1838-1874), la primera exposición antológica que el Prado dedica al artista español del siglo XIX con mayor proyección internacional. Fortuna fue un verdadero renovador en todas las parcelas del arte que cultivó. Por ello, esta muestra, que recorre las diversas etapas de la producción del artista catalán como pintor, acuarelista, dibujante y grabador y que incluye, como novedad relevante, su faceta como coleccionista de antigüedades, tiene un carácter excepcional e irrepetible. En el Prado se han reunido nada menos que 169 obras, una treintena de ellas de la excelente colección del Museo y el resto de grandes colecciones y museos de Europa y Estados Unidos que en raras ocasiones han salido de sus lugares de procedencia, y de otras particulares. 67 de estas obras no habían sido nunca expuestas fuera de sus colecciones y museos de procedencia, siendo 12 de ellas totalmente inéditas hasta el momento. Además en el magnífico catálogo que se ha editado se reproducen casi 400 imágenes, 70 de ellas por vez primera. Esta exposición entra dentro de la línea expositiva iniciada hace ya bastantes años de revisión de los grandes maestros de la pintura española. Para ello ha contado con el patrocinio de la Fundación AXA y con la colaboración especial del Museo Fortuny de Venecia y el Museo Nacional d´Art de Catalunya. Como se sabe, aunque la figura de Fortuna ha sido celebrada desde antiguo por parte de la bibliografía especializada y a través de numerosas exposiciones e iniciativas de diversa calidad e interés que se le han dedicado en las últimas décadas, su talla como artista y su profundo arraigo con la más genuina tradición de la gran escuela española argumentan la atención del Prado hacia este gran maestro. Por último, señalar que la exposición, comisariada por Javier Barón, jefe de Conservación de pintura del siglo XIX, se estructura en un recorrido articulado de forma cronológica por las aportaciones de Fortuny como pintor, acuarelista, dibujante y grabador. Además, se exhiben ejemplos de la extraordinaria colección de antigüedades que atesoraba en su “Atelier”. Finalmente, esta estupenda exposición, y el magnífico catálogo confeccionado al respecto con buenos textos, nos ayudarán a conocer más a fondo, además de las actividades complementarias programadas en relación a la muestra, a este artista muerto prematuramente y a intentar responder a preguntas que han quedado en el aire en relación a su posición en el contexto de la historia del arte español.

En el CAIXAFORUM se ha presentado hasta el 18 de febrero y en colaboración con la Fondazione Giorgio e Isa de Chirico una de las grandes exposiciones de la temporada, la monográfica El mundo de GIORGIO DE CHIRICO. Sueño o realidad, que versa sobre un artista que quizá sea el artista italiano más destacado del siglo pasado. Esta gran retrospectiva, que ya ha pasado por la sede de Barcelona, consta de 143 obras entre óleos, dibujos, litografías y esculturas, datadas entre 1913 y 1976, que repasan todas sus fases creativas desde las plazas italianas y maniquíes que le dieron el reconocimiento inicial a su retorno posterior al mundo clásico y su etapa neometafísica de madurez Está comisariada por Mariastella Margozzi, historiadora del arte del Ministerio de Bienes y Actividades Culturales de Italia, y Catherine Robinson, miembro del Consejo Directivo de la Fondazione Giorgio e Isa de Chirico. Este importante artista, con su invención de la pintura metafísica, protagonizó una de las revoluciones más importantes del arte y del pensamiento del siglo XX y no solo eso sino que la repercusión de Giorgio de Chirico (Volo, Grecia, 1888-Roma, 1978) va mucho más allá del mundo del arte ya que sus paisajes solitarios y sus naturalezas muertas metafísicas se han convertido en referentes visuales de nuestro tiempo. Además, por su preocupación por el subconsciente al indagar en el mundo de la psique, fue uno de los precursores del surrealismo y, posteriormente, fue también uno de los puntales del retorno al clasicismo de los años veinte del siglo XX. Su misteriosa y enigmática visión de la realidad, que aflora en casi todos sus obras de muy difícil interpretación por sus múltiples significados, con referencias al sueño y a la memoria, influyó en diversos movimientos artísticos como el surrealismo del cual su arte constituyó una de las primeras y más importantes fuentes de inspiración, hasta el realismo mágico, pasando por el arte pop art o el arte conceptual. De tal manera que la reflexión sobre el inconsciente y sobre las manifestaciones del sueño que ha ocupado una parte significativa del arte del siglo XX tiene sus raíces en el mundo visionario de este artista. Un gran montaje como siempre y un estupendo catálogo nos ayudan a conocer mejor a este gran artista misterioso. También las actividades complementarias programadas.

En la Sala Alcalá 31 de la Comunidad de Madrid se puede ver hasta el 28 de enero la importante exposición del artista madrileño Daniel Canogar, Fluctuaciones, que nos muestra 24 obras que reflexionan sobre el cambio tecnológico en la complejidad del mundo digital. Siempre es todo un reto enfrentarse a la imponente arquitectura del gran Antonio Palacios, y, en este caso, contando con la experiencia y buen hacer del arquitecto Marcos Corrales, se ha conseguido integrar plenamente en el espacio la obra audiovisual de este artista ya reconocido internacionalmente. Un buen montaje para que esta exposición fluya y se pueda incluso apreciar desde distintas perspectivas. En ella Canogar, con la buena base analítica de la experta comisaria Sabine Himmelsbach, aborda el impacto de las tecnologías en la sociedad y las contradicciones del cambio tecnológico dentro de la gran complejidad del mundo digital de hoy en día en el que el mismo artista confiesa sentirse perdido y angustiado. El arte, confiesa, le ayuda a salir, gráficamente, de este confuso marasmo laberíntico en el que el común de los mortales andamos igual de perdidos aunque muchos piensen que lo tienen muy claro sobre todo los que dominan el cotarro. Pienso que el artista ha logrado esta vez, y yo estoy muy contento ya que me he reconciliado con él y con su obra que antes me parecía más bien ligera y dispersa y como respondiendo a fragmentos, darle un enorme sentido a su propuesta artística. Así la muestra se articula en torno a “Sikka Ingentium”, una videoinstalación a partir de 2.400 DVD, y se va desarrollando de abajo a arriba de la Sala hasta el interesante final de las manos en una propuesta muy coherente. De tal forma que el artista, a quién por cierto le repelen las redes sociales, se ha convertido por toda su trayectoria artística, en uno de los referentes imprescindibles para intentar comprender la cultura contemporánea. Utilizando medios tecnológicos, los pone al servicio de una experiencia artística muy curiosa (cita a James Turrell como referencia) que trata de enfrentarse a los retos que conlleva la veloz y efímera tecnología. Sabiendo que su obra puede llegar a ser tan efímera como nuestra mortalidad. Pero confía en los periodistas para que ayuden a dar cuenta de la terrible encrucijada en la que se encuentran los humanos. Por último, como siempre, se ha editado un magnífico catálogo con textos de la comisaria, del historiador y curador Erkki Hubtamo, y una entrevista al artista a cargo de Estrella de Diego, que sin duda ayudará a comprender más a fondo la exposición, además del Programa Educativo complementario.


Teatro

PREMIO NACIONAL DE TEATRO 2017: KAMIKAZE TEATRO

Antes de nada, en el sector teatral, hay darle la enhorabuena al proyecto “Kamikaze Teatro” que en el viejo teatro Pavón están desarrollando una enorme labor teatral. Bajo el lema “Un teatro más allá de la función”, su proyecto aúna entretenimiento y reflexión, diálogo y trasformación, para dar una mirada contemporánea en la que cualquier persona pueda verse reflejada. Sus cuatro socios forman un equipo de profesionales unidos por su manera de entender el teatro ya que su actividad en el Pavón no se ha limitado a la representación de obras sino que ha ido acompañada de lecturas, ensayos, conferencias, formación y educación, tertulias y una extensa programación en la que mezclan obras propias y ajenas, tanto nacionales como extranjeras. Cierto que vienen avalados por las trayectorias de “Kamikaze Producciones” y “Buxman Producciones”, esta última fundada en 2014. Y, no hay que olvidarlo, por la brillante trayectoria de Miguel del Arco. De todas formas, gestionar un espacio escénico privado en el centro de Madrid y ofrecer una propuesta teatral innovadora no una tarea fácil y a punto han estado de dejarlo lanzando continuos “sos” a las Instituciones. Pero, gracias al respaldo del público y de la crítica, sus cuatro socios- Miguel del Arco (director), Israel Elejalde (actor y director), Jordi Buxó y Aitor Tejada (productores)- han ido tirando para delante como han podido hasta hoy en que han sido recompensados por el Nacional de Teatro

El premio, que concede anualmente el Ministerio de Cultura, está dotado con un total de 300.000 euros. El jurado ha querido resaltar “la valentía de sus propuestas y la adhesión de un público fiel que respalda este proyecto único en el panorama actual de nuestro teatro”. “Esto supone un espaldarazo a nuestro trabajo, a una manera diferente de entender y gestionar el teatro, a un proyecto que comenzamos con expectación y que a lo largo de estos meses ha contado con el aval de los profesionales y del público”, señala el productor Aitor Tejada. A lo que señala Tejada: “Todo esto venía respaldado por nuestro trabajo en “Kamikaze Producciones”, iniciado hace seis años, pero entonces las obras se representaban como máximo durante un mes y medio en Madrid y luego se lanzaban a girar. Ahora, hay que mantener la programación durante 12 meses con nuestros proyectos y compañías invitadas. Nuestro objetivo es abrir las dos salas a un espectáculo más joven”. En este último año su teatro ha acogido 36 espectáculos y 80.000 espectadores. Entre los montajes que se han representado en los escenarios del Pavón destacan “La función por hacer”, “Juicio a una zorra”, “Misántropo” “Antígona” o “Hamlet”- que se realizó en coproducción con la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Todos ellos con dirección y versión de Miguel del Arco y algunos protagonizados por Elejalde. El espacio tiene por delante cuatro temporadas más para programar en la sala grande y el ambigú para 550 espectadores. La programación hasta abril incluye una decena de obras.

