Trasversales
Joaquín Benito Vallejo

Psicópatas políticos, políticos psicópatas


Revista Trasversales número 43 abril 2018 web

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Hay comportamientos y rasgos de algunos -¿bastantes, muchos?- políticos –sobre todo del PP y del gobierno-, Rajoy, Cospedal, Aguirre, Floriano, Hernándo, Sáenz de Santamaría, Casado y tantos otros, que concuerdan mucho con las características que definen a los psicópatas. El último recientísimo caso es el de Cifuentes que confirma la regla en grado aumentativo. Respecto a esto nos pasa siempre lo mismo, somos sumamente ingenuos e ilusos. Cada caso nos parece que es el culmen, pero siempre aparece otro nuevo caso que supera al anterior. Llevan ya unos 20 años en la Comunidad de Madrid y 16 en el gobierno central y esto no parece acabar nunca. Cuando están en la oposición se muestran sumamente malvados e insultantes con el adversario. Cuando están en el gobierno, por el contrario, parecen ingenuas princesitas.

Muchas veces hemos tratado de explicarnos cómo se puede mentir tanto sin escrúpulos, sin inmutarse, sin mostrar ningún atisbo de vergüenza, sin temblar, sin sonrojarse, sin titubear. Al contrario, somos nosotros quienes sentimos vergüenza ajena solo de oírlos. ¿Cómo se puede tener una doble moral y personal tan gruesa, aparentar ser una víctima propiciatoria y ser un verdugo sin límites? ¿Cómo se puede ser tan cínico e hipócrita, decir y preconizar lo contrario de lo que se hace? Justificaciones infantiles o perversas, engaños descarados. ¡Nos parece tan sorprendente que no nos lo podemos creer! Pero todo debe tener una explicación, debe ser estudiado y comprendido.

Pensando en ello, releemos El Psicópata (Vicente Garrid,-Algar Editorial, Alcira 2000) con la pretensión de delimitar mejor el perfil del psicópata y ver si algunos de sus rasgos coinciden con el de estos políticos, ya que desde luego nos recuerdan mucho a ellos.

A partir de ahora se transcribe fundamentalmente lo que creemos interesante en este aspecto del libro de Garrido.

El subtítulo del libro es: "Un camaleón en la sociedad actual", aludiendo el adjetivo de camaleón, por un lado, a la capacidad que tiene tal animal de camuflarse, de aparentar ser lo que no se es realmente, adaptándose fácilmente a los caracteres del entorno donde se mueve, para aparentar "ser igual que los demás", (para no despertar sospechas a la futura presa). Como dicen mucho de estos políticos, "ser personas normales"; por otro lado, el subtítulo se refiere también a que el camaleón es un reptil, y como tal le caracteriza su sangre fría y su carencia de emociones.

Según Garrido, ser psicópata no significa ser un asesino, un violador, un maltratador o un delincuente. Esos son una minoría. La mayoría están camuflados en la vida cotidiana. Puede ser cualquiera de nosotros, un padre, un hijo, un aparente honorable señor, un empresario, un empleado, un cura, un mafioso o un político. Dentro de estos últimos campos hay muchos, ya que lo que más caracteriza al psicópata es el poder y la codicia. Pero puede ser simplemente "una persona normal" con una serie de rasgos como la capacidad de camuflarse, manipular, engañar, desacreditar, etc. Están preparados especialmente para desoír las necesidades de los demás, son capaces de dañar y maltratar sin reparar en nada. Sus fechorías, a veces fiestas y orgías (véase por ejemplo, las cacerías de Blesa o el Rey emérito, o los gastos de las tarjetas Black, en alcohol, drogas y putas), pueden llegar a ser surrealistas y grotescas [van en cursiva los aspectos que recuerdan a estos políticos, y que desde luego han dado muestras de ello; y entre paréntesis aparecen los comentarios personales].

