Trasversales

Domenico Lucano

El coraje de seguir solos

Revista Trasversales número 45 octubre 2018

Domenico Lucano es alcalde de Riace, arrestado y deportado por el gobierno de Italia. Riace está al sur de Italia, a 7 km. del mar. Saludo a una manifestación allí realizada y que pudo contemplar desde su ventana, en arresto domiciliario.





Sobra deciros que querría estar entre vosotros no sólo para daros saludos formales, sino también para algo más, para hablar sin necesidad y sin obligación de escribir, para sentir esa espontaneidad, para sentir la emoción que producen las palabras en el alma, en fin, para daros las gracias a cada uno, a todos, para daros un fuerte abrazo colectivo, con todo el afecto del que somos capaces los seres humanos.
A todos vosotos, un pueblo en viaje hacia un sueño de humanidad, hacia un lugar ima­gi­nario de justicia, poniendo en ello el propio empeño cotidiano y desafiando a la inclemencia del tiempo. Os digo gracias.

Veo el cielo atravesado por tantas nubes oscuras, los mismos colores, la misma oleada negra que cruza los cielos de Europa y que impide vislumbrar los horizontes indes­criptibles de cumbres y de abismos, de tierras, de dolores y de cruces, de crueldad de las nuevas barbaries fascistas.
Aquí, en ese horizonte, se encuentran los pueblos. Con sus sufrimientos, luchas y conquistas. Entre las grandes cosas de lo cotidiano, los hechos se entrecruzan con los aconteci­mientos políticos, los problemas cruciales de siempre con las siempre recu­rrentes amenazas de expulsión, de atentados, de muerte y de represión.

Hoy, en este lugar fronterizo, en este pequeño país del sur de Italia, tierra de sufrimiento, esperanza y resistencia, viviremos un día destinado a pasar a la historia.
Somos la historia. Con nuestras decisiones, nuestras convicciones, nuestros errores, nues­tros ideales, nuestras esperanzas de justicia que nadie podrá suprimir.

Llegará el día en que habrá más respeto por los derechos humanos, más paz que gue­rra, más igualdad, más libertad que barbarie. Donde ya no habrá gente viajando en clase ejecu­tiva y otra amontonada como mercancías humanas procedentes de puertos coloniales con las manos aferradas a las olas en los mares del odio.

Sobre mi situación personal y mis visicitudes judiciales no tengo mucho que agregar a lo que ya se ha contado extensamente. No tengo rencores ni reclamaciones contra nadie.
Pero me gustaría decirle a todo el mundo que no tengo nada de qué avergonzarme, nada que ocultar. Siempre haré las mismas cosas, las que han dado sentido a mi vida. No olvidaré este abrumador río de solidaridad.

Os llevaré en mi corazón durante mucho tiempo. No debemos retroceder, si estamos unidos y seguimos siendo humanos podremos acariciar el sueño de la utopía social.
Os deseo el coraje de seguir adelante solos y el valor de permanecer juntos bajo los mismos ideales. De desobedecer cada vez que se reciben órdenes que humillan nuestra conciencia. De merecer que nos llamen rebeldes, como los que se niegan a olvidar en tiempos de amnesia obligatoria. De ser obstinados para seguir creyendo, incluso contra toda evidencia, que vale la pena ser hombres y mujeres. De seguir caminando a pesar de las caídas, las traiciones y las derrotas, porque la historia continúa, y continuará después de nosotros, y cuando nos dice "adiós" también nos está diciendo "hasta luego".

Debemos mantener viva la certeza de que es posible ser contemporáneos de todos aquellos que viven animados por la voluntad de justicia y belleza, donde sea que estemos y donde sea que vivamos, porque los mapas del alma y del tiempo no tienen fronteras.

Hasta siempre [dicho en castellano].