En general, las obras que se han representado en este teatro han tenido mucho éxito de tal manera que se ha convertido en un teatro de referencia. Por ejemplo, ha vuelto a representarse, hasta el 30 de noviembre, “La voz humana”, el intenso monólogo dramático escrito por Jean Cocteau, y una de las pequeñas joyas que se representó la temporada pasada. Otra obra que ha estado en su cartelera es “Smoking Room” (del 12 de octubre al 19 de noviembre), una adaptación del film homónimo de 2002 sobre los problemas que surgen en una empresa a raíz de la prohibición de fumar en sus instalaciones. También se ha reestrenado, hasta el 7 de enero, Arte, dirigida por Miguel del Arco. Y se acaba de estrenar, hasta el 7 de enero, Tebas Land, un premiado texto del autor uruguayo Sergio Blanco, bien dirigido por Natalia Menéndez y muy bien interpretado por Israel Elejalde y Pablo Espinosa. En el Programa de mano la directora confiesa que esta obra, en la que aflora el enigma y provoca la imaginación y la creación en nosotros, como en la representación mental de la tragedia griega, es “la tragedia más inquietante que he leído en este inicio del siglo XXI”. El autor retoma aquí el mito de Edipo (aunque también se cita a Freud y a Dostoievski) y parece encarnar a un personaje, un autor teatral trasunto del autor, que está escribiendo sobre un caso real de parricidio. De tal forma que en esta obra, con diálogos muy veloces, se entrecruzan varias capas de ficción (no las destripamos) muy bien entrelazadas por el autor, y que el espectador que queda enganchado de principio a fin puede ver por separado y al tiempo juntas y hacer su propia “construcción de la realidad”. En la contundente escenografía (una enorme jaula, pista de tenis y cárcel) se mueven los dos actores, un magnífico Elejalde como autor teatral, y una joven promesa del teatro, Pablo Espinosa, en los dos papeles de parricida y del actor que lo representa.


OBRAS

    En el Teatro de La Abadía, dentro de la nueva edición, la XXXV, del Festival de Otoño a Primavera, que como se sabe (lo han anunciado desde la Comunidad de Madrid) recuperará, a partir de 2018, su añorado nombre, se ha podido ver en octubre una de las obras más esperadas por los amantes del teatro. Me refiero a Terrenal. Pequeño misterio ácrata, una obra dirigida por uno de los más importantes y reconocidos dramaturgos argentinos, Mauricio Kartun (San Martin, 1946), un conocido autor de teatro con 40 años de carrera y con un marcado compromiso político y con una escritura enraizada en la mitología clásica. Ambas cualidades se reflejan en esta relectura que ha hecho del mito bíblico de Caín y Abel que ha transformado “en un conflicto de origen patronal más que de odio fraternal”. Aclara. “El proyecto nace de un viejo boceto sobre dos hermanos enemigos que conviven en un terreno heredado y de las leyendas de tradición hebrea en las que ambos representan arquetipos tribales opuestos, nómada y sedentario, con todo lo que de ideológico tiene todo ello. Lo junté ....y bingo”. “En las narraciones de la tradición oral hebrea-explica- Caín termina sus días agobiado por sus posesiones, obligando a los suyos a construir ciudades amuralladas para proteger lo acumulado. Ese hombre que había nacido en la opulencia primitiva, que tenía todo a su disposición en la naturaleza, se había convertido ahora en alguien que la explotaba y que invertía lo único verdaderamente valioso, su tiempo, en proteger lo que alguna vez disfrutó gratis y que el mismo privatizó”.

En el montaje de Madrid la “voz” de Kartun ha sido la misma que en Argentina ya que no ha tocado nada de aquel montaje para no caer en “parches” que muestren una “falsa amabilidad”. En la cartelera de Buenos Aires fue uno de los espectáculos más exitosos en los últimos años desde que se estrenara en 2014 en el Teatro del pueblo porteño. Los mismos extraordinarios actores protagonistas son Claudio Da Paisano (Abel), Claudio Martínez Bel (Caín) y Rafael Bruza (Tatita) representan los prototípicos payasos clásicos: el augusto, el pierrot y el carablanca, cada uno diferente a la hora de hacernos reír. Nos recuerdan a “Esperando a Godot” y al dúo cómico de Laurel y Hardy o a Totó y Peppino de Filippo en un espectáculo napolitano de los años treinta. Aunque utilizan un lenguaje diferente, un dialecto trufado de expresiones y refranes criollos que no resultaron nada fáciles de entender en Madrid. Pero la brillante poética del texto, entre lo filosófico y lo político, nos acaba subyugando. Kartun se queja de que “el teatro del último siglo ha ido abandonando lo poético en busca de ciertas fantasías vanas de literalidad que no me conmueven”. Su poética si nos conmueve porque, a pesar de su tono lírico, trasmite una crítica del capitalismo salvaje y del hombre contemporáneo como depredador del planeta. El director sabe contarnos, a través de sus actores, esta historia fundacional actualizada en el negro presente. A ello ayudan la austera escenografía de telones y los figurines en blanco y negro, y la certera iluminación y la música. Un espectáculo, en suma, que será recordado en Madrid.

    En el Teatro del Barrio, con propuestas muy críticas, se sigue desentrañando la historia de España y la historia del capitalismo español. De manera que, en este teatro, se está desarrollando uno de los proyectos más críticos con la visión oficial de la historia de España. Basta recordar “Ruz Bárcenas”, “El rey” o “Autorretrato de un joven capitalista” como capítulos del cuestionamiento de la transición. Hasta hace poco se ha podido ver La sección. Mujeres en el fascismo español como teatro sobre mujeres y escrito, dirigido e interpretado por mujeres. Frente a la visión puramente androcéntrica que se nos ha transmitido sobre la guerra y la posterior dictadura. En esta obra se ha querido “presentar aspectos que tuvieron una importancia capital en el devenir de tantas mujeres cuya vidas fueron marcadas por unas imposiciones educativas-políticas-religiosas y de género que tuvieron un calado hondo en la sociedad española del momento”. Se centra en las figuras de Pilar Primo de Rivera, Mercedes Sanz Bachiller y Carmen Polo a través de la evolución de la Falange española. También se ha podido ver Los años rápidos, una emotiva obra en tres cuadros, escrita y dirigida por Secun de la Rosa e interpretada por unos magníficos actores, que refleja una historia familiar de aquellos primeros años del franquismo con dos desenlaces posibles.

    Se mantiene por el momento en cartelera la obra de Alberto San Juan, Masacre Una breve historia del capitalismo español, una rigurosa historia de las elites económicas y del poder en España. Esta obra está también dirigida por Alberto San Juan e interpretada por Marta Calvó y Alberto San Juan con gran versatilidad ya que no cambian de atuendo ni de escenario. “Masacre” es, pues, un capítulo más de ese proyecto histórico crítico. Ahora retroceden a 1939 para desentrañar el poder político-económico en España hasta hoy. La “turbia relación” entre el poder económico y el político: Franco, Carmen de Burgos, Emilio Botín, Esther Koplowitz, los March, Aznar, el IBEX-35 y José María Escrivá de Balaguer son algunos de los “protagonistas de ficción de la obra”. Los mismos apellidos se repiten a lo largo de la historia del capitalismo español y también las empresas que, aunque cambien de nombre, están implicadas en los casos de corrupción. Esta obra ya fue estrenada en el Teatro Lliure de Barcelona y en otros lugares de España. En Madrid ha pasado por diferentes salas y centros culturales como el “Centro Cultural Úrculo”. El autor ha explicado que “la obra parte de una serie de preguntas que se hace mucha gente, como por ejemplo ¿quién gobierna realmente en España? O ¿hasta qué punto el poder político está subordinado al poder económico?”. El resultado “no es un discurso cerrado, ni una clase de historia”, sino “un recorrido cronológico, subjetivo y fragmentado” que plantea muchas más preguntas que respuestas pero sí llega a algunas conclusiones. Alberto San Juan ha estudiado los hechos con rigor para crear una ficción “en la que lo más importante es el hecho artístico”. La pieza teatral alterna escenas sobre la historia de España con otras protagonizadas por una pareja de clase media, ambos empleados de banca, que cuentan su vida en un programa de televisión, unas vidas que de la noche a la mañana ven como se desmorona su mundo.