Ser psicópata significa más bien ser sociópata, define a un tipo de personalidad formada en la infancia, como todas, quizá con unas ciertas predisposiciones heredadas hacia ello, pero más aún debido a unas pautas educativas, culturales y sociales que lo fomentan y arraigan. Se tiende a presentar a los psicópatas como locos o enfermos mentales, pero no, no son mentes trastornadas, sino con un patrón de personalidad peculiar. Sus actos son racionales, calculados, -(muy inteligentes)-, combinados con una escalofriante incapacidad para tratar a los demás como seres humanos dotados de pensamiento y sentimiento. No tienen los rasgos de los enfermos mentales característicos de la psicosis, como alucinaciones, ilusiones o profundo malestar subjetivo y desorientación. Son plenamente racionales y conscientes de lo que hacen.

El símil del reptil es utilizado como la capacidad para evitar las emociones humanas más genuinas, alzándose como metáfora del mal o de la bestia, como dice Rosa Montero, -citada por Garrido-: "supone prescindir de la autocrítica y ser incapaz de ver y entender a los demás, perder todo contacto con la realidad y abismarse en un egocentrismo imbécil". La ausencia de toda preocupación por el bienestar de los demás, la crueldad y la insensibilidad emocional bien pueden considerarse propios de un estado reptiliano. El psicópata es el más perfecto depredador de su propia especie.

Mentir, engañar y manipular son talentos naturales del psicópata. Cuando se descubre su engaño no sienten reparo alguno, simplemente cambian su historia o retuercen los hechos para que encajen de nuevo. Parecen poseer una incapacidad manifiesta para no sentir las emociones humanas. Junto a una apariencia fría y distante hacen exhibiciones de falsa emotividad. Pueden hablar como si estuvieran teniendo una emoción pero en realidad no la están experimentando, parecen hablar de oídas. El psicópata no muestra las respuestas fisiológicas asociadas con las emociones.

Robert Hare, el más importante investigador en la materia dice: los psicópatas sufren un déficit en la integración del mundo emocional con el razonamiento y la conducta. El sujeto psicópata presenta la imagen de una persona preocupada por sí misma, cruel, sin remordimientos, con una carencia profunda de empatía.

Por su parte Cleckley, -primer investigador sobre la psicopatía y autor de los libros "La máscara de la cordura" y "Las tres caras de Eva"-hay una película del mismo título basada en esta obra-, describe al psicópata como sigue: le caracteriza la más absoluta indiferencia ante los valores de las personas, no puede comprender cualquier asunto relacionado con ellas. Incapaz de interesarse lo más mínimo por cuestiones que han sido abordadas por la literatura, el arte, o el esfuerzo que la humanidad ha hecho por progresar. Le tiene sin cuidado todo esto en la vida diaria. No puede apreciar lo que motiva a otras personas. Su respeto por la verdad es nulo…. Cuando mienten parece que no les va nada en ello… son capaces de mirar tranquilamente a sus interlocutores en medio de la mayor falsedad… en los casos raros en que reconocen sus añagazas tratan de que los veamos sinceramente arrepentidos y se extrañan de que no creamos sus futuras promesas realizadas bajo palabra de honor o con juramento solemne. Parece que piensan bien pero sólo es un simulacro. Parece que tiene emociones pero solo intenta imitarlas. Su lenguaje y su comportamiento revelan que hay dos profundas disociaciones. El sentimiento está disociado del pensamiento. Su juicio está disociado de su conducta.

(Como podemos ver en las descripciones hechas por los expertos, todas ellas coinciden con las manifestaciones de los dirigentes del PP).