    En el Teatro Fernán Gómez se han podido ver en octubre las dos maravillosas obras del grupo Kulunka Teatro (creada en 2010 por Garbiñe Insausti y José Dault y dirigido por Iñaki Ricarte). Esta compañía de marionetas de raigambre vasca alcanzó gran éxito con André y Dorine, su primer montaje, ya que logró un éxito internacional desde Shangai hasta Los Ángeles, dónde el año pasado ganaron los premios del Drama Critics Circle a la mejor actuación de conjunto y a la especialidad mejor desarrollada (teatro de máscaras). En muchas ciudades del mundo tienen su decorado almacenado ya que les sale más barato que transportar la escenografía original. Gracias a este reconocimiento internacional han logrado actuar en Madrid en una sala de gran aforo. No estaría de más que este primer montaje se volviese a reponer cuantas veces haga falta porque se merece que nadie quede sin verlo. Es una verdadera pena que sigan teniendo fuera más resonancia que en España. Desde luego este montaje se esperaba aquí con mucha ilusión, sobre todo por parte de quienes habíamos visto ya el anterior. Después de aquel gran éxito no lo tenían fácil pero se atrevieron de nuevo con este otro espectáculo.

Solitudes es un espectáculo que, combinando el drama y la comedia, nos habla de la soledad, de la amargura de no ser comprendido, y de la amargura de comprender cuando ya es tarde. Un espectáculo que sin utilizar ninguna palabra de nuevo nos sorprende, nos conmueve y nos incita a reflexionar sobre el mundo en el que vivimos. De nuevo, sus actores, enmascarados, alcanzan un gran nivel teatral. Quizá no sea un espectáculo tan redondo como el primero por sus dispersiones y reiteraciones pero de nuevo logran emocionarnos. Gracias a su capacidad para tratar temas universales con gran ingenio y mucho humor. Con astucia han utilizado la misma fórmula ya que les había dado buenos resultados pero siempre con poética sencillez. Esta obra es un canto a las pequeñas rutinas cotidianas de cualquier persona y un canto a las relaciones humanas preservando incluso la rutina cuando nos falta alguien. La relación del anciano con la mosca es ejemplar sobre todo en lo que se refiere a apagar la televisión a la primera. En esta hay más personajes: Edu Cárcamo, Garbiñe Insausti y José Dault dan vida a todos ellos con una gran solvencia. Como la trama es más compleja, el trabajo técnico y desde luego el dramatúrgico es más complicado. Las magníficas máscaras son obra de Garbiñe Insausti. Para crear una atmósfera adecuada, ayuda una austera escenografía y un buen vestuario de Ikerne Jiménez, la buena iluminación de Carlos Samaniego y la música de Luis Miguel Cobo.

    En la sala Francisco Nieva del teatro Valle-Inclán se ha podido ver hasta el 10 de diciembre otra versión del “Tío Vania” (1897) del gran Antón Chéjov (1860-1904) a la que su director, Daniel Veronese (Buenos Aires, 1955), le ha puesto un nombre muy raro como Espía a una mujer que se mata. En el Programa de mano el director ya nos aclara que la acción se va a desarrollar en la ya vieja y golpeada escenografía de su obra Mujeres soñaron caballos. Se llega así a la mínima expresión de elementos adecuada para los actores: el clásico queda reducido a lo esencial ya que hay una despreocupación total por lo escenográfico, por la iluminación y por el vestuario. Nos quedamos simplemente con los siete actores, que al principio conversan con el público, frente a frente. El concentrado y enérgico texto ya no es de Chéjov sino de Veronese quién lleva a cabo una personalísima revisión de la obra. Un texto que al principio resulta bastante confuso sobre todo por su velocidad pero luego comienza a subir de tono alimentándose de otras obras y referencias como Jean Genet, que podrían resultar un estorbo pero que, curiosamente, logra integrar con naturalidad. La obra del autor ruso es tan buena que se puede nutrir de todo y seguir estando viva. Pero funciona porque Veronese sabe darle la vuelta de tuerca necesaria para profundizar en su dramatismo; y porque sus actores, con mucho oficio a sus espaldas, saben trasmitirnos de otra forma sus personajes por muy raros que resulten a los espectadores habituados a otras versiones.

El director argentino pero ya reconocido internacionalmente ha vuelto a arriesgarse, a salirse de la ortodoxia que predomina en muchos montajes de este texto, y lo importante es que sale ileso del intento y la obra reforzada en su rareza. El público, por lo que pude apreciar en un día que no era de estreno, salía satisfecho y contento. Poco importa al final si hay mucho o poco de “Tío Vania” en esta pieza ya que es una obra de Veronese. Al director parece interesarle ir integrando las anteriores obras de su trabajo y se menciona ya en la primera escena. Al mismo tiempo todo tiene un aire de taller teatral pero no por ello deja de ser un auténtico ejercicio teatral. Los intérpretes han estado a la altura a la hora de dar vida a este mecanismo de relojería que ha creado el argentino. Ha logrado insuflarle un nuevo vigor a este gran texto antiguo aunque sea metiéndole citas como la del escritor Aleksandr Ostrovski en el primer acto y llevándola a otro escritor también llamado Ostrovski, que en realidad es Nikolai que nació precisamente el año en que Chéjov moría. O integrando a lo largo de la función los fragmentos intercalados de “Las criadas” en los que se da vida a Clara y Solance. A pesar de todas estas ligeras distorsiones y en apariencia caprichos del director, los actores (G. García Millán, J. Bosch, M. Gutiérrez, S. Sánchez, P.G. de las Heras, N. Verbeke y M. Salas), van creciendo de principio a fin y mostrando un conjunto muy consolidado. Veronese rinde en el magnífico trabajo de los actores un vibrante homenaje a K. Stanislavski.

En la sala Arapiles 16 de la “UNIR La Universidad en Internet (Universidad Internacional de la Rioja)”, abriendo su temporada 1917-1918 bajo la sabia dirección de Ignacio Amestoy, se ha representado un texto de Ernesto Caballero, Nostalgia del agua, dirigido por Jesús García Salgado e interpretado por Manuel Galiana y Marta Belaustegui, y acompañado en directo por el violín de Natalia Fernández. Este texto de Caballero, que había quedado olvidado en un cajón durante años, mostraba sus querencias simbolistas (“embelesamiento”) de aquella época que nada tienen que ver con el registro de su teatro actual de corte más histórico y sociológico. Este poema dramático simbolista, entre Samuel Beckett y Maurice Maeterlinck, resulta, pues, un texto extraño en la posterior dramaturgia del autor, que de una forma muy lírica y simbólica nos muestra un mundo como misterio aún por descifrar. Aquella vanguardia estética quería por encima de todo salirse del realismo. En la austera pero eficaz escenografía de tablas como reflejo lacustre de José Luis Raymond (se habla del hecho real de un pueblo sepultado bajo un pantano) se encuentran estos dos seres solitarios que provienen de dos mundos diferentes.

Los dos personajes de esta obra están bien interpretados por el gran Manuel Galiana (el pescador desencantado y borrachín), que se ve seducido poco a poco por esa especie de voluptuosa sirena que parece surgida del agua y fuera del tiempo, sensualmente encarnado por la estupenda actriz que es Marta Belaústegui. Toda una suerte que esta actriz regrese al teatro después de varios años dedicada al cine. Tanto ella como el director de la obra, que también vuelve al teatro después de años dedicado a la docencia teatral, provienen de la escuela y del Teatro de Cámara del gran Ángel Gutiérrez (influencia de la escuela rusa de Vajtangov y stanislavskianas). Todo un conjunto de añoranzas teatrales se juntan, pues, en esta obra. Algún crítico opinaba que este texto debía haberse quedado en el cajón dónde estaba desde hace más de 20 años y otros críticos dicen que es “una de las obras mayores” de Ernesto Caballero. Ni lo uno ni lo otro. ¿Ha influido en su representación y las críticas tan elogiosas vertidas en los grandes medios el que Caballero sea el director del CDN? No lo sé. El director desde luego logra que aflore bien el lado simbolista del texto y a ello ayuda la luz de Ciru Cerdeiriña que tatúa de reflejos marinos la piel de la actriz. La música en vivo de la violinista también ayuda a mostrar el fondo misterioso de estos personajes.

En la sala Margarita Xirgu del Teatro Español se representa aún hasta el 17 de diciembre la última obra, Un tercer lugar, de Denise Despeyroux, que recurre a un concepto encontrado en el “Ensayo sobre el cansancio” del escritor Peter Handke. Despeyroux recupera a partir de esa obra el concepto de rendición que considera clave en el amor y sobre todo en el enamoramiento. Se trata de definir un espacio diferente, singular y raro, y sobre todo ideal y extraño, “lo más lejano posible a cualquier tipo de patria o de confortabilidad doméstica”, para que los futuros amantes puedan coincidir y llegar a conocerse antes de alcanzar una pasión plena y auténtica. Para ello, la autora y directora despliega en el escenario “seis personajes profundamente neuróticos que tratan de relacionarse entre sí lo mejor que pueden, y también de amarse lo mejor que saben”. En ese escenario ha dispuesto quince escenas en una estructura en espiral en la que los personajes se encuentran de dos en dos y establecen algún tipo de relación afectiva o amorosa. “Todos, en definitiva, ya sea en el papel de víctimas o victimarios, amantes o amados, anhelan la posibilidad de un contacto auténtico y una comunicación verdadera; tal vez el descubrimiento de un tercer lugar donde ya no sea necesario esconderse más”. En suma: la imposibilidad de que, venciendo sus neurosis cotidianas, estos personajes puedan encontrarse en un tercer lugar y de ser felices si no es a cambio del infortunio de los demás. Todo ello intenta expresarlo en esta historia de vidas cruzadas, un maravilloso texto, en busca de un amor y un sentimiento para sus vidas cuyo germen surgió en un taller con Sanzol en Barcelona en 2009 y luego siguió en “Historias de Usera en la sala Kubik. ¡Un texto muy bien cocinado a fuego lento!

Estamos otra vez ante el universo dolorido de esta autora (también de otros textos como “Realidad”, “Ternura negra”, “Carne viva”), que hoy es ya una de las voces más interesantes de la escena reciente, suavizado por la ironía e incluso por el sarcasmo. En un escenario sumamente austero (una pared y una estantería que marcan lo espacios interiores y exteriores), con una bella escenografía de Eduardo Moreno y una luz muy detallista de Pau Fullana, la directora mueve con eficaz, divertido y particular lenguaje, y con mucha delicadeza, a sus personajes hilando muy finamente sus historias. Hay que destacar antes de nada la poesía que destila su texto en todos los momentos de la acción. Un verdadero microcosmos poético y teatral que se mueve desde la extrañeza a la ternura. Un texto muy enigmático (en esta autora siempre hay escondidos un enigma o varios) y, por otra parte, preñado de referencias tanto teatrales como filosóficas (Hume y Witggenstein y Berkeley) y literarias. Hay que destacar también las magníficas interpretaciones de los actores con la inevitable referencia a los expresivos personajes del argentino Veronese aunque a la autora le gustaría escribir unas cuantas obras a la manera de Rafael Spregelburd. Destacan Jesús Noguero (Tristán), quién además toca el acordeón, y Matilde (Lorena López), pareja que ya ocupaba un lugar troncal en “Las historias”. El resto del elenco teatral se mueve casi siempre con soltura también: Vanesa Rasero (Cordelia).Giovanni Bosso (Samuel), Sara Torres (Carlota) y Pietro Olivera (Ismael). Bien orquestados por la directora dan vida a estos seres que, en busca del tercer lugar feliz, se mueven en medio de la tristeza, del dolor y de la soledad.


Danza

En el Teatro de la Zarzuela se ha estrenado (del 9 de diciembre hasta el 23 de diciembre) ELECTRA, el último espectáculo del Ballet Nacional de España (BNE), dirigido por Antonio Najarro (Madrid, 1975). Esta es la primera obra argumental completa del Ballet y está dirigida y coreografiada por Antonio Ruz (Córdoba, 1976) en colaboración con la bailarina y coreógrafa Olga Pericet. Ambos han ahondado en diferentes lenguajes de la danza para dar vida a este conocido mito clásico. Esta obra retrata así el mito de la tragedia griega desde una perspectiva vanguardista inspirada en el imaginario popular. Para ello vuelve su mirada hacia una de las grandes figuras de la mitología griega y la convierte en protagonista de su nueva producción. La dirección musical es de Manuel Coves con la Orquesta de la Comunidad de Madrid (ORCAM). La obra cuenta, además, con música de Pablo Martín Caminero, Moisés Sánchez y Diego losada. Y cantaora invitada Sandra Carrasco. El diseño de vestuario es de Rosa María Andujar. El diseño de escenografía es de Paco Azorín. El diseño de iluminación de Olga García. Por último, la base dramática en la que se sustenta el texto que le da argumento y las letras de las canciones son de Alberto Conejero. Todo un reto para este ballet y para todos sus artistas: “un desafío con el que pretendo que los bailarines y los músicos amplíen y enriquezcan sus conocimientos. Quiero que el Ballet Nacional de España continúe siendo un reflejo de la excelencia de nuestra danza”. Además, señalaba Narro en el texto entregado a la prensa, “el carácter coreográfico contemporáneo de este ballet se dará la mano con una gran dosis de flamenco y danza española, bajo un prisma muy vanguardista”. Por su parte, Antonio Ruz, director y coreógrafo del espectáculo, señalaba:”Electra, más allá de estilos y disciplinas, es para mí la continuación del camino creativo que emprendí como coreógrafo hace años. Electra es una experiencia humana y sensorial en la que movimiento, espacio, luz música y voz forman parte de un todo”.

Como se ha podido apreciar antes estamos ante un enorme despliegue de importantes figuras artísticas para dar vida a este proyecto que supone un gran salto en la evolución de este BNE. Para llevar a cabo el proyecto, Ruz ha visualizado su historia en la España rural, profunda y costumbrista “que tanto me ha inspirado y fascinado desde niño”. Por eso la lleva a la cultura popular, la española, la mediterránea. “Soñando con devolver a la danza y al coro el lugar que imaginamos ocupaban en las tragedias clásicas como elemento aglutinador de ideas y emociones”. Remata: “Electra es una experiencia humana y sensorial en la que movimiento, espacio, luz música y voz forman parte de un todo”. Para expresar esto divide la obra en cuadros: un prólogo, siete cuadros y un epílogo. Recomiendo leer el estupendo Programa de mano de la obra que nos ayuda, con el desarrollo de los cuadros y las letras de las canciones, a entender bien toda su evolución. Como se sabe Electra nunca pudo olvidar el crimen cometido contra su padre Agamenón, quién, a su vez había sacrificado antes a su hija Ifigenia, asesinato que no le perdonará su esposa Clitemnestra, quién, con su amante Egisto, mata a su marido. Lo que va a provocar la venganza de su hija Electra, quién con la ayuda de su hermano Orestes que regresa del exilio y que mata antes a Egisto, matan luego a su madre. Una cadena, pues, de fantasmas familiares y de venganzas. El final es otra boda, la de Pilades, amigo de Orestes, y Electra, que cierra el círculo de la boda del comienzo. Todo es de nuevo alegría pero los fantasmas de Orestes, atormentado por las Furias, se desencadenan. “Convéncete a la razón: la sangre llama a la sangre y esa es la maldición”. Solo queda decir que la belleza de este espectáculo trágico nos conmueve, aunque a veces pueda pecar de reiterativo y de “ecléctico”. Se han cuidado todos los detalles para que nada desentone en este precioso trabajo artístico, destacando el espléndido trabajo de la compañía, sobre todo el de los bailarines, especialmente en sus movimientos corales, con la ayuda de la experta batuta de Manuel Coves, del cante de Sandra Carrasco (Corifeo) y de la eficaz escenografía de Paco Azorín.


Cine

LA FIESTA DEL CINE. LA FAPAE

De nuevo ha vuelto la fiesta del cine los días 16, 17 y 18 de octubre en la que se han podido adquirir las entradas al precio de 2, 90 euros cada entrada, lo cual dado lo caras que son las entradas se convierte en una fiesta. Además, en esta ocasión con la posibilidad de ver “Blade Runner 2049” o “Madre”, entre otras de la cartelera. Pero, a pesar de esa oportunidad, esta 13ª edición ha cerrado con desigual resultado. Esta edición parece que ha generado menos interés que las precedentes ya que según ComScore ha registrado un total de 1.633.364 espectadores durante los tres días. “Annabelle: Creation” ha sido la más vista, seguida de “Toc Toc” y “Blade Runner 2049”. Ha perdido un millón de espectadores con respecto a la edición de octubre del año pasado aunque se mantiene por encima del millón y medio de espectadores durante los tres días. Se supone que la actualidad informativa marcada por otros asuntos de interés nacional (descenso de la taquilla en Cataluña por su situación política, a lo que suman los incendios de Galicia y Asturias) ha restado visibilidad al evento, las altas temperaturas de los primeros días de la promoción y la ausencia de un gran título en cartelera que actuase de locomotora tal como ocurrió el año pasado con “Un monstruo viene a verme” de Juan Antonio Bayona. Además, el martes se jugaba el partido de la Champions League entre el Real Madrid y el Tottenham. En la fiesta han participado 361 cines de toda España que suman un total de 3059 pantallas. Las fiestas del cine han ayudado también a la recuperación del sector. Se va poco al cine, pero más que en 2015. Porque la buena noticia es que las salas de cine vendieron en 2016 un 8% más de entradas. Según la SGAE, el cine y la música en directo, gracias a los grandes festivales, ayudaron a recuperar levemente el sector de la cultura en España.