Las fuentes de este carácter se encuentran en el medio familiar, social y educativo. Ser psicópata se aprende en el entorno. Se hace en un alto porcentaje en el proceso de socialización, donde se aprenden y se practican las normas de convivencia con los demás. Este proceso es iniciado por la familia, con sus relaciones afectivas y comportamentales asentándose después en la cultura mamada. El psicópata crece en una familia de relaciones afectivas frías indiferentes pobres, sin vínculos segurizantes. Es claro que el cinismo impera dentro del ámbito familiar. El niño mama y aprende lo que ve. La educación es en general autoritaria, con normas rígidas donde prima la obediencia (al orden establecido). Están inclinadas a obedecer a la autoridad y actuar punitivamente con las personas que no tienen poder –rasgos de la personalidad autoritaria–. Se encuentran cómodas en las relaciones jerarquizadas (unos mandan y otros obedecen). Cuando la obediencia es el valor más elevado la autonomía es imposible. Cuando no ven una autoridad clara y no hay órdenes que seguir, a estos sujetos solo les queda el vacío, el mundo es amenazante, lo ven como un caos.

En este tipo de educación se reprimen la expresión de los impulsos naturales, los sentimientos y la sexualidad. De este modo, el niño adquiere una pobre autoimagen que se siente fácilmente amenazada (complejo de inferioridad) lo que genera una visión hostil de los demás con la necesidad de autodefensa. Hay una falta de autoconciencia y autoaceptación; dificultad para aceptar a los demás y férreos mecanismos de defensa. Se ha educado en la competitividad (has de estar por encima de los demás, ellos son quienes te impiden llegar más arriba) y se busca la resolución de los conflictos con medios agresivos. Han crecido en el narcisismo, el egoísmo, el individualismo y la competitividad. Les han enseñado a hacer cualquier cosa con el objetivo de estar por encima de los demás, la búsqueda de la fama, el dinero, el dominio y el poder. En la medida en que el medio familiar y social incluya creencias y valores que contribuyan al desarrollo del comportamiento insolidario y egocéntrico las psicopatías se extenderán. Hay una absoluta falta de enseñanza ética y moral práctica. (La educación empieza en la familia, con su estilo afectivo, su comportamiento y su ejemplo, sus valores, sus creencias, su ideología, su religión, para después consolidarse con todos los medios de que la sociedad dispone: escuela, medios de comunicación, -televisión, radio, prensa- valores y normas establecidos, ética, costumbres, tradiciones…)

(Erich Fromm expone en muchos de sus libros –ver preferentemente El arte de amar, El miedo a la libertad, El corazón del hombre- que el narcisismo y el egoísmo están anclados en la infancia. Significa la dependencia a los padres, no haber adquirido la madurez psicoafectiva y la realización propia basada en el desarrollo de sus potencialidades. Por ello se fijan a la familia, la consanguineidad, el clan, el grupo, el pueblo, la nación, la patria.

Los psicópatas pueden llegar a ser fanáticos, (fascistas, talibanes, nazis) cuando están bajo la influencia de un sistema de creencias –religión o ideología- al que subordinan cualquier otra cosa. Interpretan y evalúan la realidad según este sistema. Cualquier medio que sirva para sus metas es aceptable. Controlar la vida de los que están a su merced es algo embriagador y "casi" orgásmico.

Sufren una división del Yo. ¿Cómo pueden ir a sus casas y mostrarse cariñosos con sus familias? En realidad, sus familias son por lo general igual que ellos, y hacen una separación entre la consanguineidad y los otros que no pertenecen a su grupo o clan) Sufren un proceso de división o desdoblamiento por el cual se forman dos yoes opuestos entre los cuales hay una disociación para no crear conflictos.