Por otra parte, en el 65º Festival de Cine San Sebastián se produjo la despedida de Ramón Colom, el presidente en funciones de la FAPAE, la confederación de asociaciones de productores audiovisuales, quién deja el cargo tras cuatro años, “víctima de conspiraciones”. Colom evidenció las diferencias que existen en el sector en España ya que atacó a otros productores, sin concretar nombres. En su discurso, señaló al Instituto de las Artes Audiovisuales (ICAA). “La legislación actual cinematográfica privilegia a los ricos, que pueden rodar hasta tres películas al año. El ICAA lo sabe, pero lo importante no es su cuenta de resultados, sino la igualdad de oportunidades. Tenemos que reequilibrar la balanza”. Horas después, Óscar Graefenhain, director del ICAA, replicó a requerimiento de El País: “FAPAE participó en la creación de la legislación, como otras asociaciones grandes, medianas y pequeñas. Y, como queda claro en las resoluciones de ayudas, el dinero va a películas de todos los tamaños”. Para Colom, la FAPAE “reúne a cine grande y pequeño, a productores de de televisión, cine y publicidad y hay planes de incluir a los de la realidad virtual. No solo a la flor y nata del cine”. Sigue: “Hay cosas que descubres al llegar a tu cargo, como sucede en muchos sitios”. “Hoy por hoy”, aseguró que no tiene planes de presentarse a la reelección porque no quiere ser “elemento de discordia”. Pero lanzó de nuevo: “Aquí hay directores que han echado a una directora del ICAA. Y que amenazaban constantemente a otra directora general. Eso no es asumible. Algunos quieren controlar la legislación. No puede ser así, como no puede ser que solo interesen los resultados económicos y pocos se planteen qué películas españolas de 2017 pasarán a la historia”. Detalló luego el trato “humillante” que ha recibido de algunos de sus compañeros en la FAPAE y deploró la escasa operatividad de la federación por las obstrucciones interpuestas. Colom quiere elecciones. Pide “luz, taquígrafos y decisiones comunes”.


PELICULAS

    Hemos tenido la oportunidad de ver una nueva película del director japonés Kore-eda Hirozaku, El tercer asesinato, en la que se sale de sus temas familiares habituales, quizá para romper con el estereotipo de de seguidor del maestro Ozu. Una nueva entrega sobre el Japón contemporáneo y una nueva muestra de de cine japonés de intriga que no es habitual en España. Se aparta, pues, del melodrama y de la comedia familiar para demostrar su enorme talento en un género diferente como es el de la investigación criminal. La clave de la película es la duda, la sombra de una duda, que hay que despejar y que nos mantiene enganchados a la película hasta el final aguantando incluso sus excesos discursivos. Nos dosifica la intriga alterando el ritmo pausadamente y sin prisa lo cual puede agotar al espectador que solo busca entretenimiento. Pero con un argumento clásico y lineal lleva a cabo una auténtica reflexión sobre la verdad y una reivindicación de la mentira como acto de amor alzando el vuelo sobre todo en el último tercio. Magníficas las escenas en que el presunto asesino y su abogado acercan sus rostros al cristal que los separa a un lado y otro de la ley. Con esta película, nada fácil pero maravillosa, en unos diálogos fascinantes que nos devuelven al “Roshomon” (1950) de Kurosawa, muestra una vez más el alto nivel de su cine, ahora fuera de la estela del maestro Ozu. También se desmarca de Kurosawa: “En la de Kurosawa hay cuatro puntos de vista, aquí solo uno, el del abogado. Estoy más cerca de Apocalypse Now en cómo, cuanto más avanza mi protagonista, menos entiende la verdad, se le escapa la realidad de lo que le rodea”, reflexiona tan pausado como esta película y su personaje investigador. Una luz magistral y el ágil movimiento de la cámara nos meten de lleno en esta compleja trama, un sugerente juego de incertidumbres, en que el presunto asesino da diferentes versiones que se contradicen entre sí.

    Tengo que reconocer que la última película de Isabel Coixet, La librería (2017), me ha reconciliado con su cine del que me había alejado. Me ha emocionado y fascinado de principio a fin. Este drama, una adaptación de una novela de Penélope Fitgerald, sucede en un pueblecito costero de la Inglaterra de mediados del siglo XIX. Relata la peripecia de una joven viuda que intenta abrir una librería en un ambiente conservador con unas activas fuerzas vivas que luchan contra las pretensiones culturales de la “intrusa” que quiere difundir la lectura de libros en la localidad. A su vez se nota que la directora ama mucho los libros y nos lo trasmite a través de imágenes, diálogos, gestos, silencios, que a mí me conmueven sin parar. Sus imágenes se van a mantener durante el día en mi retina algo que no pasa con frecuencia. En su denodada lucha estará acompañada por una niña muy despierta e inteligente que será quién nos cuente la historia. La escena final de la película es realmente maravillosa pero en otros momentos hay también mucha emoción como los encuentros con el misántropo viudo al que da a conocer varios libros como “Crónicas marcianas” de Ray Bradbury que le devuelven a la vida. Por desgracia, estos dos seres humanos amantes de la lectura no se han encontrado en el momento adecuado de sus vidas. Además, novelas como “Lolita” de Nabokov rompen con la moral conservadora del lugar. Estamos ante una narración veraz donde las haya llena de un lirismo que nos comunica una poética de la vida. Al mismo tiempo viene a hablarnos, sutilmente, del tema presente de los “extranjeros” (“excluidos” en este caso del lugar) y del rechazo de los inmigrantes. La villana de la película la borda, aunque quizá requería más contrastes, Patricia Clarkson. Por su parte, Emily Mortimer retrata muy bien a la librera. Salimos de la película con muchas ganas de resistir a la digitalización del mundo leyendo de nuevo un libro.

    El cine español puede estar de enhorabuena, y yo muy contento, claro está, porque he visto una gran película, El autor, dirigida por Manuel Martín Cuenca. Una de esas películas que uno disfruta con intensidad durante todo su metraje sin desfallecer, ni la película ni yo, durante un momento. Otra reconciliación con el buen cine después de ver las enormes tonterías que abundan en la cartelera madrileña. Esta película me mantuvo atrapado en su inteligente trama porque la historia que me cuenta es de una calidad cinematográfica difícil de ver hoy en día en España. Y por las interpretaciones de sus actores, especialmente Javier Gutiérrez en un personaje muy complejo, que son de una enorme altura interpretativa. O Antonio de la Torre que brilla fuera de los papeles en los que se le ha encasillado hasta ahora. Sin olvidar a Adelfa Calvo en el maravilloso papel de la portera. Pero, en el caso de Javier Gutiérrez, se borda la excelencia porque se lo trabaja “con dos huevos encima de la mesa”. Por fin se ha adueñado de la pantalla y mi enhorabuena porque se lo merece desde hace tiempo. La música de José Luis Perales está también muy imbricada, muy oportuna en sus textos, en la película. Igual que el karaoké donde debuta la portera. El director, también en el guión, hace un brillante ejercicio analítico de la sociedad española actual entremezclando con gran inteligencia y con gran valentía, realidad y ficción, arte y realidad, literatura y vida, manipulación social y manipulación literaria. De tal manera que llega a hacernos muy creíble el esperpéntico tinglado de una comunidad de vecinos actual con sus habitantes encerrados en sus pisos a cal y canto hasta que el autor-manipulador los lleva a una relación perversa entre ellos para escribir su novela. Sin importarle el daño que cause a los vecinos con tal de conseguir sus propósitos que, al final, no le salen como él quería sino como sus humanos personajes quieren. Se le han rebelado y le han cambiado el guión. Un retrato muy inteligente y sarcástico de la vida en la sociedad actual.

Una película que puede pasar bastante desapercibida entre otras razones por su crudo tema y por su corto metraje, pero que al final obtuvo la Concha de Plata a la mejor directora y Concha de Plata a la mejor actriz y Premio Cooperación Española del Festival de San Sebastián 2017, es ALANIS. Todo un hecho histórico en este Festival en el que por primera vez una película dirigida y protagonizada por mujeres lograba dos importantes premios de la Sección Oficial. También obtuvo en los Premios Sur cuatro nominaciones incluyendo mejor director y guión original. Este es el quinto largometraje (2017) de la brillante directora argentina Anahí Berneri, quién, sin nada de moralinas ni de falsos sentimentalismos, logra, con gran precisión y humanidad, centrar, pero con todos sus matices, un tema tan complejo como es el de la prostitución. Además, esta película está protagonizada por la enorme actriz Sofía Gala Castiglione que está inmensa en su trabajo interpretativo que versa sobre un auténtico drama real que es el de una joven madre que ejerce de prostituta y se ve en la calle, en todo el sentido de la palabra, al perder su vivienda por una denuncia. Así nos muestra la cruda realidad de esta trabajadora sexual tal cual es sin ahorrarle al espectador ningún plano de esa dura vida en Buenos Aires. En este tenso drama sobre la condición humana, en este caso de las personas más desfavorecidas, la directora alcanza un retrato femenino muy contundente y, sin paliativos de ninguna clase, nos muestra su tremenda realidad. Sin ningún maniqueísmo, con muchos matices como he señalado antes y desde diversos puntos de vista, nos adentra en el cruel mundo de esos seres que luchan por su supervivencia en las calles. Sobre todo, y durante tres días, la de esa mujer que está casi sola y que al final tiene que protegerse con la seguridad afectiva y de vivienda que le dan otras mujeres marginadas como ella. Pequeña joya en medio de muchas naderías y de una claridad mayúscula en lo que se refiere a una temática que a veces preferimos dejar de lado o soslayar que la directora y su joven protagonista prefieren enfrentar. Su valentía nos plantea interrogantes sobre el mundo en que vivimos y sobre una conciencia social cada vez más adormecida. No es de extrañar que fuese la película más premiada del Festival de San Sebastián 2017.

Tampoco se puede perder el público aficionado al cine Una bolsa de canicas (2017), una película francesa, aún sin estrenar en los cines, dirigida por Christian Duguay sobre la novela autobiográfica de Joseph Joffo y cuyo guión es de varias personas incluido el director. Esta ambiciosa adaptación de la novela clásica basada en hechos reales narra la fuga de dos hermanos (Maurice y Joseph) de una familia judía a través de Francia durante la ocupación alemana y en plena Segunda Guerra Mundial. Lo primero que hay que destacar de esta película es su brillante fotografía a cargo de Christofe Graillot que de principio a fin nos muestra con sus precisas imágenes los lugares dónde se va situando la narración. Una historia por cierto trepidante acorde con el tema que se plantea de un peligro inminente que conlleva una fuga permanente. Posiblemente sea la mejor película por el momento de su director que con esta historia logra mantenernos atentos e incluso conmovernos aunque a veces cargue las tintas demasiado sobre la maldad de los nazis y bordee lo lacrimógeno de los afectos familiares por otra parte muy sinceros. A pesar de ello, esta crónica sobre la persecución de los judíos, con el horror del Holocausto siempre al fondo, nos plantea problemas de hoy en día como el del antisemitismo. Por encima de todo, destaca la voluntad de sobrevivir en medio del horror cotidiano en la Francia ocupada por los alemanes y el colaboracionismo títere del mariscal Petain y su gobierno de Vichy. Estamos ante una película también muy pedagógica en el sentido de potenciar e inculcar una serie de valores como el del valor de la vida y el de aferrarse a ella por encima de todo. Sobre todo a partir del amor y los afectos de la unidad y la fuerza de una familia que les permite sobrevivir en medio del peligro. La figura del padre, interpretada con mucha convicción por Patrick Bruel, es clave y ejemplar en este esfuerzo para sobrevivir. También salen al final a relucir los valores de la Resistencia de los franceses ante el invasor alemán y, finalmente, también las feas venganzas contra los colaboracionistas.

Otra película que quiero destacar es La herida (2017) la película seleccionada por Sudáfrica para los Premios Óscar. Este profunda drama, muy intenso y muy provocador, que algunos comparan por su enfoque y su temática con “Moonlight” o con “Brokeback Mountain” está dirigida por el director sudafricano John Trengove (Johannesburg, 1978). No es de extrañar que haya obtenido un montón de premios en diferentes partes del mundo (2017 Cinema Jove “Mejor película”, World Cinema Ámsterdam “Mejor película”, Taipei Film Festival “Mejor película”, Torino lgtb Film Festival “Mejor película”, L.A. Outfest “Mejor película”, San Francisco lgtbq Festival “Mejor película”). Y haya participado en la 67 Internationale filmfestpiele Berlín Panorama Film Apertura y en Sundance film festival World Competition. Esta poderosa película logra que sus corrosivas imágenes queden prendidas de nuestra retina y dejen un rastro duradero en nuestra memoria. Estamos ante una arriesgada película comprometida con los tiempos en que vivimos, llena de sensualidad y erotismo. Si se tiene en cuenta el entorno tribal, y por lo tanto muy conservador y muy tradicional, en el que se sitúa la historia de esta iniciación ritual para jóvenes (Ukwaluka), su mérito crece aún más y entonces hay que valorar la valentía de esta coproducción de Sudafrica-Alemania-Holanda-Francia. Sin olvidar de que, además del conflicto homosexual en ese entorno tribal que es el que muestra la película en la relación de tres hombres, se habla también de un conflicto social rural-urbano y de un conflicto de clase. Y, sobre todo, esta película es un interesante y curioso estudio de las actitudes intergeneracionales hacia la homosexualidad en un país que suele quedarnos muy lejano en el mapa a pesar de las redes sociales. Por otra parte, un estudio muy directo y muy duro, y al tiempo muy delicado y muy hermoso, sobre los modelos de masculinidad de la comunidad Xho.

Por último, no quiero olvidarme de la última película de la directora argentina Lucrecia Martel, Zama (2017), autora también del guión, un drama basado en una novela existencial de Antonio Di Benedetto de 1956, que narra la historia de Don Diego de Zama, un oficial español del siglo XVII asentado en Asunción que espera su transferencia a Buenos Aires. Un hombre que espera ser reconocido por sus méritos pero que en los años de espera pierde todo. Decide atrapar un peligroso bandido y recuperar su nombre. Cuento la historia pero en realidad lo que menos importa es la historia y lo que sí cuenta es de nuevo es el potente estilo de Lucrecia Martel. Esta película fue seleccionada para representar a Argentina en la 90º edición de los Premios Óscar en la categoría de Mejor película de habla no inglesa. Se preestrenó en el Festival de Venecia 2017. Ha recibido el Premio Especial del Jurado (Mención especial) en el Festival de Sevilla 2017 y ha recibido 11 nominaciones incluyendo el de mejor película y director en los Premios Sur 2017. La directora ha realizado, en esta su cuarta película, un raro, hermoso e inteligente trabajo. Una película que nos desconcierta y nos seduce a partes iguales, que nos hace incluso reír pero que a algunos puede llegar a irritarlos si no se dejan llevar por la belleza de sus imágenes. Sobre todo en el viaje por la selva: su lento final es precioso. No es una película muy comercial y puede llegar a ser una rareza para cinéfilos. Algunos despistados que no conocen a la directora saldrán muy enfadados pero los adictos a sus películas pueden llegar a considerarla una obra maestra. Pero lo que es cierto es que estamos ante un buen ejercicio formal cinematográfico y un seductor trabajo artístico preñado de sensualidad. En la parte final percibo ecos de Herzog.


Música

JAZZ

En el Círculo de Bellas Artes, paralelamente a su última exposición sobre Fellini, Fellini. Sueño y diseño, Jazz Círculo anunció la programación de su décimo aniversario. La exposición de Fellini (desde el 10 de octubre al 21 de enero) está centrada en el último trabajo del director italiano: unas producciones publicitarias que rodó antes de fallecer. Esta muestra nos permite entender mejor su poética y su “modus operando”, y su punto de partida son tres cortometrajes. Está comisariada por Gianfranco Angelluci y es un adelanto a las celebraciones que en 2020 se organizarán para la conmemoración del centenario de su nacimiento. Su presentación en el CBA. fue acompañada, después de la rueda de prensa, por dos miembros del Fellini Quartet ya que Fellini Quartet serán los encargados de abrir esta nueva edición ese mismo día, 10 de octubre por la tarde en el Teatro Fernando de Rojas del CBA. Un acompañamiento musical perfecto para la exposición sobre el legendario cineasta italiano que se inauguraba también ese mismo martes. El grupo lo forman el contrabajista Pablo Martín Caminero, el armonicista Antonio Serrano, el saxofonista Andreas Prittwitz y el pianista Federico Lechner, que abordarán un repertorio original inspirado en las bandas sonoras que Nino Rota compuso para las películas de Fellini.