Después de la educación bajo la que se han formado solo se trata de buscar aquellos medios sociales que facilitan el alcance de objetivos psicopáticos y suplir las carencias de la infancia. Las organizaciones y empresas constituyen un foro privilegiado para actuar. El rol de líder y ejecutivo es muy atractivo. Les da mucho poder y margen de acción. Una de las nuevas formas de vivir que han encontrado los psicópatas es la de ser líder de una secta. (El partido político, y más el PP, es lo más parecido a una secta.) Las características de estos líderes son: capacidad de manipulación, -y seducción- astucia, narcisismo, cierto encanto o cualidades para seducir y convencer. (No sabemos qué encanto puede tener Rajoy o Aguirre, pero parece ser que para sus acólitos sí que lo tiene. Hay que tener en cuenta que sus seguidores son quienes han adoptado por norma la obediencia a quien representa el orden, la autoridad o la institución. En alguna ocasión también hemos oído hablar sobre Gallardón a personas que le conocen directamente "del gran encanto y la seducción que ejerce". Las personas descritas en ese tipo de educación carencial se quedan pegadas a estas otras personas que muestran autoridad y ofrecen carisma, modelos, seducción, promesas, poderes. Aquí puede estar una de las claves de porqué se sigue votando a los corruptos, -aparte de la ignorancia, del poder de los medios de manipulación, de que el poder dispone de todas las armas y medios para engañar-, es el haberse educado en la obediencia a la autoridad, con la que se sienten identificados y protegidos).

¿Quién si no, dice Garrido, puede convencer a miles de personas de que su salvación depende de que consiga secuestrar psicológicamente a otros incautos? Los psicópatas engañan, hieren, hacen que dudemos de nuestra cordura. Tienen una doble vida, una doble moral, falta de remordimientos y vergüenza, megalomanía, capacidad de tejer telarañas de manipulación.

(¿Los políticos mencionados aquí, son psicópatas que se han metido a políticos porque es como mejor pueden satisfacer las carencias o rasgos de su personalidad? ¿Se puede ejercer el poder de esta manera sin ser psicópata? Tanto Fromm como Garrido, entre otros, nos dicen que el poder es el campo de "realización" de los psicópatas. ¿El poder corrompe, o son ya los corrompidos los que necesitan el poder?)

La categoría del psicópata de 5 estrellas es la de los políticos, nos vuelve a decir Garrido: hombres que juran servir a la patria y que luego nos arrojaron a la cara nuestra propia estupidez. Pocas dedicaciones permiten mayor ejercicio camaleónico que la política. Se establece en el poder gubernamental una estructura psicopática: es decir, se institucionaliza, se estataliza, se hace propia del estado, dándole su visto bueno, se monta una burocracia que la favorece, que la encubre, que la justifica. Se hacen unas leyes ajustadas a ello. Para todo esto son necesario dos requisitos: en primer lugar, que haya unos líderes que la promulguen y faciliten y, en segundo lugar, una parte de la población que se identifica con ellos, porque es un modo de compensar sus carencias y sublimar un supuesto espíritu nacional e ideología (Y como nos ha dicho Fromm: personas inmaduras que buscan la protección simbólica de la madre, en la autoridad, clan, nación o patria. Generalmente no se dedica la atención debida a las raíces psicológicas de esta cuestión, la regla es hacer estudios económicos donde se excluye la psicología. –Esto necesita otro artículo-) Además, los psicópatas acólitos que rodean al líder recurren a "la obediencia debida" para justificar sus acciones. (Es un ejemplo: el gobierno recurre al deber de sacar al país de la crisis para justificar sus acciones en contra del pueblo. La crisis es la justificación perfecta para realizar sus planes privatizadores de todos los servicios públicos. Y luego dice "hice lo que era mi deber", en contra de lo que prometió en las elecciones -Rajoy-).