El programa completo de esta nueva edición, que celebra los largos 10 años de vida ininterrumpida de este festival, abarcará desde el 10 de octubre hasta el 2 de febrero con una programación de 13 conciertos. Al Fellini Quartet le tomará el relevo la banda del percusionista brasileño Rubem Dantas el 19 de octubre, ya en la sala de los conciertos del CBA conocida como La Pecera. Esta sala intenta mantener el espíritu de los clásicos clubes de jazz y será la encargada de acoger todas las actuaciones, a excepción de los conciertos de inauguración y cierre, que se celbrará´n en el Teatro Fernando de Rojas. Como se sabe Dantas es un percusionista pionero en la combinación de instrumentos y de estilos musicales, y también responsable nada más y nada menos que de la introducción del cajón en España, durante una gira junto al guitarrista Paco de Lucía. Luego representando a la nueva generación de músicos de Taiwan llega Yuhan Su Quintet el 26 de octubre. Y así desfilarán diferentes grupos cuyos nombres se pueden consultar en la programación del CBA hasta completar el cartel el saxofonista Perico Sambeat (“Perico Sambeat Plays Zappa”). Este concierto del 2 de febrero pondrá el broche final a este décimo aniversario Por otra parte, no hay que olvidar que este programa se enmarca dentro del Festival de Jazz de Madrid.

CONCIERTOS

Ciclo de ibermúsica

El ciclo de Ibermúsica ha comenzado por todo lo alto esta temporada 17/18, en sus series Barbieri y Arriaga: nada menos que con dos conciertos de primera de la prestigiosa London Shymphony Orchestra. Esta importante orquesta, creada en 1904 y residente en el Barbican Centre, es un colectivo musical autogestionado que se basa en la complicidad y la colaboración artística. Con sus noventa y cinco miembros, músicos brillantes provenientes de todo el mundo, ha logrado ser reconocida internacionalmente como una de las mejores orquestas. Desde luego es la orquesta londinense más antigua y desde luego una de las mejores del mundo. Tiene un programa educativo y de la comunidad, LSO Discovery, que lleva la música a toda la sociedad. Incluso tiene su propio sello discográfico (LSO Live, el primero de este tipo, de 1999). Los dos conciertos estuvieron dirigidos por el sabio y reconocido director holandés Bernard Haitink (Ámsterdam, 1929), una prestigiosa batuta que ha dirigido las mejores orquestas. Director y orquesta abordaron, muy conjuntados, estos dos conciertos protagonizados por dos de los compositores más importantes del siglo XIX. Dos compositores alemanes, curiosamente nacidos los dos en la ciudad de Hamburgo.

En el primer concierto, el 22 de octubre, en la primera parte, tocaron el poema sinfónico de Las Hébridas (obertura de La gruta del Fingal op. 26) y luego su Concierto para violín y orquesta núm.2, en mi menor, op 64, de F. Mendelssohn (1809-1847), con la solista Veronika Eberle, también muniquesa, que se presenta por primera vez en Ibermúsica. En la primera, la descripción ambiental de los contornos de la cueva de la obertura fue inolvidable: el director, con gesto contenido pero de gran precisión, logró trasmitirnos, rítmicamente, ese encuentro impetuoso del mar y la tierra asediada por el oleaje. En la segunda pieza, con la orquesta siguiendo un ritmo marcado magistralmente por Haitink, la violinista, ensimismada en su instrumento, con un pulso firme y resolutivo desde el primer movimiento, logró desgranar con sensibilidad el espléndido concierto. En la segunda parte, tocaron la Sinfonía núm. 2, en re mayor, op 73, de J. Brahms (1833-1897). La manera sabia del director y la brillante y precisa orquesta nos trasmitieron maravillosamente la tensión emocional la arquitectura musical de esta gran sinfonía, su tono melancólico pastoril, de contenida tristeza, que ya se destila desde su primer movimiento hasta alcanzar el clímax del último movimiento.

    El segundo concierto, el del 23 de octubre, comenzó de manera insólita con la Sinfonía núm.3, en Fa mayor, op 90 de J. Brahms, dejando, en contra de lo que es habitual, el concierto de piano para la segunda parte. Esta es una pieza toda ella llena de gran armonía y cuya belleza y perfección nos transmitieron con nitidez, aunque de una manera irregular, Haitink y su orquesta. Quizá faltó viveza y emoción en la interpretación pero el resultado fue convincente. ¡Gran exhibición del clarinete!

En la segunda parte, tocaron el monumental Concierto para piano y orquesta núm.5, en Mi Bemol Mayor, op. 73 “Emperador” de L. Van Beethoven (1770-1827). El concierto para piano, que había quedado para la segunda parte, fue interpretado por el reconocido pianista estadounidense de origen polaco Emanuel Ax. La buena conjunción y complicidad entre director, siempre con gesto contenido pero preciso, y pianista logró llevar a buen puerto, con la gran ayuda de esta magnífica ejecución de esta gran orquesta, esta potente obra. Al final, el público aunque no llegó a levantarse, quizá porque faltó la suprema tensión, aplaudió, fervoroso y feliz, al director, a la orquesta y al pianista.

Sin olvidarme de los dos conciertos estupendos (5 y 6 de noviembre), y en la mejor tradición rusa el segundo, que nos ofreció la Filarmónica de San Petersburgo, dirigida por Yuri Temirkanov, no puedo dejar pasar por alto la presencia en Madrid, en la serie Arriaga, de la Bamberg Symphoniker, dirigida ahora por Jakub Hrusa (1936). Todo un lujo que el espectador musical de Madrid, que respondió con un aforo muy bueno ese día, ha agradecido. En la primera parte de su concierto tocaron Vltava de B. Smetana (1824-1884), que era la primera vez que sonaba en el marco de Ibermúsica. La Bamberg estuvo a la altura de tal evento tocando un “Moldava”, himno oficioso de Chequia, primoroso con la mayor pericia y afinamiento exacto. Fue quizá la pieza más conseguida de la velada. Y luego el Concierto para violín y orquesta, en Re Menor, Op. 47 de J. Sibelius (1865-1957), con la gran violinista Viktoria Mullova que nos ofreció un concierto sutil y elegante. El hábil y prometedor director en ascenso, que ha sustituido a Jonathan Nott al frente de la formación, logró que la orquesta la apoyase con energía y en el tono justo. En la segunda parte del concierto tocaron otra pieza memorable, la Sinfonía núm. 9 en Mi Menor, Op. 95 “del nuevo mundo” de A. Dvorak (1841-1904) en la que mostraron un gran equilibrio en los cuatro movimientos sin estridencias en las cuerdas y el metal en su medida. Su ejecución notable desató el entusiasmo de un público entregado. Es algo increíble que una ciudad tan pequeña, pero una joya Patrimonio Mundial de la UNESCO, pueda tener esta gran orquesta.

Ciclo de Scherzo

El ciclo de Scherzo comenzó también su temporada con un buen pianista, el noruego Leif Ove Andness (1970), que es Director Fundador del Festival de Música de Cámara de Rosendal. En su concierto presentó un programa que abarcaba casi 200 años de música europea. Comenzó el recital con algunas miniaturas, concretamente cinco piezas con título, de J. Sibelius (1865-1957), un compositor que dejó de componer muy pronto ya que le quedaban 28 años de vida. Un músico que bebía en las fuentes del tardío romanticismo para componer esas piececillas que tocó Andness quién se ha preocupado de reverdecerlas remarcando su poso folklórico y su conexión con la naturaleza. Luego tocó, con ayuda de la partitura, una evocadora pieza del alemán J. Widman (1973), “Idyll y Abyss”. Seis reminiscencias de Schubert, una composición breve que trata de acercarse al complejo espíritu del compositor vienés. Para rematar la primera parte con las Tres piezas D.946, de F. Schubert (1797-1828), que forman un tríptico coherente, y que el pianista que tocó de una manera personal sin acentuar demasiado el lirismo en pro de una mayor transparencia.

En la segunda parte, tocó la Sonata Nº 17 en Re menor, op. 31/2., “La tempestad”, de L VAN. Beethoven, que, como se sabe, supuso la aparición de un espíritu radicalmente nuevo en la forma de la sonata clásica. El concierto adquirió un tono arrebatador en su desarrollo de pasar de la serenidad y la calma a la tempestad hasta alcanzar un final genial. El pianista, sin partitura, supo expresar la arquitectura de la obra dándole juego a los silencios para contrastar los tiempos. Para el final, Un nocturno en Si mayor op. 62 Nº 1 y una Balada Nº 1 en Sol menor op. 23 de F. Chopin (1810-1849). El primero es una obra lenta, serena y melancólica, preñada de poesía, que, al igual que la emotiva Balada, fue interpretada por Andness con gran sensibilidad y sin ninguna afectación. Se despidió con dos propinas: la Balada Nº 3 de Chopin y el Improntu Nº 5, op 5 de Sibelius, que cerraron un generoso recital de dos horas de buen nivel pianístico. ¡Fue una lástima que faltase público en el auditorio!

Ciclo de la Filarmónica

La Filarmónica ha arrancado en noviembre con muy buen pie en su concierto inaugural de la sexta temporada: nada menos que la con la Staatskapelle Weimar, una orquesta alemana de gran abolengo (con más de 525 años de historia), asociada durante su larga historia a los compositores más conocidos del mundo. En esta orquesta de referencia mundial solistas y directores de primera clase colaboran regularmente tanto en Alemania como internacionalmente. Siempre es una garantía asegurada para cualquier concierto y en este concierto de Madrid dio buena prueba de ello. Además, en esta ocasión estuvo dirigida por un joven valor, Antonio Méndez (Palma de Mallorca, 1984), que en poco tiempo se ha convertido en uno de los directores españoles más destacados y consolidados de su generación Este joven director, que ha desarrollado ya una excelente técnica, ha estado viviendo en Alemania desde 2007 después de haber estado estudiando piano y violín en el Conservatorio Profesional de Música de Mallorca. Luego ha debutado con grandes orquestas. Fue internacionalmente reconocido como premiado del prestigioso Malko Competition 2012 en Copenhague. Este concierto contaba también con la solista Viviane Hagner, nacida en Munich, que ha recibido muchos elogios por su refinada musicalidad.

En la primera parte, tocaron el único Concierto para violín en re mayor Op. 61 (1806) del gran L. Van Beethoven (1770-1827), lleno de virtuosismo que brota de la alegría del amor, y que se considera “la madre de todos los conciertos para violín y orquesta”. La orquesta, como conjunto muy bien equilibrado, logró llevarlo a buen puerto bajo la expresiva y ágil batuta de Méndez, con una sutileza tímbrica fuera de serie y el papel fundamental de los formidables vientos. Viviane Hagner, una intérprete musical muy entregada y cuidadosa, frente a una partitura que exige por su enorme dificultad un gran virtuosismo, logró alcanzar, aunque no en todos los movimientos, y con la complicidad de las maderas, cotas expresivas altas. En la segunda parte, tocaron, con más efectivos y claro está con caudal más potente, la Sinfonía núm. 2, en Mi Menor, Op. 27 (1907) de Serguei Rachmanínov (1873-1943), una obra llena de belleza y de dramatismo dentro de las melodías de tradición rusa. Méndez, con gran criterio musical y desde el primer movimiento hasta el “Allegro vivace” final, supo aprovechar las virtudes de esta gran orquesta para lograr una completa y fabulosa versión de esta gran sinfonía. Con un brillante y rápido “Preludio” del tercer acto de “Lohengrin” de Wagner remataron esta maravillosa velada que el público entregado celebró con grandes aplausos.


RESTAURACIÓN (libro y flamenco)

CASA MANOLO

Este restaurante sito en el número 83 de la conocida calle Princesa, que, ya en 2009, celebró sus 75 años de existencia con un magnífico libro, prologado por el escritor miembro de la Real Academia Española y comensal asiduo D. Álvaro Pombo, Manolo desde 1934, es, sin duda, uno de los lugares emblemáticos de Madrid en lo que a restauración se refiere. En dicho libro se contaba la “Historia de un Bar Restaurante y Tres Generaciones” y Pombo concluía su texto con un “Quizá, después de todo, “Casa Manolo” sea un espejo viviente de la vida”… y para aprender que todos los lugares importantes de este mundo como “Casa Manolo”, nunca son para una prisa”. Esa sensación de reposo y falta de prisa es la que te trasmite este lugar por el que ha pasado tanta vida. Esa sensación pausada es la que me trasmite también el fenomenal profesional que es José Ramón, el actual propietario, que ha logrado mantener vivo el local en medio de tantos buitres que andan sueltos por los cielos de Madrid. Atención a su mostrador de nogal y estaño, utilizado en la actualidad como expositor de postres, y que una hábil restauración ha devuelto a su estado original, Precisamente de esta reliquia fue de la que escribió el entrañable D. José Luis Sanpedro, también de la Real Academia de la Lengua, en febrero de 1988: “En el Madrid castizo del 98, las tabernas clásicas, servían el vino y el aguardiente en mostradores como el que CASA MANOLO ha conseguido salvar del desguace. Construido en 1871 y conservado en la famosa taberna El 51 de Princesa, con clientes habituales de barrio de Pozas, fue adquirido por D. José Ramón Rodríguez López , restaurado amorosamente a su estado original y después de un siglo largo, en una segunda vida, el recuerdo de chulapos y menestrales de otros tiempos”. En lo que a comida se refiere, y como referencia de calidad entre la de muchos de sus ilustres comensales, hay que recordar que el gran nutricionista Francisco Grande Covián defendía, dentro de una dieta variada y saludable, los callos de “Casa Manolo”.

Por todo ello no es de extrañar que este restaurante familiar de cocina tradicional basada en la calidad y variedad de las materias primas, un restaurante con solera, haya obtenido ya hace bastante tiempo el gran reconocimiento del Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE) que le ha otorgado la “Q” de calidad en 2001, en la primera tanda de certificaciones a nivel nacional. O el Premio al Establecimiento de Calidad en Salamanca en 2011. Este restaurante ha participado, además, en jornadas gastronómicas y catas de las mejores bodegas durante todos los meses del año o en eventos como el “Gastrofestival Madrid Fusión”. Hace poco ha participado, en su salón “art decó”, en “el mes de los callos”, una jornada gastronómica muy conocida en Madrid que ya va por su sexta edición. En ella se “maridaban” (¡una palabreja de moda!) las especialidades de la casa: como primer plato, unos huevos de corral fritos con trufa y patatas a lo pobre y regados con vino blanco de San Martín de Valdeiglesias, un “alvillo real” 2016, una uva castiza que ha estado a punto de desaparecer y vino del que ya hablaban escritores del Siglo de Oro que decían que era “el oro de los vinos”; de segundo plato, los famosos callos que hace “Casa Manolo” (de “Oscar casquerías” que ya trabaja desde 1932) con morcilla y chorizo de calidad, y con un buen picantillo del pimentón “La Chinata” de La Vera, acompañados de un vino tinto crianza (Initio 2010) de “Las moradas de San Martín”, de uva garnacha autóctona de Madrid; y de postre, un brownie de chocolate negro caliente con helado mantecado, acompañado de un vino “Las Luces” de 2008. Por último, destacar que este año le han concedido el Premio Nacional de Hostelería FEHR a la Empresa Comprometida con la Calidad.

CORRAL DE LA MORERÍA

Como en el caso anterior pero de otra manera, no puede uno dejar de alabar algunas propuestas que en el Foro intentan aunar la tradición con la innovación, lo mismo en el flamenco que en la alta gastronomía. Buen ejemplo de ello es “el tablao flamenco más famoso del mundo y el más antiguo”, el año pasado cumplió seis décadas de existencia, El Corral de la Morería, Morería, 17 (La Latina) que ha presentado hace poco sus innovaciones. Este tablao, ya había recibido el Premio de Turismo Ciudad de Madrid en 2012, en un acto celebrado en el Ayuntamiento madrileño. En su escenario han debutado los mejores guitarristas, cantaores y bailaores del flamenco. En sus sillas se han sentado las grandes estrellas internacionales del cine y la música que pasan por España. Juan Manuel del Rey es su actual director general, y su madre, la famosa bailarina Blanca del Rey, su directora artística. Una mujer muy sensible que se queja de la falta de sensibilidad de este país y la falta de interés por la cultura de sus gobernantes. Con sus renovados espectáculos en los que cambia los elencos constantemente pretende sacudir el alma de los espectadores que pasan por este lugar lleno de duende.

En ese vetusto edificio del Madrid de los Austrias se ha abierto hace poco un nuevo restaurante de tan solo cuatro mesas para ocho personas, o sea “el restaurante más pequeño de Europa”. Curiosamente ocupa la antigua casa de la portera deshabitada desde hace años y que se usaba como bodega. David García, chef que consiguió la estrella Michelín para el restaurante Álbora se incorpora ahora al equipo desarrollando sus virtudes vascas aprendidas en la cocina de Martín Berasategui en dos menús degustación (49 y 65 euros). Pescados, jugos y caldos son los protagonistas. Además ha diseñado para el restaurante Tablao una carta más democrática para los más de 100 autóctonos y turistas que cada día siguen y disfrutan de su programación artística. Para ello, en plan vanguardista, han hecho una cocina de 100 metros cuadrados totalmente renovada y que tienen que atravesar los cantaores y bailaores cuando van del camerino al tablao. Pero se han conservado también los antiguos fogones de leña y carbón.