("La obediencia debida" es la justificación de la obediencia a los superiores, a la autoridad, a las instituciones, o a las leyes establecidas para realizar una acción "indebida" inmoral, como un asesinato u otro acto de menor consideración. En la entrada a los cuarteles suele haber un cartel grande que reza: "La obediencia es la más alta virtud." Con ello ya se está induciendo –por las buenas- a que has de obedecer. Si no lo haces, tendrás castigos, calabozo, o consejo de guerra, dependiendo de la gravedad que sea considerada la desobediencia. La desobediencia es sinónimo de rebeldía. Evidentemente, si todos desobedeciéramos al estado éste podría derrumbarse. Si lo hace un individuo aislado debe ser castigado y servir de escarmiento para que no cunda el ejemplo. El estado impone el deber de la obediencia, como otro montón de aspectos, para atrincherarse. El estado despersonaliza, normaliza, uniformiza a los ciudadanos, les despoja de la capacidad individual de pensar por sí mismos, ateniéndose éstos a lo ordenado o simplemente sugerido por el poder mediante su multitud de medios de manipulación masiva. Esa "obediencia" se impone desde la cuna mediante una educación represiva, autoritaria, hipócrita. Figuras de autoridad a las que se debe obediencia son el padre, el cura, el maestro, el patrón, los mayores, las tradiciones, la patria… Cuando no se educa en la autoestima, la autogestión -cogestión con los demás- y la realización personal, solo queda fijarse, imitar o seguir a las figuras de poder).

En relación con "la obediencia debida" Garrido menciona a Hannah Arendt, según expone ésta en su libro: "Eichmanm en Jerusalen" (también puede verse en la película "Hannah Arendt", Margarethe von Trotta ) donde cuenta su asistencia al famoso juicio del nazi Eichmanm como corresponsal de "The New Yorker". Creyéndose encontrar a un demonio sentado en el estrado, se encontró sin embargo con un sujeto absolutamente "banal", -ella dice constantemente que no es una persona, sino un pelele- describe de él rasgos que son típicos del perfil psicópatico, aunque nunca empleó semejante concepto ya que ella no tenía conocimientos de psicopatología, pero da en el clavo en la esencia de la psicopatía. Veamos algunos de sus comentarios: Tiene una completa incapacidad para contemplar algo desde el punto de vista de los demás -una absoluta falta de empatía - un lenguaje oficial burócrata - incapaz de pronunciar una sola frase que no fuera un cliché –habla vacía– (Podemos acordarnos aquí una vez más de la simpleza que caracteriza a Rajoy) Su incapacidad de hablar está relacionada con su incapacidad para pensar desde el punto de vista de otra persona –no es que mienta sino que tiene una barrera que le impide ver la realidad–, insensible frente a los sentimientos y pensamientos de los demás –el resultado no es un monstruo sino un payaso, un esperpento, una caricatura de ser humano, una imagen deformada y grotesca de la complejidad que encierra una persona y justifica sus asesinatos por la obediencia debida a sus superiores ¡Él –dice- no ha matado a nadie, no es culpable ni responsable, simplemente ha obedecido, ha hecho lo que debía hacer!

Volviendo a Garrido: para ser un psicópata no es necesario matar, solo que tenga un pensamiento ajeno al bienestar o al dolor de los demás ya sea siguiendo un plan trazado por otros o siguiendo sus propios pensamientos. Con la famosa frase "la banalidad del mal" lo que Arendt quiere decir es: lo verdaderamente monstruoso es no conectar con los demás en un nivel plenamente humano. Esa es la esencia de la psicopatía. El psicópata no tiene delirios, no se cree Napoleón, no tiene crisis de ansiedad ni conflictos psicológicos… Su mundo emocional es muy limitado. No es que sea estúpido, más bien significa una completa falta de racionalidad. Tal alejamiento de la realidad y vaciedad de pensamiento pueden llevar más destrucción que todos los instintos perversos juntos. (Lo que vemos en la película, por otra parte, es que H. Arendt cree que Eichmann no es persona, y que en lugar de juzgar al individuo despersonalizado debiera haberse juzgado al sistema que le ha producido, y del que forma parte)

Como ejemplo final, Goering, en el juicio de Nurenberg, cuando le mostraron una película de los crímenes nazis en los que él mismo participó, comentó: "hacía una buena tarde soleada"¡¡¡ (Vuelve a recordarnos a Rajoy, cuando preguntado por la corrupción, éste contesta:: "está lloviendo")